Ana Frank
Una vez fueron
descubiertos en su escondite, Ana y su familia fueron capturados y llevados a
distintos campos de concentración alemanes. El único superviviente de los ocho
escondidos fue Otto Frank, su padre. Ana fue enviada al campo de concentración
nazi de Auschwitz el 2 de septiembre de 1944 y, más tarde, al de Bergen-Belsen,
donde murió de tifus alrededor de mediados de febrero de 1945, unos dos meses
antes de que el campo fuera liberado. En 1947, apenas dos años después de terminada la
guerra, su padre publicó el diario bajo el título La casa de atrás.
Infancia
en Alemania
Annelies Marie Frank
nació en Fráncfort del Meno (Hesse, Alemania), la segunda hija de Otto Heinrich
Frank (1889-1980) y Edith Hollander (1900-1945), una familia de judíos
alemanes. La familia vivía en una comunidad asimilada de ciudadanos judíos y
otros que no lo eran; los niños se criaban con amigos católicos, protestantes y
judíos. Los Frank eran judíos reformistas (también llamados progresistas);
mantenían muchas tradiciones de la fe judía, pero no se ceñían demasiado a los
preceptos. De sus padres, la creyente era Edith. Otto, que había participado
como teniente del Ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial y ahora era
empresario, se ocupaba más de la formación de sus dos hijas. Disponía de una
amplia biblioteca privada y animaba a las chicas a leer. A Anne la comparaban
continuamente con su hermana Margot, tres años mayor que ella, y a quien se la
tenía por bondadosa, ejemplar y discreta, mientras que Anne tenía muchos intereses
y era extrovertida e impulsiva; se sentía en desventaja frente a Margot. Antes
de que la política antijudía de los nacionalsocialistas sembrara el desasosiego
en su vida y acabará por destruirla por completo, Anne vivía en Francfort una
vida plácida con su familia y sus amigos. Tuvo ocasión de visitar a Alice
Frank, su abuela paterna, en Basilea. Según el relato de su primo Bernhard, era
una niña que no paraba de reír.
El 13 de marzo de 1933,
unas pocas semanas antes de la toma del poder por parte de Hitler, el NSDAP
alcanzó la mayoría en las elecciones municipales de Francfort, e inmediatamente
hubo manifestaciones antisemitas. Otto Frank se dio cuenta de los grandes
problemas que se les venían encima. El mismo año, Edith se mudó con las niñas a
Aquisgrán a casa de su madre. Al principio, Otto se quedó en Francfort, pero
luego le ofrecieron montar en Ámsterdam una sucursal de Opekta, una empresa
alemana, y él se fue a los Países Bajos a poner en marcha los negocios y
preparar todo para la llegada de su familia. Los Frank perdieron allí su
ciudadanía alemana por aplicación de la Ley sobre los ciudadanos del Reich.
Exilio
en Ámsterdam
En 1934 la madre de Anne
se trasladó con sus dos hijas a Ámsterdam, donde su marido Otto llevaba ya
varios meses preparando sus negocios y la futura vida de su familia. Se fueron
a vivir a un barrio nuevo al sur de la ciudad, Rivierenbuurt, donde ya se
habían instalado numerosas familias judías procedentes de Alemania, que se
sentían más seguras en los Países Bajos que en lo que era en realidad su
patria.
En el exilio, los padres
continuaron preocupándose por la formación de sus hijas. Margot iba a una
escuela pública y Anne a una Montessori, también pública. Margot tenía
estupendos resultados en matemáticas, y a Anne se le daba bien la lectura y la
escritura. Una de sus mejores amigas, Hannah Goslar, a quien llamaban Hanneli,
contó posteriormente que Anne a menudo escribía en secreto y no quería decir
nada del contenido. Sus recuerdos dieron lugar a un libro de Alison Leslie
Gold, publicado en 1998. Otra
amiga, Jacqueline van Maarsen, también relató algunos años después sus vivencias con
Anne. En el verano de 1935 y 1936 Anne pasó unas vacaciones despreocupadas con su tía abuela en Suiza, y
también
hizo amistades allí.
