Charles Darwin
Charles
Robert Darwin nació en Shrewsbury, Shropshire, Inglaterra, el 12 de febrero de
1809 en el hogar familiar, llamado "The Mount" ('El monte').
Fue el quinto de seis de los hijos habidos entre Robert Darwin, un médico y hombre de negocios
acomodado, y Susannah Darwin (apellidada Wedgwood de soltera). A los ocho años
Charles ya mostraba predilección por la Historia natural y por el coleccionismo
de ejemplares cuando en 1817 se incorporó a la escuela diurna, regida por el
predicador de la capilla donde asistía a los cultos. En julio de ese mismo año
falleció su madre. En septiembre de 1818 se incorporó con su hermano Erasmus a
la cercana escuela anglicana de Shrewsbury como pupilo.
Darwin
pasó el verano de 1825 como aprendiz de médico, ayudando a su padre a asistir a
las personas necesitadas de Shropshire, antes de marchar con Erasmus a la
Universidad de Edimburgo. Encontró sus clases tediosas y la cirugía insufrible,
de modo que no se aplicaba a los estudios de medicina. Aprendió taxidermia con
John Edmonstone, un esclavo negro liberto que había acompañado a Charles
Waterton por las selvas de Sudamérica y se le veía frecuentemente sentado con
aquel «hombre inteligente y muy agradable».
En
su segundo año en Edimburgo ingresó en la Sociedad Pliniana, un grupo de
estudiantes de historia natural cuyos debates derivaron hacia el materialismo
radical. Colaboró con las investigaciones de Robert Edmund Grant sobre la
anatomía y el ciclo vital de los invertebrados marinos en el fiordo de Forth, y
en marzo de 1827 presentó ante la Sociedad Pliniana el descubrimiento de que
unas esporas blancas encontradas en caparazones de ostras que eran los huevos
de una sanguijuela. Un buen día, Grant expuso las ideas sobre evolución de
Lamarck. Darwin quedó estupefacto, pero al haber leído recientemente ideas
similares en los escritos de su abuelo Erasmus, mantuvo posteriormente una
postura indiferente. Darwin se aburría
bastante con el curso de historia natural impartido por Robert Jameson, que
comprendía la geología y su debate entre neptunismo y plutonismo. Aprendió la
clasificación de las plantas, y contribuyó a los trabajos en las colecciones
del museo de la universidad, uno de los mayores de la Europa de su tiempo.
Esta
falta de atención a sus estudios de medicina disgustó a su padre, quien lo
envió al Christ’s College de Cambridge para obtener un grado en letras como
primer paso para ordenarse como pastor anglicano. Darwin llegó en enero de 1828, pero prefería
la equitación y el tiro al estudio. Su primo William Fox le introdujo en la
moda popular de coleccionar escarabajos, a la que se dedicó con entusiasmo,
consiguiendo publicar algunos de sus hallazgos en el manual Illustrations of
British entomology de James Francis Stephens. Se convirtió en un amigo íntimo y
seguidor del profesor de botánica John Stevens Henslow y conoció a otros
importantes naturalistas que contemplaban su trabajo científico como una
teología natural, siendo conocido por estos académicos como «el hombre que
pasea con Henslow». En la proximidad de los exámenes finales, Darwin se centró
en sus estudios, deleitándose con el lenguaje y la lógica de la obra
Demostración del Cristianismo (Natural Theology or Evidences of the Existence
and Attributes of the Deity) de William Paley. En el examen final de enero de
1831 Darwin aprobó,
quedando el décimo
de una lista de 178 examinados.
Charles
Darwin tuvo que quedarse en Cambridge hasta junio. Durante este período leyó
tres obras que ejercerían una influencia fundamental en la evolución de su
pensamiento: otra obra de Paley, Teología Natural, uno de los tratados clásicos
en defensa de la adaptación biológica como prueba del diseño divino a través de
las leyes naturales; el recién
publicado Un discurso preliminar en el estudio de la filosofía natural, de John
Herschel, que describía la última meta de la filosofía natural como la
comprensión de estas leyes a través del razonamiento inductivo basado en la
observación; y el Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, de
Alexander von Humboldt. Inspirado por un ardiente afán de contribuir al avance
del conocimiento de la naturaleza, Darwin planeó visitar Tenerife con algunos
compañeros de clase tras la graduación para estudiar la historia natural de los
trópicos. Mientras preparaba el viaje se inscribió en el curso de geología de
Adam Sedgwick y posteriormente le acompañó durante el verano a trazar mapas de
estratos en Gales. Tras una quincena con otros amigos estudiantes en Barmouth,
volvió a su hogar, encontrándose con una carta de Henslow que le proponía un
puesto como naturalista sin retribución para el capitán Robert FitzRoy, más
como un acompañante que como mero recolector de materiales en el HMS Beagle,
que zarparía en cuatro semanas en una expedición para cartografiar la costa de
América del Sur. Su padre se opuso en principio al viaje que se planeaba para
dos años,
aduciendo que era una pérdida
de tiempo, pero su cuñado
Josiah Wedgwood lo persuadió,
aceptando así
finalmente la participación de su hijo.
