Lenin Primera Parte

Nacido en Simbirsk, ciudad rusa a orillas del Volga, en 1870, era el cuarto hijo de Ilyá Nikoláievich Uliánov y María Aleksándrovna Blank. Su padre, un liberal partidario de las reformas del zar Alejandro II, era inspector escolar de la provincia, cargo relativamente alto en el escalafón de la burocracia imperial que llevaba aparejado el título de «su excelencia», lo que lo equiparaba a la pequeña nobleza. Su ascenso en el funcionariado estatal lo había llevado a alcanzar la nobleza hereditaria en 1874. Nikolái Uliánov, el abuelo paterno de Lenin, hijo a su vez de un siervo de Astrakán, era en parte calmuco, pueblo de etnia mongol al que también pertenecía su esposa Ana. Su abuelo materno Aleksandr Blank (hijo de Moishe Blank, un comerciante de Volinia y de Ana Ostedt, sueca), era un médico de origen judío convertido al cristianismo, casado con Ana Groschop, de familia luterana-alemana. Blank se enriqueció, llegó a ser consejero de Estado y en 1847 se retiró a sus posesiones de Kokúshkino, en Kazán, hacienda donde Lenin pasó parte de su juventud.

 

Su familia era una mezcla de las etnias y tradiciones religiosas que conformaban entonces el Imperio ruso. Tenía ascendencia probablemente calmuca por parte de su padre, alemana y sueca por parte de su abuela materna, que además era luterana en tanto que su abuelo materno era de origen judío. El mismo Vladímir, conocido de pequeño por su diminutivo Volodia, fue bautizado por el rito de la Iglesia ortodoxa rusa. La niñez de Lenin fue convencional, en una familia feliz y culta, en un ambiente mezcla de pequeños terratenientes por parte de madre y de siervos ennoblecidos gracias a su esfuerzo por parte de padre. Mantuvo una gran cercanía con su familia durante toda su vida. Durante las habituales visitas veraniegas a la hacienda de Kokúshkino, los niños de la familia se dedicaban a actividades campestres, entre ellas las caminatas, la observación de la naturaleza y la caza, que Lenin conservó como adulto. Los niños eran buenos estudiantes y el hermano mayor de Lenin, Aleksandr, brillante en sus estudios, logró ingresar en la Universidad de San Petersburgo, algo poco común ya que Rusia apenas contaba con unos diez mil estudiantes universitarios. Caso extraño en la época, los padres de Lenin educaron en igualdad a todos sus hijos, independientemente de su sexo.

 

En su juventud, en contra de lo que afirman algunas biografías posteriores, Lenin no mostró ningún interés por la política, era todavía religioso y sus estudios se centraban en los clásicos y la literatura. Fiódor Kérenski, el director del liceo de Simbirsk (y padre de Aleksandr Kérenski, más adelante primer ministro del Gobierno Provisional derrocado durante la revolución bolchevique) redactó un informe sobre Uliánov en 1887, su último año en el centro, en el que lo consideraba un alumno modelo que nunca había causado problemas a las autoridades de la escuela.

 

Tras la muerte de su padre en enero de 1886 a causa de una inesperada hemorragia cerebral, el hermano de Vladímir, Aleksandr Uliánov, entró en contacto con un grupo de estudiantes de la Universidad de San Petersburgo que seguían la tradición revolucionaria populista de la organización Voluntad del Pueblo (Naródnaya Volia), aunque carecían de relaciones con los restos de esta. Provenientes casi todos de familias de relieve, entre ellos estaba por ejemplo el futuro dirigente polaco Józef Piłsudski, se deslizaron hacia el terrorismo y planearon atentar contra el zar Alejandro III el 1 de marzo de 1887, sexto aniversario del asesinato de su padre, Alejandro II. El complot fue descubierto por la policía y sus dirigentes encarcelados en la fortaleza de San Pedro y San Pablo. Aleksandr, que había sido el encargado de diseñar y fabricar las bombas, fue finalmente ejecutado en mayo en compañía de otros cuatro dirigentes de la conspiración. Había tratado de exculpar al resto de conspiradores, rechazado el arrepentimiento y los intentos de su madre de salvarlo de la ejecución resultaron inútiles; su muerte fue un duro golpe para la familia, especialmente para el joven Lenin. El ajusticiamiento de Aleksandr coincidió con los exámenes finales de educación de Lenin, lo que no impidió que los aprobase con notas sobresalientes.

Aunque la muerte de su hermano influyó de manera importante en el desarrollo de sus ideas, no existen indicios de que, como se ha sugerido, ya en esta época sus simpatías se dirigieran a los revolucionarios marxistas. Al principio sus ideas estaban fuertemente influidas por Nikolái Chernyshevski, que con su novela ¿Qué hacer? (1862) había creado el modelo de héroe revolucionario ruso que vive solo para su causa; la novela y el personaje del duro revolucionario Rajmétov sirvieron de modelo a toda una generación de revolucionarios rusos, como Serguéi Necháyev y los populistas rusos de Voluntad del Pueblo. Solo lentamente, y sobre todo después de su llegada a San Petersburgo en 1893 y su contacto con la obra de Gueorgui Plejánov, se adhirió sin reservas al marxismo recogiendo su análisis sociológico, aunque característicamente combinado con el activismo de Voluntad del Pueblo: no era necesario esperar a que se dieran las «condiciones objetivas» para la revolución, debían también provocarse mediante la acción política.

