Roque Dalton
El padre de Roque Dalton
fue Winnal Dalton jr., nacido en Tucson, Arizona, Estados Unidos, en 1894. Él provenía de una familia que había caído en la ruina
económica, y abandonó su país probablemente
en 1916 con rumbo a la América Central Vivió en Honduras y
posteriormente se trasladó a El Salvador, donde contrajo matrimonio con Aída
Ulloa. En este país se convirtió en un terrateniente y logró relacionarse con
la élite local.
El temperamento irascible
era una de las características de Winnal. Precisamente, un altercado con el
banquero Benjamín Bloom por disputas de un préstamo, le mandó al hospital con
heridas de bala por parte de los guardaespaldas del empresario. Mientras estaba
ingresado, conoció a la enfermera María García, con quien acabó en un romance
del que nacería Roque Antonio el 14 de mayo de 1935.
Roque creció en la casa
materna ubicada en la calle 5 de Noviembre de la capital del país, San
Salvador, en la que también había una tienda de nombre «La Royal». Su padre, de
quien se dice no lo reconocería legalmente hasta los diecisiete años, le inscribió en el kindergarten Santa
Teresita de Jesús, ubicado en una casa antigua del centro de San
Salvador. Dicha casa de estudios era de educación católica y reservada
para familias pudientes. Posteriormente
estudió en el Colegio Bautista de San Salvador y desde 1946 en el Externado de
San José, otra institución exclusiva y tradicional.
Ya desde su juventud,
Dalton realizaba sus primeros trabajos de poesía y uno de sus profesores, el
sacerdote jesuita Alfonso de María Landarech, le animaba
para seguirse educando en la literatura. Por otra parte, no era ajeno a las
peleas estudiantiles o discusiones en partidos de fútbol; de hecho,
terminó con su nariz
fracturada al recibir un golpe con un ladrillo de parte de un jugador
costarricense por discutir un tiro de penalti. Ese percance lo dejó plasmado en
el poema «No, no siempre fui tan feo».
Obtuvo el título de
Bachiller en 1952, y por su destacado rendimiento académico fue elegido para
dar el discurso en nombre de los estudiantes. Según Claribel Alegría, aprovechó
la ocasión para criticar a las autoridades de la institución por la
discriminación a los hijos naturales y su sumisión ante las familias de los
estudiantes de grandes recursos económicos.
Viaje a Chile
Al terminar sus estudios de
secundaria, Roque se decidió a estudiar Leyes. Su padre le brindó el apoyo para
dirigirse a Chile, y hacia allá viajó en 1953 junto a su madre de quien se
despidió en Panamá. Ya en Santiago, pretendía ingresar a la Universidad
Católica, pero el decano de la facultad de Teología de esa institución le
recomendó inscribirse en la Universidad de Chile que podría venirle mejor para
alejarse de la educación católica que había conocido desde su infancia.
En la Universidad de Chile,
Dalton entró en conocimiento de diversas ideologías, especialmente la
comunista. La experiencia fue muy importante para su vida: Me puse en
contacto con los comunistas, tuve amigos comunistas, y al principio sin saber
que lo eran, luego con un poco más de conciencia, por lo menos di un paso de
avance en Chile y de católico conservador que era pasé a ser un católico
progresista, un socialcristiano; en ese momento, esa corriente de pensamiento
en Chile me pareció sumamente atractiva.
Además, el joven empezó a
colaborar en una revista universitaria, y como parte de su trabajo sostuvo una
memorable entrevista con el muralista mexicano Diego Rivera. Sucedió que en
dicho encuentro el artista le preguntó por su filiación política, si había
leído sobre marxismo, así como por su edad, a lo que el salvadoreño respondió
que era social cristiano con dieciocho años de vida y que nunca había leído de
esa doctrina. Rivera, sin ambages, le espetó que tenía dieciocho años «de ser
un imbécil» y le echó del lugar. Se dice que pese a sentirse contrariado por el
incidente en un primer momento, Dalton, movido por la curiosidad, empezó a
adentrarse tanto en el marxismo como en la obra del mexicano. Se sabe también que en este
periodo viajó a Buenos Aires
y Montevideo.
