Emiliano Zapata
Aunque Zapata fue
excluido, junto con Pancho Villa, del Congreso Constituyente de 1917, a ellos
se debe el constitucionalismo social que de ahí surgió, especialmente el
artículo 27
Emiliano Zapata Salazar
nació el 8 de agosto de 1879 en Anenecuilco, Morelos, México. Sus padres fueron
Gabriel Zapata y Cleofas Salazar.
Tuvo seis hermanas: Celsa, Ramona, María de Jesús, María de la Luz, Jovita y
Matilde. Y tres hermanos: Pedro, Eufemio (quien también alcanzó el grado de
General en la Revolución) y Loreto.
Su abuelo materno, José
Salazar, militó
en el ejército
de José
María Morelos y Pavón durante el sitio de Cuautla; sus tíos paternos Cristino y
José Zapata lucharon en la guerra de Reforma y en la Intervención Francesa a
las órdenes de los generales Carlos Pacheco y Porfirio Díaz.
Su infancia se desarrolló
en el contexto del latifundismo porfirista en Morelos. Realizó sus primeros
estudios con el profesor Emilio Vara, quien había sido un viejo soldado
juarista. A sus nueve años, al presenciar el
despojo de tierras a campesinos ocasionadas por hacendados de la zona, y
después de escuchar a su padre que le respondía que nada podía hacerse, le
dijo:
¿No se puede? Pues cuando yo sea grande, haré que las devuelvan.
Tenía 16 años cuando
murió su madre, 11 meses después perdió a su padre. Pronto
trabajó
como labrador y arriero. El 15 de junio de 1897 fue aprehendido por las fuerzas
rurales de Cuernavaca, durante la fiesta del pueblo de Anenecuilco. Su hermano
Eufemio logró que lo dejaran en libertad, pistola en mano. Por esta razón, los
hermanos Zapata abandonaron el estado. Emiliano permaneció un año trabajando en
la hacienda de Jaltepec en Puebla.
Primeras
incursiones políticas (1906-1910)
En 1906 asistió a una
junta de campesinos en Cuautla para discutir la forma de defender sus tierras y
las del pueblo frente a los hacendados colindantes.
Su rebeldía
lo condenó
a la leva (conscripción),
y en 1908, Zapata fue incorporado al 9° Regimiento de Caballería, bajo el mando del
coronel Alfonso Pradillo.
En Cuernavaca, Zapata fue asignado como caballerango de Pablo Escandón, Jefe
del Estado Mayor de Porfirio Díaz; tras lo cual fue trasladado a cumplir las
mismas funciones bajo el mando de Ignacio de la Torre, yerno del General
Porfirio Díaz, quien le tomaría especial afecto por su destreza y conocimiento
con los caballos.
El 24 de enero de 1909,
fue fundado en Villa de Ayala el Club Melchor Ocampo que apoyó la candidatura
de oposición de Patricio Leyva para el gobierno del estado de Morelos, entre
cuyos integrantes figuró Zapata siendo esta su primera aparición política ajena
al mundo campesino apoyando a dicho candidato en contra de los latifundistas
como Pablo Escandón y Barrón, dueño de la hacienda San Diego Atlihuayán.
El 12 de septiembre de
1909, Emiliano Zapata fue elegido calpuleque (palabra náhuatl, que significa
jefe, líder o presidente) de la Junta de Defensa de las tierras de Anenecuilco-Villa
de Ayala-Moyotepec donde empezaría a analizar documentos que se originaron
en el virreinato que acreditaban los derechos de propiedad de los pueblos sobre
sus tierras, los cuales habían sido negados por las Leyes de Reforma, sobre
todo la Ley Lerdo que obligó a las corporaciones civiles a vender o ser
expropiadas las tierras improductivas, lo cual fue motivo en su tiempo del
apoyo de varios líderes indígenas como Tomás Mejía a los gobiernos
conservadores mexicanos y al Segundo Imperio Mexicano. Estas leyes además
fueron aprovechadas por varias personas para acrecentar sus tierras de manera
ilegal al solicitar la propiedad de zonas comunales que los pueblos no
trabajaban. Por esto, se convertiría en dirigente agrario de Morelos, su estado
natal.
En febrero de 1910 fue
incorporado por la fuerza al Noveno Regimiento de caballería con sede en Cuernavaca,
con el grado de soldado raso.