El
viaje del Beagle duró casi cinco años, zarpando de la bahía de Plymouth el 27
de diciembre de 1831 y arribando a Falmouth el 2 de octubre de 1836. Tal como
Fitzroy le había propuesto, el joven Darwin dedicó la mayor parte de su tiempo
a investigaciones geológicas en tierra firme y a recopilar ejemplares, mientras
el Beagle realizaba su misión científica para medir corrientes oceánicas y
cartografiando la costa. Darwin tomó
notas escrupulosamente durante todo el viaje, y enviaba regularmente sus
hallazgos a Cambridge, junto con una larga correspondencia para su familia que
se convertiría en el diario de su viaje. Tenía nociones de geología, entomología y disección de invertebrados marinos —aunque se sabía inexperto en otras
disciplinas científicas; de modo que reunió hábilmente gran número de
especímenes para que los especialistas en la materia pudieran llevar a cabo una
evaluación exhaustiva. A pesar de sufrir frecuentes
mareos —que
ya había
acusado la primera vez que embarcó su equipaje a bordo— la mayoría de sus notas
zoológicas versa sobre invertebrados marinos, comenzando por una notable
colección de plancton que reunió en una temporada con viento en calma.
En
su primera escala, en Santiago de Cabo Verde, Darwin descubrió que uno de los
estratos blanquecinos elevados en la roca volcánica contenían restos de
conchas. Como Fitzroy le había prestado poco antes la obra de Charles Lyell
Principios de Geología, que establecía los principios uniformistas según los
cuales el relieve se formaba mediante surgimientos o hundimientos a lo largo de
inmensos períodos. Darwin comprendió ese fenómeno desde el punto de vista de
Lyell, e incluso se planteó
escribir en el futuro una obra sobre geología.
En
Brasil, Darwin quedó fascinado por el bosque tropical, pero aborreció el
espectáculo de la esclavitud.
En
Punta Alta y en los barrancos de la costa de Monte Hermoso, cerca de Bahía
Blanca, Argentina, realizó un hallazgo de primer orden al localizar en una
colina fósiles de enormes mamíferos extintos junto a restos modernos de
bivalvos, extintos más recientemente de manera natural. Identificó, por un
diente, al poco conocido megaterio —que en principio asoció con el caparazón de
una versión gigante (gliptodonte) de la armadura de los armadillos locales—.
Estos hallazgos, ocurridos el 24 de septiembre de 1832, constituyeron la
primera prueba fósil que halló sobre la mutabilidad de las especies y marcaron
el inicio de la posterior elaboración de su célebre teoría. Estos hallazgos
despertaron un enorme interés a su regreso a Inglaterra.
Cabalgando con los gauchos del interior se dedicó
a observar la geología
y extraer más
fósiles,
adquiriendo, al mismo tiempo, una perspectiva de los problemas sociales,
políticos y antropológicos tanto de los nativos como de los criollos en el
momento anterior a la revolución de los Restauradores. También aprendió que los
dos tipos de ñandú poseen territorios separados, aunque superpuestos.
Contempló
con asombro la diversidad de la fauna y la flora en función de los distintos
lugares. Así, pudo comprender que la separación geográfica y las distintas
condiciones de vida eran la causa de que las poblaciones variaran
independientemente unas de otras. Continuando su viaje hacia el sur, observó
llanuras aplanadas llenas de guijarros en las que cúmulos de restos de conchas
formaban pequeñas elevaciones. Como estaba leyendo la segunda obra de Lyell,
asumió que se trataba de los «centros de creación» de especies que este
describía, aunque por primera vez comenzó a cuestionar los conceptos de lento
desgaste y extinción de especies defendidos por Lyell.
En
Tierra del Fuego se produjo el retorno de tres nativos yagán que habían sido
embarcados durante la primera expedición del Beagle, con objeto de recibir una
educación que les permitiera actuar de misioneros ante sus semejantes. Darwin
los encontró amables y civilizados, aunque los otros nativos le parecieron
«salvajes miserables y degradados», tan distintos de los que iban a bordo como
lo pudieran ser los animales salvajes de los domésticos,
si bien, para Darwin, esa distinción
estribaba en cuestiones culturales y no raciales. Al contrario que sus colegas
científicos,
empezó a sospechar que no existía una diferencia insalvable entre los animales
y las personas. Al cabo de un año, la misión había sido abandonada. Uno de los
fueguinos retornados, a quien le habían
dado el nombre cristiano de Jemmy Button, vivía
con los demás nativos, se había casado y manifestó no tener ningún deseo de
volver a Inglaterra.
