Franz Kafka
Infancia
Franz Kafka nació en
Praga el 3 de julio de 1883 en el seno de una familia de judíos asquenazíes. Sus padres fueron
Hermann Kafka (1852-1931) y Julie Löwy (1856-1934).
Su padre había nacido en
Osek, aldea de población mayoritariamente judía checo-hablante, Originario de
una familia rural judía de carniceros, con frecuentes problemas económicos,
tras trabajar como representante de comercio, en 1881 se estableció por su
cuenta en Praga, donde regentó un negocio textil, que contaba con 15 empleados
cuando Franz nació. Utilizaba un grajo como emblema comercial.
Su madre, era de familia
germano hablante perteneciente a la burguesía judeoalemana. Era hija de Jakob
Löwy, un próspero fabricante de cerveza. Provenía, por tanto, de una familia
mucho más adinerada que la de su marido y tenía una educación más refinada. En
su ámbito
había
profesores universitarios, bohemios y artistas.
El matrimonio se instaló
en Praga y pasó a formar parte de la alta sociedad. Desde el comienzo, quien
marcó la pauta de la educación de Franz fue el padre que, como resultado de su
propia experiencia, insistió en la necesidad del esfuerzo continuado para
superar todas las dificultades de la existencia, siempre desde una actitud
permanente de autoritarismo y prepotencia hacia sus hijos. La madre quedó
relegada a un papel secundario en el aspecto educativo.
El pequeño recibió su
nombre de pila en honor al emperador Francisco José I. Era el mayor de seis
hermanos. Dos de ellos, Georg y Heinrich, fallecieron a los quince y seis meses
de edad, respectivamente, antes de que Franz cumpliera los siete años. Tuvo
tres hermana. Tras la ocupación de Checoslovaquia, los nazis llevaron a las
tres hermanas al gueto de Łódź. De allí llevaron a Ottilie al campo de
concentración de Theresienstadt y el 7 de octubre de 1943 al campo de
exterminio de Auschwitz, donde murió ese mismo día en las cámaras de gas, igual
que otras 1318 personas que también acababan de llegar. Las otras dos hermanas
también perecieron en el Holocausto.
Las relaciones con sus
hermanos constituyeron una experiencia singular en la formación del carácter de
Franz, especialmente en lo que respecta a Georg y Heinrich, por cuya muerte se
sintió culpable, en cierto sentido, al vincularla con sus deseos de que
desapareciesen, motivado por sus celos.
Como muchos praguenses
en aquella época, Kafka hablaba checo y alemán, en su caso desde la primera
infancia, por ser las lenguas maternas de su padre y madre, respectivamente.
Posteriormente adquirió conocimientos de francés y cultura francesa. Entre sus
autores favoritos estaban Flaubert, Dickens, Cervantes y Goethe.
Sus padres tenían poco
apego a las tradiciones judías y, aparte de la celebración del Bar Mitzvah, al
cumplir Franz los 13 años acudía a regañadientes apenas cuatro veces al año a
la sinagoga, acompañado de su padre.
Durante los últimos años
de su adolescencia se hizo miembro de la Freie Schule («Escuela Libre»), una
institución anticlerical. Leía ávidamente a Nietzsche, Darwin y Haeckel, sentía
verdadero entusiasmo por el socialismo (especialmente en lo que se refiere al
ideal de solidaridad) y el ateísmo.
Por lo demás,
sus notas sobresalían
de la media de sus compañeros.
Entabló
una gran amistad con un compañero de clase, Oskar Pollak, con el que compartía
el interés por las ciencias naturales y la historia del arte.
Hacia los 14 años, Kafka
realizó sus primeros intentos como escritor. Aunque destruyó los textos, llegó
a percibir la diferencia entre sus trabajos y los de sus compañeros de clase,
sobre todo en el aspecto formal.
Tras aprobar el examen
de bachillerato en 1901, comenzó a estudiar Química en la Universidad de Praga,
pero solo duró dos semanas. A continuación, probó también Historia del Arte y
Filología alemana, pero finalmente, obligado por su padre,
estudió
Derecho. Alfred Weber (hermano de Max Weber), profesor de sociología, ejerció
una enorme influencia sobre él y dirigió su tesis doctoral. A Kafka le
impresionó la forma en que analizaba la sociedad industrial y sus peligros.