Retorno a El
Salvador
Tras once meses de estadía
en Chile, retornó a El Salvador. Con nuevos instrumentos ideológicos para
conocer la realidad del país, se incorporó a la Universidad de El Salvador
donde ingresó a la Asociación General de Estudiantes Universitarios en 1954. Su
padrino político en ese
entonces era el historiador Jorge Arias Gómez, dirigente del Partido
Comunista Salvadoreño.
En ese tiempo el país era
gobernado por el general Óscar Osorio, quien, a pesar de otorgar cierta
apertura democrática, conformaba el estamento militar que había regido al país
desde Maximiliano Hernández Martínez. Por su parte, Dalton comenzó a destacar
como activista estudiantil y articulista defensor de los principios de la AGEUS.
Para 1955 colaboraba con el periódico El Independiente que se convirtió en una
tribuna crítica de la realidad del país. Para el mes de marzo de ese año, y con
19 años de edad, contrajo matrimonio con Aída Cañas con quien procrearía tres
hijos: Roque Antonio, Juan José y Jorge.
En 1956 se integró al grupo,
que tomó por nombre Círculo Literario Universitario. Los trabajos de este grupo aparecerían de forma
asidua en el suplemento Sábados de Diario Latino de Juan Felipe Toruño. Ellos
también formaron parte de los desfiles bufos que ridiculizaban al régimen en
turno.
Ese mismo año Dalton ganó
el Premio Centroamericano de Poesía de la universidad con el trabajo Mía junto
a los pájaros, y en el mes de mayo salió publicado el cuento «La espera» en la
revista Letras de Cuscatlán. También escribió, junto al
guatemalteco Otto René Castillo, refugiado en El Salvador tras el
derrocamiento de Jacobo Árbenz, el poemario Dos puños por la tierra que ganó el
premio Francisco Gavidia. Ambos
cultivaron una amistad mutua y se dice que fue Castillo quien le animó a abrazar la
militancia comunista.
En esos años, el poeta
hondureño Rafael Paz Paredes dejó una descripción del joven estudiante: Roque Dalton
tiene años, es delgado, de mediana estatura, ágil, nervioso, de músculos casi
elásticos que vibran y se encrespan continuamente bajo las descargas de su
corazón de poeta [...] escribe poesía, cuentos y crítica literaria. Distribuye
el tiempo entre sus estudios universitarios y su indeclinable vocación de
escritor que lo lleva de un lado a otro de la ciudad, con juvenil y generoso
entusiasmo, siempre en busca de alguna tarea que cumplir.
Viaje a la
Unión Soviética
Para el año 1957, Roque supo
de la celebración en la Unión Soviética del VI Festival Mundial de la Juventud
y los Estudiantes por la Paz y la Libertad, por medio de boletines de la
Federación Mundial de la Juventud Democrática y de la Unión Internacional de
Estudiantes; por lo que se decidió a realizar el viaje junto a cuatro
acompañantes. Aparte de las dificultades de conseguir el dinero para costear la
aventura, todos ellos sabían las consecuencias por el hecho de visitar al país
comunista, tanto en sus respectivos trabajos como en las mismas relaciones
familiares.
El periplo hacia la Unión
Soviética fue dificultoso entre las numerosas escalas y cambios de trenes. En
Checoslovaquia lograron reunirse con otras delegaciones y por fin arribaron al
país de destino el 21 de julio y a Moscú dos días después.
Los salvadoreños tuvieron
una intensa participación en el festival. El mismo Dalton dirigió las palabras
de agradecimiento por la calurosa acogida a la delegación, que fueron
transmitidas por Radio Moscú a la América Latina. El grupo asistió a todo tipo
de reuniones científicas y culturales, así como conocieron la vida diaria de la
Unión Soviética. Mientras sus acompañantes partieron a Checoslovaquia una vez
concluido el festival, Dalton permaneció en el país por invitación de la Unión
de Escritores de la URSS junto a otros literatos como Miguel Ángel Asturias —a
quien los integrantes del Círculo tenían en alta estima— así como Graham Green. Además, tuvo la
oportunidad de conocer a Nazim Hikmet y al argentino Juan Gelman, de quien
escuchó un poema que representaba la nueva corriente latinoamericana. También
hizo amistad con el nicaragüense Carlos Fonseca con quien conversó sobre la
unión centroamericana «al nivel popular».