En mayo de ese mismo año,
recuperó
por la fuerza las tierras de la Hacienda del Hospital que eran protegidas por
el jefe de policía,
José
A. Vivanco, y que dejó
en posesión
de los campesinos del lugar. Por este hecho tuvo que escapar varias veces del
gobierno, pues fue declarado bandolero.
Algunos meses después
participó
en la reunión
que se celebró
en Villa de Ayala, con objeto de discutir lo que después se convertiría en el Plan de Ayala.
Reunió
a los vecinos de tres pueblos: Anenecuilco, Villa de Ayala y Moyotepec. Con
ellos inicia un nuevo reparto de tierras derribando las cercas.
Revolución
maderista y Plan de Ayala (1910-1912)
Al proclamar Francisco
I. Madero el Plan de San Luis, que marcaba el inicio de la Revolución de 1910,
Zapata leyó un ejemplar; llamándole la atención especialmente el artículo
tercero, que ofrecía la restitución de las tierras a sus "antiguos
poseedores". Emiliano Zapata sostiene pláticas con Pablo Torres
Burgos, un influyente maestro rural, y con Gabriel Tepepa, Catarino Perdomo y
Margarito Martínez. Se llega al acuerdo de que Torres Burgos, quien era el más
letrado del grupo, se entrevistara con el Jefe de la Revolución, Francisco I.
Madero, en San Antonio, Texas.
Tras esta entrevista
decidieron tomar las armas Pablo Torres Burgos, Emiliano Zapata, Rafael Merino
y cerca de 60 campesinos, entre los que se encontraban Catarino Perdomo,
Próculo Capistrán, Manuel Rojas, Juan Sánchez, Cristóbal Gutiérrez, Julio Díaz,
Zacarías y Refugio Torres, Jesús Becerra, Bibiano Cortés, Serafín Plascencia,
Maurilio Mejía y Celestino Benítez:
el 10 de marzo de 1911, reunidos durante la feria de cuaresma en la ciudad de
Cuautla, proclamaron el Plan de San Luis.
Zapata se dirigió
hacia el sur, pues ya era perseguido por Aureliano Blanquet y su batallón de
soldados. En este período del movimiento zapatista sobresalen las batallas de
Chinameca, Jojutla, Jonacatepec, Tlayecac y Tlaquiltenango, así como la muerte
del zapatista y antiguo líder del movimiento suriano, Pablo Torres Burgos, que
incluso precedió al mismo Emiliano. A la muerte del mismo, Emiliano Zapata es
elegido por la junta revolucionaria del sur, el 29 de marzo de 1911, nuevo jefe
revolucionario maderista del sur.
Las reivindicaciones zapatistas (que serían contenidas en el Plan de Ayala de
noviembre de 1911) suponían una reforma agraria radical —"La tierra es de
quien la trabaja", frase de Teodoro Flores, padre de los hermanos Flores
Magón, que se convertiría en lema de su lucha— inaceptable para los sucesores
de Porfirio Díaz. Lo mismo se puede decir de Francisco León de la Barra quien,
haciendo uso de su facultad de presidente, encabezó diversos enfrentamientos
políticos y armados con el jefe suriano, e incluso del mismo Francisco I.
Madero.
Emiliano Zapata
establece su cuartel general en Cuautlixco, pueblo cercano a Cuautla. Desde ahí
dirigió el ataque al Ejército porfirista, defendido por el 5° Regimiento, al
mando del coronel Eutiquio Munguía; además de un Cuerpo Rural, a las órdenes
del comandante Gil Villegas. El 29 de marzo, Zapata asumió el mando de las
fuerzas revolucionarias que en ese momento constaban de cerca de mil hombres.
El 2 de abril toma Huehuetlán, Puebla y logra tomar la ciudad el 13
de mayo de 1911.
Al triunfo del
maderismo, Zapata no concibe el licenciamiento de sus tropas sin que a cada uno
se le otorgue la seguridad de tierras para sembrar a cambio de sus fusiles.
Para él, la guerra no terminaba con el derrocamiento del porfirismo, sino con
la cristalización del objetivo del pueblo campesino: la devolución de las
tierras robadas por los hacendados millonarios.
