Carlos Salinas de Gortari
Sus padres fueron Raúl Salinas Lozano, senador y
extitular de la Secretaría de Industria y Comercio en el sexenio de Adolfo
López Mateos (1958 - 1964), y Margarita de Gortari Carvajal, profesora y
perteneciente a una familia de gran prestigio en el ámbito cultural de su
época.
Realizó estudios de primaria en la escuela Abraham Lincoln, de secundaria en la N.º 3 «Héroes de Chapultepec» y estudió en el plantel n.º 1 de la Escuela Nacional Preparatoria con sede en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, y luego obtuvo la licenciatura en Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)(1966-1969) Continuó sus estudios en la Universidad de Harvard, donde obtuvo la maestría en administración pública (1973), la maestría en economía política (1976) y el doctorado en economía política y gobierno (1978). De regreso en México, trabajó como catedrático en varias universidades y comenzó a escalar posiciones en el gobierno federal. En esa época, era evidente su interés por los problemas de campo mexicano. En 1982 publicó con el Fondo de Cultura Económica, un estudio escrito en 1979, llamado Producción y participación política en el campo. En 1982, su antiguo profesor en la UNAM, Miguel de la Madrid, fue elegido presidente de México y Salinas fue nombrado secretario de Planeación y Presupuesto.
Carlos Salinas fue
designado candidato a la presidencia de la República del PRI el 4 de octubre de
1987.
Carlos Salinas ascendió
a la presidencia en una de las elecciones más polémicas de la historia reciente
de México, en las que ocurrieron diversas irregularidades y claroscuros que
hasta la fecha no se han esclarecido. La elección se llevó a cabo el 6 de julio
de 1988; luego de una inestabilidad económica de más de 10 años, la estructura
del PRI se debilitó y por primera vez en la historia moderna de México se vio
una candidatura de oposición, como la Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, como una
posibilidad real de asumir la presidencia de la República.
La noche de la elección,
los datos que liberaba la Comisión Federal Electoral por medio del secretario
de Gobernación Manuel Bartlett Díaz se interrumpieron en el sistema de cómputo.
A las 20:00 horas del mismo día, se presentaron en la sede de la Secretaría de
Gobernación los candidatos Manuel Clouthier, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y
Rosario Ibarra denunciando la ilegalidad del proceso. En los días posteriores a
la elección se realizaron diversas manifestaciones que expresaban el
descontento por la manera en que se llevó a cabo la elección.
El sexenio de Carlos Salinas marcó un claro parteaguas respecto de las gestiones priistas previas, especialmente las de Luis Echeverría Álvarez y José López Portillo, en la medida que rompió con el discurso y la ideología del nacionalismo revolucionario que todavía con Miguel de la Madrid trató de presentarse como el soporte ideológico del priismo.
Salinas adelantó una
serie de tesis que él mismo englobó bajo la categoría de liberalismo social
que buscaba recuperar lo mejor de las tradiciones ideológicas del liberalismo
juarista del siglo XIX y de la Revolución Mexicana del siglo XX. En este sentido,
Salinas pronunció
una serie de discursos durante 1991 y 1992 que sirvieron de soporte para
impulsar algunas de sus más ambiciosas reformas. En un sentido, la que puso
punto final a la reforma agraria, concebida ya desde tiempos de Echeverría más
como un instrumento de control social que como una efectiva solución de
problemas en el agro mexicano. Formó parte de esa ofensiva ideológica también
la iniciativa para reformar las relaciones del Estado con las iglesias,
especialmente la católica, aunque en este punto es donde es posible observar
mayores tensiones entre la recuperación del juarismo propuesta por Salinas y
las políticas desarrolladas por su gobierno.
Hacía 1984, el gobierno federal era propietario u operaba poco más de 1150 empresas de todo tipo, desde cadenas y productoras de cine y televisión, hoteles, inmobiliarias, mineras, ingenios azucareros, automotrices, siderúrgicas, pesqueras, transbordadores; también fue el caso de la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, Petróleos Mexicanos y de la Comisión Federal de Electricidad.
