Américo Vespucio


Fue el tercer hijo de Nastagio Vespucci, un notario florentino especializado en intercambio de divisas, y de Lisa di Giovanni Mini. Le pusieron el nombre de su abuelo, que murió en 1468. El mayor de los hermanos, Antonio, estudió Derecho y el segundo, Girolamo, se hizo sacerdote. Américo tuvo también un hermano pequeño, Bernardo, y varios otros que murieron poco tiempo después de nacer. Su tío paterno fue el ilustrado fraile dominico Giorgio Antonio Vespucci, amigo de Lorenzo de Médici "el Magnífico", del ocultista Giovanni Pico della Mirandola y del geógrafo Toscanelli; y tuvo a su cargo la educación del joven.

 

Giorgio había donado a la ciudad en 1450 su importante colección de libros y por la misma época había abierto una escuela para los hijos de los aristócratas florentinos en su convento de San Marcos. Allí formó a Amérigo y a otros jóvenes en las enseñanzas de Aristóteles, Ptolomeo y Estrabón sobre astronomía, cosmografía y geografía; en la lectura de los clásicos y particularmente en el dominio de la lengua docta, el latín (en la Biblioteca Riccardiana de Florencia existe un pequeño códice de su autoría, titulado Dettati da mettere in latino, escrito en ese idioma). Américo adquirió una predilección por Virgilio, Dante y Petrarca, y probablemente leyese los libros de viajes de Marco Polo. Dejó constancia escrita de su escepticismo hacia las creencias cristianas: ...Finalmente, tengo en poca estima las cosas del cielo y estoy cerca incluso de negarlas.


A principios de los años 1470, el clan de los Vespucci encargó al pintor florentino Domenico Ghirlandaio, por entonces aún poco conocido, un retrato de familia para decorar una capilla de la iglesia de Ognissanti. En el siglo XVI Giorgio Vasari afirmó que uno de los retratados era Américo pero no hay evidencia objetiva de ello.

En 1478 la reacción de los Médici a la fallida conspiración de los Pazzi precipitó el enfrentamiento de Florencia con el papa Sixto IV y causó la guerra con Nápoles. Lorenzo el Magnífico decidió enviar un embajador a la corte de Luis XI en París para que el monarca francés declarase la guerra a Nápoles. Eligió para ello a Guidantonio Vespucio, otro de los miembros ilustres del clan Vespucci. Américo, que entonces tenía 24 años, acompañó a su pariente en un papel que se desconoce, quizás como criado o secretario personal. La misión fue un fracaso porque Luis XI estaba aún digiriendo la anexión del ducado de Borgoña y se negó a entrar en guerra en Italia. Tío y sobrino fueron llamados de vuelta a Florencia en 1480 tras la firma de la paz con Nápoles y la normalización de relaciones con el Papado.

 

La fortuna de los Vespucci estaba en lenta decadencia desde hacía décadas. Su padre quería que Amerigo se dedicara exclusivamente a los negocios del clan. Consiguió que desistiera de estudiar en la Universidad de Pisa y, gracias a las gestiones de Guidantonio, que se empleara en Florencia como agente comercial a las órdenes de Lorenzo di Pierfrancesco de Médici y su hermano Giovanni. Mientras estuvo en Florencia su ocupación principal fue como comisionista en la compra-venta de piedras preciosas a cuenta de terceros.

 

El padre de Américo murió en abril de 1482, época en que Florencia empezaba a convulsionarse por la denuncia moral del fraile Girolamo Savonarola. De acuerdo a su testamento, el muchacho se convirtió entonces en el principal responsable de las finanzas familiares. Tenía experiencia en ese campo: se le había nombrado síndico de los bienes confiscados a los conspiradores Pazzi y estaba por acceder al notariado de la Signoria. Sus dos hermanos, Girolamo y Bernardo, no estaban en cambio a la altura de la responsabilidad: eran de carácter vagabundo y bohemio, y habían encontrado otros rumbos muy alejados de la ciudad.