Esto dio lugar a que
Francisco León de la Barra, presidente interino, lo considerara rebelde, por lo
que mandó fuerzas a someterlo: mil hombres bajo el mando de los generales
Victoriano Huerta y Aureliano Blanquet. Para agosto de 1911, Francisco I.
Madero acordó entrevistarse con Emiliano Zapata en Yautepec para buscar una
solución pacífica en el conflicto suriano y con el fin de convencerlo de que
licenciara sus tropas. Mientras tanto, Zapata era fuertemente criticado por la
prensa conservadora del país. En la reunión no se logró ningún acuerdo, pues
Madero no concebía la reforma agraria como lo hacía Zapata. Madero creía que
primero había que hacer una reforma política profunda, mientras que para Zapata
era prioritaria la devolución de las tierras robadas por las haciendas. A decir
de Zapata, Madero había traicionado la revolución. El gobierno federal reiteró
su decisión de imponer el orden por la violencia, y Zapata se desplegó con sus
tropas a los límites entre Guerrero y Puebla, escondiéndose del gobierno y
generando emboscadas a pequeños contingentes federales. En este periodo, Zapata
se casó con Josefa Espejo y el padrino de la boda fue el propio Francisco I.
Madero.
Con Madero como
presidente de la República, las diferencias no disminuyeron. Zapata se
entrevista con Madero en el Palacio Nacional, donde sostienen una fuerte
discusión. Madero ofrece a Zapata una hacienda en el estado de Morelos
"como pago a sus servicios a la Revolución", cosa que enfurece a
Zapata que le contesta:
No, señor Madero. Yo no me levanté en armas para conquistar
tierras y haciendas. Yo me levanté en armas para que al pueblo de Morelos le
sea devuelto lo que le fue robado. Entonces pues, señor Madero, o nos cumple
usted, a mí y al estado de Morelos lo que nos prometió, o a usted y a mí nos
lleva la chichicuilota.
Dicho esto, mientras con
gesto amenazador, golpeó con fuerza su carabina 30-30 sobre el escritorio de
Madero.
En otras pláticas que
mantuvo con Francisco I. Madero y Emiliano Zapata, este le demostró con base en
un ejemplo muy simple, como se sentían los campesinos en relación al despojo de
sus tierras:
Mire, señor Madero; si yo aprovechándome de que estoy armado, le
quito su reloj y me lo guardo, y andando el tiempo nos llegamos a encontrar y
con igual fuerza, ¿tendría usted derecho a exigirme su devolución? —¡Como no,
general, y hasta tendría derecho de pedirle una indemnización por el tiempo que
usted los uso indebidamente!
Zapata le dijo que eso
era exactamente lo que había pasado en Morelos, donde unos cuantos hacendados
habían despojado a los campesinos de sus tierras
El 25 de noviembre de
1911 Zapata lanzó el Plan de Ayala, redactado por Otilio E. Montaño, documento
que se convertiría en su estandarte y en el fiel ejemplo de la ideología de los
campesinos morelenses. En él se exigía la redención de los indígenas y la
repartición de los latifundios creados durante el porfiriato. Se desconocía a
Francisco I. Madero como presidente y se reconocía a Pascual Orozco como jefe
legítimo de la Revolución mexicana. Este documento sería transformado después
del levantamiento de Victoriano Huerta por las diferentes ideologías (muchos de
ellos influenciados por Ricardo Flores Magon), y posteriormente defendido por
Zapata en la Convención de Aguascalientes. Los intelectuales que se dedicaron a
modificar el Plan de Ayala, en el que desconocían a Madero y Huerta, como
presidentes; y Orozco, como líder de la revolución; se encargaron de dejar
claro el carácter social del movimiento, y además rectificaron el concepto de
‘clase’ dentro de la sociedad mexicana. Arturo Felipe Ávila Espinosa
(Historiador del Instituto de Historia de la UNAM) dice:
“Ponían en la mesa asuntos políticos fundamentales que no habían
sido abordados o que habían sido soslayados por las otras corrientes, como la
legitimidad de la Revolución, la representación de la soberanía popular en una
época revolucionaria, la responsabilidad de las corrientes revolucionarias, la
necesidad de su unificación para la formación de un nuevo gobierno y la
convocatoria a que se efectuara una Convención de todos sus jefes para
constituir el gobierno nacional. Estos señalamientos enriquecían el debate
