John Maynard Keynes
Nació en una familia acomodada
de reputado nivel cultural. Sus padres eran John Neville Keynes, profesor de
economía y filosofía en la Universidad de Cambridge y Florence Ada Brown, una de
las primeras mujeres que logró estudiar en las universidades británicas, autora
y precursora de la asistencia social que llegó a ser alcaldesa de Cambridge en
1932. Su hermana Margaret (1885-1974) contrajo matrimonio con el ganador del
premio Nobel en fisiología Archibald Hill y su hermano menor Geoffrey Keynes
(1887-1982) fue cirujano y gran bibliófilo.
En 1897, obtuvo una beca
para estudiar en el Colegio Eton. En 1902, ingresó en el King's College en la
Universidad de Cambridge, donde estudió matemáticas y teoría de probabilidades,
orientándose luego hacia la economía por consejo de sus maestros Alfred
Marshall y Arthur Pigou.
Durante su estancia como
estudiante universitario en Cambridge, frecuentó el grupo de los llamados
Apóstoles y de ahí pasó al denominado Círculo de Bloomsbury, grupo intelectual
y artístico que proponía un nuevo orden social, contrario a los principios
morales victorianos y del que formaban parte, entre otros, el escritor Lytton
Strachey, Leonard, Virginia Woolf y el pintor Duncan Grant, con quien Keynes
mantuvo una relación durante varios años.
La fascinación
homoerótica de Keynes por Serguéi Diáguilev lo llevó a conocer en octubre de
1918 a Lidia Lopujova, una bailarina rusa de su compañía Ballets Rusos,
con quien contrajo matrimonio luego de un viaje por Taiwán.
Tras un breve periodo
trabajando en el servicio administrativo británico para la India, en 1909 entró
como profesor en el King's College de Cambridge, donde enseñaría economía hasta
su muerte.
El
comienzo de su carrera
En 1906 fue nombrado
funcionario público del Home Civil Service. Fue destinado a la Indian Office,
donde acumuló un profundo conocimiento del sistema financiero indio. Producto
de su estancia en este departamento escribió en 1913 Moneda y finanzas en la India.
Después de considerar decepcionante su trabajo en esta oficina, en junio de
1908 renunció a su puesto para trabajar en la Universidad de Cambridge en
teoría de probabilidades. En 1909 consiguió una plaza de profesor en la cátedra
de Pigou de esta universidad. En 1911 fue nombrado editor de la revista
económica Economics Journal y durante los años 1913 y 1914 fue miembro de la
Royal Commission on Indian Finance and Currency.
En 1916 comenzó a
trabajar como consejero del Ministerio de Hacienda británico (HM Treasury).
Entre sus responsabilidades se encontraba el diseño de los contratos
crediticios entre el Reino Unido y sus aliados continentales durante la guerra,
y los sistemas de adquisiciones exteriores. En 1919, tras finalizar la primera
guerra mundial, formó parte de la delegación británica en la Conferencia de Paz
de París, puesto del que dimitió ese mismo año por estar disconforme con el
régimen abusivo de indemnizaciones y reparaciones que se imponían a Alemania,
que consideraba una «Paz cartaginesa».
Sobre este tema escribió,
en 1919, el libro Las consecuencias económicas de la paz, en el que anunciaba
las implicaciones y consecuencias de las condiciones económicas impuestas a
Alemania en el Tratado de Versalles.
En 1919, regresó a la
Universidad de Cambridge, pero compartía su tiempo entre sus estancias en el
domicilio familiar de la calle Harvey en Cambridge y el 46 de Gordon Square en
Londres, ciudad donde ejercía un intenso conjunto de actividades. Fue miembro
de varios consejos de administración de empresas financieras y aseguradoras,
dirigía el semanario Nation and Athenaeum y Economic Journal y participaba en
el Consejo asesor económico del primer ministro británico. Keynes también fue
un inversor de éxito, logrando hacerse con una gran fortuna (después de
afianzarse como economista, ya que en su juventud sufrió grandes pérdidas que
debieron ser cubiertas por su padre). Durante el Crack del 29 casi queda en
bancarrota, pero pudo recuperarse en poco tiempo.
