Winston Churchill
Churchill
era hijo de lord Randolph Churchill, tercer hijo del séptimo duque de
Marlborough, y de la estadounidense Jennie Jerome, hija del millonario
estadounidense Leonard Jerome. Winston Churchill descendía de John Churchill,
primer duque de Marlborough, y era primo hermano del noveno duque.
La
niñez de Churchill transcurrió en internados escolares, incluyendo el
Headmaster's House de Harrow School. Churchill no progresó mucho en Harrow; era
castigado por su deficiente trabajo y su falta de dedicación. Tenía una
personalidad independiente y rebelde; no logró alcanzar muchos méritos a nivel
académico, suspendiendo diversas materias, excepto matemáticas e historia, en
las cuales con frecuencia estaba colocado entre los mejores alumnos. Sin
embargo, logró ser campeón de esgrima de la escuela.
Siendo
un joven oficial del ejército, entró en acción en la India Británica, Sudán y
en la Segunda Guerra de los Bóeres. Ganó fama como corresponsal de guerra y con
los libros que escribió sobre sus campañas.
En
primera línea política durante 50 años, ocupó numerosos cargos políticos y de
gabinete. Antes de la Primera Guerra Mundial, fue presidente de la Secretaría
de Estado de Comercio, ministro de Interior y Primer Lord del Almirantazgo como
parte del gobierno liberal de H. H. Asquith. Durante la guerra continuó como
Primer Lord del Almirantazgo hasta la desastrosa batalla de Galípoli, que él
había patrocinado y que motivó su salida del gobierno. Después sirvió un breve
tiempo en el frente occidental como comandante del 6.º Batallón de los
Fusileros Reales Escoceses. Regresó al gobierno como ministro de Armamento,
secretario de Estado de Guerra y secretario de Estado del Aire. Tras el
conflicto mundial, ocupó el cargo de ministro de Hacienda en el gobierno
conservador de Stanley Baldwin entre 1924 y 1929, donde tomó la controvertida
decisión de devolver la libra esterlina en 1925 al patrón oro como en la
paridad anterior a la guerra, lo que muchos consideraron una presión
deflacionaria sobre la economía del Reino Unido. Igual de polémicas fueron su
oposición al incremento de la autonomía de la India y su resistencia a la
abdicación de Eduardo VIII en 1936.
Aunque
permaneció fuera de la política en la década de 1930, lideró la alerta sobre el
peligro de Adolf Hitler y la campaña para el rearme. Sin embargo, apoyó el
fascismo de Mussolini al menos hasta 1934. Al estallido de la Segunda Guerra Mundial, fue
nombrado de nuevo Primer Lord del Almirantazgo y, tras la dimisión de Neville
Chamberlain el 10 de mayo de 1940, se convirtió en primer ministro. Su firme
negativa a aceptar la derrota, la rendición o un acuerdo de paz ayudó a
inspirar la resistencia británica, en especial durante los difíciles primeros
años de la guerra, cuando el Reino Unido se quedó solo en su firme oposición y
en la guerra contra la Alemania nazi. Se destacó por sus discursos y programas de
radio que ayudaron a inspirar al pueblo británico, al que lideró como primer
ministro hasta que fue segura la victoria de los Aliados sobre las Potencias
del Eje, sin embargo, algunas de sus políticas causaron una hambruna que se
cobró más de 3 millones de vidas indias.
Después
de ser derrotado en las elecciones generales de 1945 frente a los laboristas de
Clement Attlee, Churchill lideró la oposición. En 1951 consiguió volver a ser
primer ministro, hasta su retiro en 1955. A su muerte en 1965, la reina Isabel
II le concedió el honor de un funeral de Estado en el que se dio una de las
mayores reuniones de jefes de Estado nunca antes vistas. Churchill es
recordado como uno de los hombres más
influyentes en la historia del Reino Unido.
En
1946, Churchill pronunció un discurso en Zúrich, donde instó a los europeos a
“dejar atrás los horrores del pasado y mirar al futuro”. Afirmó que el primer
paso para volver a crear la «familia europea» de “justicia, misericordia y
libertad” consistía en «construir una especie de Estados Unidos de Europa». Con
este alegato, Churchill fue uno de los defensores de la integración europea y
propuso, como un primer paso, crear un Consejo de Europa, cuya primera reunión
contó con la presencia del propio Churchill. Asimismo, planteó la idea de un
«ejército europeo» y dotar de cierta fuerza a la diplomacia europea. Además, en
1959 se creó el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, una idea que Churchill
había defendido por primera vez una década antes.
Falleció
el 24 de enero de 1965, el mismo día en que había fallecido su padre, setenta
años antes. Las últimas palabras que se le oyeron pronunciar fueron: «¡Es todo
tan aburrido!». Para el activísimo
Churchill, esos últimos diez años de vejez y retiro habían sido más insoportables que los conflictos
militares y diplomáticos. Su cuerpo permaneció en la capilla ardiente en
Westminster durante tres días. El funeral se realizó en la catedral de San
Pablo. Fue el primer funeral celebrado en dicha catedral a un hombre no
perteneciente a la realeza desde que se le hiciera al mariscal de campo lord
Roberts de Kandahar en 1914.
Cuando
su féretro fue transportado por el río Támesis, todas las grúas estaban
inclinadas en saludo. La artillería real hizo diecinueve disparos en su honor,
como se hace con los jefes de Estado, y dieciséis aviones de la RAF
sobrevolaron Londres. El funeral propició la asistencia del mayor número de dignatarios
en la historia de Gran Bretaña, contando representantes de más de cien países.
Fue también la reunión más grande de jefes de Estado hasta el fallecimiento del
papa Juan Pablo II en 2005.
Por petición de Churchill fue enterrado en la tumba de la familia en la iglesia de Saint Martin, Blandon, cerca de Woodstock y no lejos de su lugar de nacimiento en Blenheim.
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