Sergio Pitol
Pasó
su infancia rodeado de adultos que expresaban en sus conversaciones una gran
nostalgia por el mundo anterior a la Revolución, un mundo destruido del que
guardaban recuerdos contradictorios: tan pronto evocaban las virtudes de aquel
paraíso perdido como se quejaban por las miserias y calamidades que habían
pasado en aquella época. Fueron precisamente esas experiencias las que
influyeron notablemente en la creación de sus primeros cuentos, los de Tiempo
cercado e Infierno de todos, que no son más que «el resultado de un ejercicio
de limpieza, una vía de escape de ese mundo asfixiado, enfermo, con tufo a
lugares oscuros, cerrados y aislados«, como él mismo afirmó en una entrevista
de 1989.
Durante
varios años estuvo enfermo de paludismo, lo que le obligó a recluirse en casa,
tiempo que aprovechó para entregarse a la lectura: comenzó con Verne,
Stevenson, Dickens, y a los doce años ya había terminado Guerra y paz. A los
diecisiete años, ya estaba familiarizado con Marcel Proust, Faulkner, Thomas
Mann, Virginia Woolf, Kafka, Neruda, Borges, los poetas del grupo Los
Contemporáneos, mexicanos, los de la generación del 27 y los clásicos
españoles. Todos los veranos solía ir con su abuela y su hermano a un balneario
a tomar aguas minerales, aunque nunca llegó a experimentar una gran mejoría.
Fue su abuela una figura importante en su vida, pues además de hacerse cargo de
su educación, le sirvió de modelo y referente a la hora de iniciarse en la
literatura, ya que pasaba la mayor parte del día leyendo novelas, sobre todo
las de Tolstoi, su autor preferido.
A
los dieciséis años, llegó a la Ciudad de México para estudiar en la
universidad, y encontró su vocación verdadera, su camino hacia la literatura,
en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México,
influyéndole notablemente su maestro don Manuel Martínez Pedroso, catedrático
de Teoría del Estado y Derecho internacional. Dijo de él: «Don Manuel fue una
de las personas más sabias que he conocido.»
Se
licenció en derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, y fue
titular de esa carrera en su alma máter, en la Universidad Veracruzana de
Xalapa y en la Universidad de Brístol. Fue miembro del Servicio Exterior
Mexicano desde 1960, para el que trabajó como agregado cultural en París, Varsovia,
Budapest, Moscú y Praga. Su paso por Moscú afianzó en él su afición por la literatura rusa en
general y por Antón Chéjov en particular.
Además,
residió en Roma, Pekín y Barcelona por motivos de estudio y trabajo. En esta
última ciudad, vivió entre 1969 y 1972, y allí tradujo para varias editoriales,
entre ellas Seix Barral, Tusquets y Anagrama (la cual publica sus obras en
España). Vivió desde 1993 hasta su muerte en Xalapa, capital del estado
mexicano de Veracruz.
Pitol
fue también conocido por sus traducciones al español de novelas de autores
clásicos en lengua inglesa, como Jane Austen, Joseph Conrad, Lewis Carroll y
Henry James, entre otros.
Empezó
a publicar en la madurez (No hay tal lugar, 1967). «Me inicié con el cuento y
durante quince años seguí escribiéndolos. En el cuento hice mi aprendizaje. Tardé
mucho en sentirme seguro.» Escribió una decena de libros antes de El
arte de la fuga (1996), donde hizo un notable balance de su trayectoria y creó
un género narrativo-memorialístico muy personal. La difusión masiva de su obra
fue tardía.
El
23 de enero de 1997, fue elegido miembro correspondiente de la Academia
Mexicana de la Lengua.
Falleció
el 12 de abril de 2018, a los 85 años, por complicaciones de una afasia
progresiva que lo acompañaba desde hacía varios años.
Dentro
de su obra narrativa, se pueden destacar dos etapas:
Primera etapa
Iniciada
con sus primeros cuentos, los de Tiempo cercado e Infierno de todos, marcada
por tintes nostálgicos y un tanto negativos, definida por él mismo como un
intento de escapar de un mundo asfixiado y enfermo. En el período en el que
escribió estos cuentos se entregó a la lectura de William Faulkner, puesto que
en sus novelas encontró un mundo con el que se sentía claramente identificado:
el de los terratenientes del sur de Estados Unidos después de la Guerra Civil,
gente que vivía en grandes casas, que padecía enfermedades de todo tipo y vivía
arruinada, sin lograr adaptarse al mundo contemporáneo. Un mundo lleno de niños
que nacieron después del desastre: niños huérfanos, enfermos, amedrentados.
Segunda etapa
La
segunda etapa se conoce como la de los viajes, donde el protagonista es una
especie de peregrino laico, un joven ansioso por descubrir los misterios de la
naturaleza humana. En esta etapa Sergio Pitol se centra en ahondar en la
psicología de los personajes, (la mayoría mexicanos) planteándose algunos
dilemas morales. Un ejemplo característico sería el relato Cuerpo presente, con
el que precisamente se inició la segunda etapa. En ella, hace un registro de
los personajes y lugares que fue conociendo, aunque utilizara el lugar
solamente como marco escénico.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Sergio_Pitol
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