El viaje a la Unión
Soviética determinó que Dalton se incorporase a la militancia política por
entero. Empero, como se había previsto, el retorno a El Salvador terminó siendo
accidentado entre detenciones e interrogatorios en España, Venezuela y Panamá.
Ya en su patria decidió ingresar al PCS ese mismo año de 1957 por intermedio de
su amigo Otto René Castillo, a quien el poeta consideraba un modelo de
militante revolucionario. Ambos eran de la opinión que no era suficiente ser
un «marxista
individual para ser revolucionario», sino «comprometerse
organizadamente, ingresar al Partido».
Se dice que Dalton y otros
militantes le dieron vida al PCS en el sentido que lo sacaron del aislamiento
de la vida política salvadoreña, y también enaltecieron el Levantamiento
campesino de 1932 al que algunos comunistas consideraban como un error por su
escaso fundamento en la teoría marxista. En cuanto a su
actividad literaria, para 1958 ganó el segundo lugar de los
Juegos Florales de San Salvador con la obra Doce poemas.
Actividad
política y literaria en El Salvador. Exilio en México
Pese al compromiso
político, Dalton, como otros poetas y escritores salvadoreños, hizo de la
actividad política, la poesía y la bohemia una sola cosa. Él mismo destacaba en
las reuniones como un gran conversador, aparte que se distinguía por su buen
humor y comentarios jocosos. No era extraño que
funcionarios públicos,
pintores y artistas se reunieran todos en un mismo lugar, tal como sucedía en la casa de
la poetisa hondureña Clementina Suárez. Además, Dalton frecuentaba al
grupo que se reunía alrededor de la figura de Oswaldo Escobar Velado, de gran
actividad intelectual durante el régimen del general Maximiliano Hernández
Martínez; y recibió también el elogio por parte de Pedro Geoffroy Rivas, otra
personalidad admirada de la época y quien le tenía como el mejor de los poetas
que frecuentaban a Escobar Velado.
Esos años eran también de
agitación política mundial. En El Salvador se incrementaron las protestas
contra el régimen de José María Lemus, que ya se habían ido gestando desde
1955. Pero lo que particularmente ejerció una influencia
decisiva en los movimientos populares fue la Revolución cubana que culminó el 1
de enero de 1959.
Dalton estuvo involucrado
en los incidentes. El 14 de diciembre de 1959 había caído preso, tras ser
capturado por la policía al participar en el abucheo colectivo de un desfile
oficial de Lemus. Su esposa interpuso un recurso de exhibición personal ante la
Corte Suprema de Justicia. De los once que fueron atrapados por la policía
junto a Dalton quedaron liberados nueve, y los dos que se mantuvieron tras las
rejas fueron el poeta y el obrero Carlos Hidalgo. Ambos sostuvieron una huelga
de hambre por su libertad. Tras el proceso legal, Dalton quedó libre el 7 de
enero de 1960.
Para marzo de 1960, y
mientras se encontraba en Guatemala por invitación de los estudiantes de la Universidad
San Carlos a una semana cultural, volvió a ser apresado esta vez junto a
Roberto Armijo. Mientras este
fue liberado en el territorio, Dalton terminó expulsado del país debido a sus
antecedentes políticos según comunicado de la secretaría de comunicación
de la presidencia guatemalteca.
Pese a esto, Dalton salió
expulsado del país en febrero de 1961, pues sucedió que la gobernante Junta
Cívico Militar había sido depuesta por un Directorio Cívico-Militar de tendencia
conservadora y represiva. Gracias a las gestiones del embajador mexicano en El
Salvador, Emilio Calderón Puig, logró asentarse en México donde viajó junto a Alejandro
Castrorrivas que se convirtió en su secretario personal. En este país publicó el
libro La ventana en el rostro con prólogo de Mauricio de la Selva en el que se
hace mención de la afirmación de Asturias que consideraba a Dalton entre los
tres mejores poetas jóvenes con que contaba Centroamérica. Inició además estudios de
Antropología en la Universidad Nacional Autónoma, y este conocimiento académico
aportaría a una parte prehispánica del poemario Los testimonios (1964).
