Pierre Frédy de Coubertin
Pierre Frédy de Coubertin
Su padre, el barón
Carlos Luis de Coubertin, quería que fuera militar, pero su temperamento
sensible chocó con la dura disciplina de la Escuela Especial Militar de
Saint-Cyr. Decidió dedicarse a la pedagogía, donde se sintió realizado por sus
ideales. Se mudó a Inglaterra para perfeccionar sus estudios, donde conoce la
«singular» doctrina del cristianismo muscular: la búsqueda de la perfección
espiritual por medio del deporte y la higiene. Uno de los más destacados
seguidores de esta ideología fue el pastor anglicano Thomas Arnold, del que
Pierre se convirtió en discípulo.
Comienza a divulgar
estos métodos por toda Francia: Crea sociedades atléticas en los institutos que
se asocian en la Union des sociétés françaises de sports athlétiques. Funda la
primera revista dedicada al deporte: la Revue Athlétique, logrando que el
gobierno francés acceda a incluirla en sus programas de la Exposición Universal
de 1889.
El ministro de educación
le envía a los Estados Unidos para que continúe su investigación sobre los
métodos de enseñanza. El deporte comenzó a ser tomado en serio. De ser
practicado por minorías o en el colegio, pasa a estar de moda y despertar
entusiasmo.
Pierre comienza a soñar
con unir en una extraordinaria competición a los deportistas de todo el mundo,
bajo el signo de la unión y la hermandad, sin ánimo de lucro y solo por el
deseo de conseguir la gloria, competir por competir, como dice la frase de
Ethelbert Talbot «Lo importante no es vencer, sino participar», frase mal
atribuida a Pierre de Coubertin. La idea de Coubertin parecía insensata y chocó
con mucha incomprensión.
Intentando convencer a
todos, viajó por todo el mundo hablando de paz, comprensión entre los hombres y
de unión, mezclándolo todo con la palabra Deporte. Al fin, en la última sesión
del Congreso Internacional de Educación Física que se celebró en la Sorbona de
París, el 26 de junio de 1894, se decide instituir los Juegos Olímpicos.
En Inglaterra, esta idea
no es bien recibida y la opinión pública decide quedar al margen. Alemania
reaccionó intentando boicotear los juegos. Grecia se opone, y su jefe de
gobierno, Tricoupis, quiso impedir su realización, pues aquel lío salía muy
caro a su país.
Coubertin consiguió que
el príncipe heredero de Grecia, el duque de Esparta, intercediera ante el
káiser Guillermo, emperador de Alemania cuñado suyo, convenciendo a los
ingleses y a su propio Gobierno. El príncipe consigue que se emita una serie de
sellos conmemorativos para conseguir el dinero para los juegos. Además, crea
una suscripción pública con tan buenos resultados que consigue que Jorge
Averof, un griego millonario quien emigró a Alejandría siendo muy joven, corra
con los gastos de la reconstrucción del estadio de Atenas.
El 24 de marzo de 1896,
día de Pascua de Resurrección, el duque de Esparta, tras un discurso, descubre
la estatua del mecenas Jorge Averof. El rey Jorge de Grecia pronuncia por
primera vez las palabras rituales:
«Declaro abierto los
Primeros Juegos Olímpicos Internacionales de Atenas».
Este modesto principio
sería el origen del movimiento olímpico moderno. Los Juegos Olímpicos se han
celebrado, con las excepciones de la Primera Guerra Mundial y de la Segunda
Guerra Mundial, durante todo el siglo XX y principios del XXI, convirtiéndose
en uno de los acontecimientos más populares del planeta tierra.
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