La crisis de 1982 obligó
al gobierno federal a nacionalizar la banca, con lo que la participación del
Estado en la economía creció todavía más. En otros casos, sin embargo, el
gobierno, lo mismo el federal que el del Distrito Federal y los de los estados,
se convirtió en dueño de empresas como medida para evitar la quiebra de
empresas privadas que se consideraba jugaban un papel importante para la
economía del país o que simplemente empleaban a un número importante de
personas.
Esta dinámica se vio
favorecida por dos procesos. En un sentido, por la sobrevaluación del peso
mexicano que ocurrió ya durante los últimos años del gobierno de Gustavo Díaz
Ordaz y de manera más clara durante los primeros años del gobierno de
Echeverría, quien expandió el control del Estado sobre la economía al hacerse
cargo de Teléfonos de México. La sobrevaluación hacía que las mercancías
mexicanas fueran más caras que las que se producían en otros países. No solo
eso, gracias a las políticas de industrialización seguidas desde el gobierno de
Lázaro Cárdenas (con un alto componente de protección a la industria nacional),
las empresas mexicanas habían perdido calidad y eficacia.
Esta dinámica estuvo a
punto de romperse con la decisión de Echeverría de devaluar el peso justo antes
de que terminara su gestión en 1976. Sin embargo, su sucesor, López Portillo
decidió utilizar los recién descubiertos excedentes petroleros para mantener
intocadas las políticas industriales y comerciales que había heredado de sus
predecesores.
Todas estas empresas
operaban con déficit por lo que se mantenían gracias a una inyección constante
de fondos públicos obtenido por medio de deuda, excedente petrolero o, en los
peores momentos del periodo 1970-1982, por medio de la emisión de billetes y
monedas sin sustento. Ello hizo que para 1982, el déficit público primario
fuera de más del diez por ciento del Producto Interno Bruto. Cerca de un 70 por
ciento de este déficit provenía del sector paraestatal.
Con los ingresos de las
privatizaciones se obtuvo casi el equivalente a 23,000 millones de dólares,
los cuales fueron utilizados para amortizar la deuda pública interna. Con estos
recursos se logró
una disminución
de la deuda interna, en 1988 era del 19% y para 1994 fue del 6%.
Dando como resultado una disminución de los pagos de intereses y logrando un
crecimiento en el gasto social.
En 1990, Telmex era una
empresa con varias décadas funcionando y con solo 16 años de pertenecer al
sector público, el servicio prestado por la empresa era motivo de frecuentes
disputas como se puede observar en la cantidad de demandas que la empresa
enfrentaba en la Procuraduría de la Defensa del Consumidor, así como por los
tiempos de espera, en ocasiones de más de 10 meses, para conseguir una línea.
En los primeros años de la administración Salinas de cada 10 hogares 8 no
tenían teléfono y había hasta un millón de solicitudes pendientes. La gestión
pública de Teléfonos de México, además, estaba plagada de dudas y sospechas
acerca de la transparencia en el manejo de los recursos.
La venta fue hecha a
través de una subasta pública. A pesar de que varios grupos extranjeros
ofrecieron cantidades mayores para la compra de Telmex, uno de los
requerimientos determinantes era que la propiedad mayoritaria quedara en manos
mexicanas, es por eso que, de los grupos con control accionario mexicano, la
mayor fue la que encabezaba el Grupo Carso, propiedad del empresario Carlos
Slim, por lo que este fue declarado ganador.
Con motivo de esta
privatización se inició la modernización de la telefonía en México. En los
siguientes años el número de poblaciones rurales atendidas pasó de 6,350 a
21,263; los teléfonos públicos llegaron a más de 200,000 en todo el país y se
inició la instalación de una red de fibra óptica que ahora cubre las ciudades
más importantes de México.
La privatización de la
banca se llevó a cabo mediante una reforma constitucional a los artículos 28 y
123 que fueron aprobados el 12 de mayo de 1990 en la cámara de diputados y el
21 de mayo en la Cámara de Senadores. Guillermo Ortiz Martínez subsecretario de
Hacienda con Salinas, fue uno de los responsables de este proceso.