En
Chile, Darwin fue testigo del terremoto de Concepción, donde observó indicios de un levantamiento del
terreno, entre los que se encontraban acumulaciones de valvas de mejillones por
encima de la línea
de la marea alta. Asimismo, también
encontró
restos de conchas en las alturas de los Andes, así como árboles fosilizados que
habían crecido a pie de playa, lo que le llevó a pensar que, según subían
niveles de tierra, las islas oceánicas se iban hundiendo, formándose así los atolones
de arrecifes de coral.
Poco
después, en las islas Galápagos, geológicamente jóvenes, Darwin se dedicó a
buscar indicios de un antiguo «centro de creación», y encontró variedades de
pinzones que estaban emparentadas con la variedad continental, pero que
variaban de isla a isla. También recibió informes de que los caparazones de
tortugas variaban ligeramente entre unas islas y otras, permitiendo así su
identificación.
En
Australia, la rata marsupial y el ornitorrinco le parecieron tan extraños que
Darwin pensó que era como si «dos creadores» hubiesen obrado a la vez. Encontró a los aborígenes
australianos «bienhumorados
y agradables»,
y notó
su decadencia por la proliferación
de asentamientos europeos.
El
HMS Beagle también investigó la formación de los atolones de las islas Cocos,
con resultados que respaldaban las teorías de Darwin. Por aquel entonces,
Fitzroy —que redactaba la «narración oficial» de la expedición— leyó los
diarios de Darwin y le pidió permiso para incorporarlos a su crónica.
El diario de Darwin fue entonces reescrito como un tercer volumen dedicado a la
historia natural. En Ciudad del Cabo, una de las últimas escalas de su vuelta al
mundo, Darwin y Fitzroy conocieron a John Herschel, quien había escrito recientemente a Lyell
alabando su teoría
uniformista por plantear una especulación
sobre «ese misterio de misterios: la sustitución de especies extintas por otras
como un proceso natural en oposición a uno milagroso». Ordenando
sus notas rumbo hacia Plymouth, Darwin escribía
que de probarse sus crecientes sospechas sobre los pinzones, las tortugas y el
zorro de las islas Malvinas, «estos hechos desbaratan la teoría de la
estabilidad de las especies» (más tarde, reescribió prudentemente «podrían
desbaratar»). Posteriormente reconoció
que en aquel momento, los hechos observados le hacían pensar que «arrojaban
alguna luz sobre el origen de las especies».
Años
de la gestación y publicación de El origen de las especies
Cuando
el Beagle regresó el 2 de octubre de 1836, Darwin se había convertido en una
celebridad en los círculos científicos, ya que en diciembre de 1835 Henslow
había promovido la reputación de su anterior discípulo distribuyendo entre
naturalistas seleccionados un panfleto de sus comunicaciones sobre geología.
Darwin fue a visitar su casa en Shrewsbury y se encontró con sus parientes, apresurándose inmediatamente a Cambridge
para ver a Henslow, quien le recomendó
buscar naturalistas disponibles para catalogar las colecciones, y acordó encargarse de los especímenes
botánicos. El padre de Darwin organizó las inversiones que permitieron a su
hijo ser un caballero científico sustentado por sus propios ingresos, y le
animó a hacer una gira por las instituciones de Londres para asistir a
recepciones en su honor y buscar de ese modo expertos para describir las
colecciones. Los zoólogos tenían ante sí un enorme trabajo acumulado, y había
peligro de que los especímenes quedaran abandonados en almacenes.
Charles
Lyell, entusiasmado, se encontró con Darwin por primera vez el 29 de octubre y
pronto le presentó al prometedor anatomista Richard Owen, quien disponía de las
instalaciones del Real Colegio de Cirujanos de Inglaterra para poder trabajar
en los huesos fosilizados recolectados por Darwin. Entre los sorprendentes
ejemplares que clasificó Owen se encontraban los de perezosos gigantes
extintos, un esqueleto casi completo del desconocido Scelidotherium, un roedor
del tamaño de un hipopótamo, que recordaba a un capibara gigante, y fragmentos
del caparazón de Glyptodon, un armadillo gigante, tal y como inicialmente
supuso Darwin. Estas criaturas extintas estaban
estrechamente relacionadas con especies vivas de Sudamérica.
A
mediados de diciembre, Darwin buscó alojamiento en Cambridge para organizar su
trabajo en sus colecciones y reescribir su «diario».
Escribió
su primer artículo
en el que defendía
que la masa continental de América
del Sur se estaba elevando lentamente, y con el apoyo entusiasta de Lyell lo
leyó
en la Sociedad Geológica
de Londres el 4 de enero de 1837. El mismo día
presentó sus especímenes de mamíferos y aves a la Sociedad Zoológica de
Londres. El ornitólogo John Gould pronto anunció que las aves de las islas
Galápagos que Darwin había pensado que eran una mezcla de tordos, picogordos y
pinzones, eran en realidad especies distintas de pinzones. El 17 de febrero
Darwin fue elegido como miembro de la Sociedad Geográfica y el discurso de
presentación, que estuvo a cargo de Lyell en su calidad de presidente, expuso
los hallazgos de Owen a partir de los fósiles de Darwin, enfatizando la
continuidad geográfica de las especies como apoyo a sus ideas uniformistas.