 

En el otoño de 1887 ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Kazán gracias a su condición de excelente estudiante y el gran esfuerzo de su director Fiódor Kérenski, ya que el arresto de su hermano dificultó el ingreso. En Kazán Vladímir, siguiendo los pasos de su hermano, entró en contacto con círculos clandestinos similares. Fue detenido durante las manifestaciones estudiantiles de diciembre del mismo año y, probablemente a causa de los precedentes familiares, expulsado de la universidad con otros treinta y nueve compañeros. Las circunstancias exactas de la expulsión se desconocen, pero se sabe que la razón de la expulsión estuvo relacionada con las protestas universitarias.

 

Al día siguiente, dirigió la siguiente carta al rector de la Universidad:

Considerando que no es posible continuar mis estudios en la Universidad en las actuales condiciones de la vida universitaria, tengo el honor de suplicar humildemente a Su Excelencia que disponga mi exclusión como estudiante de la Universidad Imperial de Kazán.

 

Se le permitió, sin embargo, continuar sus estudios por correspondencia en la universidad de la capital del imperio. Se instaló en Kokúshkino, cerca de Kazán, bajo vigilancia policial. En esta época, el joven Lenin, intelectualmente brillante, conjugó su educación formal como licenciado en leyes, que acabó con excelentes notas, con la informal, en la que se interesó por diversos temas como voraz lector. Fue en el verano de 1888 en Kokúshkino, cuando descubrió la literatura revolucionaria y leyó la influyente novela de Chernishevski, que le influyó principalmente en su rechazo visceral al conformismo y las concesiones frente al ideal revolucionario.

Rechazadas por las autoridades sus peticiones de readmisión en la Universidad de Kazán, así como de cursar estudios en el extranjero o trasladarse a Moscú o San Petersburgo, al final obtuvo permiso para regresar a Kazán en octubre, donde se ocupó en el estudio de El capital de Karl Marx, e ingresó en un círculo marxista organizado por Nikolái Yevgráfovich Fedoséiev. Durante varios años tras su expulsión de la universidad, Lenin pasó gran parte del tiempo en el campo y solo visitó la ciudad de Kazán. En 1889 su madre heredó una hacienda en Alakáievka, cerca de Samara, en la que trató en vano que su hijo se asentase. Lenin no se adaptó a la vida de pequeño terrateniente. En mayo la familia se trasladó a la hacienda cercana a Samara, lo que libró a Lenin de ser detenido durante el verano como lo fue el resto del círculo marxista al que pertenecía. Durante estos años, el joven Lenin continuó sus lecturas marxistas y comenzó a estudiar la realidad del imperio siguiendo estas, convenciéndose de que el incipiente capitalismo sería el principio que acabaría con la autocracia gracias a la transformación social que ya se estaba produciendo.

 

En junio de 1890, y tras varias solicitudes rechazadas, se le autorizó a examinarse como externo en las asignaturas de Derecho por la Universidad de San Petersburgo y a trasladarse a la capital para realizar los exámenes; estos se celebraron entre septiembre de 1890 y el otoño de 1891. Durante sus exámenes de la primavera de 1891, murió repentinamente de tifus su hermana Olga que estudiaba también en la capital y cuidaba de él; tras acompañar a su madre en el funeral, regresaron juntos a la hacienda campestre durante el verano. La cercanía de Lenin con su familia fue constante; incapaz por su exilio de estar junto a su madre en su muerte en julio de 1916, una de sus primeras acciones al regresar a Rusia en la primavera de 1917 fue visitar la tumba de Olga y de su madre.

 

En enero de 1892, consiguió su diploma universitario con notas excelentes a pesar de no haber asistido a clase alguna, y comenzó a ejercer como pasante de abogado en Samara, donde llevó la defensa de campesinos, pero en agosto de 1893 regresó a la capital. En julio de este año, y tras repetidas solicitudes al Tribunal Comarcal de Samara y al Departamento de Policía, obtuvo la certificación que le dio derecho a ejercer la abogacía el resto del año, que le fue renovada el año siguiente. Durante este tiempo escribió, para su lectura en círculos marxistas, algunos textos contra los populistas (naródniki). Ejerció intermitentemente entre 1893 y 1894 pero, para entonces su interés por la actividad revolucionaria había desplazado a la abogacía; cuando se hallaba en la ciudad Lenin se reunía con círculos revolucionarios, cuando regresaba al campo, se entregaba a la literatura socialista.

A finales de 1893, se trasladó a San Petersburgo, deteniéndose en el camino en Nizhni Nóvgorod y en Moscú, donde entró en contacto con diversos grupos marxistas. Pasó a trabajar para un abogado de la ciudad, pero su principal actividad fue la revolucionaria; tras instalarse en San Petersburgo, entró en contacto con una organización marxista del Instituto Tecnológico, ambiente en el que pasaría el resto de su vida.