político entre las corrientes e indicaban una posible ruta de convergencia
entre ellas. Pero, además, otra característica que distinguió al zapatismo fue
el énfasis con el que defendió el contenido social de la Revolución, su tozudez
al atribuir a ésta un sentido de transformación y de reforma a las
instituciones en beneficio de los sectores populares mayoritarios y excluidos”
Además, el documento
postulaba que, en vista de que no se había cumplido con lo que se le había
prometido al campesinado, la lucha armada era el único medio para obtener
justicia. Sin embargo el Plan de Ayala no es sólo un documento escrito para dar
a conocer las ideas del movimiento zapatista, sino que es el primer indicio en
un documento oficial del pensamiento socialista en México, pues este se había
presentado antes con textos publicados, mas no oficiales, de Ricardo Flores
Magon. Dentro del Plan de Ayala hay puntos
que representan de manera más cercana tales pensamientos son los
puntos 6°, 7° y 8°:
“que los terrenos,
montes y aguas que hayan usurpado los hacendados, científicos o caciques a la
sombra de la tiranía y de la justicia venal entrarán en posesión de estos
bienes inmuebles desde luego, los pueblos o ciudadanos que tengan sus títulos
correspondientes de esas propiedades, de las cuales han sido despojados”
Para entender este punto
se debe recordar que en paralelo a la Revolución Mexicana, sucedía la
Revolución Rusa, que tenía ideales del socialismo aplicados a la clase campesina
que era también mayoritaria en la Rusia de la época.
“7°. En virtud de que la inmensa mayoría de
los pueblos y ciudadanos mexicanos no son más dueños que del terreno que pisan
sufriendo los horrores de la miseria sin poder mejorar en nada su condición
social ni poder dedicarse a la industria o a la agricultura por estar
monopolizados en unas cuantas manos las tierras, montes y aguas, por esta causa
se expropiarán, previa indemnización de la tercera parte de esos monopolios a
los poderosos propietarios de ellas, a fin de que los pueblos y ciudadanos de
México obtengan ejidos, colonias, fundos legales para pueblos, o campos de
sembradura o de labor, y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad y
bienestar de los mexicanos”
En esto se plantea en un
documento oficial la frase ‘La tierra es de quien
la trabaja’, usada después en la Revolución Cubana, por Ernesto Che
Guevara.
“8° Los hacendados,
científicos o caciques que se opongan [...] se nacionalizarán sus bienes y las
dos terceras partes que a ellos les correspondan”
Esta frase extraída del
artículo 8°, es vital para comenzar a visualizar el pensamiento socialista
tanto de los autores del documento como de Emiliano Zapata.
Durante 1912, Emiliano
Zapata combatió al Ejército Federal que, al mando de los generales Arnoldo
Casso López, Juvencio Robles y Felipe Ángeles, buscaba la pacificación en los
estados del sur. Los zapatistas buscaron defenderse y lo hicieron
"brutalmente", según la versión del Ejército Federal: en las
narraciones de los ataques zapatistas son comunes las referencias a asaltos,
incendios y violaciones entre otros. Lo cierto es que dichas narraciones eran
alteradas para justificar los desastres cometidos por los miembros del Ejército
Federal. En ese año sobresalen los ataques a Tepalcingo, Yautepec, Cuautla y
Cuernavaca, aunque debe afirmarse que en ese entonces el movimiento zapatista
era muy débil, tanto en el ámbito político como en la rama militar, sobre todo
cuando la campaña del gobierno maderista contra los sublevados surianos quedó a
cargo del general Felipe Ángeles. Por sus métodos civilizados y tolerantes, le
restaban bases al zapatismo, pues Ángeles simpatizaba con ellos.
Oposición
a Victoriano Huerta (1913-1914)
Tras el asesinato de
Francisco I. Madero el 22 de febrero de 1913, y el ascenso en el poder de
Victoriano Huerta, la lucha armada se exacerbó y Zapata fue uno de los jefes
revolucionarios más importantes, al tiempo que introdujo importantes reformas
en Morelos. Posteriormente, estas posturas lo opusieron al nuevo presidente el
Gral. Venustiano Carranza. Una vez en el poder, Victoriano Huerta envió una
comisión encabezada por el padre de Pascual Orozco, Pascual Orozco (Padre) a
pactar la paz con Emiliano Zapata.
