Juana de Ibarbourou
Nació
el 8 de marzo de 1892, aunque ella proclamaba haber nacido en 1895. Su nombre
era Juana Fernández Morales, pero se hizo conocida como Juana de Ibarbourou,
tomando el apellido de su marido, el capitán Lucas Ibarbourou, con quien se
casó a los veinte años. Su padre, Vicente Fernández, español de Galicia, nació
en Lorenzana —provincia de Lugo—, cuya biblioteca municipal lleva el nombre de
la poetisa. Su madre, Valentina Morales, pertenecía a una de las familias
españolas más antiguas del Uruguay. Vivió hasta los 18 años en Melo. Sobre su
niñez y sus vivencias allí escribió:
Fue
mi paraíso al que no he querido volver nunca más para no perderlo, pues no hay
cielo que se recupere ni edén que se repita. Va conmigo, confortándome en las
horas negras, tan frecuentes (...) Allí volará mi alma cuando me toque dormir
el sueño más largo y pacificado que Dios me conceda a mí, la eterna insomne
(...)
Juana
de Ibarbourou.
Su
primera residencia en Montevideo estaba ubicada en un solar de la calle Asilo
Nº 50, que con los años pasaría a ser el Nº 3621, entre las calles Pernas y
Comercio. Allí vivió entre 1918 y 1921.4 Sus primeros poemas fueron
publicados en periódicos
bajo el seudónimo
de Jeannette d’Ibar.
Escribió
sus tres primeros libros: Las lenguas de diamante, El cántaro fresco y Raíz
salvaje entre 1919 y 1922. Al comienzo su adaptación fue difícil porque
rechazaba vivir en la ciudad. Con los años, sin embargo, terminó considerando a
Montevideo como «su ciudad».
En
una carta fechada en Montevideo el 29 de julio de 1919, Ibarbourou pedía
opinión sobre su primera obra a Miguel de Unamuno, con la petición de que
remitiera ejemplares de su libro a los poetas Antonio y Manuel Machado y a Juan
Ramón Jiménez. Este le contestó expresándole su sorpresa y agrado por sus
versos. Destacaba su desnudez espiritual y frescura.
El
gobierno le ofreció una cátedra de Lengua y Literatura en el Instituto Normal
adaptándose su libro Páginas de literatura contemporánea como texto escolar. Se
había convertido en un mito nacional.
En
1929 recibió el título de «Juana de América». Juana describió ese momento así:
(...)
un grupo de jóvenes poetas me organizó en el Salón de los Pasos Perdidos del
Palacio Legislativo, una fiesta inolvidable. La presidía don Juan Zorrilla de
San Martín.(...) Santiago Cozzolino, el orfebre, había cincelado el anillo de
oro simbólico que me ofrecían los poetas. El ambiente era solemne, con la
muchedumbre, los himnos, los delegados de toda América, y otro hombre de
estatura física pequeña, pero también magnífico y grandioso: Alfonso
Reyes.(...) Y a través de discursos hermosos en que la generosidad juvenil
iluminaba las palabras, llegó el momento culminante, el de la entrega del
anillo. El Dr. Zorrilla de San Martín fue el designado para ello y lo hizo con
unas palabras breves y muy hermosas que me quedaron grabadas en el corazón:
-Este anillo, señora, significa sus desposorios con América.
Juana
de Ibarbourou
En
1938 el Ministro de Educación de Uruguay organizó un curso de verano llamado
“Curso sudamericano de vacaciones” en la Universidad de Montevideo. Fue
invitada junto a Gabriela Mistral y Alfonsina Storni para explicar su poesía y
su proceso creativo. En su conferencia, titulada Casi en pantuflas, expuso que
el acto de creación poética ocurría en soledad, en un ambiente cotidiano. Se
alejaba de la idea de santidad referida al poeta hombre.
El
3 de octubre de 1947 fue elegida para sentarse en un sillón en la Academia
Nacional de Letras.2 En su discurso de ingreso, dijo:
"Nunca conocí fiesta mayor que cuando mi padre recitaba, bajo el rico
dosel del emparrado, versos de Rosalía. De ahí mi vocación."10
En 1950 fue designada para presidir la Sociedad Uruguaya de Escritores. Cinco años más
tarde fue premiada en el Instituto de Cultura Hispánica de Madrid por su obra.5
En 1953 fue nombrada Mujer de las Américas
por la Unión
de Mujeres Americanas en Nueva York En 1959 se le concedió el Gran Premio Nacional de
Literatura, otorgado ese año
por primera vez.