 

En 1894 escribió Acerca de la llamada cuestión de los mercados. Convertido en uno de los principales dirigentes de los círculos socialdemócratas de la ciudad gracias a su energía y erudición, dedicó los dos años siguientes a mejorar su organización en cooperación con otros activistas como Mártov. En la capital, en febrero de 1894, conoció a su futura esposa, Nadezhda Krúpskaya, miembro también de los grupos socialistas clandestinos. Gracias a ella, Lenin entró en contacto con trabajadores de la capital, ya que los círculos en los que desarrollaba originalmente su actividad estaban formados principalmente por intelectuales. Lenin trataba de aprender sobre la vida de los obreros para facilitar su labor de agitación y propaganda revolucionarias entre el proletariado. Su principal actividad era, empero, la literaria, tanto en escritos dirigidos a estos como a la intelectualidad rusa.

 

En 1894 se trasladó a Moscú, donde continuará su relación con los círculos marxistas y obreros, y seguirá trabajando en el plano teórico en contra de las ideas de los populistas. El ataque a los populistas ocupa el grueso de su obra en la primera mitad de la década de 1890. Contra ellos escribe sus obras Quiénes son los «amigos del pueblo» y cómo luchan contra los socialdemócratas (1894) polémica contra los socialrevolucionarios y en defensa de la socialdemocracia marxista y El contenido económico del populismo y su crítica en el libro del señor Struve (1894-1895), escrito junto con otros autores en colaboración con Piotr Struve. En estos años en San Petersburgo, adopta el núcleo de su pensamiento político, que permaneció fundamentalmente inalterado el resto de su vida. Para Lenin, la transformación del imperio en una sociedad socialista se lograría mediante la actividad del proletariado, cuya misión histórica consistía en ser la vanguardia del pueblo, acabar con la autocracia e imponer un sistema democrático que debía asegurar un poder estatal popular que, con el tiempo, transformaría la sociedad en socialista. El motor de estos cambios debía de ser la inspiración en cadena: el partido debía inspirar en su acción al proletariado que, a su vez, inspiraría al pueblo ruso entero que, finalmente, inspiraría al mundo en la gran transformación.

 

Entre mayo y septiembre de 1895 realizó su primer viaje al extranjero; su objetivo era entrar en contacto y a aprender de las grandes figuras de la socialdemocracia europea. Visitó primero al «padre» del marxismo ruso, Gueorgui Plejánov, exiliado en Suiza, y al resto de fundadores del Grupo para la Emancipación del Trabajo, una de las primeras organizaciones marxistas rusas. Plejánov lo recomendó a Wilhelm Liebknecht, uno de los principales dirigentes del SPD alemán; más tarde visitó al yerno de Karl Marx, Paul Lafargue, en París, antes de pasar por Berlín y regresar a Rusia el 19 de septiembre.

 

A principios de la década de 1890, los marxistas adoptaron una estrategia de agitación de masas dirigida a la concienciación de los trabajadores mediante la organización de luchas laborales. Tras el regreso de Lenin de su viaje a Europa occidental, a finales de 1895 Vladímir Uliánov y Yuli Mártov (autor junto con Arkadi Kremer del opúsculo Acerca de la agitación de ese mismo año) fundaron la Liga de Lucha para la Emancipación de la Clase Obrera, organización que fue desarticulada casi de inmediato con el arresto de sus dirigentes la noche del 20 de diciembre, acusados de propaganda socialdemócrata entre los obreros de la capital. Después de más de un año en prisión, fue desterrado entre 1897 y 1900 a Siberia, aunque se le permitió escoger el destino por razones de salud y eligió la aldea de Shúshenskoye, en la región de Minusinsk al sur de Krasnoyarsk. Los tres años de destierro, que cumplió íntegramente, resultaron productivos personal, profesional y políticamente. Allí se casó el 22 de julio de 1898 con Nadezhda (Nadia) Krúpskaya, matrimonio necesario para que ella también condenada a exilio interior— pudiera acompañarlo y que debió celebrarse por la iglesia. También dedicó este tiempo a redactar su voluminoso trabajo El desarrollo del capitalismo en Rusia (1899). Para Lenin, la extensión del capitalismo en el imperio destruía la antigua unidad del campesinado, cada vez más dividido en una mayoría desposeída —un proletariado rural— y una minoría de campesinos acomodados; ambos, no obstante, estaban interesados en oponerse a la autocracia y en la consecución de una revolución democrática. Así, el crecimiento del capitalismo en Rusia estaba creando una oposición cada vez más amplia, en la que a los campesinos se unía, en un papel de vanguardia, el proletariado urbano.

 

Políticamente, desarrolló su ambicioso plan para unir a las organizaciones clandestinas socialistas en un solo partido, objetivo que reflejó en ¿Qué hacer? (1902) y en el que sistematizaba las experiencias de los activistas rusos de los últimos años para tratar de importar el modelo del SPD alemán (movilización obrera mediante campañas del partido) al represivo ambiente del absolutismo zarista. Este nuevo partido clandestino debía evitar la persecución policial y, a la vez, mantener sus lazos con el mundo obrero. El principal nexo de unión del partido y de los simpatizantes obreros sería un nuevo periódico de ámbito nacional, que además serviría como instrumento de coordinación de los dispersos grupos socialdemócratas rusos. El proyecto de partido centralizado propuesto en ¿Qué hacer? contó hasta el Segundo Congreso con el apoyo del resto de la junta editorial de Iskra, que lo consideraban también una condición necesaria para el que el proletariado obtuviese un papel preponderante en la futura revolución burguesa.