Obtuvo el doctorado en leyes el 18 de junio de 1906.
Mientras estudiaba,
participó en la organización de actividades literarias y sociales como miembro
del club Lese- und Redehalle der Deutschen Studenten. Promocionó
representaciones para el teatro judeoalemán. En sus relaciones sociales, Kafka
temía causar repulsión tanto por su físico como por su personalidad. Sin
embargo, impresionaba a los demás con su aspecto infantil, pulcro y austero, su
conducta tranquila y fría y su gran inteligencia, además de su particular
sentido del humor. Desde 1905 se vio obligado a frecuentar los sanatorios por
su debilidad física.
Al terminar la carrera
de Derecho en 1906, hizo un año de servicio obligatorio (sin remuneración) en
los tribunales civiles y penales, con funciones administrativas. Tras ello,
entró como pasante, también sin retribución, en una casa italiana de seguros de
accidentes laborales, Assicurazioni Generali. Entonces empezó a escribir. Tras
abandonar la compañía de seguros en 1908, consiguió un trabajo en la compañía
Arbeiter-Unfall-Versicherungs-Anstalt für Königsreich Böhmen, en la que estuvo
hasta su jubilación anticipada en 1922 por causa de la tuberculosis, enfermedad
que empezó a padecer en 1917 y que le causaría la muerte en 1924. Aunque el
padre de Kafka se refería
a este trabajo como "Brotberuf", un empleo solo para pagar las
cuentas, el horario cómodo le permitió dedicarse a escribir. Con todo, este
trabajo burocrático, que desempeñó con competencia y en el que fue ascendiendo de
puesto, le dio muchas ideas para su obra literaria.
Entre 1909 y 1912 hizo
varios viajes al extranjero: Riva (1909), París (1910), otra vez a Italia y
París (1911) y Weimar (1912).
En 1912 Kafka tomó
conciencia de ser escritor.
Escribió
en ocho horas El juicio (Das Urteil) y, a finales de noviembre de 1912, terminó
Contemplación (Betrachtung), una colección de dieciocho relatos que previamente
habían aparecido dispersos en diversos medios. La aparición de este libro le
dio a conocer como escritor.
En 1913 escribió
Consideración y, en 1915, La metamorfosis. En 1917 se le diagnosticó
tuberculosis, lo que le obligó a mantener frecuentes períodos de convalecencia,
durante los que recibió el apoyo de su familia, en especial de su hermana
Ottilie, con quien tenía mucho en común. En 1919 terminó los catorce cuentos
fantásticos (o catorce lacónicas pesadillas) que componen Un médico rural.
Un tema de gran
importancia en su obra es su relación con un padre autoritario. En la
intimidad, este no dejó nunca de menospreciar a su hijo y hasta el año 1922 lo
tiranizó. De ese conflicto y de sus tenaces meditaciones sobre las
"misteriosas misericordias" y las ilimitadas exigencias de la patria
potestad, declaró el propio Kafka que procedía toda su obra, en particular su
célebre Carta al padre, nunca publicada en vida. Este conflicto generacional
es, en palabras de Guillermo de Torre, uno de los temas capitales del
expresionismo.
Entre 1913 y 1917
mantuvo una relación difícil
con Felice Bauer, que dio origen a una correspondencia de más de 500 cartas y
tarjetas postales. En el primer año escribió al padre de Felice justificándose:
He cegado a su hija con mi escritura. [...] Sea como fuere,
tenga usted en cuenta lo siguiente, que es lo esencial: todo mi ser se centra
en la literatura, y hasta los treinta años he mantenido ese rumbo a rajatabla;
si alguna vez lo abandono, dejaré de vivir. De ello deriva todo cuanto soy y
cuanto soy y no soy. Soy taciturno, insociable, malhumorado, egoísta,
hipocondríaco y realmente enfermizo. ¿Cómo ha de vivir su hija con un hombre
así, que ha dejado toda distracción a fin de conservar las energías justas para
dedicarse en exclusiva a la literatura?
Su falta de reacción
ante el manuscrito de La metamorfosis llevó a Kafka a un profundo abatimiento.
Aunque llegó a presentar una solicitud de matrimonio en junio de 1913, al final
no lo hicieron. Ya en el otoño de ese mismo año se produjo una primera ruptura,
ocasionada al conocer a G.W, la mujer identificada como «la suiza» en sus
diarios, durante su estancia en el sanatorio de Riva.