 

En Florencia Americo tuvo una hija con una mujer sin estar casados. Se ignoran los nombres de ambas y el hecho solo se conoce por una carta recibida desde España en fecha incierta: Dime cómo está tu hija y la madre, y cierta mujer llamada Francesca. A todas mil recuerdos. Quisiera saber si la Lisandra está bien. No porque la quiera, sino por saber si está viva o muerta. Ella tiene una pobre idea de mí, y yo peor de ella. Muchos recuerdos a todos en casa de Lorenzo, y especialmente al maestro Giacomo, el zapatero.

 

En 1489 Lorenzo di Pierfrancesco di Medici despidió a su agente comercial en Sevilla y le encargó a Américo que buscase un sustituto para el puesto. Américo propuso a Juanoto Berardi, empresario florentino establecido en Sevilla desde 1485, y Lorenzo lo contrató. La península ibérica era en esta época un próspero centro mercantil, y Sevilla el centro económico más importante de la corona de Castilla. Los reyes de Castilla y Aragón, Fernando e Isabel estaban por entonces finalizando la conquista del Reino nazarí de Granada.

 

Américo se mudó a Sevilla a finales de 1491 o principios de 1492, en principio aún a las órdenes de Pierfrancesco pero en la práctica convirtiéndose en agente de Juanoto Berardi, que se dedicaba a la trata de esclavos y al armado y aprovisionamiento de barcos, una actividad que había crecido considerablemente a lo largo del siglo XV luego de que se localizara en Guinea la llamada Mina de Oro. Berardi participó como inversor y como subcontratista en los preparativos de los primeros viajes de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo y por su intermedio Vespucci y Colón entablaron amistad. El negocio sin embargo resultó ruinoso para Berardi, que murió en diciembre de 1495. Américo fue uno de los albaceas de su testamento, en el que reclamaba 180 000 maravedíes a Colón. Entre 1495 y 1497 fue reemplazado oficialmente como agente de Lorenzo de Pierfrancesco por Piero Rondinelli. En enero de 1496, Américo se encontraba en Sanlúcar de Barrameda aprovisionando una flota de cuatro carabelas fletadas por el difunto Berardi para llevar suministros a La Española. A los pocos días de partir de Sanlúcar, una tormenta sorprendió a los navíos y los embarrancó en las costas gaditanas. Alice Gould formuló la hipótesis de que quizás Vespucci embarcase él mismo en la nao capitana de esta malograda flotilla, pero los estudios más recientes consideran más probable que se quedase en tierra para preparar otras flotas a las que se había comprometido.

 

A mediados de 1496 Colón regresó de su segundo viaje, partió en 1498 en su tercer viaje a las Indias y por fin en 1499 fue arrestado en la Española y llevado encadenado ante los reyes, que pusieron definitivamente fin al monopolio colombino de las navegaciones a las Indias. A partir de entonces autorizaron numerosos viajes para explorar y conseguir riquezas de las nuevas tierras. Américo se embarcó en el primero de ellos, el capitaneado por Alonso de Ojeda en 1499 a la actual costa de Venezuela. Regresó enfermo pero con 14 perlas, cuya venta le reportó más de 1000 ducados.

 

Algunos textos atribuidos a Vespucci afirman que habría participado en una expedición anterior, entre 1497 y 1498-99. El consenso entre los historiadores actuales es que tal viaje nunca existió.

 

A finales de 1500 o principios de 1501 Vespucci se mudó a Lisboa, donde se embarcó en una expedición portuguesa. El motivo por el cual dejó Castilla ha sido objeto de controversia entre los historiadores. La versión de Vespucci es que recibió una invitación de parte del rey portugués. Se ha especulado que pudo ser una maniobra de espionaje concertada con la corona castellana. Por otra parte, en 1499 se había desatado en Castilla una ola de xenofobia que hizo que los reyes prohibieran a extranjeros embarcar hacia las Indias.

 

Esta expedición portuguesa al Nuevo Mundo se halla bien documentada y los investigadores no dudan de que se realizase, aunque su propósito no está totalmente claro: quizás reconocer la tierra descubierta por Cabral en 1500. El papel de Vespucci en ella parece haber sido sobre todo comercial, si bien él escribiría después que había participado por mera curiosidad, "para ver mundo". En cualquier caso los barcos retornaron a Lisboa con resultados económicos nulos.