 

Su principal preocupación ideológica durante el exilio fue el auge del economicismo, corriente influida por el revisionismo de Eduard Bernstein y la obra de otros teóricos de la socialdemocracia como Karl Kautsky, que defendía la necesidad de mejorar las condiciones de los trabajadores dentro del sistema capitalista por medios pacíficos. Estas ideas comenzaron a ser seguidas en Rusia por marxistas como Ekaterina Kuskova o Piotr Struve y, en parte como reacción a ello, Lenin y Mártov fundaron en 1900 el periódico Iskra (La Chispa), publicado en Múnich, Londres y Ginebra, con el objetivo de defender la acción política de un partido centralizado que, para derribar al régimen zarista, consideraban que no podía seguir las tácticas de los socialdemócratas alemanes. Esta necesidad de disciplina y cohesión la expuso con más detalle en el ensayo, explícitamente inspirado en Chernyshevski, ¿Qué hacer? (1902)

 

Mientras Lenin permanecía en exilio siberiano, el movimiento socialista crecía en Rusia y en marzo de 1898 se celebraba el Primer congreso del POSDR; la policía detuvo a todos sus participantes y no logró crear una institución central que coordinase a los diversos grupos, pero estos comenzaron a sentirse parte de una organización nacional. Ansioso por participar en la organización del nuevo partido, al terminar este en 1899 se reunió con Yuli Mártov y Aleksandr Potrésov y los tres partieron ilegalmente al exilio en 1900. Tras reunirse con los miembros del Grupo para la Emancipación del Trabajo en Ginebra, los tres se instalaron en Múnich. Tras ciertos roces entre los veteranos rusos de Ginebra y los recién llegados, los seis fundaron el nuevo periódico que Lenin había planeado durante su exilio: Iskra, que apareció en diciembre. La publicación, introducida clandestinamente en Rusia por diversos canales y con noticias del Imperio, se convirtió en el centro de la actividad de Lenin, que no solo escribía para el periódico, sino que coordinaba su distribución, recababa información o encargaba artículos a otros escritores. En abril de 1902 y durante un año, se trasladó a Londres cuando los editores alemanes decidieron dejar de imprimir la publicación, que consideraban un riesgo. El periódico servía además como germen de la unidad del partido, uniendo los diversos comités rusos a un órgano central —el periódico—, creando a la vez con su red de distribución la base de una organización de revolucionarios profesionales duchos en las tácticas de la clandestinidad y facilitando la unidad de programa de los comités.

 

Lenin consideraba que los economicistas idealizaban la situación del momento, que consideraba primitiva y con una organización de aficionados y abogaba por formar una fuerte, con sólida base teórica, organizada y disciplinada. Justificaba su defensa de una organización clandestina de revolucionarios profesionales por las condiciones autocráticas de Rusia, que no permitían una agitación abierta. En su opinión, los economicistas cedían incorrectamente al nivel primitivo de la conciencia política de las masas en vez de empujarlas hacia las posiciones revolucionarias. Se oponía además a admitir a los simpatizantes en la organización aunque no en el movimiento general porque sostenía que esto solo facilitaría la infiltración en ella de la policía zarista. Justificadas en su momento por las condiciones autocráticas de la Rusia zarista, la centralización y el secreto como características del partido clandestino se perpetuaron una vez que la monarquía hubo desaparecido y las condiciones cambiaron.

 

En abril de 1903, Lenin y Krúpskaya se mudaron con desgana de Londres a Ginebra por solicitud del resto de editores de Iskra, que deseaban que el grupo residiese en la misma ciudad.

 

Esta concepción de Lenin provocó la importante escisión de 1903 durante el II Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, celebrado entre Bruselas y Londres en agosto. Frente a las tesis de Mártov, que defendía la necesidad de un partido de masas de base amplia que incluyese a los simpatizantes, Lenin quería admitir como militantes solo a revolucionarios profesionales integrados en una dirección centralizada. Aunque la propuesta de Lenin fue rechazada por veintiocho votos contra veintitrés, la posterior retirada de los cinco delegados del Bund y de dos economicistas le otorgó a partir de entonces una ligera mayoría en los siguientes asuntos tratados en el congreso. A partir de ese momento se consolidó la división del partido en dos fracciones, la bolchevique («mayoritaria») fiel a las tesis de Lenin y con veinticuatro votos en las últimas votaciones del congreso, y la menchevique («minoritaria»), con veinte. Aunque el congreso sirvió para crear por fin unos organismos centrales para el partido y consensuar un programa y tácticas comunes para los diversos comités que lo formaban, las inesperadas desavenencias entre los editores de Iskra frustraron la unificación del partido y dieron lugar a la división (que creció gradualmente) entre bolcheviques y mencheviques. En el congreso y durante un corto periodo posterior, Lenin contó con el apoyo de Plejánov. Ya desde el principio se advirtió que una política tan centralizada y autoritaria corría el peligro de terminar en una dictadura y, de hecho, lo primero que hizo Lenin fue apartar a los mencheviques Pável Axelrod, Aleksandr Potrésov y Vera Zasúlich del consejo editorial de Iskra, lo que también provocó la salida de Mártov en solidaridad con ellos. Lenin, en una actitud que repitió posteriormente, rompió relaciones con este, muy estrechas hasta entonces, por sus diferencias políticas. Para Lenin, la obediencia de las organizaciones locales del partido a la dirección (la «democracia centralista») impedía la descoordinación del partido (el que cada organización local eligiese qué directivas seguir y cuales no) y la disciplina de los miembros del partido evitaba el crecimiento de las corrientes revisionistas o economicistas que lo podían apartar de su objetivo revolucionario. En la práctica, era capaz de infringir esta regla de sometimiento a las decisiones de la dirección del partido —elegida democráticamente— cuando estas favorecían a sus adversarios políticos, prefiriendo entonces la escisión de sus partidarios a la aceptación de las posiciones rivales. Extremadamente bronco con sus adversarios y despiadado en la defensa de sus posiciones durante las sesiones, el Lenin del congreso se mostró implacable y maquiavélico según sus críticos, decidido y defensor de las tácticas correctas según sus seguidores. La ruptura con Mártov y su aceptación de una división del partido pusieron de manifiesto su disposición a realizar cualquier sacrificio que considerase necesario para lograr sus fines políticos. Extremadamente reacio a ceder ante las posiciones que no compartía y a trabajar bajo la dirección de otro, prefería mantener un grupo de fieles partidarios aunque este fuese escaso.

