Jacques de Vaucanson
Niñez y juventud
Nació
en Grenoble, Francia, en 1709, con el nombre de Jacques Vaucanson Hijo de un
fabricante de guantes, se crio en la pobreza y ya en su juventud dijo que
aspiraba a ser relojero. Fue así como un día, cuando estaba en la iglesia,
observó detenidamente el reloj de la capilla y consiguió fabricar uno parecido
semanas más tarde. Este hecho no pasó
desapercibido por su madre, quien lo envió
a estudiar con los Jesuitas y posteriormente se unió a la orden de los Mínimos
en Lyon. Su intención era seguir un curso en estudios religiosos, pero su
interés en los artefactos mecánicos se renovó tras un encuentro con el cirujano
Le Cat, del que aprendió los detalles de la anatomía. Estos nuevos
conocimientos le permitieron desarrollar los primeros artefactos mecánicos que
imitaban funciones biológicas vitales como la circulación, respiración y la
digestión.
Carrera
como inventor de autómatas
Vaucanson
soñaba, según un documento oficial. en "construir máquinas capaces de excitar
la curiosidad del público". Es por eso que en 1737, construyó su primer autómata, Joueur de Flûte ("El Flautista"), una
figura de tamaño
natural de un pastor que tocaba el tambor y la flauta y tenía un repertorio de doce canciones.
Al año siguiente, a principios de 1738, presentó su creación a la Academia de
Ciencias Francesa, junto con una memoria escrita estructurada en dos partes; la
primera centrada en el estudio de tocar la flauta y, posteriormente, en el
mecanismo en sí.
Rigollay
de Juvigny, contemporáneo de Vaucanson, afirmó que durante los primeros días de
exhibición la gente no quería creer que la flauta del autómata sonaba de
verdad; se imaginaban, pues, que había un órgano alemán dentro del cuerpo de la
figura. Los más incrédulos tardaron poco en ser convencidos de que el autómata
tocaba realmente el instrumento, que el viento que salía de sus labios lo hacía
sonar y que el movimiento de los dedos formaba las diferentes notas. La máquina
fue sometida a un riguroso examen y los espectadores pudieron ver su
funcionamiento y los resortes que lo formaban.
Vaucanson
explica en la memoria del flautista que tenía en mente construirlo desde hacía
mucho tiempo, pero que decidió no empezar hasta no haber estudiado minuciosamente
toda la técnica de ejecución del instrumento. Se fijó especialmente en la forma
de los labios y en la presión de aire que se debía aplicar para así poder
conseguir notas graves y agudas y también para poder pasar de una octava a otra
con un simple movimiento de boca y con la modificación de la velocidad del aire
que entraba en la flauta. Además, recreó el funcionamiento de una tráquea y la complejidad de la lengua
con sistemas de manchas y tubos. El realismo del autómata sorprendió a todo el mundo, pero a Vaucanson
no le pareció suficiente y se pasó mucho tiempo trabajando en conseguir un
material lo más parecido posible a la piel humana, precisamente para humanizar
sus creaciones. Este símil
con la piel humana se puso en práctica
con la creación de los dedos del flautista, recubiertos por una tela especial
que posibilitaba la sensibilidad necesaria al tacto para tocar el instrumento.
Más
tarde ese mismo año, creó dos autómatas adicionales, Joueur de Tambourin
("El Tamborilero") y Canard digérateur ("El Pato con aparato
digestivo"), éste siendo considerado su pieza maestra. Sus creaciones
reflejaban un interés enciclopédico por la técnica, la anatomía y el arte;
hecho que llevó a la admiración a figuras como Voltaire y Federico Guillermo II
de Prusia, quien intentó llevárselo a su corte. Vaucanson, deseando servir sólo
a su propio país, rechazó la oferta.
En
esos tiempos, las criaturas mecánicas eran consideradas un capricho en Europa,
y aunque la mayoría podían ser clasificadas como simples juguetes, las
creaciones fueron reconocidas como una revolución gracias a su sofisticada
mecánica realista. No obstante, después de haber ganado mucha fama y prestigio
con los autómatas, Vaucanson se cansó de dedicarse al entretenimiento y decidió
enviar de gira a sus creaciones aprovechando el entusiasmo del rey Luís XV,
quien poco después lo nombró inspector de manufacturas de seda y le confió las
mejores técnicas de la industria.
El
audaz ingeniero vendió sus juguetes y automáticamente se les perdió la pista.
Se dice que el pato apareció en el sótano de una casa de empeños de Alemania
unas décadas más tarde, y que Johann Wolfgang von Goethe tuvo la posibilidad de
verlo en el 1805 en poder de un coleccionista. Según Goethe, el pato aún comía
copos de avena con brío, pero había perdido sus poderes digestivos.
Posteriormente,
Vaucanson decidió aplicar su talento en otros proyectos más útiles. Es así como
diseñó y construyó una máquina para hilar seda, convirtiéndose en un predecesor
muy importante de los telares automáticos modernos.
Servicios
al gobierno francés
En
1741 fue nombrado inspector de las manufacturas de seda en Francia por el
cardenal Fleury, primer ministro de Luis XV. Se le encargó la reforma del
proceso de manufactura de seda. En la época, la industria textil francesa había
sido superada por la inglesa y escocesa. Vaucanson promovió amplias reformas
para la automatización del proceso textil. En 1745 creó el primer telar
completamente automático del mundo.
Vaucanson
estaba ocupado en automatizar la industria textil francesa con tarjetas
perforadas, una tecnología que, refinada posteriormente por Joseph Marie
Jacquard más de medio siglo después, revolucionaría los telares y, en el siglo
XX, se utilizaría para introducir datos en ordenadores y para almacenar
información en formato binario. Sin embargo, sus ideas no fueron bien recibidas
por los tejedores, y muchas de las más revolucionarias fueron ampliamente
ignoradas.
Inventó
varias máquinas-herramienta, como el primer torno metálico con carro
portaherramientas, hacia 1751 (la Historia de la Tecnología de Derry y Williams
retrasa esta invención hasta 1768 e indica que el precursor sería Antoine
Thiout, que hacia 1750 había inventado un torno con portaherramientas movido en
un eje roscado). Fue descrito en la Enciclopedia Diderot-D'Alenbert.
En
1746 fue nombrado miembro de la Academia de Ciencias Francesa.
Legado:
Falleció en París en 1782. Vaucanson dejó como legado a Luis XVI una colección
de sus obras. La colección se convertiría en el fondo inicial del Conservatoire
National des Arts et Métiers de París. Todos sus autómatas originales se han
perdido. Se sabe que El flautista y El tamborilero fueron destruidos durante la
Revolución francesa. Sus ideas sobre la automatización de los telares, si bien
ignoradas en vida, fueron perfeccionadas e implementadas posteriormente por
Joseph Marie Jacquard, el creador del telar Jacquard.
El
Liceo Vaucanson de Grenoble es llamado así en su honor y prepara a estudiantes
para carreras en ingenierías y otros campos técnicos.
Fuentes: https://es.wikipedia.org/wiki/Jacques_de_Vaucanson
Comentarios
Publicar un comentario