A
comienzos de marzo Darwin se mudó a Londres para residir cerca de su trabajo,
uniéndose al círculo social de científicos de Lyell, con eruditos como Charles
Babbage, quien le describió a Dios como diseñador de leyes. La carta de John
Herschel sobre el «misterio
de misterios»
de las nuevas especies fue ampliamente discutida en estas reuniones, con
explicaciones que se buscaban en las leyes de la naturaleza, no en milagros ad
hoc. Darwin permaneció con su hermano Erasmus, quien era un libre pensador,
miembro del círculo del partido Whig y amigo íntimo de la escritora Harriet
Martineau que promovió el maltusianismo que subyacía a la controvertida ley de
Pobres de 1834 de los whigs para impedir que el bienestar produjera
sobrepoblación y más pobreza. Como unitarista recibió bien las implicaciones
radicalistas de la transmutación de las especies, promocionadas por Robert
Edmond Grant y jóvenes cirujanos influidos por Étienne Geoffroy Saint-Hilaire,
pero que eran anatema para los anglicanos que defendían el orden social.
En
su primera reunión para discutir sus detallados hallazgos, Gould le dijo a
Darwin que los pinzones de las distintas islas de las Galápagos eran especies
diferentes. Los dos ñandúes
también
eran especies distintas, y el 14 de marzo Darwin publicó el hecho de que su distribución había cambiado, desplazándose hacia el sur.
A
mediados de marzo, Darwin especulaba en su cuaderno rojo sobre la posibilidad
de que «una especie se transforme en otra» para explicar la distribución
geográfica de las especies de seres vivos como los ñandúes, y de las extintas
como Macrauchenia, una especie de guanaco gigante. Desarrolló sus ideas sobre
la longevidad, la reproducción asexual y la reproducción sexual en su cuaderno
B en torno a mediados de julio hablando de la variación en la descendencia para
«adaptarse y alterar la raza en un mundo en cambio» como la explicación de lo
observado en las tortugas de las Galápagos, pinzones y ñandúes. Realizó un
esbozo en el que representaba la descendencia como la ramificación de un árbol
evolutivo, en el cual «es absurdo hablar de que un animal sea más evolucionado
que otro», descartando de ese modo la teoría de Lamarck en la cual líneas
evolutivas independientes progresaban hacia formas más evolucionadas.
El
proceso de preparación
A
su vuelta al Reino Unido, Darwin publicó la obra Diario del viaje del Beagle.
Cuando las «crónicas» de Fitzroy se publicaron en mayo de 1839, los diarios de
Darwin eran ya un éxito tal que el mismo Fitzroy costeó la publicación del
tercer tomo. Durante más
de una década,
se dedicó
a realizar pruebas de cruce de animales y numerosos experimentos con plantas,
mediante los cuales encontró indicios de que las especies no eran realidades
inmutables que le permitieron profundizar las implicaciones de su teoría.
Durante más
de una década
estos trabajos constituyeron el trasfondo de su investigación principal,
consistente en la publicación de los resultados científicos del «viaje del
Beagle».
A
principios de 1842, Darwin escribió una carta a Lyell exponiéndole sus ideas,
quien observó que su camarada «se negaba a ver un origen para cada grupo
similar de especies». Tras tres años de trabajo, Darwin publicó en mayo sus
estudios sobre los arrecifes coralinos, y comenzó a esbozar su teoría.
Para escapar a las presiones de la capital, el matrimonio Darwin se mudó a su Down House rural en
septiembre. El 11 de enero de 1844 Darwin comentó
sus especulaciones con el botánico
Joseph Dalton Hooker, admitiendo con humor que era «como confesarse culpable de
asesinato». Hooker replicó que en su opinión había «series
de producción
en diferentes puntos, así
como un cambio gradual en las especies»,
y le manifestó
su interés
en «escuchar
su explicación
sobre cómo
puede producirse este cambio, dado que por el momento las opiniones al respecto
no me satisfacen».
Hacia
el mes de julio, Darwin había ampliado su esbozo a un ensayo de 230 páginas,
destinado a completarse con el resto de sus investigaciones en el caso de una
muerte prematura. En noviembre la opinión pública reaccionó con polémica ante
la publicación anónima de la obra Vestigios de la historia natural de la
Creación, escrita por Robert Chambers. Se trataba de una obra bien redactada
que llamó la atención sobre el tema de la transmutación. Darwin le censuró su
bisoñez en geología y zoología, pero las críticas que recibió esta defensa de
la evolución hicieron que revisara cuidadosamente sus propios argumentos.