 

En la Carta Soderini se relata otro viaje de Vespucci en barcos portugueses, en 1503-1504, que tiene cierto parecido con una expedición liderada por Gonçalo Coelho. Existe división de opiniones sobre si Vespucci tomó realmente parte en ese viaje.

 

Existe constancia de la presencia de Vespucci en Sevilla en 1502 y de nuevo en febrero de 1505, cuando una carta de Cristóbal Colón a su hijo Diego elogia al florentino y dice lo tenía viviendo en su casa.

 

Vespucio se casó con una mujer llamada María Cerezo muy probablemente ese mismo año. Era hija, quizás extra-matrimonial, de Gonzalo Fernández de Córdoba. Se cree que la relación entre ambos se remontaba al primer período sevillano del navegante. Por otra parte, en 1504 y 1505 aparecieron publicadas en París y en Florencia dos obras, llamadas habitualmente Mundus Novus y Lettera o Carta a Soderini, que relatan supuestas navegaciones realizadas por Vespucci y que le darían a la postre fama universal.

 

Para estas fechas la reina Isabel había muerto y su esposo Fernando, rey ya únicamente de Aragón, había asumido la regencia de Castilla en nombre de su hija y heredera de ambos, Juana, llamada después «la Loca». Vespucci pasó a trabajar al servicio de la corona y fue declarado natural de los «reinos de Castilla y de León» en 1505: Doña Juana, por la gracia de Dios (...) Por hacer bien y merced a vos Amerigo Vezpuche, florentín, acatando vuestra fidelidad é algunos vuestros buenos servicios que me habéis fecho, é espero me haréis de aquí adelante, por la presente vos hago natural destos mis reinos de Castilla y de León, é para que podáis haber é hayéis cualesquier oficios públicos Reales é concejales, que vos fueren dados é encomendados, é para que podáis gozar é gocéis de todas las buenas honras é gracias é mercedes, franquezas é libertades, exenciones, preeminencias, prerrogativas e inmunidades (...)

 

El rey Fernando le encargó a Vicente Yáñez Pinzón una expedición para encontrar el paso por occidente a las islas de la Especiería, a bordo de una flotilla cuyas naves se construirían en Vizcaya. Vespucci se encargó de proveer los suministros para la flota y fue nombrado capitán de unos de los barcos. Sin embargo, aunque todos sus preparativos fueron llevados a término, este viaje nunca se llevó a cabo, ya que la rivalidad entre Fernando y el nuevo rey castellano, Felipe el Hermoso, introdujo una serie de demoras e incertidumbres en el proyecto que terminó siendo cancelado.

 

Hacia 1506 Vespucci se había convertido en un personaje indispensable en la Casa de la Contratación de Sevilla, organizando y proveyendo expediciones destinadas a las Indias. A finales de 1507 y principios de 1508 se le ordenó transportar un cargamento de oro a la corte y fue convocado por el rey a participar en una reunión de cosmógrafos y navegantes junto con Yáñez Pinzón, Juan de la Cosa y Juan Díaz de Solís. En febrero de 1508 tuvo lugar esta reunión, denominada Junta de Burgos, presidida por el rey Fernando, que ya había recuperado el gobierno de Castilla tras la muerte de su yerno Felipe. Allí se decidió retomar los planes de exploración del Nuevo Mundo, en especial los concernientes al Paso del Sur, que habían perdido fuerza durante el interregno del Habsburgo. El rey comisionó a Yáñez Pinzón y a Díaz de Solís para la búsqueda de este camino a la Especiería. A Vespucci se le otorgó un nuevo rol que lo mantendría en tierra firme: el 22 de marzo el rey Fernando lo nombró "piloto mayor de Castilla", dependiente de la Casa de contratación. Sus funciones serían las de enseñar las habilidades de navegación (en especial el manejo del cuadrante y del astrolabio), cosmografía y pilotaje en la nueva escuela naval de la ciudad; de seguir y calificar el progreso de los aprendices; de aplicar sanciones por violación de las normas; de inspeccionar instrumentos de navegación e investigar sobre los problemas relacionados con la actividad. Además, tenía a su cargo la responsabilidad de los registros cartográficos e hidrográficos, siendo una labor central la confección del Padrón Real, el mapa donde figurarían todos los hallazgos nuevos.