Se lo considera un gran
bibliófilo, en especial por lo que respecta a las ediciones originales de las
obras de Isaac Newton. Estaba interesado en la literatura en general y el drama
en particular. Se constituyó en empresario del Teatro de Artes de Cambridge,
labor en la que puso gran entusiasmo (cierto día que el portero estaba ausente
se le pudo ver a él mismo cortando las entradas en el hall). Gracias a esto, la
institución se convirtió durante un tiempo en el más importante escenario
británico fuera de Londres. En 1925, contrajo matrimonio con la bailarina rusa
Lidia Lopujova.
Bertrand Russell dijo de
Keynes: «Es la mente más aguda y más clara que jamás conocí. Cuando discutía
con él, sentía que mi vida pendía de un hilo y raramente terminaba sintiéndome
algo muy diferente a un estúpido». Otro conocido comentario que Keynes hizo a
su mujer fue que había «encontrado a Dios en el tren de las 5:15» cuando
recibía a Ludwig Wittgenstein, el protegido de Russell, para su estancia en
Cambridge.
Muerte
Keynes murió el 21 de
abril de 1946 a causa de un infarto. Sus problemas cardíacos se agravaron por
la presión de su trabajo en los problemas financieros internacionales de la
posguerra. El hermano de Keynes, Sir Geoffrey Keynes (1887-1982), fue un
distinguido cirujano, profesor universitario y bibliófilo. Sus sobrinos fueron
el fisiólogo Richard Keynes (1919-2010) y Quentin Keynes (1921-2003),
aventurero y bibliófilo.
Obras
Tratado sobre
probabilidades
Tratado sobre la reforma
monetaria
Teoría general del
empleo, el interés y el dinero
¿Cómo pagar la guerra?
Obras
menores
Keynes escribió Ensayos
en biografía y Ensayos en persuasión, el primero aportando retratos de
economistas y otras personas notables, mientras que el segundo presenta algunos
de los intentos del autor de influir en los formadores de políticas durante la
Gran Depresión. Keynes fue editor jefe para el Economic Journal desde 1912.
La brillante actuación
de Keynes como inversor bursátil está demostrada por la información pública del
fondo que administró en nombre del King's College de Cambridge.
Desde 1928 a 1945, a
pesar de recibir un gran golpe durante el Crack de Wall Street de 1929, el
valor del fondo de Keynes mostró un considerable crecimiento anual promedio de
13,2%, comparado con un nivel general en el mercado del Reino Unido que se
redujo en un promedio del 0,5% anual
El enfoque generalmente
adoptado por Keynes con sus inversiones lo resumió él mismo en:
1. Una tenencia firme de estas relativamente grandes cantidades
contra viento y marea, quizás por varios años, hasta que, o bien han satisfecho
la expectativa que se tenía sobre ellas o sea evidente que su compra fue un
error.
2. Una posición equilibrada de la inversión, es decir, una
variedad de riesgos a pesar de que las tenencias individuales sean grandes, y
riesgos contrapuestos si es posible (por ejemplo, una tenencia de oro entre
otras inversiones en acciones, ya que probablemente se moverán en direcciones
opuestas cuando haya fluctuaciones generales.
Keynes argumentó que:
Invertir es
intolerablemente aburrido y demasiado exigente para cualquiera que esté exento
del instinto apostador; mientras que quien lo tiene debe pagar a esta
propensión el precio adecuado.
Compañías industriales
bien manejadas, como regla, no distribuyen el total de sus beneficios a sus
accionistas. En los buenos años, si no en todos los años, retienen parte de sus
beneficios y los reinvierten en sus negocios. Por ende, hay un elemento de
interés compuesto operando en favor de una inversión industrial razonable.
