Walter Percy Chrysler
Tres
elementos harían de Chrysler Corporation una compañía muy exitosa: las
magníficas dotes de organizador de su presidente, los conocimientos y
experiencia que atesoraba, y la suerte. La bonanza de su compañía le permite
absorber otra marca de coches: Dodge. Los hermanos Dodge habían fundado su
compañía, Dodge Brothers en 1914, pero ambos fallecieron en 1922 y la mala
administración de sus viudas, dio al traste con la economía. Chrysler se hizo
cargo. Fue en 1925 cuando se creó Chrysler Corporation de la que Walter P.
Chrysler era su presidente, a partir de la ruina de una vieja fábrica de
automóviles (la Maxwell) de Detroit. La destreza, experiencia y habilidades de
Walter Chrysler hacen prosperar rápidamente su marca. El primer Chrysler es el
modelo B-70. En 1927 fabricó un coche más popular que el gran Chrysler, al que
llamó De Soto y así creo su tercera marca. Y en 1928 presentó la marca Plymouth
(cuarta del grupo).
Así se
crearon las cuatro divisiones de la compañía. En esos años de expansión, Walter
decidió fabricar un edificio único como sede de su empresa. Y lo hizo en Nueva
York, de 77 pisos (en esa época fue el más alto del mundo) con esta filosofía:
la gloria de los tiempos modernos. Hoy todavía es un rascacielos emblemático e
inconfundible dentro de la compleja arquitectura neoyorquina. Al producirse la
depresión económica de los años 30, las fábricas Chrysler fueron las menos
afectadas de la industria automotriz de los Estados Unidos, pues supo
prepararse e implantar una importante política de ahorro, sin perder la
iniciativa. En 1929 Walter Chrysler fue nombrado por la revista Time el hombre
del año. Para entonces, Chrysler se había convertido en un poderoso magnate de
los negocios, muy rico y con una reputación de trabajar duro y jugar duro.
Vivía en una mansión, viajó por el mundo y se reunió con la realeza. Uno de los
pocos fracasos de la carrera de Chrysler fue en 1934 cuando experimentó
problemas de producción y la pérdida de dinero.
En 1935
Chrysler adelantó a Ford, marca que había ocupado el primer puesto indiscutible
durante la larga vida de su Model T. Walter Percy Chrysler se retiró como
presidente de su compañía del mismo nombre en 1935, pero mantuvo su título de
presidente y CEO. Después de sufrir un derrame cerebral, Walter Chrysler
fallecía en Kings Point, NY, el 18 de agosto de 1940, a la edad de 65 años. En
solo 16 años creó uno de los imperios automovilísticos más grandes del mundo en
su época. Entre 1925 y 1940, Chrysler construía 8 millones de automóviles y
camiones y tenía 80.000 empleados en su punto máximo, de acuerdo con el libro
Chrysler: La vida y obra de un genio del automóvil de Vincent Curcio.
En su vida
personal su cónyuge fue Luke Ford Gei, tuvo cuatro hijos Thelma Irena
(1902-1957), Bernice (1906-1979), Walter Percy Jr. (1909-1988) y Jack Forker
(1912-1958). Chrysler construyó una finca en Warrenton, Virginia, en lo que se
conoce como el caballo de Virginia y país de origen a la Warrenton Hunt. En
1934, adquirió ,y llevó a cabo una importante restauración, el famoso resort y
spa Fauquier White Sulphur Springs Company resort y spa en Warrenton. Vendido
en 1953, la propiedad ha sido desarrollada como un country club, que continua
actualmente. Chrysler está enterrado en el cementerio de Sleepy Hollow en
Sleepy Hollow, Nueva York.
Edificio Chrysler, su historia.
Este
edificio es probablemente el más bonito de Nueva York. Durante los años 20 se
construyeron en Nueva York la gran mayoría de sus rascacielos, provocado por la
expansión económica que Estados Unidos sufrió tras la I Guerra Mundial. En un
principio el constructor y promotor William H. Reynolds planificó la
construcción de un rascacielos hasta que el dueño de la conocida marca de
coches Chrysler, Walter Percy Chrysler, se interesó por el proyecto y aportó
los 15 millones de dólares que costaría la construcción del edificio más alto
de todo Manhattan y que fuera muestra de la grandeza de la compañía. En aquel
momento estaban construyendo el rascacielos del Banco de Manhattan en Wall
Street, pero el arquitecto William Van Alen, había estado planeando durante
meses el modo de ganar la carrera.