 

El rey lo nombró piloto mayor para que introdujera a los pilotos españoles en el uso de métodos astronómicos de navegación, sustituyendo sus viejas prácticas de estima, y para que los examinara, asegurándose de su competencia. Vespucci se quejaría después de que sus alumnos eran reacios a aprender sus lecciones. El historiador Felipe Fernández-Armesto opina que las técnicas astronómicas propuestas por el florentino eran "esencialmente inútiles" debido a la insuficiencia técnica de los instrumentos de la época y que los pilotos andaluces tenían razón en sentirse humillados al tener que ser examinados por alguien con tan poca experiencia práctica de navegación. Vespucci nunca llegó a completar el Padrón Reald y no se conserva ninguna obra cartográfica firmada por él, si bien se le han atribuido dos mapamundis anónimos: el denominado Kunstmann II y el Egerton MS. 2803. Por otra parte, fue amonestado en 1510 por vender mapas de estraperlo.

 

Amerigo siguió proveyendo suministros para expediciones de exploración e invirtió en 1509 en el intento de establecer una colonia en Veragua, que se saldó con un fracaso e importantes pérdidas económicas. Se atribuye a Vespucci la idea de construir en Vizcaya barcos con el casco revestido de plomo para otorgarles mayor resistencia en los traicioneros arrecifes y bancos de arena de las aguas del Caribe.

 

Como piloto mayor tenía un sueldo de 75 000 maravedíes anuales, que le permitía vivir cómodamente pero sin grandes lujos. Vivía en una casa en la calle Del Rey, alquilada a su vecino de al lado, el obispo Juan Rodríguez de Fonseca. Tenía dos criados blancos y cinco esclavos: cuatro mujeres y un varón. Una de ellas, llamada Isabel, canaria, dio a luz a un niño y una niña en esa misma casa. Con base en ciertos indicios del testamento de Vespucio, Consuelo Varela Bueno no descarta que, como no era raro en la época, fueran los propios hijos del navegante.

 

Amerigo Vespucci murió el 22 de febrero de 1512. En su único testamento conocido legó sus bienes en Sevilla a su mujer, incluyendo 144 000 maravedíes que aún le adeudaban los herederos de Berardi y otra cantidad menor que le debía Juan de la Cosa; sus bienes en Florencia a su madre, si aún estaba viva, y si no a sus hermanos Antonio y Bernardo; y su ropa, libros e instrumentos (incluyendo un astrolabio de metal) a su sobrino Juan Vespucci, hijo de su hermano Antonio. Nombró albaceas de su testamento al mercader florentino Piero Rondinelli y al canónigo Manuel Castaño. Su esposa recibió una pensión de la Corona mediante decreto real del 28 de marzo de 1512, a cuenta de los servicios dados por su esposo como piloto mayor. A la muerte de María Cerezo, un decreto del 26 de diciembre de 1524 otorgó el resto de la pensión a su hermana Catalina, lo que prueba que no dejó hijos herederos. Su testamento se conserva en el Archivo de Protocolos Notariales de Sevilla.

 

En su testamento pidió ser enterrado en la iglesia de San Miguel y, si no fuera posible, en la iglesia del convento de San Francisco. Fue enterrado en la iglesia de San Miguel, donde tenía su panteón la familia de su esposa, María Cerezo. El convento de San Francisco fue derribado tras la desamortización de 1835 y la iglesia de San Miguel fue derribada por la Junta Revolucionaria de 1868. En la actualidad, su tumba se encuentra en la iglesia de Ognissanti de Florencia.