Principales
contribuciones al pensamiento económico
En su obra principal,
Teoría general del empleo, el interés y el dinero, Keynes escribió sus
opiniones en lo referente al empleo, teoría monetaria, y el ciclo de comercio,
entre otros temas. Su obra dedicada al empleo se oponía a todo lo que los
economistas clásicos habían enseñado. Keynes decía que la causa real del
desempleo era el insuficiente gasto en inversión. Creía que la cantidad de
trabajo entregada es diferente cuando el decrecimiento en los salarios reales
(el producto marginal del trabajo) se debe al decrecimiento del salario
monetario, que en el caso cuando se debe a un incremento del nivel de precios,
asumiendo que el salario monetario se mantenga constante.
Se puede sintetizar su
aporte en el concepto de que cuando la demanda deviene transitoriamente más
pequeña, ello puede tener como consecuencia, en determinados contextos
institucionales, el que la oferta también se contraiga; con lo que resultaría
un nuevo equilibrio del mercado, pero habiendo perdido el mercado mismo cierta
magnitud entre ambos momentos.
En su teoría, el
desencadenante de esos movimientos en la demanda y la oferta es el mercado de
capital. La demanda de capital transitoriamente deviene menor, a partir de lo
cual la oferta de capital le sigue mímicamente a la baja, en vez de mantenerse
transitoriamente o aumentar transitoriamente.
Al resolverse ambos
movimientos, el de la demanda de capital y el de la oferta de capital, ambos a
la baja, el mercado como un todo vuelve a un nuevo equilibrio. Pero en este, la
cantidad de capital aplicado será menor que antes, por lo cual la nueva
proporción resultante entre los demás factores de producción —trabajo y
recursos— y el capital últimamente en el mercado, se alterará. Al reducirse o
retenerse parte del capital o ahorro de antaño, una parte de los otros dos
factores resultará excedente y no podrá más que quedar fuera del mercado; se
realiza como un creciente stock involuntario de estos otros dos factores. Todo
esto sucede en el contexto de cierta inflexibilidad en la información que se
disemina y comunica, a partir de un marco institucional dado; que queda más o
menos anacrónico o extemporáneo a los giros en el mercado de capital, que
desencadenan luego el desempleo o la formación involuntaria de stocks de
factores.
En su Teoría del dinero,
Keynes dijo que los ahorros e inversión estaban determinados en forma
independiente. La cantidad destinada a ahorro tenía poco que ver con las
variaciones en las tasas de interés, que a su vez tenían poco que ver con
cuanto se destinaba a inversión. Keynes pensó que los cambios en la cantidad
destinada a ahorro dependían en la predisposición para consumir que resultaba
de cambios incrementales, marginales, al ingreso. Por tanto, la cantidad
destinada a inversión estaba determinada por la relación entre la tasa esperada
de retorno sobre la inversión y la tasa de interés.
Keynes,
el proteccionismo y el libre comercio
El
punto de inflexión de la Gran Depresión
Al principio de su
carrera, Keynes era un economista marshalliano profundamente convencido de los
beneficios del libre comercio. A partir de la crisis de 1929, constatando el
compromiso de las autoridades británicas de defender la paridad del oro de la
libra esterlina y la rigidez de los salarios nominales, se adhirió
progresivamente a medidas proteccionistas .
El 5 de noviembre de
1929, al ser escuchado por el Comité MacMillan para sacar a la economía
británica de la crisis, Keynes indicó que la introducción de aranceles a las
importaciones ayudaría a reequilibrar la balanza comercial. El informe de la
comisión afirma en una sección titulada "control de las importaciones y
ayuda a la exportación, que en una economía en la que no hay pleno empleo, la
introducción de aranceles puede mejorar la producción y el empleo. Así, la
reducción del déficit comercial favorece el crecimiento del país.
En enero de 1930, en el
Consejo Económico Consultivo, Keynes propuso la introducción de un sistema de
protección para reducir las importaciones. En otoño de 1930, propuso un arancel
uniforme del 10% para todas las importaciones y subvenciones del mismo tipo
para todas las exportaciones.