Logró
obtener el permiso para instalar una aguja metálica de 56,39 metros y se
ensambló en el más absoluto secreto en la planta número 65 del edificio. El 23
de octubre de 1929, el día anterior al Jueves Negro, se subió lentamente la
aguja desde la corona hasta la cima de la cúpula del edificio, proceso que duró noventa minutos y hecho que lo convirtió en el edificio más alto de Nueva York.
La construcción del edificio finalizó en 1930 y durante 11
meses se convirtió en el rascacielos más alto del mundo con 77 pisos y 319 metros de altura… hasta que
finalizó la construcción del edificio Empire State. En la actualidad el
edificio alberga oficinas y ya no pertenece a la compañía Chrysler, pero aún,
así a día de hoy sigue manteniendo el nombre.
El mirador
del edificio Chrysler. Cuando se inauguró era posible subir al mirador público
de la planta 71 llamado Celestial por tan solo 50 centavos. El mirador tiene
forma de circunferencia y techos abovedados, inclusive fueron pintados con
motivos celestes y colgaban pequeños Saturnos de vidrio. Las características
ventanas triangulares de su cúpula, no facilitaba una vista cómoda a los
visitantes, así que cuando el edificio Empire State abrió su mirador al aire
libre, los turistas dieron las espalda al edificio Chrysler, provocando que en
1945 cerrara definitivamente su mirador.
El
restaurante del edificio Chrysler. Las plantas 66, 67 y 68 se ubicó The Cloud
Club, que abrió sus puertas en julio de 1930, un retiro privado para
ejecutivos, una guarida de hombres. Durante muchos años, The Cloud Club fue el
lugar de reunión para personalidades como el Sr. Chrysler; E. F. Hutton; Juan
Trippe, el fundador de Pan American World Airways, y Conde Nast, el editor.
La
reputación de élite del club duró otras cuatro décadas, como lo demuestra una
lista que hasta 1971 contaba con 300 miembros de 180 corporaciones. Los
miembros disfrutaron del uso de los servicios del club como un teletipo, un
salón con paneles estilo Tudor, un humidor para cigarros de todo el mundo y
cajas de casilleros privados donde los miembros guardan sus suministros de
licor. El club era conocido por su sopa de alubias negras, lenguado de Dover y
pudín de pan y mantequilla. Aún así, la atracción principal era la amplia vista
al sur desde el comedor principal en el piso 67. En la década de 1970 las
corporaciones se estaban yendo de la ciudad, y el Cloud Club se tuvo que
enfrentar a la competencia de unas tres docenas de clubes privados de almuerzos
ejecutivos, incluido el Sky Club en el piso 56 del cercano edificio Pan Am.
En 1979 el
restaurante realizó su último servicio y desde entonces, ha estado abandonado
durante años. En la década de los 80 se hicieron varios intentos de llenar los
tres pisos vacíos: desde un club nocturno hasta una discoteca o un club de
almuerzos para banqueros, pero el desplome de los alquileres de oficinas a
principios de la década de los 90 cerró la puerta a cualquier tipo de apertura.
Hoy en día todo ha cambiado mucho y parece que podrían existir posibilidades de
una nueva apertura, pero se rumorea que se había destruido sustancialmente los
interiores art déco de las tres plantas, prohibiéndose así el acceso a que
cualquier fotógrafo pueda dar fe de ello.
Después de
la Primera Guerra Mundial, los arquitectos de Europa y Estados Unidos
comenzaron a usar materiales industriales para caracterizar la edad moderna, y
el estilo art déco parecía prestarse especialmente bien al diseño del
rascacielos debido a que este tipo de construcción simbolizaba progreso,
innovación y modernidad más que cualquier otro. Aunque el auge del estilo art déco
duró poco tiempo, coincidió con un gran boom inmobiliario en Nueva York a
finales de los años veinte. Por suerte fue en la época en la que se construyó
el edificio Chrysler, y algo que lo hace inconfundible y elegante es la
decoración art déco, un edificio totalmente cubierto de revestimiento metálico
que brilla como un diamante cuando el sol le ilumina. El diseño original
contemplaba una corona ornamental de cristal con forma de joya, también una base con ventanas de altura triple coronadas por doce plantas
con esquinas de cristal que daban la impresión de que la torre flotara física y
visualmente en el aire.