La privatización ya
había iniciado durante la administración de Miguel de la Madrid cuando el
gobierno vendió los primeros paquetes accionarios que permitieron que hasta un
33 por ciento del capital social de cualquier banco fuera capital privado. Como
en el caso de Teléfonos de México, la privatización ocurrió por medio de
subastas públicas. Los postores fueron evaluados por un comité en el que
participaron, entre otros, el exgobernador del Banco de México, Guillermo
Ortiz. La transparencia y éxito con la cual fue privatizada la banca fue
reconocida por diversos documentos del Banco Mundial.
Con este proceso se
pretendía la descentralización y democratización del capital, con el argumento
de una mayor competencia, ya que en 1994 se autorizó la entrada de bancos
extranjeros. Sin embargo, hoy en día alrededor del 80 por ciento de la banca es
extranjera y se ha concentrado en pocas manos,
lo que es consecuencia de las decisiones de Salinas y de sus sucesores en la
presidencia de la República.
A finales de los
ochenta, el mundo atestiguó cambios como la caída del Muro de Berlín, el fin de
la guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, el fin de la
dictadura de Augusto Pinochet y la invasión de Estados Unidos a Panamá. Fue
también un momento en el que los procesos de globalización de los mercados se
intensificaron. No solo eso, Estados Unidos había concluido con éxito años
antes un acuerdo comercial con Canadá que eliminó los aranceles y tarifas entre
ambos países. Europa, por su parte, avanzaba a grandes pasos en la
consolidación de lo que originalmente fue una zona de libre comercio hasta dar
forma a la actual Unión Europea.
La administración
Salinas estimó que México debía redefinir los términos de sus relaciones con
sus principales socios comerciales y redefinir las hipótesis que habían servido
desde la década de los treinta, como soporte para el desarrollo de la economía
mexicana, fue así que Salinas inició, primero informalmente, consultas con
empresarios de México, Estados Unidos y Canadá para lograr la integración de
México al acuerdo comercial originalmente pactado por estos últimos.
Las negociaciones
formales del Tratado de Libre Comercio de América del Norte iniciaron en 1990 y
continuaron durante los próximos tres años. No solo eso, sobrevivieron a la
derrota del Partido Republicano en las elecciones presidenciales de noviembre
de 1992, en las que triunfó el demócrata Bill Clinton. El TLCAN entró en vigor
creando la que hasta ese entonces era la zona de libre comercio más grande en
el mundo.
El TLCAN ha tenido
efectos mixtos: resultados notables en materia de comercio e inversión
extranjera, pero no en empleo y salarios,
de lo que se deduce que ha fomentado una mayor concentración de la riqueza en pocas
manos.
Reforma
agraria
El artículo 27 28
de la Constitución
vigente en 1988, establecía la obligación del gobierno de dar tierra a todo el
que la solicitara. Sin embargo, el ritmo de crecimiento de la población en las
zonas rurales era mucho mayor del que se había registrado en toda la historia
previa de México, gracias a una serie de avances en medicina básica. En segundo
lugar, la calidad de las tierras en México es desigual, pues buena parte del
territorio nacional no cuenta con irrigación suficiente para mantener una
agricultura comercial. Finalmente, los sectores; industrial y de servicios no
estaban en condiciones de absorber los excedentes de mano de obra que el
crecimiento de la población rural generaba.
Hacia finales de los
sesenta era claro que la capacidad del gobierno federal para dotar de tierras a
quienes las demandaran era limitada y que, además, al hacerlo se había
facilitado la constitución de poderosos grupos políticos que traficaban con la
necesidad de tierras. El gobierno de Luis Echeverría, sin embargo, optó por
mantener la ilusión de la Reforma Agraria elevando al antiguo Departamento de
Asuntos Agrarios y Colonización (DAAC) al rango de secretaría de Estado, al
tiempo que decidía intervenir las propiedades de algunas de las más exitosas
agroindustrias del país con la promesa de distribuir esas tierras.