En
1846 Darwin ya había completado su tercer libro sobre geología, Observaciones
geológicas en América del Sur. Recuperó su fascinación por los invertebrados
marinos, que había despertado en sus años de estudiante cuando diseccionaba y
catalogaba con Robert Edmond Grant los percebes recogidos durante su viaje,
observando con placer sus complejas estructuras y planteando analogías con
estructuras similares. En 1847, Hooker recibió
el «ensayo» y envió algunas notas críticas a Darwin, que le ayudaron a
ver su obra con distanciamiento científico y cuestionarse su oposición al
creacionismo.
Preocupado
por su enfermedad crónica, Darwin acudió en 1849 al balneario del doctor James
Manby Gully, y descubrió con sorpresa las virtudes de la hidroterapia.
En 1851 su querida hija Anne Darwin enfermó, avivando los temores de Darwin de
que su mal pudiera ser hereditario, y tras una serie de crisis falleció.
A
lo largo de ocho años de trabajo sobre cirrípedos, la teoría de Darwin le había
ayudado a encontrar homologías que indicaban que mínimas alteraciones
morfológicas permitían a los organismos cumplir nuevas funciones en nuevas
condiciones, y el hallazgo de minúsculos machos parásitos en organismos
hermafroditas le sugirió una progresión intermedia en el desarrollo de seres
sexuados. En 1853 este trabajo le valió la Medalla Real concedida por la
Royal Society, trayéndole
así
la celebridad como biólogo.
En 1854 continuó su trabajo sobre la teoría de las especies, y en noviembre ya
había anotado que las diferencias en los caracteres de los descendientes podían
obedecer a su adaptación a «diversos entornos» en la economía natural.
Trabajo
excesivo, enfermedad y matrimonio
Durante
el desarrollo de su profundo estudio sobre la transmutación de las especies,
Darwin se cargó con más trabajos. Mientras aún escribía su «diario», continuó
editando y publicando los informes de los expertos sobre sus colecciones y con
la ayuda de Henslow obtuvo una asignación del tesoro de 1000 libras para
patrocinar su obra en varios volúmenes Zoología del viaje del Beagle. En esta
última y en su libro Geología de Sudamérica acepta datos no realistas en apoyo
de las ideas de Lyell. Darwin acabó de escribir su diario en torno al 20 de
junio de 1837, día de la coronación de la reina Victoria, pero posteriormente tuvo
que corregir las pruebas.
La
salud de Darwin se resintió por la presión. El 20 de septiembre tuvo una
«incómoda palpitación del corazón», de modo que los médicos le conminaron a
«abandonar todo el trabajo» y vivir en el campo durante algunas semanas. Tras
visitar Shrewsbury se reunió con sus parientes de la familia Wedgwood en Maer
Hall, Staffordshire, pero les encontró demasiado entusiasmados con los relatos
de sus viajes como para proporcionarle algún descanso. Su encantadora,
inteligente y cultivada prima Emma Wedgwood (1808-1896), nueve meses mayor que
Darwin, estaba cuidando de su tía inválida. Su tío, Jos señaló un lugar donde
el limo habían desaparecido bajo el terreno y sugirió que podría ser obra de
los gusanos, inspirando una «nueva e importante teoría» sobre su papel en la
formación del suelo que Darwin presentó ante la Sociedad Geológica de Londres
el 1 de noviembre.
William
Whewell animó a Darwin a aceptar las obligaciones de secretario de la Sociedad
Geológica. Tras declinar inicialmente la oferta, aceptó el cargo en marzo de
1838. A pesar de la abrumadora labor de escribir y editar los informes del
Beagle, Darwin realizó destacables progresos en el problema de la
transmutación, aprovechando cualquier oportunidad para poner en cuestión a
naturalistas expertos y, de forma menos convencional, a personas con
experiencia práctica, como granjeros y criadores de palomas. Con el tiempo su
investigación
tomaba datos de sus parientes e hijos, la familia Butler, los vecinos, colonos
y antiguos compañeros
de navegación.
Entre sus especulaciones incluyó
desde el principio a la naturaleza humana, y observando un orangután en el
zoológico el 28 de marzo de 1838 reparó en lo semejante de su conducta a la de
un niño.
Los
esfuerzos le pasaron factura, y en junio tuvo que permanecer varios días en
cama con problemas estomacales, dolor de cabeza y síntomas de afección
cardíaca. Durante el resto de su vida se vio repetidamente incapacitado con
episodios de dolores de estómago, vómitos, abscesos graves, palpitaciones,
temblores y otros síntomas, en particular durante las épocas de estrés como la
asistencia a reuniones o visitas sociales. La causa de la enfermedad de Darwin
sigue siendo desconocida, y todos los intentos de tratamiento tuvieron poco
éxito.
El
23 de junio se tomó un respiro y se fue a «hacer algo de geología» en Escocia.