A partir de 1933, Otto
Frank estuvo a cargo de la sucursal holandesa de la empresa alemana Opekta. En
1938 fundó junto con su amigo Hermann van Pels, un carnicero que también había
huido con su familia judía, otra empresa dedicada a la venta de especias. Otto
hacía grandes esfuerzos por asegurarse unos ingresos, pues fue testigo de cómo
el banco de su padre, que ya había salido debilitado de la crisis económica
mundial de 1929, fue expropiado por los nacionalsocialistas.
En 1939 la abuela de Ana
(madre de su madre Edith) se mudó a Ámsterdam con los Frank y se quedó con
ellos hasta que falleció en 1942. Su familia se enteró, de primera mano, de la
manera tan despiadada en que actuaban los nacionalsocialistas por el hermano de
Edith, Walter Holländer, a quien detuvieron en la "noche de los cristales
rotos" y llevaron al campo de concentración Sachsenhausen, antes de
permitirle viajar a los Países Bajos con una autorización especial. Sin
embargo, Otto Frank mantenía su optimismo, incluso tras enterarse de las sinagogas
incendiadas. Calificó este suceso como un ataque de fiebre que haría entrar en
razón a todos los participantes. Pero su esperanza se trocó en miedo cuando, en
septiembre de 1939, el ataque a Polonia hizo estallar la Segunda Guerra
Mundial.
A los judíos exiliados
les preocupaba la amenaza que el ansia de expansión de Hitler podía suponer
para los Países Bajos, los cuales intentaban mantenerse neutrales. El 10 de
mayo de 1940, la Wehrmacht alemana atacó y ocupó el país. Las tropas
neerlandesas se rindieron y la Reina Guillermina huyó a Londres, donde se
exilió. Enseguida quedó patente que a los judíos residentes en Holanda les
esperaba el mismo destino que a los de los otros territorios ocupados. Otto y
Edith Frank vieron que ya no podían ocultarles a sus hijas la situación
política. Hasta entonces, los padres habían intentado mantenerlas al margen y
simular una cierta normalidad, pero ahora Ana estaba hecha un lío. Su carácter
combativo la solía llevar a no plegarse; estaba acostumbrada a imponer sus puntos
de vista. Otto intentó varias veces que le concedieran asilo en Estados Unidos
o en Cuba, entre otros con la ayuda de su amigo Nathan Straus, quien tenía
contactos con la primera dama Eleanor Roosevelt, pero no tuvo éxito.
Cada vez había más leyes
"anti-judíos"; les quitaban sus derechos, se les excluía de la vida
social y de todas las instituciones públicas. Para Ana, que coleccionaba con
entusiasmo fotos de las estrellas de Hollywood, fue especialmente duro que le
prohibieran ir al cine. Tuvo que ir a una escuela especial, el Liceo, lo cual
supuso separarse de muchos amigos. Todos los judíos estaban obligados a acudir
a que los registraran; a ellos y después incluso a sus bicicletas. Cuando se
les hizo llevar la cruz judía, muchos neerlandeses se solidarizaron con ellos.
Pero por otra parte se constituyó un partido nacionalsocialista neerlandés.
Para proteger a su empresa de las estrictas inspecciones a las que se las
sometía, Otto Frank le cedió la dirección, sobre el papel, a dos colaboradores
suyos que eran arios.
Al cumplir trece años,
el 12 de junio de 1942, Ana recibió de regalo un pequeño diario, un cuaderno a
cuadros rojos y blancos que ella le había señalado a su padre en un escaparate
unos días antes. Ese mismo día, Ana comenzó a hacer anotaciones en lengua neerlandesa,
describiéndose a sí misma y a su familia, así como su vida diaria en casa y en
el colegio.
El
escondite en la casa trasera
Otto Frank había
preparado un escondite en la parte trasera de la empresa, en el número 263 de
Prinsengracht, como le había sugerido uno de sus colaboradores. El edificio
principal cerca de la iglesia Westerkerk no llamaba la atención; era viejo y
típico de ese barrio de Ámsterdam. La casa de atrás era una construcción de
tres plantas unida a la fachada posterior del edificio principal. En el primer
piso había dos habitaciones pequeñas con baño y WC, por encima una habitación
grande y otra pequeña, y en esta última había una escalera de mano que llevaba
a la buhardilla. En total eran unos 50 metros cuadrados. Delante de las oficinas
había un pasillo, en el cual, oculta tras una estantería de libros, una puerta
se abría hacia una escalera empinada que llevaba a la casa trasera.