 

En mayo de 1903, Lenin regresó a regañadientes a Ginebra donde, sin embargo, volvió a compaginar el disfrute de la naturaleza con sus actividades periodísticas y de análisis político que caracterizaron sus años de exilio. Escribió una gran cantidad de artículos, dirigidos principalmente a la intelectualidad y con un estilo poco sutil en su argumentación, a menudo repetitiva, para las diversas publicaciones en las que participó durante su largo exilio (entre ellas Iskra, Vperiod o Proletarii). El periodo entre la ruptura del partido en el segundo congreso y su vuelta a Rusia a finales de 1905 se caracterizó por una mezcla de escritura, intrigas intrapartidistas y momentos de relajación, a menudo en la naturaleza. La familia, siempre muy unida, y un cambiante círculo de amigos —modificado según las alianzas políticas del momento— sostuvieron anímicamente a Lenin durante este periodo de duros enfrentamientos políticos en el partido. Durante estos años, el objetivo principal de Lenin que centró las desavenencias con sus adversarios —además de las rencillas personales que también abundaron— fue su temor de que cualquier concesión ideológica a una posición que considerase errónea podía acabar minando el espíritu revolucionario del partido y convertir a este a la doctrina revisionista, que rechazaba. Lenin fue adoptando paulatinamente una posición cada vez más radical y minoritaria en la organización. Su rechazo a ceder en lo que creía principios innegociables y correctos le separaba cada vez más del resto de miembros del partido; lo que sus escasos partidarios veían como decisión y claridad de principios para sus adversarios parecía dogmatismo e intolerancia. Poco a poco, Lenin fue creando el núcleo de un partido centralizado de adeptos en el que tendría una influencia decisiva. Las continuas disputas conllevaron desagradables consecuencias: enfermedad que aparecía especialmente en momentos de tensión, creciente intolerancia hacia los adversarios y ruptura con antiguos compañeros por diferencias ideológicas, con las que transigía cada vez menos. Su defensa de la necesidad de un partido disciplinado apareció en una serie de obras publicadas a finales de 1903 y principios de 1904.7 Si durante el congreso Lenin había sido el dirigente más destacado, a finales de año se encontraba aislado y en malas relaciones con sus antiguos coeditores de Iskra, de la que había dimitido. En noviembre había roto su anterior alianza con Plejánov dispuesto a negociar con las demás corrientes, actitud que él rechazaba— y dimitido de Iskra, aunque el mismo mes ingresó en el comité central del partido. Esto, sin embargo, era una victoria menor, ya que los mencheviques controlaban Iskra, instrumento clave para el dominio del partido.

 

Si bien Lenin se hallaba esencialmente aislado del resto de figuras del partido y del socialismo europeo a finales de 1903 y en 1904 a mediados de este año perdió el control del comité central, formado principalmente por bolcheviques partidarios del acuerdo con los mencheviques y opuestos a su intransigencia que el consideraba de principio— y carecía de una publicación en la que exponer sus ideas, su intransigencia con lo que consideraba oportunismo de sus adversarios comenzó a atraer a una nueva generación de socialistas que reavivaron la fracción. Una parte notable de los activistas del partido en Rusia seguía viéndolo como su portavoz; la fracción bolchevique acabó surgiendo de la organización de los partidarios de Lenin en Rusia. Los principales miembros de esta nueva generación eran los cuñados Anatoli Lunacharski y Aleksandr Bogdánov quienes, a su vez, sirvieron de contacto con el segundo escritor ruso más famoso de la época, Máximo Gorki. Este se convirtió en un importante sostén económico para los bolcheviques gracias a sus mecenas. Las diferencias entre Lenin y estos nuevos colaboradores, empero, acabaron convirtiéndose en un enfrentamiento abierto, especialmente tras la revolución fracasada de 1905.

 

Según el propio Axelrod, era el «ídolo» de los activistas rusos del partido. Este año, Lenin se enfrascó de lleno en las disputas intrapartidistas, dejando en un segundo plano a la inminente revolución rusa. Incluso tras el estallido final de la revolución, se concentró principalmente en la celebración de nuevo congreso que diese el control del partido a los bolcheviques. El III Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, boicoteado por los mencheviques, se celebró en Londres en abril de 1905 y se centró en la conveniencia de una insurrección armada en Rusia.