Asimismo, en México conoció a personalidades como León Felipe, Salomón de la
Selva, Efraín Huerta, Margarita Paz Paredes y Eraclio Zepeda; aunque su estadía era seguida de cerca por
la Dirección Federal de
Seguridad.
Exilio en Cuba
En los primeros años de su
exilio el poeta viajó a Cuba por breve tiempo. En 1962 se trasladó nuevamente
para asistir a la Conferencia de los Pueblos como delegado salvadoreño, y se
quedó viviendo en La Habana por un año. En este país terminó de formarse como
escritor: Como poeta,
fue en Cuba donde adquirí conciencia de lo que significa escribir en serio, de
ser (para emplear una palabra ya vieja) un escritor profesional, alguien que
escoge la literatura como oficio.
En el país caribeño trabajó
además en la Radio Habana Cuba, Casa de las Américas y en la Unión de
Escritores y Artistas de Cuba. Por su amistad con Fayad Jamís, colaboró en el
periódico Hoy y también publicó la obra El mar en la editorial La Tertulia. El
mexicano Eraclio Zepeda, quien le conoció en ese tiempo, le describía de esta
forma:
Esta primera
larga estancia en Cuba [...] fue para Roque Dalton una viva academia. Aprendió
e inventó muy diferentes áreas del interés humano. Es sin duda el hombre más
vital que yo haya conocido: gran poeta y excelente centro delantero en el
fútbol, serio estudioso de materias militares y excelente bailarín de mambos,
cuidadoso investigador de historia y bebedor de trago largo y risa pronta en
los sitios más inauditos de La Habana; comentarista de muy serios asuntos en la
radio y dueño de la más amplia colección de cuentos para reír que yo
recuerde...
Por otra parte, su trabajo
literario se volvía infatigable: en 1963 ganó una mención honorífica por parte
de Casa de las Américas con el poemario El turno del ofendido y salió a la luz su
monografía El Salvador.
El año 1964 retornó a El
Salvador, pero cayó capturado por la policía. En ese lapso no reportó ninguna
actividad a la DGI y acabó expulsado del territorio. Retornó en junio y volvió a caer preso
el 4 de septiembre mientras departía en un bar con otros amigos. Fue trasladado a Cojutepeque y sometido a
interrogatorio en el que intervino el agente de la CIA Harold F. Swenson, quien
le cuestionó sobre sus vínculos con Cuba
y de paso le propuso trabajar como espía para la agencia, pero el poeta se
negó.
En
Checoslovaquia
El año 1965 se trasladó a
Checoslovaquia. Allí ejerció como representante del PCS ante el Consejo de
Redacción de la Revista Internacional, órgano de difusión de los partidos
comunistas a nivel mundial; y también se instalaría en Praga junto a su esposa
y sus tres hijos. De acuerdo a Jorge Arias Gómez, quien le visitó en ese
tiempo, la familia vivía en estrechez económica por el modesto salario que
recibía Dalton. Aparte de esto, el poeta fue vapuleado tras ser objeto de un
asalto que le dejó con graves lesiones.
En Checoslovaquia conoció
al sindicalista salvadoreño Miguel Mármol, y fruto de sus conversaciones surgió
el libro Miguel Mármol. Los sucesos de 1932 en El Salvador. En 1967 se enteró
de la muerte de Ernesto Guevara, de quien escribió: Su desaparición física es
un hecho irreparable para el cual no debemos escatimar lágrimas de hombres y
revolucionarios; la actitud fundamental a que nos obliga su actual inmortalidad
histórica es la de hacernos verdaderamente dignos de su ejemplar
revolucionario.