Otto Frank le había
pedido ayuda, anteriormente, a su secretaria Miep Gies (de soltera, Hermine Santrouschitz).
Si bien ella tenía que contar con ser castigada en caso de que fueran
descubiertos los judíos escondidos, accedió y asumió una difícil
responsabilidad. Junto con su marido Jan Gies, los colaboradores de Otto,
Kugler y Kleiman, así como Bep Voskuijl, ayudó a los habitantes de la casa
trasera.
La situación de la
familia Frank se tornó aguda cuando el 5 de julio de 1942 Margot Frank recibió
una llamada de la "unidad central para emigración judía en
Ámsterdam", que ordenaba su deportación a un campo de trabajo. Si Margot
no hubiese acudido, habrían detenido a toda la familia. A raíz de la llamada,
Otto Frank decidió trasladarse antes de lo previsto al escondite con su
familia. Como los judíos no podían utilizar los transportes públicos, tuvieron que
caminar varios kilómetros desde su casa hasta el refugio, portando cada uno
todas las vestimentas que podía, dado que no debían correr el riesgo de ser
vistos con equipajes. Al día siguiente, el 6 de julio, empezó para toda la
familia una vida oculta, ya que parecía imposible huir de los Países Bajos,
ahora ocupados. Helmut Silberberg, amigo de Ana, fue a visitarlos a su casa y
se encontró con que ya no estaban. Para disimular, la familia había dejado
desordenada su vivienda anterior, y habían abandonado un papel del que se podía
deducir una huida repentina a Suiza. Una semana más tarde, la familia van Pels
entró también en la casa trasera, como hizo después en noviembre de 1942 el
dentista Fritz Pfeffer. Inicialmente, tenían la esperanza de recobrar la libertad
al cabo de unas pocas semanas, pero pasaron más de dos años escondidos allí.
Durante todo este tiempo no pudieron salir a la calle, y tenían que tener
cuidado de no hacer ruidos que se pudieran oír desde fuera. El ambiente era
tenso, y los refugiados vivían con miedo e incertidumbre, lo cual daba lugar a
continuas tensiones. Los conflictos personales se hacían cada vez más visibles.
A Ana le molestaba tener que compartir la habitación con Fritz Pfeffer, y ver
su privacidad limitada. Ella a menudo discutía con su madre, cada vez más
desesperada, lo cual chocaba con la manera de ser de la hija, y Otto intentaba
que recuperaran la calma. Para Ana fue especialmente difícil pasar su
adolescencia, época caracterizada por una actitud rebelde, encerrada con sus
padres y obligada a adaptarse a ellos.
Miep Gies no solo traía
alimentos, sino también noticias de la guerra. A medio día, los ayudantes
comían junto con los refugiados, y al final de la tarde, cuando los otros
empleados de la empresa habían abandonado el edificio, Ana y los demás podían
acudir a la casa principal, donde escuchaban la BBC. Las noticias eran
preocupantes: el 17 de julio de 1942 salió el primer tren con destino al campo
de concentración de Auschwitz, y se privó a los judíos de la nacionalidad.
Ana leyó muchos libros
durante este tiempo, que le sirvieron para mejorar su estilo y convertirse en
una escritora autónoma. Su habilidad para la escritura fue aumentando, al igual
que su confianza en sí misma como autora. Ella tenía sus dudas sobre si Otto
realmente amaba a Edith; sospechaba que se había casado con ella por mera
conveniencia. Ana, por su parte, comenzó a interesarse por Peter van Pels, un
chico al que inicialmente había descrito como tímido y aburrido. Pero la
relación terminó tras un episodio de pasión. Del diario también se desprende
que Ana estaba al tanto de las deportaciones y del dinero que ofrecían de
recompensa por delatar a judíos, y de lo cual ella fue víctima pocos días
después de su última anotación en el diario.
En el escondite había
ocho personas: sus padres, Otto y Edith Frank; ella y su hermana mayor Margot;
Fritz Pfeffer, un dentista judío (al que Ana dio el nombre de Albert Dussel en
su Diario), y la familia van Pels (identificada como van Daan en el Diario),
formada por Hermann y Auguste van Pels, y el hijo de ambos, Peter. Durante
aquellos años, Ana escribió su Diario, en el que quedaba constancia de su miedo
a vivir escondida durante años, sus nacientes sentimientos hacia Peter, los
conflictos con sus padres y su vocación de escritora. Pocos meses antes de ser
descubiertos, empezó a reescribir su Diario con la idea de publicarlo tras la
guerra.