Ante esta realidad,
Carlos Salinas de Gortari señaló que era necesario terminar con el reparto
masivo de tierras. En su primer informe de Gobierno Carlos Salinas dijo: «El
reparto masivo de tierras ha concluido. Quien afirme que todavía existen
millones de hectáreas por repartir está mintiendo», declaración que inició un
ambicioso programa de reformas constitucionales y legales, que culminaron
cuando el 1 de noviembre de 1991, Salinas anunciaba durante su tercer informe
de gobierno la decisión de impulsar una profunda reforma a la Constitución y a
las leyes en materia agraria, a fin de hacer posible la venta de los ejidos.
Luego de intensos debates que cimbraron la estructura del PRI, la reforma fue
aprobada por la Cámara
de Diputados el 7 de diciembre de 1991 y por el Senado el 12 de diciembre del
mismo año.
La reforma fue publicada
el 6 de enero de 1992 en el Diario Oficial de la Federación y entró en vigor el
día siguiente.
Relación
Iglesia-Estado
Parte del legado de la
administración Salinas lo constituye la amplia reforma de la relación
Estado-Iglesia promovida por él. La reforma fue consecuencia de una serie de
cambios culturales y políticos que hicieron inaplicable la letra o el espíritu
de la legislación vigente en México hasta 1992 en materia de relaciones Estado-Iglesia.
Las visitas del Papa
Juan Pablo II hicieron evidente la incapacidad del Estado para aplicar la
legislación. Además, en distintos estados de la República, la Iglesia se
convirtió en un importante promotor de severas críticas al carácter autoritario
del régimen político vigente en México.
Durante la década de los
ochenta, la Iglesia, especialmente líderes de la Conferencia del Episcopado
Mexicano como Ernesto Corripio Ahumada, lanzaron una serie de retos a la
legislación vigente en el país que alcanzaron un punto álgido cuando en 1986,
en el contexto de la elección en el estado de Chihuahua, los obispos de ese
estado amenazaron con organizar, como durante la Guerra Cristera, una huelga de
cultos.
La huelga fue impedida
por la intervención del entonces delegado apostólico Girolamo Prigione, pero
evidenció —por una parte— la incapacidad del Estado para subordinar a la
Iglesia y, por la otra, los severos problemas de legitimidad que el régimen
enfrentaba.
Salinas advirtió la dimensión
del reto planteado por la Iglesia y fue así que inició una política de
acercamiento que incluyó, primero, como candidato presidencial, una serie de
visitas a los obispos mexicanos en sus lugares de origen. Después de la
elección, la Iglesia ofreció a Salinas un gesto simbólico cuando tres prelados
(Ernesto Corripio Ahumada, Genaro Alamilla Arteaga y Girolamo Prigione)
acudieron a la toma de posesión de Salinas el 1 de diciembre de 1988. A partir
de ahí se iniciaron una serie de acercamientos y negociaciones que culminaron
en 1992.
Fue en ese año que el
Partido Revolucionario Institucional presentó una iniciativa de reformas a los
artículos 3, 5, 27, 28 y 130 de la Constitución. Las reformas, apoyadas por una
abrumadora mayoría de diputados y senadores del Congreso electos por los tres
principales partidos políticos de México (Partido Revolucionario Institucional,
Partido Acción Nacional y Partido de la Revolución Democrática) modificaron de
manera radical los términos de la relación con las iglesias, especialmente con
la católica. El siguiente paso ocurrió cuando se reanudaron, luego de más de un
siglo de estar interrumpidas, las relaciones diplomáticas entre México y la
Santa Sede para dar paso, finalmente, a la promulgación de nuevas leyes reglamentarias
de las relaciones Estado-iglesias.
Carlos Salinas fue, en
este sentido, el primer presidente mexicano en recibir al Santo Padre Juan
Pablo II en su condición de Jefe del Estado Vaticano, durante la tercera visita
a México del pontífice en el estado de Yucatán, el 11 y 12 de agosto de 1993,
siendo testigos Mons. Manuel Castro Ruiz, Arzobispo de Yucatán y Dulce María
Sauri Riancho, Gobernadora del Estado de Yucatán.