Después de esto, Kafka
intentó trasladarse a Berlín, pero el estallido de la Primera Guerra Mundial se
lo impidió. No fue movilizado por sus problemas de salud. Durante la segunda
mitad de 1914 escribió un antecedente de El proceso (Fragmento de Josef K.) y
la narración En la colonia penitenciaria. Atormentado por un insomnio
recurrente, el 10 de julio de 1914 escribe a Ottla Kafka:
No escribo como hablo, no hablo como pienso, no pienso como
debería pensar, y así sucesivamente hasta las más profundas tinieblas.
Debido a la guerra, el
marido de su hermana Elli tuvo que incorporarse al ejército, por lo que Kafka
tuvo que hacerse cargo de la dirección de la fábrica de la familia y su hermana
debió trasladarse a vivir a la casa familiar. Esto obligó a Kafka a alquilar
una habitación. Como consecuencia de todo ello no escribió nada durante casi
año y medio, desde octubre de 1914.
En julio de 1917 se
comprometieron en matrimonio, pero otra vez la boda no llegó a consumarse. En
diciembre se separaron definitivamente.
La noche del 12 al 13 de
agosto se le manifestó una hemoptisis que confirmó una tuberculosis pulmonar.
Durante su estancia en Schlesen para asistir a un sanatorio conoció a Julie
Wohryzek, con la que se prometió en matrimonio. La extracción social no
burguesa de la joven puso en contra de la relación al padre de Kafka. La
relación con Julie se rompió en noviembre de 1919.
En otoño de 1920
escribió varias piezas narrativas del género de las parábolas aforísticas. Como
consecuencia del empeoramiento de su estado de salud, pasó gran parte de 1921 y
1922 en sanatorios. Durante los tres meses que pasó en Meran en la primavera de
1922 consolidó por vía epistolar su relación con la escritora, traductora y
periodista checa Milena Jesenská, casada, a quien había conocido a principios
de 1920.
Entre diciembre de 1920
y septiembre de 1921 estuvo en el sanatorio de Matliary, etapa en la que
conoció a Robert Klopstock, quien sería su amigo por el resto de su vida. Hasta
1923 escribió, entre Praga y Berlín, una docena de relatos.
En julio de 1923 estuvo
en una colonia judía de vacaciones en Müritz, a orillas del Báltico, donde
conoció a Dora Diamant, una joven periodista de 25 años descendiente de una
familia judía ortodoxa que había huido de su pueblo natal. Ella le disuadió de
un viaje programado a Palestina para octubre. Más tarde se trasladó a Berlín,
con la esperanza de distanciarse de la influencia de su familia y concentrarse
en su obra. Allí vivió con Dora, que se convirtió en su compañera y tuvo mucho
que ver en el interés de Kafka por el judaísmo.
En la Navidad de 1923,
Kafka contrajo una pulmonía que le obligó a regresar al hogar paterno en Praga
en marzo de 1924. Al agravarse la enfermedad, ingresó en el sanatorio de
Wiener Wald, cerca de Viena,
donde sufrió
un ataque de tuberculosis de laringe, lo que hacía que tragar los
alimentos le resultara muy doloroso,
de manera que en sus últimas
semanas se alimentó
principalmente de líquidos.
Le trasladaron a la clínica universitaria de la capital y, a finales de abril,
al sanatorio Dr. Hoffmann de Kierling, donde falleció el 3 de junio.
Le enterraron el 11 de junio en la parte judía del Nuevo Cementerio
de Praga-Žižkov.
Kafka murió
sin tener que sufrir el horror planeado y ejecutado por los nazis a diferencia
de sus tres hermanas asesinadas en campos de concentración.
En sus diarios y cartas
se quejaba frecuentemente de insomnio y dolores de cabeza. Fue partidario de la
dieta vegetariana y del naturismo. Se dice que bebía mucha leche sin
pasteurizar, lo que pudo desencadenar su tuberculosis en 1917. No hay acuerdo
sobre los problemas psicológicos de Kafka. En sus cuadernos íntimos él habla de
"demonios", "derrumbamiento", "embates",
"desamparo", "persecución", "soledad",
"asalto a las últimas fronteras terrenales" y "agobiante
observación de uno mismo". Kafka fue un ser atormentado y complicado, pero
también a su manera gozó de la vida con una intensidad fuera de lo común. Pudo
tener lo que ahora se denomina trastorno esquizoide de la personalidad.