Ana, su familia y los
acompañantes fueron arrestados por la Grüne Polizei ("policía verde")
el 4 de agosto de 1944 y un mes después, el 2 de septiembre, toda la familia
fue trasladada en tren de Westerbork (campo de concentración en el noreste de
los Países Bajos) hacia Auschwitz, viaje que les llevó tres días. Mientras
tanto, Miep Gies y Bep Voskuijl, dos de las personas que los habían protegido
mientras estuvieron escondidos, encontraron y guardaron el Diario y otros
papeles de Ana.
Desde su captura, se
creyó que la familia fue delatada por un colaborador de la Gestapo; sin
embargo, hay investigaciones que afirman que el descubrimiento de los ocupantes
fue casual, ya que los agentes de las SS estaban investigando delitos de empleo
ilegal en el edificio; y que la persecución de judíos no era su objetivo.
Ana, Margot y Edith
Frank, la familia van Pels y Fritz Pfeffer no sobrevivieron a los campos de
concentración nazis (aunque Peter van Pels murió durante las marchas entre
campos). Margot y Ana pasaron un mes en Auschwitz II-Birkenau y luego fueron
enviadas a Bergen-Belsen, donde murieron de tifus en marzo de 1945, poco antes
de la liberación. Solo Otto logró salir del Holocausto con vida. Miep le dio el
diario, que él
editaría
con el fin de publicarlo con el título Diario de Ana Frank, y que
finalmente ha sido publicado en 70 idiomas.
Víctor Kugler (en ediciones antiguas nombrado como Kraler), Johannes Kleiman (Koophuis), Miep Gies y Elisabeth ''Bep'' Voskuijl eran los únicos empleados que sabían del escondite y, junto con Jan, el esposo de Gies, y Johannes Hendrik Voskuijl, el padre de Bep Voskuijl, eran quienes ayudaban a los Frank a sobrevivir durante su confinamiento. Ellos eran el único contacto entre el exterior y los ocupantes de la casa, y los mantenían informados de las noticias de la guerra y de los eventos políticos. Eran también los proveedores de todo lo necesario para la seguridad y supervivencia de la familia; el abastecimiento de comida resultaba cada vez más difícil a medida que el tiempo transcurría. Ana escribió sobre la dedicación y sobre los esfuerzos para levantarles el ánimo durante los momentos más peligrosos. Todos eran conscientes de que dar refugio a judíos se penaba en aquel momento con la muerte.
A finales de julio, se
les unió la familia Van Pels (Van Daan): Hermann, Auguste y Peter de 16 años, y
más tarde, en noviembre, llegó Fritz Pfeffer (Albert Dussel), dentista y amigo
de la familia. Ana escribió sobre lo bueno que era tener otras personas con
quienes hablar, pero las tensiones rápidamente se presentaron en este grupo de
personas que debían convivir confinados en este escondite. Luego de compartir
su habitación con Pfeffer, Ana terminó por considerarlo insoportable, y se
peleó con Auguste van Pels, a quien consideraba fuera de sus cabales. Su
relación con su madre se hizo difícil también y Ana escribió que sentía tener
poco en común con ella por ser su madre demasiado abstraída. Algunas veces
discutió con Margot, y escribió sobre un lazo inesperado que se había
desarrollado entre ellas, aunque a quien se sentía más cercana era a su padre.
Tiempo más tarde, también comenzó a apreciar la gentileza de Peter van Pels, y
hasta llegaron a tener sentimientos románticos.
Ana pasaba la mayor parte
de su tiempo leyendo y estudiando, al tiempo que continuaba escribiendo en su
diario. Además de narrar los hechos transcurridos, Ana escribía sobre sus
sentimientos, creencias y ambiciones, temas de los que no hablaba con los
demás. Al sentirse más segura sobre su forma de escribir, al mismo tiempo que
crecía y maduraba, trataba temas más abstractos, como sus creencias en Dios, o
sobre cómo definía ella la naturaleza humana. Escribió regularmente hasta su
anotación final, el 1 de agosto de 1944.