De vuelta en
Cuba
Mientras se encontraba en
México en el año 1968, a Roque le indignó la invasión del ejército soviético a
Checoslovaquia; por lo que esperaba una condena de parte del Secretario General
del Partido Comunista de Cuba, Fidel Castro, lo que no ocurrió. Ese año regresó a Cuba donde
pidió su separación del PCS,
partido que se encontraba en crisis interna por la deserción de militantes que
posteriormente se sumarían a la lucha armada. También dedicó su tiempo a
las actividades literarias: publicó una selección de cuentos de
Salarrué y la Editorial
Universitaria de la Universidad de El Salvador, dirigida por Ítalo López
Vallecillos, imprimió la antología Poemas lo que se considera la primera consagración
de su obra en el país. Además escribió junto a Nina
Serrano la obra producida para la televisión cubana Dalton y cía donde tienen
protagonismo los «hermanos Dalton», personajes que engendraron varios
mitos sobre los ancestros del poeta.
Para 1969 su libro Taberna
y otros lugares, el más celebrado por los críticos de su obra, ganó el Premio de Poesía de Casa de
las Américas. Para
este tiempo había cambiado su admiración por Miguel Ángel Asturias,
al acusarlo de traición junto a otros intelectuales de izquierda por
haber aceptado el cargo de embajador durante el gobierno de Julio César Méndez
Montenegro.
La vida intelectual en la
isla se volvió intensa. Vivía en el barrio El Vedado de la ciudad de La Habana,
cerca de la sede de Casa de las Américas. En esos años logró terminar su obra
Un libro rojo para Lenin y Las historias prohibidas del pulgarcito. Sin
embargo, crecía el dilema personal de incorporarse al proceso revolucionario en
su país o dedicarse a su trabajo literario.
En 1970 creció su decisión
de integrarse a la lucha armada en El Salvador, tras renunciar al comité de
colaboración de Casa de las Américas. Ese año, dicha organización había
convocado al premio de poesía, por lo que invitaron a un grupo de intelectuales
extranjeros para que sirviera como jurado, uno de ellos era el nicaragüense
Ernesto Cardenal. Lo peculiar del caso era que algunos miembros del jurado
querían entrar en contacto con la realidad cubana, lo que Casa de las Américas
no compartía. En medio de estas discordancias se encontraba Roque Dalton quien
finalmente se mostró en desacuerdo con la actitud de las autoridades cubanas y
especialmente tuvo un altercado con Roberto Fernández Retamar.
Para 1972 se publicó su
libro Miguel Mármol.... También apareció publicado un artículo de su autoría en
la revista Marcha, donde denunciaba la intervención estadounidense en las
elecciones salvadoreñas de ese año en la que a la oposición le fue arrebatada
la victoria electoral en favor de los militares. Para 1973 se encontraba en
Chile, invitado por el gobierno de Salvador Allende, y en la revista Casa
apareció otro artículo en el que
protestó contra la
intervención militar en la
Universidad de El Salvador. Para este tiempo, se dice que intentó unirse a las
recién fundadas Fuerzas Populares de Liberación, pero fue rechazado por el
líder Salvador Cayetano Carpio quien creía que servía mejor a la causa como
poeta y escritor marxista que como combatiente.
Clandestino en
El Salvador
Para incorporarse al
movimiento revolucionario de su país, La Habana le contactó con Alejandro Rivas
Mira (de seudónimo Sebastián Urquilla), dirigente del Ejército Revolucionario
del Pueblo (ERP). Cuba brindaría apoyo a dicha organización y el enlace sería
el mismo Dalton como asesor de comunicaciones y de estrategia política y
militar. Se dice que arribó a El Salvador el día de Nochebuena
de 1973, y se identificó con un nombre diferente: Julio Delfos Marín (o también Julio Dreyfus
Marín). Se sabe que se sometió a cirugía plástica para
cambiar su rostro, la cual fue realizada por los mismos especialistas que
trataron al Ché Guevara cuando
ingresó a Bolivia. Para ese
entonces comenzó a escribir los Poemas clandestinos que se publicarían después de su muerte.
Asesinato
La pugna entre la corriente
militarista del ERP y sus opositores, tuvo como resultado el apresamiento de
Dalton y su compañero Pancho (José Armando Arteaga) —a quien supuestamente
instigó una conducta en «rebeldía»— el día 13 de abril.
Se dice que, ante la peligrosa situación, Eduardo Sancho y Lil Milagro Ramírez,
su compañera de vida en ese tiempo, trataron de convencerle de huir para salvar
su vida, pero él se negó, incrédulo, sobre la base de que aún tenía confianza
en sus compañeros.