Kafka solo publicó
algunas historias cortas durante toda su vida, una pequeña parte de su trabajo,
por lo que su obra pasó prácticamente inadvertida hasta después de su muerte.
Poco antes de su muerte, le dijo a su amigo y albacea Max Brod que destruyera
todos sus manuscritos. Brod no le hizo caso y supervisó la publicación de la
mayor parte de los escritos que tenía. La compañera final de Kafka, Dora
Diamant, cumplió sus deseos, pero solo en parte: guardó en secreto la mayoría
de sus últimos escritos, entre ellos 20 cuadernos y 35 cartas, hasta que la
Gestapo los confiscó en 1933. La búsqueda de los papeles desaparecidos de Kafka
aún continúa en varios países.
Los escritos de Kafka
pronto despertaron el interés del público y recibieron elogios de la crítica,
lo que posibilitó su rápida divulgación. Su obra marcó la literatura de la
segunda mitad del siglo xx. Todas sus páginas publicadas están escritas en
alemán, excepto varias cartas en checo dirigidas a Milena.
Se hizo famoso en los
años 1920 en Austria y Alemania y en los años 1930 en Francia, el Reino Unido y
los Estados Unidos, aunque con interpretaciones muy dispares.
G. Janouch publicó
su biografía,
Conversaciones, en 2006.
Su obra se apreció aún
más después de la Segunda Guerra Mundial. En Francia, Marthe Robert consiguió
que se hiciesen ediciones más fiables, en un lento proceso que duró años. En
Buenos Aires fue traducido y difundido en todos los países de lengua española.
En España, La metamorfosis fue un relato de enorme éxito desde muy temprano.
Galaxia Gutenberg ha publicado hasta 2018 cuatro volúmenes de las obras
completas de Kafka en castellano: sus novelas, diarios, narraciones y otros
escritos, y cartas 1900-1914.
En su obra a menudo el
protagonista se enfrenta a un mundo difícil, basado en reglas desconocidas,
paradójicas o inescrutables. La importancia de su mirada ha sido tal que en
varias lenguas se ha acuñado el adjetivo «kafkiano» para describir situaciones
que recuerdan a las reflejadas por él.
Harold Bloom escribió en
1995: «Desde una perspectiva puramente literaria, ésta es la época de Kafka,
más incluso que la de Freud. Freud, siguiendo furtivamente a Shakespeare, nos
ofreció el mapa de nuestra mente; Kafka nos insinuó que no esperáramos
utilizarlo para salvarnos, ni siquiera de nosotros mismos».
Interpretación
de su obra
La mayoría de los
escritores y críticos del siglo xx ha hecho referencias a su figura. Ha habido
multitud de estudiosos que han intentado (e intentan) encontrarle sentido a la
obra de Kafka, interpretándola en función de distintas escuelas de crítica
literaria, como por ejemplo la modernista o la realista mágica. Pero es el
principal baluarte del expresionismo literario en alemán. Aportó a la
literatura moderna un nuevo mecanismo narrativo: el de la parábola o relato
simbólico, al que suprimió toda moraleja, reflejando así el absurdo y la
angustia de una existencia de perpetua postergación indefinida. Las parábolas
de Kafka son distintas de las antiguas, ya que no tienen interpretación. Un
corto ejemplo lo ofrece, por ejemplo, su microrrelato La partida:
Ordené que trajeran mi
caballo del establo. El sirviente no entendió mis órdenes. Así que fui al
establo yo mismo, le puse silla a mi caballo y lo monté. A la distancia escuché
el sonido de una trompeta y le pregunté al sirviente qué significaba. Él no
sabía nada ni escuchó nada. En el portal me detuvo y preguntó:
—¿Adónde va el patrón?
—No lo sé —le dije— simplemente fuera de aquí, simplemente fuera de aquí. Fuera
de aquí, nada más, es la única manera en que puedo alcanzar mi meta. —¿Así que
usted conoce su meta? —preguntó.
—Sí —repliqué— te lo
acabo de decir. Fuera de aquí, esa es mi meta.