Arresto
y muerte
La mañana del 4 de
agosto de 1944 la Grüne Polizei (o Gestapo) asaltó la achterhuis. Originalmente
se creyó que un informador de la Gestapo había dado aviso sobre el escondite,
pero investigaciones recientes mencionan que es posible que el descubrimiento
haya sido de manera casual. Conducido por el sargento del Cuerpo de Protección (SS) Karl Silberbauer,
de la Sección
IVB4 del Servicio de Seguridad (SD), el grupo contaba al menos con tres agentes
de la Policía
de Seguridad. Los inquilinos fueron introducidos en camiones y trasladados para
someterlos a interrogatorio. Victor Kugler y Johannes Kleiman fueron
encarcelados, pero a Miep Gies y Bep Voskuijl les permitieron marcharse. Más
tarde regresarían a la achterhuis, donde encontraron las anotaciones de Ana
desparramadas por el suelo. Las recogieron, así como varios álbumes de fotos de
la familia, y Gies se propuso devolvérselos a Ana cuando la guerra hubiese
terminado.
Llevaron a los detenidos
de la casa a un campo en Westerbork, aparentemente un campo de tránsito por el
que hasta ese momento habían pasado más de 100 000 judíos. Una vez allí, los
ocho escondidos fueron calificados como "criminales" por no acatar la
orden de presentarse voluntariamente a trabajos forzados, y haberse escondido.
Fueron llevados a los "Barracones S", una zona del campo que estaba
separada del resto por una gran cerca de púas. Se les prohibió el uso de sus
propias ropas, y se les dio un uniforme azul con parches rojos y de calzado
unos zuecos. Aunque los hombres y mujeres estaban en barracas distintas, podían
verse durante la tarde y la noche.
El 2 de septiembre, el
grupo fue deportado, en el que sería su último traslado, desde Westerbork hasta
el campo de concentración de Auschwitz. Tras tres días de viaje llegaron a su
destino, y los hombres y mujeres fueron separados según su sexo, para no
volverse a ver más. De los 1019 recién llegados, 549 –incluyendo niños menores
de 15 años– fueron seleccionados y enviados directamente a las cámaras de gas,
en las que fueron asesinados. Ana había cumplido 15 años tres meses antes y se
libró, y aunque todos los de la achterhuis sobrevivieron a la selección, Ana
creyó que su padre había sido asesinado.
Junto con las otras
mujeres no seleccionadas para la muerte inmediata, Ana fue obligada a
permanecer desnuda para desinfectarla, le raparon la cabeza y le tatuaron un
número de identificación en el brazo. Durante el día empleaban a las mujeres en
realizar trabajos forzados y por la noche las hacinaban en barracones
frigoríficos. Las enfermedades se propagaban velozmente y en poco tiempo Ana
terminó con la piel cubierta de costras.
El 28 de octubre comenzó
la selección para reubicar a las mujeres en Bergen-Belsen. Más de 8000 mujeres,
entre ellas Ana Frank, Margot Frank y Auguste van Pels, fueron trasladadas,
pero Edith Frank se quedó atrás. Se levantaron tiendas para acoger a los
prisioneros, entre ellos Ana y Margot. Con el aumento de la población, se
incrementó rápidamente la tasa de mortalidad debido a enfermedades. Ana pudo
juntarse por un breve periodo con dos amigas, Hanneli Goslar (llamada «Lies» en
el diario) y Nanette Blitz, quienes sobrevivieron a la guerra. Contaron cómo
Ana, desnuda salvo por un trozo de manta, les explicó que, infestada de piojos,
se había despojado de sus ropas. La describieron como calva, demacrada y
temblorosa, pero, a pesar de su enfermedad, les dijo que estaba más preocupada
por Margot, cuyo estado parecía más grave. Goslar y Blitz no llegaron a ver a
Margot, que permaneció en su litera, demasiado débil. Asimismo, Ana les dijo
que estaban solas, y que sus padres habían muerto.
En febrero de 1945, una
epidemia de tifus se propagó por todo el campo; se estima que terminó con la
vida de 17 000 prisioneros. Los testigos contaron más tarde que Margot,
debilitada como estaba, se cayó de su litera y murió como consecuencia del
golpe, y que pocos días después Ana también murió, alrededor de mediados de
febrero. Unos dos meses después el campo sería liberado por tropas británicas,
el 15 de abril de 1945.