La nueva legislación
otorga personalidad jurídica a las iglesias y devolvió parcialmente los
derechos políticos a los así llamados «ministros de culto», que ahora pueden
votar. Sin embargo, la legislación mexicana aún desconoce el derecho de los
ministros de culto a ser votados, además de que impone mecanismos muy
restrictivos para el ingreso de personal religioso extranjero a México. La
personalidad jurídica de las iglesias está limitada también en lo que hace a su
capacidad para ser propietarias de bienes inmuebles y especialmente para ser
propietarias u operar medios de comunicación electrónicos.
El 2 de diciembre de
1988 se puso en marcha el programa Solidaridad, como primera acción de gobierno
el cual trataba de lograr mayor justicia social más allá de un esquema de transferencia
de recursos o de subsidios focalizados. Para lograr a cabo este proyecto no
solo era necesario el apoyo del gobierno, sino también la participación
organizada de la población, impulsados con un sentimiento de nacionalismo y de
desarrollo social.
Este programa fue
encabezado por Carlos Rojas Gutiérrez, entonces subsecretario de Desarrollo
Urbano y Ecología, siendo titular Patricio Chirinos Calero y fue en gran medida
administrado por el secretario de Programación y Presupuesto Ernesto Zedillo, posteriormente
en enero de 1992, pasó a formar parte de la recién creada Secretaria de
Desarrollo Social, con Luis Donaldo Colosio, como titular.
Las tareas realizadas
fueron diversas entre las cuales se pueden destacar, la rehabilitación y
construcción de miles de escuelas, la organización de la población para
introducir agua potable a sus comunidades, la introducción de servicio
eléctrico en miles de comunidades rurales. La rehabilitación y construcción
diversos hospitales la pavimentación de colonias populares,
la entrega de más
de 2 millones de escrituras y títulos de propiedad en zonas irregulares, más de
un millón de Créditos a la Palabra a campesinos. La construcción de más de
20,000 kilómetros de caminos rurales, así como la reconstrucción de 15,000
kilómetros de carreteras. La instalación de más de 14,000 tiendas de abasto
comunitario.
El 1 de enero de 1994,
el autodenominado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de forma
sorpresiva y sin una declaración previa, inicia una insurrección armada en el
estado de Chiapas, conocida como Levantamiento zapatista. Una vez producidas las
ocupaciones, emiten la Declaración de la Selva Lacandona por la que declaran la
guerra al Gobierno mexicano a la vez que piden «trabajo, tierra, techo,
alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y
paz».
En las primeras horas
del año nuevo, los rebeldes atacan y consiguen ocupar las cabeceras municipales
de San Cristóbal de Las Casas, Altamirano, Las Margaritas y Ocosingo, Oxchuc,
Huixtán y Chanal.
El 1 de enero atacó la
XXXI Zona Militar en un combate que duró más de diez horas a pesar de que el
comandante militar, el general Gastón Menchaca Arias, había concedido el día
franco a varios integrantes de sus tropas con motivo del año nuevo; finalmente,
el EZLN no consiguió su objetivo y se replegó selva adentro.
Al mismo tiempo, se
llevaría a cabo la Batalla de Ocosingo, una de las batallas más sangrientas de
aquellos primeros días de enfrentamientos. Según fuentes gubernamentales, el
Ejército federal combatiría al EZLN con la instrucción de cuidar a la población
civil. En una de estas acciones resulta muerto el Subcomandante Insurgente
Pedro, jefe del estado mayor del EZLN.
El día 3, los rebeldes
capturan al general Absalón Castellanos Domínguez, exgobernador de Chiapas, y
para el 4 de enero el ejército ya tenía el control total de Ocosingo y las
demás cabeceras municipales que el EZLN había tomado. Durante los siguientes
ocho días la capacidad de ataque del EZLN era casi nula. Los informes
castrenses confirmaban la derrota del EZLN a manos del Ejército federal y su
fracaso respecto a la Primera Declaración de la Selva Lacandona en cuanto a
«marchar hasta la Ciudad de México», ya que militarmente los rebeldes no
tuvieron oportunidad de ir más allá de los municipios inicialmente tomados.
Tras la sorpresa
inicial, el presidente de la República Mexicana, Carlos Salinas de Gortari,
dirige un primer mensaje a la nación el 6 de enero, negando que se trate de un
alzamiento indígena y ofreciendo perdón a quienes depongan las armas. Desde el
gobierno se acusa al EZLN de recibir apoyo extranjero mientras que el EZLN
emite un comunicado en el que rechaza esas acusaciones y denuncia abusos de los
militares que combaten contra ellos.