 

Se recuerda a Amerigo Vespucci principalmente porque el continente americano hoy día lleva su nombre, debido a los relatos de viajes recogidos en la Carta a Soderini, que hoy se consideran imaginarios en su mayor parte. Solo existe consenso sobre su participación en la quinta expedición europea que desembarcó en las costas de Brasil y en el viaje de Ojeda de 1499-1500 que visitó la actual Venezuela, cuyo nombre históricamente se le ha atribuido. Según esa teoría en el hoy conocido como golfo de Venezuela la tripulación de Ojeda observó las viviendas aborígenes erigidas sobre pilotes de madera que sobresalían del agua construidas por los indígenas añú. Dichas viviendas, que llevaban el nombre de palafitos, habrían recordado a Vespucio la ciudad de Venecia en Italia (Venezia, en italiano), lo que le inspiró a dar el nombre de Venezziola o Venezuela ('Pequeña Venecia') a la región.

 

Su trabajo como cosmógrafo es menos famoso. Fue uno de los primeros en describir la corriente del golfo, descubierta previamente por Antón de Alaminos. Explicó un método para estimar la longitud posicional mediante el estudio de los ciclos lunares y las conjunciones planetarias. Se ha afirmado también que fue el primero en afirmar que las nuevas tierras descubiertas por Colón no pertenecían a Asia sino que eran un continente aparte, si bien otros autores consideran esta interpretación errónea ya que los escritos atribuidos a Vespucio nunca afirmaron que el "nuevo mundo" estuviera rodeado enteramente de agua. En su época fue considerado buen cartógrafo pero hoy día no se conserva ninguno de sus mapas.

 

La atribución del descubrimiento de América a Vespucio, en su viaje de 1497, por los autores de la Cosmographiae introductio alcanzó gran difusión en el siglo XVI. Pedro Apiano recogió esta tesis en su influyente manual publicado en 1524 con el título de Cosmographicus liber,o que se difundió por toda Europa. En los años 1540 Nicolás Copérnico mencionó en su obra que América se llamaba así en honor de su descubridor.

 

En España sin embargo pronto surgieron críticas. Sebastián Cabot acusó a Vespucio poco después de su muerte de haber mentido para apropiarse la gloria del descubrimiento del Nuevo Mundo. Fray Bartolomé de Las Casas, gran defensor de la figura de Colón, que ignoraba que la Lettera probablemente no había sido escrita en realidad por Vespucio, acusó al florentino de "mentiroso" y "ladrón", denunciando que había robado la gloria que, según él, le pertenecía por derecho al Almirante:

(...) [al] pretender tácitamente aplicar a su viaje y a sí mismo el descubrimiento de la tierra firme, usurpando al almirante Cristóbal Colón lo que tan justamente se le debía. (...) El nuevo continente debería haber sido llamado Columba, y no como es injustamente llamado, América.

En su Historia general de Indias, De las Casas vapulea el nombre de Vespucio y niega sus logros, en vista de lo que considera un largamente premeditado plan de Vespucio para conseguir que el mundo le reconociera como descubridor de la mayor parte de las Indias.

 

Antonio de Herrera, historiador español del siglo XVII, identificó las falsedades de la Carta a Soderini. Durante el siglo y medio siguiente la opinión mayoritaria fue que el nombre de América había sido consecuencia de un fraude.

 

Fray de Espinosa, en una obra de 1623 resume el pensamiento de la España de la época sobre Vespucio:

 

(...) él, refiere deberse llamar Colonia de Colon, y no América. Y no sé yo con qué fundamento se la haya usurpado Américo Vespucio, pobre marinero, que ni pasó a aquellas partes de los primeros, ni hizo cosa notable para que su nombre quedase eternizado con la gloria de semejante descubrimiento, pues él no fue quien lo hizo.

El historiador escocés del siglo XVIII, William Robertson en su Historia de América, llama a Vespucio «un feliz impostor». De la misma opinión fue el francés Voltaire.

 

Solo en Florencia, ciudad natal de Vespucio, se siguió defendiendo su prioridad como descubridor del continente americano. En 1745 el florentino Angelo Maria Bandini publicó la primera de las cartas manuscritas en las que Vespucio narró sus viajes. A finales de siglo Francesco Bartolozzi publicó la de 1502. Ambos utilizaron sus hallazgos para defender la veracidad de los escritos publicados bajo el nombre de Vespucio, el Mundus Novus y la Carta a Soderini.