 

Durante toda su carrera, mezcla de estudioso dado a la polémica y de político radical entregado a su ideal revolucionario, tuvo el apoyo de un estrecho círculo familiar (especialmente el de su madre y sus hermanas, además de su esposa) y de amigos. Si durante sus largos exilios la parte intelectual dominó sobre los cortos periodos de política activa en congresos y reuniones —seguidos a menudo por temporadas de descanso y ejercicio—, tras la toma del poder el equilibrio se invirtió definitivamente hasta su incapacitación paulatina a partir de 1921.

 

Tras el fracaso de la Revolución de 1905, Lenin sostuvo que la tarea de los socialdemócratas era prepararse para una nueva revolución que acabaría con la autocracia e instauraría un Gobierno provisional de obreros y campesinos. Solo este tipo de Gobierno (la «dictadura democrática revolucionaria de obreros y campesinos») podría, en su opinión, instaurar una república democrática y derrotar a las fuerzas de la contrarrevolución. Para lograr este objetivo, defendía una estrategia basada en dos premisas: el mantenimiento del proletariado urbano como vanguardia de la revolución y la extensión del movimiento socialista a pesar de la represión gubernamental; para Lenin, estas dos tácticas habían conducido a la primera revolución y servirían para desencadenar la segunda.

 

A finales del verano de 1910, asistió al congreso socialista internacional del Copenhague; aprovechó su visita al Báltico para ver a su madre en Estocolmo, última vez que pudo hacerlo antes de su fallecimiento en 1916. Ese mismo año, trabó amistad con Inessa Armand, decidida bolchevique, quien, según la mayoría de los autores, se convirtió pasajeramente en su amante, lo que no impidió la amistad de aquella con Krúpskaya ni acabó con su matrimonio.

Las diferencias entre fracciones eran ya tan grandes que en 1911 Lenin abogaba por la separación en dos partidos. Deseaba expulsar de la formación a los liquidacionistas mencheviques Tras diversas maniobras, se reunió la conferencia de Praga de enero de 1912. Fue uno de los hitos principales en la formación de un partido bolchevique separado de las demás fracciones socialdemócratas; asistieron dieciocho bolcheviques y dos mencheviques y Lenin la controló. Confirmó la división del partido con la formación de un nuevo comité central (que incluyó a Lenin, Zinóviev y a catorce activistas bolcheviques venidos de Rusia), aunque no sirvió para acabar con las disputas entre corrientes ni para obtener los fondos del partido custodiados por el Buró Socialista Internacional. Tuvo importantes consecuencias: Lenin ingresó en el comité central y se le eligió como representante del partido ante el Buró, el 5 de mayo se fundó Pravdaen el que Lenin contribuyó con gran número de artículos y se reunieron en torno a él la mayoría de los dirigentes que más tarde colaboraron con él durante la Revolución de 1917. En junio de 1914 y ante los intentos de Buró de retomar los intentos para reunificar las corrientes socialdemócratas rusas, publicó un artículo en la que dejó claro que la unidad solo se podría lograr si las demás fracciones aceptaban sus condiciones. Rechazando los intentos de los socialistas europeos de reconciliación entre las fracciones, probablemente solo el estallido de la Primera Guerra Mundial le libró de la condena de aquellos por su oposición total a reconciliarse con los mencheviques, posición que, sin embargo, contaba cada vez con mayor apoyo en Rusia. Nuevamente, la segunda década de su carrera política acabó de forma parecida a la primera: con su casi total aislamiento de los emigrados pero con notable apoyo entre los activistas en Rusia. Lenin planeaba un sexto congreso del partido para el verano de 1914 que hubiese consumado la división con los mencheviques iniciada en la conferencia de 1912, a pesar de los intentos de reconciliación de los socialistas europeos.

 

A comienzos del verano de 1914, consideraba que la guerra podría reducir su trabajo al aislarle de Rusia pero no esperaba las consecuencias que para el socialismo europeo trajo la contienda. Al estallar la guerra mundial el 4 de agosto de 1914, Lenin se encontraba en su retiro veraniego de las montañas, en Poronin a los pies de los montes Tatra, donde había pasado los veranos anteriores desde su instalación en la Galitzia austrohúngara. Al día siguiente, tras semanas de protestas de los diversos partidos socialistas contra la guerra, recibió incrédulo la noticia de que los diputados socialistas alemanes habían aprobado los créditos de guerra en el Reichstag. Considerado sospechoso de espionaje, la policía registró su cabaña alquilada el 7 de agosto, requisó sus notas y le detuvo al día siguiente. Logró su liberación el 19 gracias a la intercesión del dirigente socialista Victor Adler ante el mismísimo ministro de Interior austriaco, a quién aseguró la hostilidad de Lenin al zarismo. Tras su liberación, recibió otra profunda impresión, la de los socialistas rusos que se alistaban en el Ejército francés; poco después partió en tren a Berna, en la neutral Suiza, a donde llegó el 5 de septiembre tras pasar por Viena. La aceptación de la ayuda de Adler, a quien Lenin criticaba habitualmente como «oportunista», era característica de Lenin: durante su carrera aprovechaba si lo creía necesario el sentimentalismo de sus adversarios; para él, el avance de lo que creía la verdadera revolución era su referente moral.