En el Tratado sobre el dinero, publicado en el otoño de 1930, retomó la idea de los
aranceles u otras restricciones comerciales con el objetivo de reducir el
volumen de las importaciones y reequilibrar la balanza comercial.
El 7 de marzo de 1931,
en el New Statesman y Nation, escribió un artículo titulado Proposal for a
Tariff Revenue. Señala que la reducción de los salarios conduce a una reducción
de la demanda interna, lo que limita las oportunidades de mercado. Propone en
cambio la idea de una política expansiva asociada a un sistema arancelario para
neutralizar los efectos sobre la balanza comercial. La aplicación de aranceles
aduaneros le parecía "inevitable, sea quien sea el Ministro de
Hacienda". Así, para Keynes, una política de recuperación económica sólo
es plenamente eficaz si se elimina el déficit comercial. Propuso un impuesto
del 15% sobre los productos manufacturados y semimanufacturados y del 5% sobre
determinados productos alimenticios y materias primas, quedando exentos otros
necesarios para la exportación (lana, algodón)
En 1932, en un artículo
titulado Los pro y los antiaranceles, publicado en The Listener, se planteó la
protección de los agricultores y de ciertos sectores como el automovilístico y
el siderúrgico, considerándolos indispensables para Gran Bretaña.
La
crítica de la teoría de la ventaja comparativa
En la situación
posterior a la crisis de 1929, Keynes consideró que los supuestos del modelo de
libre comercio no eran realistas. Critica, por ejemplo, el supuesto neoclásico
de ajuste salarial.
Ya en 1930, en una nota
al Economic Advisory Council , dudaba de la intensidad de la ganancia de la
especialización en el caso de los productos manufacturados. Mientras
participaba en el Comité MacMillan, admitió que ya no "creía en un grado
muy alto de especialización nacional" y se negó a "abandonar
cualquier industria que no pueda, por el momento, sobrevivir". También
criticó la dimensión estática de la teoría de la ventaja comparativa que, según
él, al fijar definitivamente las ventajas comparativas, conduce en la práctica
a un despilfarro de los recursos nacionales.
En el Daily Mail del 13
de marzo de 1931, calificó de "disparate" la hipótesis de la perfecta
movilidad sectorial de la mano de obra, ya que estipula que una persona que se
queda sin trabajo contribuye a reducir la tasa salarial hasta que encuentra un
empleo. Sin embargo, para Keynes, este cambio de trabajo puede implicar costes
(búsqueda de empleo, formación) y no siempre es posible. En general, para
Keynes, los supuestos de pleno empleo y retorno automático al equilibrio
desacreditan la teoría de la ventaja comparativa.
En julio de 1933,
publicó un artículo en el New Statesman and Nation titulado National
Self-Sufficiency, en el que criticaba el argumento de la especialización de las
economías, base del libre comercio. Así, propuso la búsqueda de un cierto grado
de autosuficiencia. A la especialización de las economías preconizada por la
teoría ricardiana de la ventaja comparativa, prefiere el mantenimiento de una
diversidad de actividades para las naciones16.
En él
refuta el principio del comercio de la paz. Su visión del comercio se ha
convertido en la de un sistema en el que los capitalistas extranjeros compiten
por la conquista de nuevos mercados. Defiende la idea de producir en suelo
nacional cuando sea razonablemente posible y expresa su simpatía por los partidarios
del proteccionismo. Señala en Autosuficiencia
Nacional:
Un alto grado de especialización internacional, es necesario en
un mundo racional, siempre que lo dicten las grandes diferencias de clima,
recursos naturales, nivel de cultura y densidad de población. Pero para una
gama cada vez más amplia de productos industriales, y quizás también de
productos agrícolas, no creo que las pérdidas económicas debidas a la
autosuficiencia sean mayores que los beneficios no económicos que se pueden
obtener al incorporar gradualmente el producto y el consumidor al redil de una
única organización económica y financiera nacional. La experiencia demuestra
cada día más que muchos procesos modernos de producción en masa pueden
dominarse en la mayoría de los países y en casi todos los climas con una
eficacia comparable.