Para el 1 de mayo se
escindió la llamada Resistencia Nacional del ERP, lo que provocó que la
dirigencia de este grupo ordenara la ejecución de varios de ellos, que al
parecer fueron fallidos. En consecuencia, se decidió la ejecución de Dalton y
Pancho, presuntamente el 10 de mayo. La orden partió de Alejandro Rivas Mira. Un
comunicado del ERP después del hecho consigna estas palabras: «La ejecución de Dalton
desencadenó una furiosa campaña de parte de
la “intelectualidad” pequeño burguesa...
piensan colocarse ellos como sector a través de la bandera de Dalton, poeta y
escritor, ya que es esto lo que vuelve importante su muerte y lo convierte en
el héroe cuando la verdad es que fue víctima y hechor de su propia muerte».
Se sabe que se le realizó
un juicio sumario en el que Eduardo Sancho fungió como su defensor. Además, se
dice que la acusación de pertenecer a la CIA se fundamentó en hechos
imprecisos, como un relato del libro Pobrecito poeta que era yo..., en el que
Dalton describe su captura y posterior interrogatorio por parte de agentes
estadounidenses.
Hasta ese momento, la misma
familia de Dalton desconocía su paradero, hasta que en el mes de septiembre un
comunicado de Casa de las Américas, a través de Radio Habana, confirmó su
muerte. Un periódico salvadoreño recogió esa noticia con esta descripción: «Dalton
ingresó con instrucciones de La Habana a la célula salvadoreña, pero aquí (en
El Salvador) lo encontraron muy moderado, “revisionista”, “vendido al
imperialismo”, “al servicio de la CIA” [...] Los informantes enfatizaron que
los asesinos son maoístas, o cheguevaristas, quienes encontraron al poeta fuera
de su línea, y como traidor, cosa inexplicable, concluyeron». En documentos posteriores
de la organización guerrillera, se reconoció que el señalamiento de
pertenecer a la CIA había sido «un montaje para eliminar a
alguien a quien solo podían acusar de ser un intruso y un aventurero. “Un
indisciplinado que era perjudicial y dañino para el proceso revolucionario
salvadoreño”».
La de Dalton no fue una
muerte cualquiera. No fue una más de la colección en la escalada de violencia
política que por esos años sacudía a El Salvador. La muerte de Dalton fue un
"punto de quiebre" de las divisiones dentro del mismo movimiento
guerrillero.
De acuerdo a un informe de
la Misión de observadores de las Naciones Unidas en El Salvador (Onusal) Dalton
habría sido ejecutado en El Playón, una zona de restos volcánicos del volcán de
San Salvador. Su cadáver y el de Pancho fueron dejados a la intemperie donde
los animales salvajes los devoraron. En contraparte, la familia del poeta ha
aseverado que el crimen tuvo lugar en una casa del barrio Santa Anita de San
Salvador y posteriormente abandonaron los cuerpos en aquel lugar. Arias Gómez
también dejó el testimonio que ambos fueron adormecidos con somníferos y posteriormente
asesinados. Hasta el mes de mayo de 1998 la Alcaldía de San
Salvador extendió la partida de defunción a los
familiares del poeta.
Los involucrados en la
decisión de ejecutar al poeta nada han revelado sobre las circunstancias en que
se desarrollaron los hechos. Para el mes de
mayo de 2010, los hijos de Dalton, Jorge y Juan José, interpusieron
una denuncia en contra de dos de los sobrevivientes de la dirigencia del ERP de
aquellos años, Jorge Meléndez y Joaquín Villalobos,
alegando un crimen de lesa humanidad, cargo que consideraban no era de
exclusivo del Estado como sujeto activo. Pero dos años después la demanda
fue desestimada por un juzgado de primera instancia y ratificado por un
tribunal de apelación, porque se consideró un delito común y por
tanto ya prescrito.