 

Si la guerra mundial acabó con el orden europeo anterior a la contienda, también destruyó el movimiento socialista hasta entonces conocido. El conflicto desbarató la unidad nacional de los partidos socialistas —divididos generalmente entre una mayoría que respaldaba la participación en la guerra y una minoría opuesta— y la solidaridad internacionalista entre las formaciones de los distintos países. El bolchevique fue el único partido de izquierda que, casi unánimemente, se opuso a la Primera Guerra Mundial desde el principio. Para sus dirigentes, el apoyo de los socialdemócratas alemanes a los proyectos bélicos del káiser Guillermo II de Alemania supuso una auténtica conmoción. Nikolái Bujarin lo calificó de «traición», Aleksandra Kolontái tuvo que abandonar el Reichstag cuando se aprobó el presupuesto militar, y Lenin, que se encontraba en Suiza como Trotski, inicialmente se negó a creerlo. La acción de los alemanes desató un proceso en cadena en el que la mayoría de los socialistas de los distintos países que participaron en el conflicto apoyaron a sus respectivos Gobiernos, en vez de oponerse a la contienda. Las minorías internacionalistas opuestas a la guerra se mostraron incapaces de formar una alianza ya que los unía poco más que el rechazo del conflicto.

 

El mismo día de su llegada a Berna, se reunía con algunos bolcheviques y planteaba la necesidad de redactar unas tesis para afrontar la guerra mundial. Expuso la necesidad de convertir la guerra mundial imperialista en una guerra civil: la contienda mundial debía servir para acelerar el proceso revolucionario tanto en cada país como internacionalmente. La actitud mayoritaria de los socialistas europeos de respaldo a sus respectivos Gobiernos le pareció una señal de oportunismo, una traición al socialismo revolucionario. Según Lenin, su posición no era un cambio respecto a la anterior al conflicto, eran la mayoría de los dirigentes socialistas los que habían cambiado de actitud con la guerra. Minoritario incluso entre los socialistas opuestos a la guerra, trató de formar una corriente izquierdista dentro de estos que rechazaba la paz como prioridad. Sostenía que solo la revolución, que podía temporalmente conllevar un incremento en los combates más que su reducción, podía acabar con la raíz capitalista de la guerra.

 

La guerra provocó el progresivo acercamiento de muchos mencheviques, como Kolontái o Trotski, a las posturas de Lenin. Su partido, igual que el Partido Social-Revolucionario, se había dividido entre la corriente «defensista» de Plejánov, que consideraba prioritario evitar la derrota militar de Rusia, y otra «internacionalista» de ideas pacifistas liderada por Mártov, a quien en principio se unió también Trotski, mayoritaria. Lenin, sin embargo, iba más lejos y aspiraba a aprovechar la guerra para provocar levantamientos obreros contra sus respectivos Gobiernos o incluso auténticas guerras civiles. Para Lenin, la guerra mundial era un conflicto imperialista, consecuencia natural de la última etapa capitalista y del deseo de las distintas potencias por la supremacía, de la que el proletariado no obtenía ventaja alguna, que había que denunciar sin ambigüedad y convertir en una lucha contra la burguesía para eliminarla del poder. En su opinión, los pacifistas estaban equivocados y la guerra civil era necesaria para derrocar el poder burgués.

 

Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, con la conmoción que supuso para los bolcheviques el apoyo de la socialdemocracia alemana a la misma, la situación lo convirtió en una figura clave cuando la evolución de la contienda se mostró abiertamente desfavorable para Rusia.

 

A pesar de esperar que pronto la guerra llevase a la revolución en Europa, la Revolución de Febrero y la caída de la monarquía en Rusia resultaron inesperadas para Lenin, como para otros muchos observadores del momento, tanto en Rusia como en el extranjero. El cambio en Rusia podía ser el comienzo de una revolución mundial que, en su opinión expresada poco antes, podría tardar décadas en acabar con el capitalismo mundial. La vida de bibliotecas, publicaciones y conferencias socialistas dio paso bruscamente a un deseo de los emigrados de regresar cuanto antes a Rusia.

 

El 15 de marzo de 1917, tuvo noticia de la Revolución de Febrero, la abdicación del zar, la formación del Gobierno provisional y del Sóviet de Petrogrado. Lenin, que llevaba exiliado diecisiete años salvo un breve intervalo de seis meses entre 1905 y 1906, al producirse la Revolución de Febrero se encontraba en Zúrich y deseaba volver a Rusia lo más pronto posible, algo extremadamente complicado en plena Primera Guerra Mundial.