Gilles Deleuze y Félix
Guattari, que mantenían que Kafka representa mucho más que el estereotipo de
figura solitaria que escribe movida por la angustia, y que su trabajo era mucho
más deliberado, subversivo y, aun así, «alegre» de lo que parecía ser. Los biógrafos han comentado que
Kafka, como otros grandes escritores, solía leer capítulos del libro en el
que estaba trabajando a sus amigos más íntimos, y que la situación llegaba a ser cómica y concluía en risas de todos.
Su obra es expresiva
como ninguna otra de las ansiedades y la alienación del hombre del siglo xx.
También viene a expresar las relaciones entre literatura y amenaza, como
señalaba Blanchot. Según
Auden Kafka «es
tal vez el más
grande, el maestro de la parábola pura, un género literario sobre el cual el
crítico puede decir muy poco que valga la pena», pues el "significado de
una parábola, en realidad, es diferente para cada lector".
Preparativos
de boda en el campo
La indecisión entre la
realidad y lo improbable, se decanta en favor de la primera en esta segunda
novela corta. Con un cierto alejamiento de las abstracciones, el relato
presenta a un individuo que, ante su inminente boda, que siente como una
obligación, expresa sus malas sensaciones acerca de una vida social a la que no
va a ser capaz de adaptarse y que terminará por ser una carga para él. La
perspectiva narrativa es la de un narrador objetivo, cinematográfico.
Contemplación
Se trata de un libro
compuesto por 18 relatos en los que se continúa con el tema de los conflictos
del individuo en el interior de su medio social y se mantiene el interés por el
difícil equilibrio entre lo seguro y lo inseguro que es inherente a la
realidad; una realidad vista como circular e imprecisa, donde la verdad se
sustenta en una lógica que solo es aparente. Técnicamente, es significativo el
uso de la parábola, a la que Kafka despoja de su componente didáctico.
El
juicio
El motivo argumental de
esta narración es una disputa familiar entre un hijo y un padre que al final se
resuelve según la voluntad de este. La consecuencia psicológica es un rechazo
del hijo hacia su padre que le lleva incluso a desear asesinarlo. La
fluctuación que hay en el texto entre la psicología de los personajes y los
hechos externos envuelven al relato en una atmósfera próxima a la de un sueño.
La
metamorfosis. Argumento.
La metamorfosis, también
conocida como La transformación, relato que por su extensión entra en la categoría de novela corta, se
gestó a finales de 1912. Muestra cómo cambia la vida del joven Gregor Samsa, un
sencillo viajante de comercio, cuando al despertar una mañana tras un sueño
intranquilo se encontró en su cama convertido en un monstruoso insecto. A
partir de ahí, la novela cuenta el camino que sigue el protagonista que toma
conciencia de su nueva situación, y cómo la asume también su propia familia,
hasta su muerte y liberación que esta supone para los que le rodean.
Interpretación de la
novela
A lo largo de esta obra,
Kafka muestra no solo los pensamientos y el afán de supervivencia del hombre
insecto una vez que asume su nueva realidad, sino principalmente las reacciones
de los que tiene su alrededor: su jefe, la sirvienta, los huéspedes que irán a
vivir a su casa y, sobre todo, su padre, su madre y su hermana Greta, de 17
años. Los sentimientos evolucionan desde la pena o el rechazo inicial, al odio
y el alivio tras la muerte. Pese a las pocas alusiones temporales, el relato
empieza, más o menos, en Navidad y termina a finales de marzo. Hay alguna que
otra analepsis que muestra algunos hechos del pasado.
La novela presenta la
historia a través de un narrador externo y objetivo. Esta novela reúne lo más significativo
del estilo de Kafka, por cuanto reproduce sus principales características: un
protagonista que se siente perdido ante circunstancias que no controla; el
simbolismo y el valor metafórico que puede darse su contenido; la escasez de la
acción, que gira casi exclusivamente en torno a un personaje indefenso ante una
realidad hostil. Todo ello narrado de manera objetiva y ajena a todo artificio
retórico. Su universalidad deriva de la sensación de inadaptación que
desprende: el protagonista "no encaja" con la realidad, sea esta lo
que sea, incluso burguesa, como otra especie de moderno Frankenstein. En cierta
manera, es un paradigma de la adolescencia.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Franz_Kafka
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