Otro de
los aspectos más bonitos son sus ocho gárgolas (2 en cada esquina) que
sobresalen en sus esquinas de la planta 61 y que están inspiradas en las
catedrales góticas (la catedral de San Patricio de Nueva York es de estilo
neogótico). Estas gárgolas tienen una longitud de tres metros y una envergadura
de 4,5m. Si utilizas el zoom de tu cámara, verás que en el exterior del piso 31
hay réplicas de las tapas de los radiadores en forma de Mercurio. Aunque el
edificio tiene tan «solo» 3862 ventanas, el elemento que llama más la atención
es su corona aristada formada por siete arcos concéntricos y con ventanas
triangulares.
Curiosidades que la mayoría desconoce.
Es el 92º
edificio más alto del mundo, el 14º de Estados Unidos y el 7º en Nueva York.
Originalmente
la altura del rascacielos iba a ser 246 metros y 67 plantas. Sin embargo, este
diseño resultó ser demasiado avanzado y costoso para el contratista del
edificio, que no aprobó el proyecto original de Van Alen.
Se realizó
una importante restauración a principios de los años 80.
A
principios de 2019 se vendió por 133 millones de €uros al fondo RFR del
inversor inmobiliario de Nueva York Aby Rosen y un «socio extranjero no
identificado».
En el
terreno donde está edificado el edificio Chrysler, antiguamente pasaba la
carretera Boston Post Road que serpenteaba el este de Manhattan y que conducía
hasta Boston. El ayuntamiento vendió las parcelas que bordeaban esta carretera
y el terreno lo donó a The Cooper Union.
Actualmente
el terreno que sustenta el edificio Chrysler sigue siendo propiedad de The
Cooper Union. En 1997, Tishman Speyer negoció un contrato de arrendamiento a
largo plazo hasta 2147 con la universidad que estipulaba que el alquiler
aumentara de 7,8 millones en 2017 a 32,5 millones cada año, desde 2019 a 2027.
Su estilo
fusiona el art déco y la estética gótica, adornado con águilas de hierro y una
aguja que recuerda al peinado de Elsa Lanchester en ‘La Novia de Frankestein’.
Toda su
construcción está inspirada en los automóviles de su época.
La
decoración de acero, como sus características gárgolas que decoran el exterior
del edificio, se inspiran en los adornos habituales en los capós de los coches
antiguos.
Aunque el
edificio se construyó y diseñó específicamente para el fabricante de coches, la
empresa no pagó su construcción y nunca fue su propietaria, debido a que Walter
P. Chrysler decidió pagarlo él mismo para que fuera un proyecto personal.
En su
autobiografía, Chrysler dijo que construyó el edificio para que sus hijos tuvieran
algo de lo que ser responsables.
La oficina
privada de Walter P. Chrysler estaba situada en el piso 65 y sólo se podía
acceder con invitación.
Uno de los
mayores logros durante la construcción fue respetar las medidas de seguridad y
prevención ya que los accidentes laborales eran frecuentes. Durante los dos
años que duró su construcción no murió ningún trabajador.
El
edificio está construido de albañilería, con estructura de acero y
revestimiento metálico. En su construcción se emplearon 20 961 toneladas de
acero estructura, 3.826.000 ladrillos y se colocaron aproximadamente 3.862
ventanas.
Aunque el
esqueleto interior del edificio es de acero, el exterior es de ladrillo. El
edificio Chrysler sigue siendo el edificio de ladrillos más alto del mundo.
Se
construyó a un ritmo frenético, una media de cuatro plantas por semana.
El
vestíbulo del edificio Chrysler tiene el primer reloj digital del mundo.
El
edificio dispone de 32 ascensores.
Van Alen
tenía que percibir $840000 en concepto de honorarios, un 6% del presupuesto
total del edificio.
Chrysler
se negó a pagar los honorarios de Van Alen, alegando que este había recibido
sobornos de proveedores, además Van Alen no había firmado ningún contrato con
Walter Chrysler cuando este se hizo cargo del proyecto. Los efectos de la Gran
Depresión sumados a este escándalo, acabaron arruinando su carrera.
El
Edificio Chrysler tuvo un gran éxito comercial, mayor que el del edificio
Empire, en 1935 ya tenía alquilado el 70% de su superficie. Chrysler pretendía
crear el edificio de oficinas más deseable del momento.
En las
plantas 66 a 68 había un club muy exclusivo llamado Cloud Club. En la segunda
planta de este club estaba el comedor privado de Walter P. Chrysler. El Club
abrió en 1930 y cerró sus puertas en 1979.
Fuente: https://revistaunica.com.mx/la-vida-de-walter-percy-chrysler/
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