Visitó Glen Roy con un tiempo extraordinario para ver los «caminos naturales»
cortados en las laderas de las colinas a tres alturas. Posteriormente publicó
su interpretación de este fenómeno, afirmando que eran playas de mar elevadas
por los movimientos geológicos, pero posteriormente tuvo que aceptar que eran
líneas de la orilla de un lago proglacial.
Totalmente
recuperado regresó a Shrewsbury en julio. Acostumbraba a tomar notas diarias
sobre la cría animal, al tiempo que pergeñaba pensamientos inconexos sobre su
carrera y proyectos en dos pedazos de papel, en los que valoraba las ventajas e
inconvenientes de contraer matrimonio. Tras tomar una decisión favorable, lo discutió con su padre y fue a visitar a su
prima Emma el 29 de julio. No llegó a hacerle proposiciones, pero en contra del
consejo de su padre le mencionó sus ideas sobre la transmutación.
Continuando
con sus investigaciones en Londres, a las extensas lecturas de Darwin se añadió
la sexta edición de la obra de Thomas Malthus Ensayo sobre el principio de la
población:
En
octubre de 1838, esto es, quince meses después de comenzar mi indagación
sistemática, sucedió que leí por diversión el ensayo sobre la población de
Malthus, y comencé a estar bien preparado para apreciar la lucha por la
existencia que se da en todas partes a partir de observaciones a largo plazo de
los hábitos de animales y plantas, y de inmediato me impactó el hecho de que
bajo tales circunstancias las variaciones favorables tenderían a ser
preservadas, mientras que las desfavorables serían destruidas. El resultado de
esto sería la formación de nuevas especies. Aquí, por tanto, por fin había una
teoría con la que trabajar.
Malthus
afirmaba que si no se controlaba, la población humana crecería en progresión
geométrica y pronto excedería los suministros de alimentos, alcanzando lo que
se conoce como catástrofe maltusiana. Darwin estaba bien preparado para
percatarse de que eso se aplicaba a lo que de Candolle denominaba «guerra de
especies» entre plantas y a la lucha por la existencia en la vida salvaje,
explicando cómo el tamaño poblacional de una especie permanecía bastante
estable. Puesto que las especies siempre se reproducían en cantidad mayor que
los recursos disponibles, las variaciones favorables mejorarían la
supervivencia de los organismos transmitiendo las variaciones a su
descendencia, mientras que las variaciones desfavorables se perderían. Esto
acabaría dando como resultado la formación de nuevas especies.
El 28 de septiembre de 1838 anotó
esta intuición,
describiéndola
como un tipo de cuña
que introduciría
las estructuras adaptadas en las fisuras de la economía de la naturaleza al
tiempo que las estructuras más débiles se hacían a un lado.1
En los meses siguientes comparó
a los granjeros recogiendo lo mejor de su cosecha con una selección natural maltusiana a partir de
variantes surgidas «al
azar»,
de modo que «cualquier parte de [cualquier] estructura nuevamente adquirida
está completamente experimentada y perfeccionada», y pensó que esta analogía
era «la parte más hermosa de mi teoría».
El
11 de noviembre volvió a Maer y se declaró a Emma, contándole una vez más sus
ideas. Ella aceptó, y en los intercambios de cartas de amor mostraba cómo
valoraba su apertura a compartir sus diferencias, y exponiendo también sus
creencias unitaristas y su preocupación porque sus dudas honestas pudieran
separarlos más adelante. Mientras estaba buscando casa en
Londres, los accesos de enfermedad continuaban y Emma le escribió apremiándole a que se tomara algún descanso, comentando de modo
casi profético
«No
sigas poniéndote
malo, mi querido Charley hasta que pueda estar contigo para cuidarte». Él
encontró una casa que llamó una «cabaña de guacamayos» (por sus llamativos
interiores) en Gower Street, y trasladó allí su museo durante las navidades. El
24 de enero de 1839 Darwin fue elegido miembro de la Royal Society.
El
29 de enero Darwin y Emma Wedgwood se casaron en Maer en una ceremonia
anglicana preparada para acoger a los unitarios, e inmediatamente tomaron el
tren a Londres para ocupar su nuevo hogar.