Federico
García Lorca y Juan Ramón Jiménez, la visitaron en su casa en Montevideo. Sin
embargo su vida personal no fue feliz. Sufrió violencia de género y fue adicta
a la morfina. En 1962, y con cinco invitaciones para dar conferencias en
Madrid, Galicia, Israel y Colombia, escribió al periodista Hugo Petraglia
Aguirre: “Tú sabés que hasta la esquina de mi casa resulta lejana e inaccesible
para mí. Ya sabes mi lucha y la atención tensa y constante por mi casa. He
vivido siempre dulcemente prisionera de ella y con un continuo ofrecimiento de
alas para levantar vuelo inútilmente (…) Mi destino será el mundo a través de
los vidrios de mi ventana”.
Al
morir fue velada en el mismo Salón de los Pasos Perdidos en que fue nombrada
«Juana de América». El gobierno del momento dispuso un día de duelo nacional y
fue enterrada con honores de Ministro de Estado, siendo la primera mujer en la
Historia de Uruguay a la que se le otorgó tal distinción.
Su
poesía, con imágenes modernistas, tiene un sentido optimista de la vida,
expresado con un lenguaje sencillo, sin complejidades conceptuales, que redunda
en una expresividad fresca y natural.
El
tema central de su poesía es el amor, acompañado por la juventud y la belleza,
que se manifiesta en la naturaleza aunque en su madurez le preocupa la noche,
la vigilia, la soledad y la muerte ya que representan la ausencia del amor y la
naturaleza exuberante de su juventud.
Su
motivo más frecuente es la naturaleza, representada en los bosques, las selvas,
los ríos y el mundo animal junto a los elementos, tierra, viento y
especialmente el agua. Los motivos que utiliza evolucionan a lo largo de su
poesía, así la noche tiene una evolución en su significado, ya que pasa de
tener connotaciones amorosas a representar la muerte en su etapa de madurez. Y
el paisaje marino que aparece en su fase madura refleja una crisis personal,
representando la soledad y, por tanto, el presentimiento de la muerte.
Sus
tres primeros libros pertenecen al modernismo,que se percibe en la abundancia
de imágenes sensoriales y cromáticas y de alusiones bíblicas y míticas. En
ellos tendía a la exaltación sentimental de la entrega amorosa, de la
maternidad, de la belleza física y de la naturaleza.
En
su primer libro, dedicado a su compañero y esposo, se desveló entregándose
totalmente en sus poemas hasta quedar en un estado de vulnerabilidad. Ello se
interpretó en un lenguaje erótico, etiqueta que la perseguiría siempre. María
Eugenia Vaz Ferreira, a los pocos días de recibir un ejemplar de su libro, le
contestó diciendo "yo no leo indecencias". Por su parte, Gabriela
Mistral lo calificó como un modelo de feminidad. Para ibarburu era el reflejo
del alma de una muchacha sensible y apasionada.
Raíz
salvaje (1922) es un libro sorprendente por lo arraigado en la vida cotidiana,
en él aparecen elementos como un plumero, un tranvía, el agua corriente qué
Ibarborou consiguió trascender e integrarlos en un contexto poético.
En
La rosa de los vientos (1930) se adentró en el vanguardismo, jugando con
imágenes surrealistas.
Entre
1930 y 1950 publicó tres libros de prosa: Loores de Nuestra Señora, Estampas de
la Biblia, Chico Carlo, y uno de teatro para niños: Los sueños de Natacha.
Volvió a publicar poesía en 1950 con la aparición de Perdida.
Su
libro Perdida (1950) supone un giro importante en su poesía, quizás explicable
por la muerte de su esposo en 1942 y de su madre en 1949.
En
la última entrevista concedida en 1974, al ser preguntada qué libro elegiría
comentó que Chico Carlo porque era casi autobiográfico. Eran los recuerdos de
su infancia y pensaba que de alguna manera eran los recuerdos de la infancia de
todos.
Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Juana_de_Ibarbourou
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