 

Alexander von Humboldt, fue el primero que aplicó el método científico al estudio de los viajes de Vespucio, en el segundo volumen de su Examen de l'histoire de la Géographie du Nouveau Continent aux XV et XVI siècles. Humboldt concluyó que la prioridad del descubrimiento de América correspondía a Colón y no a Vespucio pero exculpó a este último de las acusaciones que se le hacían de fraude porque, según Humboldt, las cartas impresas (Mundus Novus y Lettera) habían sido editadas y deformadas de manera confusa e inepta por otras manos. Le siguió un sinnúmero de trabajos de investigación, como los de Armand Pascal d'Avézac (1858), Francisco Adolfo de Varnhagen (1858 a 1872), Henry Harrisse (1892), John Fiske (1892), Henry Vignaud (1916), etc. El metódico erudito Gustavo Uzielli llegó a reunir 280 obras sobre Vespucio en 1892 y aun así su colección distaba de ser completa.

 

A lo largo de los siglos XIX y XX continuó la controversia entre los partidarios y detractores de Vespucio. Entre los escépticos sobre sus méritos cabe mencionar al geógrafo portugués Manuel Ayres de Cazal, el historiador español Martín Fernández de Navarrete, el astrónomo y ensayista portugués Duarte Leite, el poeta estadounidense Ralph Waldo Emerson, y el británico Clements Markham, editor de las cartas de Vespucio en inglés.t Estos autores, en vista de las contradicciones de Mundus Novus con la Lettera y de éstas con el resto de la correspondencia, minimizan el valor documental de estos escritos, reduciéndolos a simples fabulaciones oportunistas hechas con el propósito de ganar notoriedad y títulos.

 

En el siglo XX se descubrieron nuevos documentos relativos a Vespucio, entre ellos su testamento y el Fragmento Ridolfi. En 1924 el erudito italiano Alberto Magnaghi concluyó, como Humboldt, que el Mundus Novus y la Lettera eran apócrifos; en su opinión el primero constituye una yuxtaposición de esquelas anteriores más varias alteraciones realizadas con cierta habilidad, y el segundo una falsificación casi total; sin embargo, en su concepción, es la correspondencia privada a Pierfrancesco la que sí ofrece evidencias auténticas e invaluables. Magnaghi desecha entonces la existencia del "primer" y "cuarto" viaje de Vespucio (viaje castellano de 1497 y portugués de 1502), aduciendo que existen pruebas sólidas de que nunca los realizó. El historiador estadounidense Frederick J. Pohl arribó a similares conclusiones en 1944, así como Felipe Fernández-Armesto en 2006.

 

La mayor polémica entre los historiadores, sobre todo hispanoamericanos, se ha centrado en la controversia sobre el descubrimiento del Río de la Plata. Magnaghi le reconoció a la expedición portuguesa de 1501 relatada por Vespucio el descubrimiento del Río de la Plata y de la Patagonia oriental hasta los 50 grados sur. El historiador uruguayo Rolando Laguarda Trías matizó esta tesis, limitando la exploración al paralelo 45ºS, mientras que el académico argentino Enrique de Gandía le atribuyó a Vespucio el descubrimiento del Plata, la costa patagónica y las islas Malvinas y sostuvo que el florentino habría realizado cinco viajes en total.

 

En la Compton's Encyclopaedia de 1985, una obra para uso escolar, Vespucio es descrito como «an unimportant Florentine merchant» («un mercader florentino de poca importancia»). El primer monumento americano en su memoria fue erigido en 1987 en la ciudad de Bogotá.

 

En los años 1990, la italiana Ilaria Luzzana Caraci publicó una compilación de todos los documentos relativos a Vespucio y un análisis de su vida y obra en el que, si bien reconoció que su experiencia como navegante era «discutible», insistió en la importancia de que identificase a Sudamérica como un continente nuevo distinto de Asia. En 2002 esta autora dirigió, por encargo del gobierno italiano, un congreso sobre el viaje portugués de Vespucio de 1501-1502, punto culminante de varias exposiciones y conferencias sobre este personaje.

 


Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Am%C3%A9rico_Vespucio

 

 


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