Tras la guerra, de los
aproximadamente 110 000 judíos que fueron deportados desde los Países Bajos
durante la ocupación nazi, solo 5000 habían sobrevivido. De los ocho inquilinos
de la achterhuis, solo el padre de Ana salió con vida. Herman van Pels fue
gaseado justo tras la llegada del grupo a Auschwitz-Birkenau el 6 de septiembre
de 1944. Su esposa Auguste murió entre el 9 de abril y el 8 de mayo de 1945 en
Alemania o en Checoslovaquia. Su hijo Peter falleció el 5 de mayo de 1945 en el
campo de concentración de Mauthausen, Austria, después de ser trasladado
andando desde Auschwitz.
El Dr. Friedrich Pfeffer
(o Sr. Dussel) murió el 20 de diciembre de 1944 en el campo de concentración de
Neuengamme. La madre de Ana, Edith Hollander, falleció el 6 de enero de 1945 en
Birkenau. Johannes Kleiman y Victor Kugler, socios comerciales de Otto Frank
que habían ayudado a los anteriores mientras permanecieron escondidos, fueron
arrestados por ayudar a la familia Frank. Ambos fueron sentenciados a realizar
un Arbeitseinsatz (servicio de trabajo) en Alemania, y sobrevivieron a la
guerra.
Otto Frank sobrevivió y
regresó a Ámsterdam. Fue informado del fallecimiento de su esposa y del
traslado de sus hijas a Bergen-Belsen, quedando con la esperanza de que
lograran sobrevivir. En julio de 1945, la Cruz Roja confirmó las muertes de Ana
y Margot, y fue solo entonces cuando Miep Gies le dio el Diario. Tras leerlo,
Otto comentó no haberse dado cuenta de cómo Ana había mantenido un registro tan
exacto y bien escrito de su estadía juntos. Tratando de cumplir póstumamente el
deseo de Ana expresado en el Diario de convertirse en escritora, decidió
intentar publicarlo. Al preguntársela muchos años después sobre su primera
reacción, respondió sencillamente: «Nunca supe que mi pequeña Ana era tan
profunda».
El Diario de Ana se
inicia como una expresión privada de sus pensamientos íntimos, expresando la
intención de nunca permitir que otros lo leyeran. Describe cándidamente su
vida, su familia y compañeros y su situación, mientras empieza a reconocer su
ambición de escribir novelas y publicarlas. En el verano de 1944, escuchó una
transmisión de radio de Gerrit Bolkestein —miembro del gobierno neerlandés en
el exilio— que decía que al terminar la guerra crearía un registro público de la
opresión sufrida por la población de su país bajo la ocupación alemana.
Mencionó la publicación de cartas y diarios, de manera que Ana decidió que
contribuiría con su Diario. Comenzó a corregir su escritura, a eliminar
secciones y a reescribir otras, en vistas a una posible publicación. A su
cuaderno original, anexó varios cuadernos adicionales y hojas sueltas. Creó
pseudónimos para los miembros del grupo y sus benefactores. La familia van Pels
se convirtió en Hermann, Petronella y Peter van Daan; Fritz Pfeffer pasó a
llamarse Albert Dussel. Otto Frank utilizó la versión original del Diario,
conocida como «versión A», y la versión corregida, conocida como «versión B»,
para producir la primera versión para ser publicada. Retiró algunos pasajes,
sobre todo aquellos en los que se refería a su esposa en términos poco
halagadores, así como secciones en las que hablaba de detalles íntimos respecto
a su floreciente sexualidad. Restauró las verdaderas identidades de su familia,
pero retuvo los pseudónimos de las otras personas.
Frank llevó el diario a
la historiadora Anne Romein, quien intentó publicarlo, sin éxito. Luego se lo
pasó a su esposo Jan Romein, quien escribió un artículo sobre el libro con el
título de «Kinderstem» («La voz de una niña») en el periódico Het Parool el 3
de abril de 1946. Escribió que el diario «pausadamente expresado en la voz de
una niña, muestra todos los odios del fascismo, mejor que todas las evidencias
de los juicios de Núremberg juntas». Su artículo atrajo la atención de los editores y el
Diario fue publicado en los Países Bajos en 1947 por el editor Contact, de
Ámsterdam, bajo el título Het Achterhuis (La casa de atrás). Fue reimpreso en
1950. En abril de 1955 apareció la primera traducción del diario en español
bajo el título Las habitaciones de atrás (traducción de Mª Isabel Iglesias,
editorial Garbo, Barcelona).