Humor
daltoniano
Para quienes le conocieron,
Roque Dalton tenía una «personalidad de gran magnetismo y un humor corrosivo». Reveladores son los pasajes que se han escrito
acerca de esta particularidad del poeta; por ejemplo, para Elena Poniatowska: Roquito
hacía reír hasta a las piedras, como lo escribió Eduardo Galeano. Hacía reír
porque rompía los lugares comunes. Nadie menos solemne que Roque Dalton, nadie
más capaz de hacer reír hasta las horas negras, más dispuesto a aventarse a
pecho abierto contra el peligro, nadie más accidentado.
Por su parte, Ernesto Cardenal
ha dejado esta impresión: Roque Dalton yo lo recuerdo riendo. Flaco, de un
blanco pálido, huesudo, narizón como yo, y siempre riendo. No sé por qué siempre
te recuerdo riendo, Roque Dalton. Un revolucionario reidor. No es que los
revolucionarios sean especialmente serios ni mucho menos, pero es que él era un
revolucionario especialmente reidor. Se reía en primer lugar de él mismo. Se
reía de cosas ridículas de El Salvador, y siempre estaba hablando de El
Salvador y es que quería muchísimo a su país, Pulgarcito. Se reía de la
burguesía salvadoreña naturalmente, y nos hacía reír a todos. Se reía de los
jesuitas con los que se había educado y en cuyo colegio había «perdido la fe»
(también se reía de esta expresión) para entrar al Partido Comunista y también
se reía de cosas de su Partido Comunista (pero de todos modos era su partido).
Y también Claribel Alegría
ha expresado: Su ética y su estética personales, forjadas en la incandescente
realidad de El Salvador, produjeron a un ser humano cuya poesía y vida personal
eran una sola cosa. Tenía el gran don del sentido del humor, se burlaba de
todo, empezando por sí mismo, y eso lo salvó de la mojigatería que suele acompañar
al fervor revolucionario.
Se dice que el argentino
Julio Cortázar aseveraba que «hablar con Roque era como vivir más intensamente,
como vivir por dos». Además, dejó este retrato
del poeta: Roque Dalton era un hombre que a los cuarenta años daba la impresión
de un chico de diecinueve. Tenía algo de niño, conductas de niño, era travieso,
juguetón. Era difícil saber y darse cuenta de la fuerza, la seriedad y la
eficacia que se escondían detrás de ese muchacho.
Inevitable que su humor se
trasladara a su poesía, Mario Benedetti señaló que la agudeza de Dalton,
plasmada en sus poemas, partía de una «verdad estricta», por lo que si el
lector se atiene a su humor poético, se puede caer en «el riesgo de dar una
imagen superficial de su actitud ante la vida». Específicamente, la
preocupación de Dalton fue su patria, El Salvador, con la que tuvo una relación
de amor/odio, hasta el punto de ridiculizarla, aunque en el fondo existía un
«imborrable trazo de amor».
Se afirma que los aportes
de Dalton «a la literatura nacional y latinoamericana son la incorporación del
humor al lenguaje poético, el sarcasmo en la metáfora, la burla en el
enfrentamiento político e ideológico con el sistema». Y es que Roque Dalton,
con su humor y el uso de elementos de la identidad salvadoreña, se enfrentó al
poder, incluso dentro de la misma izquierda revolucionaria, aunque esa irreverencia le llevara también a un trato
injusto de ciertas figuras como Alberto Masferrer o Hugo Lindo, como lo han
considerado algunas opiniones, entre ellas la de David Escobar Galindo.
Desde su exilio en México,
Dalton se convirtió en el autor más conocido de El Salvador, y era considerado
el líder de su generación: el «más audaz en términos estéticos y políticos», y
por tanto muy polémico. Dalton se ha considerado el máximo exponente de la
poesía social revolucionaria en El Salvador, el autor de
una de las producciones literarias más influyentes en la segunda
mitad del siglo XX en este mismo país; y una figura entre los mejores representantes de
la poesía en Latinoamérica.
Desde los años setenta,
años previos al estallido de la guerra civil salvadoreña, la leyenda alrededor
de la vida de Dalton comenzó a gestarse, pero al mismo tiempo su obra también
fue proscrita del país. Una vez finalizada la Guerra Fría, sus creaciones
vieron nuevamente la luz y no escapó de convertirse en un «producto más de
consumo.»
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Roque_Dalton
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