Ante la oposición británica incluso Trotski y Bujarin permanecían retenidos en Inglaterra a su regreso de los Estados Unidos, y fue Mártov el que propuso un canje de exiliados en Suiza a cambio de otros prisioneros alemanes. Francia también se mostraba opuesta al paso de los internacionalistas por su territorio y se descartó pronto el paso clandestino por Alemania. Como los bolcheviques eran opuestos a la guerra, el Gobierno alemán, que ya financiaba sus actividades, se mostró inmediatamente de acuerdo. En consecuencia, el Gobierno Provisional recelaba y el ministro de Asuntos Exteriores, Pável Miliukov, se oponía abiertamente en vista de la postura «derrotista» de Lenin y a su regreso a Rusia. A pesar de ser conscientes de poder ser acusados de colaboración con los alemanes, como así sucedió en efecto más tarde, treinta y dos emigrados solicitaron la mediación del socialista suizo Fritz Platten, que negoció con el embajador alemán su traslado a través del imperio hasta Suecia, desde donde habían de pasar a Finlandia antes de alcanzar Petrogrado. La mayoría de los emigrados rusos afincados en Suiza acabó aceptando la oferta alemana de regresar a Rusia a través de su territorio. El 9 de abril Lenin inició el viaje en un tren «sellado», que los alemanes dejaron circular sin inspecciones de ningún tipo y llegó a la Estación de Finlandia de Petrogrado la noche 16 de abril. El tren sellado había partido de Gottmadingen en la frontera germano-suiza hasta Sassnitz donde la treintena de emigrados tomaron un transbordador a Suecia. El que los alemanes no pudiesen subir al tren y contactar con los rusos era una condición que Lenin esperaba sirviese para reducir el impacto negativo del viaje en su imagen; un Gobierno enemigo permitía el paso (como había sucedido en Austria-Hungría en 1914) a un enemigo del Gobierno ruso. Inmediatamente después de su llegada a la capital, acabó con el carácter festivo de la recepción con un discurso en el que criticó duramente al Gobierno provisional y la actitud del Sóviet de Petrogrado y que incluyó los puntos fundamentales de sus Tesis de abril.

 

En la conferencia del partido celebrada entre 7 de mayo y el  12 de mayo, logró que este aceptase la preparación de una nueva revolución, rechazase la cooperación con partidos no socialistas, criticase al Gobierno y al Sóviet de Petrogrado, acentuase la división con los mencheviques, exigiese la paz inmediata y la aplicación de profundas reformas económicas y sociales, tensase las relaciones con las fuerzas burguesas, incluso a riesgo de provocar una guerra civil y aceptase la revolución rusa como la primera de una serie de revoluciones europeas que debían acabar con la guerra. Para entonces, ya había logrado el apoyo de la mayoría de los delegados de los distritos de Petrogrado. La fecha de la nueva revolución, sin embargo, quedó sin fijar, en parte para facilitar el acuerdo entre la corriente más moderada y la más radical del partido. Aunque inicialmente con escaso respaldo popular y sin poder político, la actitud que Lenin logró imponer en el partido hizo que este se convirtiese en el principal beneficiario de la creciente crisis política, económica y social ya que lo convirtió en el partido de oposición por excelencia. Su radicalismo fue cobrando apoyos según fue aumentando la crisis en el verano y el otoño de 1917. En apenas unas semanas tras su regreso a Rusia y mediante una intensa campaña de propaganda en la organización, Lenin había conseguido arrebatar la dirección del partido a la corriente moderada encabezada por Kámenev que abogaba por convertirlo en una oposición pacífica al Gobierno y alinearlo con las exigencias revolucionarias más radicales de la población.

 

El día siguiente Lenin presentó, sin apenas conocimiento de la situación concreta en el territorio ruso y por su cuenta y riesgo, sus célebres Tesis de abril.

 

En estas tesis, Lenin aborda las siguientes cuestiones:

 

Rechazo de la guerra imperialista, sometida a los intereses del capital. Estos mismos intereses hacen imposible una paz que sea realmente democrática, no impuesta por la fuerza, y sin anexiones.

En Rusia se ha pasado de la primera etapa de la revolución (que da el poder a la burguesía) a la segunda, que debe poner ese poder en manos del proletariado y de los campesinos pobres.

Desenmascarar el Gobierno Provisional como gobierno de capitalistas, y negarles todo apoyo.

Reconocimiento de que el Partido se encuentra en minoría en los sóviets. Necesidad por tanto de explicar y difundir sus posturas, desde una minoría crítica.

Reivindicación no de una república parlamentaria, sino de una república de los sóviets. Dentro de la cual se supriman policía, ejército y burocracia, sin que la remuneración de todos los funcionarios exceda nunca el sueldo de un obrero cualificado.

Reforma agraria. Confiscación de las tierras de los terratenientes. Nacionalización de todas las tierras que se pondrán a disposición de los Sóviets locales.

Fusión de los bancos en un banco único bajo el control de los sóviets.

Prioridad del control democrático de la producción y distribución por parte de los sóviets, antes que "implantación" inmediata del socialismo.

Como tareas del Partido: (1) Celebración de un nuevo Congreso. (2) Modificación del programa en relación con la posición ante el imperialismo y ante el Estado, y reforma del programa mínimo. (3) Cambio de denominación del Partido, que ha de pasar de "socialdemócrata" a la de Comunista.

En este momento, fue cuando Lenin se encontró completamente solo. El ala derecha de su partido lo acusa de anarquismo, de aventurerismo y de apelar a una guerra civil. El ala izquierda se apropia de las Tesis para convertirlas en un programa inmediato para derrocar al Gobierno provisional. En realidad, por las circunstancias en que se pronunciaron y por la actitud posterior del propio Lenin (que se alió con esa ala derecha y en contra de los izquierdistas durante la Conferencia de abril del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia), parece más sensato inclinarse por una interpretación menos tajante. Las Tesis pretenden ir poniendo sobre la mesa un programa de medio-largo plazo, una trayectoria política que se debe ir siguiendo durante los meses posteriores.

 

Ya en abril, Lenin se había mostrado cansado y se había quejado de cefaleas, quizá primeros síntomas de la arteriosclerosis cerebral que acabaría matándolo en 1924.

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