No habiendo alcanzado sus
objetivos y ante la respuesta militar, los rebeldes reaccionan en un primer
momento buscando una salida negociada y proponen al obispo de San Cristóbal de
las Casas, Samuel Ruiz, Rigoberta Menchú y al periodista Julio Scherer como
mediadores del diálogo. Días después establece unos requisitos que debería
cumplir la comisión negociadora. El gobierno responde nombrando el día 10 de
enero a Manuel Camacho Solís como comisionado para la Paz y la Reconciliación
en Chiapas a la vez que ofrece al EZLN «paz con justicia y democracia».
El día 12 de enero, el
presidente Carlos Salinas de Gortari ordena un alto el fuego unilateral del
Ejército en Chiapas como primer paso para iniciar el diálogo, y envía a la
Comisión Permanente del Congreso de la Unión su propuesta de Ley de Amnistía
general. En ese momento, los enfrentamientos motivados por la insurrección
habían causado 108 muertos, según datos oficiales, mientras el subcomandante
insurgente Marcos afirmaría años después que 46 rebeldes fueron muertos durante
los 12 días de combates entre la guerrilla y el ejército mexicano en enero de
1994.
En el ámbito político,
el 18 de enero se produce la renuncia del gobernador interino de Chiapas, Elmar
Setzer, que es sustituido por Javier López Moreno; y el EZLN, que había
aceptado a Manuel Camacho como comisionado de Paz, propone una agenda de cuatro
puntos para negociar y establece, mediante un comunicado, la agenda para
iniciar la negociación. Los rebeldes también anuncian intenciones de
intercambiar al exgobernador secuestrado por prisioneros zapatistas. Camacho
Solís acepta la propuesta. Unas 70.000 personas marchan en la ciudad de México
a favor de la paz.
Justo un mes de haber
comenzado su insurrección, el EZLN hace una llamado a los indígenas de Guerrero
para que no les dejen solos. También llaman a organizaciones no gubernamentales
a formar un cinturón de paz en torno al diálogo. La Cruz Roja, la sociedad
civil y la policía militar instalan cinturones para resguardar las
negociaciones mientras van llegando a San Cristóbal de las Casas 19 delegados
zapatistas para participar en las Jornadas por la Paz y la Reconciliación,
iniciándose las primeras conversaciones entre el EZLN y el gobierno federal el
16 de febrero.
El primero de marzo, el
EZLN presenta al gobierno salinista una lista con sus demandas, y este propone
cambios políticos ordenados en el marco de la ley. El diálogo termina el día
22, sin acuerdos, y los zapatistas anuncian una consulta para revisar el
documento gubernamental entre sus comunidades indígenas y de sus bases de apoyo
a la vez que restringen el acceso de la prensa a la zona de conflicto. Pero la
crisis política terminó por hacerse manifiesta y en la tarde del 23 de marzo,
el candidato priista a la presidencia de la República, el exsecretario de
Desarrollo Social durante el sexenio salinista, Luis Donaldo Colosio Murrieta,
sería asesinado en Lomas Taurinas, una colonia de la ciudad de Tijuana, al
norte de México. Las circunstancias del asesinato dieron lugar a sospechas de
la complicidad de algunos altos mandos políticos y militares e incluso de la
misma oficina presidencial.
Para mediados de 1994,
el Ejército federal tenía apostados, según los cálculos más conservadores, doce
mil efectivos y centenares de retenes y bases de operaciones militares, la
opinión pública, pensaba que de un momento a otro se firmaría de la paz. El
gobierno fue recuperando parte del control político de la situación a pesar de
las acusaciones de estar militarizando la llamada «zona de conflicto» y de
extender la presencia castrense a lo largo y ancho del territorio nacional, de
modo que no se veía ningún obstáculo serio para la realización de las
elecciones federales de ese año. El EZLN, por su parte, en febrero había
comenzado los «Diálogos de Catedral» en un esfuerzo para la paz, brindando
posteriormente informes, siendo percibido todo esto como importantes acciones
hasta ese momento. En la «Catedral
de la paz»,
los zapatistas, el comisionado Manuel Camacho y el obispo Samuel Ruiz rinden
tributo a la bandera nacional.