Portada
del libro.
Albert Hackett escribió
una pieza de teatro basada en el Diario, estrenada en Nueva York en 1955, que
recibió el Premio Pulitzer de Teatro. La pieza fue llevada al cine en 1959 con
el título El diario de Ana Frank. Fue protagonizada por la actriz Millie
Perkins, y Shelley Winters, que caracterizó a la señora Van Pels, consiguiendo
el Óscar a Mejor Actriz Secundaria, que entregó a la Casa de Ana Frank. La
película obtuvo una buena acogida y se hizo acreedora de otros dos premios
Óscar. Sin embargo, no se convirtió en un gran éxito de taquilla, aunque
despertó tal atención que aumentó el interés mundial por el libro. El Diario
fue creciendo en popularidad con el pasar de los años, y hoy es lectura
obligatoria en bachillerato de varios países y en varios estados de los Estados
Unidos. En febrero de 2008 se estrenó
en Madrid el musical El Diario de Ana Frank - Un Canto a la Vida, siendo la
primera vez que la Fundación Ana Frank cedía los derechos a una empresa para
representar un musical sobre Ana Frank y su obra en todo el mundo.
En 1986, se publicó una
edición crítica del Diario. Esta edición compara secciones originales con
secciones modificadas por el padre, e incluye una discusión relativa a su
autenticidad así como datos históricos sobre su familia.
En 1988, Cornelis Suijk
—antiguo director de la Fundación Ana Frank y presidente de la Fundación para
la educación sobre el Holocausto de los Estados Unidos— anunció que había
obtenido cinco páginas que habían sido eliminadas por Otto Frank del Diario antes
de su publicación. Suijk afirma que Otto Frank le entregó esas páginas poco
antes de su muerte en 1980. Las páginas eliminadas contienen comentarios muy
críticos de Ana Frank hacia la relación matrimonial de sus padres y hacia su
madre. La decisión
de Suijk de reclamar derechos de autor sobre las cinco páginas para con ello
financiar su fundación en los Estados Unidos causó controversia. El Instituto
Neerlandés de Documentación de Guerra, actual propietario del manuscrito,
solicitó que le fueran entregadas las páginas faltantes. En 2000 el Ministerio
Neerlandés de Educación, Cultura y Ciencia accedió a donar 300 000 dólares a la
fundación de Suijk y las páginas fueron entregadas en 2001.
Desde entonces, han sido incluidas en las nuevas ediciones del Diario.
La Casa de Ana Frank
abrió sus puertas el 3 de mayo de 1960. Consiste en el almacén Opekta, las oficinas
y la achterhuis, sin amueblar, para que los visitantes pudiesen caminar
libremente por todas las habitaciones. Se conservan algunas reliquias
personales de sus antiguos inquilinos, por ejemplo, las fotografías de
estrellas de cine pegadas en la pared por Ana, una porción del papel pintado
sobre el que Otto Frank marcaba la altura de sus hijas mientras crecían y un
mapa en la pared sobre el que registró el avance de las fuerzas aliadas, todo
ello protegido ahora por láminas de plexiglás. Desde la pequeña habitación que
fuera una vez hogar de Peter van Pels, un pasillo conecta el edificio con sus
construcciones vecinas, también adquiridas por la Fundación. Estos otros
edificios guardan el Diario, así como exposiciones no permanentes que describen
diversos aspectos del Holocausto y muestras más contemporáneas de la
intolerancia racial en diversos lugares del mundo. Se ha convertido en una de
las principales atracciones turísticas de los Países Bajos, y cada año la
visitan más de medio millón de personas.
Actualmente la Casa de
Ana Frank cuenta con cinco organizaciones asociadas: en el Reino Unido,
Alemania, Estados Unidos, Austria y Argentina, que además de funcionar como
facilitadores de las actividades educativas de la Casa de Ana Frank (como la
exposición itinerante «Ana Frank una historia vigente») llevan adelante
actividades educativas propias.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Ana_Frank
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