También escribe en
Autosuficiencia Nacional:
Simpatizo con los que quieren minimizar el enredo económico de
las naciones y no con los que quieren extenderlo al máximo. Las ideas, el
conocimiento, el arte, la hospitalidad, los viajes, son cosas que por
naturaleza deberían ser internacionales. Pero que los bienes sean de producción
nacional siempre que sea posible y razonable. Y sobre todo, que la financiación
sea principalmente doméstica.
En años posteriores,
Keynes mantuvo una correspondencia escrita con Meade centrada en el tema de la
restricción de las importaciones. Keynes y Meade debatieron sobre la mejor
opción entre la cuota y el arancel. En marzo de 1944, Keynes inició una
discusión con Fleming después de que este último escribiera un artículo
titulado Cuotas versus depreciación. En esta ocasión, observamos que ha
adoptado definitivamente una posición proteccionista tras la Gran Depresión.
Considera que las cuotas pueden ser más eficaces que la depreciación de la
moneda para hacer frente a los desequilibrios exteriores. Así, para Keynes, la
depreciación de la moneda ya no era suficiente y las medidas proteccionistas se
hicieron necesarias para evitar los déficits comerciales. Para evitar el
retorno de las crisis debido a un sistema económico autorregulado, le parecía
esencial regular el comercio y detener el libre comercio (desregulación del
comercio exterior).
Señala que los
excedentes conducen a una demanda agregada débil: los países que producen
excedentes tienen una "externalidad negativa" sobre los socios
comerciales. Los países que importan más de lo que exportan debilitan sus
economías. Cuando el déficit comercial aumenta, el desempleo sube y el PIB se
ralentiza. Y los países con superávit se enriquecen a costa de los países con
déficit. Destruyen la producción de sus socios comerciales. John Maynard Keynes
creía que había que gravar los productos de los países excedentarios para
evitar los desequilibrios comerciales.
Así,
ya no cree en la teoría
de la ventaja comparativa (en la que se basa el libre comercio) que afirma que
el déficit
comercial no importa, ya que el comercio es mutuamente beneficioso.
Esto explica también su
voluntad de sustituir la liberalización del comercio internacional (libre
comercio) por un sistema de regulación destinado a eliminar los desequilibrios
comerciales en estas propuestas de los acuerdos de Bretton Woods.
Influencia
de Keynes
Las teorías de Keynes
fueron tan influyentes, aun siendo disputadas, que hoy en día todo un subcampo
de la macroeconomía llamada economía keynesiana continúa desarrollando y
discutiendo sus teorías y sus aplicaciones. John Maynard Keynes se interesó en
diversos campos de la cultura y fue una figura central del llamado grupo de
Bloomsbury, conformado por prominentes artistas y escritores del Reino Unido.
Sus ensayos autobiográficos Two Memoirs se publicaron en 1949.
Crítica
Su obra de 1930 Tratado
sobre el dinero (Treatise on Money) en dos volúmenes fue vista como el mejor
trabajo de Keynes por uno de sus más frecuentes oponentes intelectuales, Milton
Friedman. Friedman y otros monetaristas han argumentado que los economistas
keynesianos no prestan suficiente atención a la estanflación.
·
Friedrich Von Hayek hizo una reseña
del Tratado sobre el dinero tan dura que Keynes pidió a Piero Sraffa que
reseñara —y condenara no menos duramente— el propio trabajo de Hayek. El
conflicto Keynes-Hayek fue más que una de las batallas en la guerra entre
Cambridge y la Escuela de economía de Londres, fue precursor del enfrentamiento
de las dos principales concepciones liberales dominantes desde el final de la
II Guerra Mundial y hasta la actualidad, pero contradictorias entre sí.
·
Ludwig Von Mises
·
Henry Hazlitt escribió un libro
llamado El fracaso de las nuevas economías (The Failure of the New Economics),
una crítica capítulo a capítulo de la Teoría general de Keynes.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/John_Maynard_Keynes
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