El 10 de junio, el EZLN
emite la «Segunda Declaración de la Selva Lacandona» en la que propone, entre
otras cosas, replantear el problema del poder, libertad y justicia para que
nazca una nueva cultura política dentro de los partidos del país. Dos días
después da a conocer el resultado de su consulta y rechaza las propuestas
gubernamentales, lo que provoca la renuncia de Manuel Camacho Solís como
Comisionado para la Paz en Chiapas, a la vez que acusa al candidato
presidencial del oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI),
Ernesto Zedillo, de sabotear las negociaciones. Jorge Madrazo es nombrado en su
lugar.
El 6 de agosto,
convocada por el EZLN, se inicia en San Cristóbal de las Casas la Convención
Nacional Democrática (CND), «nacional, soberana y revolucionaria», cuya apuesta
a mediano plazo sería la «instauración de un gobierno de transición» y la
conformación de un «nuevo Constituyente» que a su vez redactaría una «nueva
Carta Magna», que finalizaría tres días después en la localidad de Guadalupe
Tepeyac, en Ocosingo Chiapas. Sin embargo, la CND se vería desmovilizada luego
de las elecciones federales de 1994 y del triunfo de Ernesto Zedillo Ponce de
León, quién siendo coordinador de campaña de Colosio, tras la muerte de este,
se convertiría en el candidato priista a la presidencia de la República.
El 13 de octubre, el
obispo Samuel Ruiz, presenta una iniciativa para un nuevo diálogo y para
reiniciar las conversaciones entre el EZLN y el gobierno federal que es
saludada positivamente por el EZLN en noviembre. Sin embargo, a primeros de diciembre
los zapatistas consideran que la imposición de Eduardo Robledo formaliza la
ruptura al cese del fuego por parte de las tropas militares y «nombran» a Amado
Avendaño Figueroa, director del periódico local El Tiempo y candidato
perredista a la gubernatura, como «gobernador en rebeldía»; ello incluyó la
entrega del bastón de mando por parte de los pueblos indígenas del estado, los
cuales habían decretado su autonomía desde octubre.
El 23 de marzo de 1994
durante un acto de su campaña electoral en la colonia popular Lomas Taurinas de
Tijuana, Baja California, fue asesinado Luis Donaldo Colosio, candidato
presidencial del PRI, por medio de dos disparos (uno de ellos en la cabeza). En
el instante fue detenido el autor de este hecho, Mario Aburto Martínez.
El 29 de marzo el PRI
postuló como candidato sustituto a Ernesto Zedillo Ponce de León.
Para el año 1994 Carlos
Salinas de Gortari tuvo un elevado gasto gubernamental en obras públicas con el
objeto de mantener la inercia de crecimiento de su gobierno y con ello la
popularidad. Este gasto gubernamental llevó a un déficit de cuenta corriente
histórico (un 7% del PIB) y para poder lidiar con ello Salinas emitió los
Tesobonos, instrumentos financieros del gobierno que aseguraban pagos en
dólares y con los cuales pudo recaudar fondos el Banco de México. Con los
diversos sucesos políticos ocurridos en 1994 (asesinatos de Luis Donaldo
Colosio, Candidato Presidencial y José Francisco Ruiz Massieu, Líder Cameral
del PRI y la rebelión insurgente en Chiapas), muchos de los inversionistas se
asustaron y fueron a canjear los Tesobonos por efectivo, vaciando las reservas
monetarias del Banco de México.
Ernesto Zedillo, su
sucesor, incapaz de articular una estrategia de amortiguamiento de los
vencimientos de pagarés denominados en dólares, (Tesobonos) y con un manejo
incorrecto en términos políticos, fue corresponsable y precipitó el
advenimiento de una de las peores crisis financieras que ha vivido México,
conocida como error de diciembre; y en el exterior como efecto Tequila.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_Salinas_de_Gortari
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