A
comienzos de 1856 Darwin investigaba si los huevos y semillas podrían
sobrevivir a un viaje en el agua del mar diseminando de ese modo las especies
por los océanos. Hooker cada vez dudaba más de la doctrina tradicional en torno
a la inmutabilidad de las especies, pero su joven amigo Thomas Henry Huxley era
un firme detractor de la evolución. Por su parte, Lyell estaba fascinado por
las especulaciones de Darwin, aunque sin percibir el alcance de sus
implicaciones. Cuando leyó un artículo de Alfred Russel Wallace sobre la
Introducción de especies, observó similitudes con los pensamientos de Darwin y
le apremió a publicarlos para establecer la precedencia. Aunque Darwin no
percibió amenaza alguna, comenzó a trabajar en una publicación corta. La
contestación de difíciles cuestiones retenían su desarrollo una y otra vez, y
finalmente amplió sus planes a la redacción de un «gran libro sobre las
especies» titulado Selección natural. Darwin continuó con sus investigaciones,
obteniendo información y especímenes de naturalistas de todo el mundo,
incluyendo a Wallace, que estaba trabajando en Borneo. El botánico
estadounidense Asa Gray mostraba intereses similares, y el 5 de septiembre de
1857 Darwin envió a Gray un esbozo detallado de sus ideas, incluyendo un
extracto de su obra Selección natural. En diciembre, Darwin recibió una carta
de Wallace preguntándole si el libro trataría la cuestión del origen del
hombre. Él le contestó que evitaría el tema al estar «tan rodeado de
prejuicios», mientras animaba a Wallace a seguir con su línea teórica,
añadiendo que «Yo voy mucho más allá que Usted».
El
libro de Darwin estaba a la mitad cuando el 18 de junio de 1858 recibió una
carta de Wallace. En ella, Wallace adjuntaba un manuscrito para ser revisado en
el que defendía la evolución por selección natural. A petición de su autor,
Darwin envió el manuscrito a Lyell, mostrándole su sorpresa por la
extraordinaria coincidencia de sus teorías, y sugiriendo la publicación del
artículo de Wallace en cualquiera de las revistas que este prefiriese. La
familia de Darwin estaba en crisis, y los niños de su pueblo estaban muriendo
de escarlatina, de modo que dejó el asunto en manos de Lyell y Hooker.
Finalmente se decidió por una presentación conjunta en la Sociedad Linneana de
Londres el 1 de julio bajo el título Sobre la tendencia de las especies a crear
variedades, así como sobre la perpetuación de las variedades y de las especies
por medio de la selección natural compuesta por dos artículos independientes:
el manuscrito de Wallace, y un extracto del no publicado Ensayo de Darwin,
escrito en 1844, junto con un resumen de la carta de Darwin a Asa Gray. No
obstante, la hija de Darwin murió pronto de escarlatina y estaba demasiado
abatido como para asistir.
La
presentación de la teoría de la selección natural ante la Sociedad Linneana no
recibió demasiada atención. Tras la publicación del artículo en agosto en el
periódico de la sociedad, se reimprimió en varias revistas y recibió algunas
reseñas y cartas, pero el presidente de la Sociedad Linneana comentaba en mayo
de 1858 que aquel año no estaba señalado por ningún descubrimiento
revolucionario. Solo una reseña
le resultó
a Darwin lo suficientemente incisiva como para tenerla en cuenta más tarde: el
profesor Samuel Haughton de Dublín afirmaba que «todo lo novedoso del artículo
es falso, y lo verdadero ya es cosa dicha anteriormente». Darwin se debatió durante trece meses para producir
un extracto de su «gran
libro»,
sufriendo enfermedades del corazón, pero recibiendo continuos ánimos de sus
amigos científicos. Lyell lo dispuso todo para que lo publicara John Murray.
El
origen de las especies mediante la selección natural o la conservación de las
razas favorecidas en la lucha por la vida (habitualmente conocido bajo el
título abreviado de El origen de las especies) resultó inusitadamente popular,
y el lote completo de 1250 copias tenía un número de suscriptores superior
cuando salió a venta a los libreros el 22 de noviembre de 1859. En el libro,
Darwin expone una «extensa
argumentación» a partir de observaciones
detalladas e inferencias, y considera con anticipación las objeciones a su teoría. Su única alusión a la evolución humana fue un comentario
moderado en el que se hablaba de que «se arrojará luz sobre el origen del
hombre y su historia». Su teoría se formula de modo sencillo en
la Introducción:
Como de cada
especie nacen muchos más individuos de los que pueden sobrevivir, y como, en
consecuencia, hay una lucha por la vida, que se repite frecuentemente, se sigue
que todo ser, si varía, por débilmente que sea, de algún modo provechoso para
él bajo las complejas y a veces variables condiciones de la vida, tendrá mayor
probabilidad de sobrevivir y, de ser así, será naturalmente seleccionado. Según
el poderoso principio de la herencia, toda variedad seleccionada tenderá a
propagar su nueva y modificada forma.
Darwin
argumentó contundentemente en favor de un origen común de las especies pero
evitó el entonces controvertido término «evolución» y desde la segunda edición
de El origen de las especies, al final del libro, concluía que: Hay grandeza en
esta concepción según la cual la vida, con sus diferentes fuerzas, ha sido
originalmente exhalada en nuevas formas o en una sola, y que, mientras este
planeta ha ido girando según la constante ley de la gravitación, se han
desarrollado y se están desarrollando, a partir de un principio tan sencillo,
una infinidad de las formas más bellas y portentosas.
Hacia
1879, un cada vez más famoso Darwin llevaba años aquejado de una enfermedad
crónica.
A
pesar de los repetidos brotes de su enfermedad durante los últimos 22 años de
su vida, Darwin continuó infatigablemente su trabajo. Habiendo publicado El
origen de las especies como un resumen de su teoría, continuó desarrollando
líneas de investigación que allí solo habían sido esbozadas y que incluyeron
objetos tan dispares como la evolución humana, diversos aspectos de la
adaptación de las plantas o la belleza decorativa en la vida salvaje.
En
1861, sus investigaciones sobre la polinización por insectos le condujeron a
novedosos estudios sobre las orquídeas salvajes en los que investigó la
adaptación de sus flores al síndrome floral y al aseguramiento de la heterosis.
La fecundación de las orquídeas, publicada en 1862, ofreció la primera
demostración detallada del poder de la selección natural, explicando las
complejas relaciones ecológicas y haciendo verificables las predicciones. El
deterioro de su enfermedad obligó a Darwin a permanecer en cama. La habitación
en la que guardaba reposo se encontraba repleta de ingeniosos experimentos para
trazar los movimientos de las plantas trepadoras,
y no dejó
de recibir visitas de ilustres naturalistas. Entre ellos se encontraban Ernst
Haeckel, un celoso seguidor del Darwinismus, una particular versión del
darwinismo que favorecía la ortogénesis por encima de la selección natural, y
Wallace, quien aunque siguió
apoyando la teoría
de Darwin, se convirtió progresivamente al espiritualismo.
La
primera parte del «gran libro» planeado por Darwin, y titulado Variación de las
plantas y los animales en estado doméstico creció hasta convertirse en dos
enormes volúmenes, obligándole a dejar de lado otros objetos de estudio como la
evolución humana y la selección sexual. La obra se publicó en 1868 y a pesar de
su extensión tuvo una amplia acogida, alcanzando un número considerable de
ventas y siendo traducida a varios idiomas. Más tarde, Darwin escribió una
segunda sección dedicada a la selección natural que sería publicada a título
póstumo. En 1869, Darwin utilizó por primera vez la frase acuñada por Herbert Spencer: «la supervivencia del más apto», como sinónimo de la selección natural; en la quinta edición de
El origen de las especies.
El
siguiente reto de Darwin tuvo por objeto la evolución humana. Lyell ya había
popularizado el tema de la prehistoria, y por entonces Thomas Henry Huxley
organizaba sesiones de anatomía en las que se comparaban cráneos de simios y
humanos en distintos grados de desarrollo. Con El origen del hombre, y la
selección en relación al sexo, publicado en 1871, Darwin ofreció múltiples
pruebas que situaban al ser humano como una especie más del reino animal,
mostrando la continuidad entre características físicas y mentales. Así mismo,
expuso la teoría de la selección sexual como una explicación de determinadas
características no adaptativas, como el plumaje de la cola del pavo real, así
como la evolución cultural y las diferencias sexuales, raciales y culturales,
al mismo tiempo que enfatizaba la pertenencia de todos los humanos a una misma
especie. Su investigación
fue ampliada en su siguiente libro: La expresión
de las emociones en el hombre y los animales (1872), una de las primeras
publicaciones acompañada de fotografías impresas, que discutía la continuidad
de la psicología humana con la conducta animal. Ambos libros fueron enormemente
populares y el mismo Darwin se declaró sorprendido de que «todo el mundo
hablase de ello sin demostrar sorpresa alguna». Su conclusión fue que ... el hombre, con todas sus nobles
cualidades, con su compasión hacia los que siente desarraigados, con su
benevolencia no sólo hacia los otros hombres sino hacia la más humilde
criatura; con su intelecto, que parece divino y ha penetrado en los movimientos
y la formación del sistema solar —con todos estos elevados poderes— todo hombre
sigue cargando en su condición corporal el sello indeleble de su modesto
origen.
Sus
experimentos e investigaciones sobre evolución culminaron en sus trabajos sobre
el movimiento de plantas trepadoras y carnívoras, los efectos de la heterosis y
la autofertilización vegetal, diferentes formas de flores en una misma especie
de planta, y El poder del movimiento en las plantas. En su último libro, Darwin
investigó el efecto de la presencia de lombrices en la formación del suelo.
Murió
en Downe, Kent (Inglaterra) el 19 de abril de 1882. Esperaba ser enterrado en
el patio de la iglesia de St. Mary, en Downe, pero por petición de sus colegas,
el presidente de la Royal Society, William Spottiswoode, convino un funeral de
Estado en la Abadía de Westminster, donde fue enterrado junto a John Herschel e
Isaac Newton. Solo cinco personas que no pertenecieran a la realeza tuvieron el
honor de recibir un funeral semejante durante el siglo XIX.
Fuentes:
https://es.wikipedia.org/wiki/Charles_Darwin
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