Esto le facilitaría
tener un frente menos de guerra en el país. Zapata, que contaba ahora con el
dominio de Morelos y parte del Estado de México, del estado de Guerrero, de
Puebla y de Tlaxcala, se negó a pactar con aquellos a quienes él llamó
“asesinos de Madero”. Fusiló al emisario de Huerta, envió una carta al general
Félix Díaz, repudiando al gobierno de Huerta y para el mes de mayo de ese mismo
año, reformó su Plan de Ayala, declarando que Victoriano Huerta era indigno de
la presidencia del país. A Pascual Orozco se le retiró el cargo de Jefe de la
Revolución y Zapata quedó entonces como único jefe del Ejército Libertador del
Sur.
En los primeros meses de
1914, Zapata tomó Jonacatepec y Chilpancingo. Ese mismo año su ejército
constaba ya de 27,000 hombres, por lo que para abril ya había controlado por
completo el estado de Morelos y algunos lugares de Guerrero. Poco después tomó
Cuernavaca y para junio ocupó Cuajimalpa, Xochimilco y Milpa Alta, con lo que
amagaba a la Ciudad de México. La población de la capital del país, huía al
saber la cercanía del ejército de Zapata. Las fuerzas constitucionalistas les
cerraron el paso, al ocupar la Ciudad de México antes que las propias
zapatistas, las cuales se encontraban más cerca. En septiembre, Venustiano
Carranza envió a Juan Sarabia, a Antonio I. Villarreal y a Luis Cabrera Lobato
a conferenciar con Emiliano Zapata, pero nuevamente el caudillo suriano exigió
la renuncia de Venustiano Carranza al Poder Ejecutivo, y el reconocimiento del
Plan de Ayala. Los emisarios, como toda respuesta, abandonaron su campamento y
el estado, pues Carranza rechazó rotundamente sus peticiones, calificándolas de
"inadecuadas" para el momento en que vivía el país.
El
gobierno convencionista: Lucha de facciones (1914-1919)
El mismo mes, Emiliano
Zapata, desde su cuartel general de Cuernavaca, promulgó la entrega de tierras
a los pueblos. Invitado por varios delegados de la Convención de
Aguascalientes, en la que los tres grupos más importantes que participaron en
la Revolución mexicana intentaron dirimir sus diferencias, Zapata no fue en
persona al citado evento, pero envió a una comisión, integrada por Antonio Díaz
Soto y Gama, quién protagonizó el Incidente de La Bandera; y a Leobardo Galván
González, un licenciado del pueblo de Tepoztlán, nacido en el barrio de Santo
Domingo, en la actual calle de Aniceto Villamar en un predio llamado
"Coyulan" y único morelense enviado por Emiliano Zapata a
Aguascalientes, que desempeñó un papel importante de negociación para la
asistencia de la delegación zapatista, negociaciones tanto con Lucio Blanco
como con el mismo general Francisco Villa, Paulino Martínez, Manuel J.
Santibáñez y Manuel Uriarte, quienes quedaron en calidad de observadores hasta
que la Convención optó por desconocer a Venustiano Carranza. Así pues, Emiliano
Zapata se unió con Francisco Villa y ambos reconocieron a Eulalio Gutiérrez
como presidente provisional de México, no así el encabezado por Venustiano
Carranza, lo que provocó la continuación de la guerra civil. A finales de
noviembre, la poderosa División del Norte y el Ejército Libertador del Sur entraron
en la Ciudad de México.
Alcanzó así fama
nacional el movimiento zapatista como la otra cara de la moneda entre los
campesinos surianos y los del norte. En su estancia en la capital, las tropas
tuvieron una actitud más que pacífica: obtuvieron recursos mediante limosnas y
evitaron los robos y asaltos de algunos bandidos que ensuciaban su nombre
haciéndose llamar zapatistas. El 4 de diciembre de ese año Villa y Zapata
tuvieron la célebre entrevista de Xochimilco, lográndose una alianza militar
entre ambos ejércitos. Villa aceptó en cambio el Plan de Ayala, a excepción de
sus acusaciones a Francisco I. Madero, quién había sido su redentor y se obligó
a dar armas a Zapata.
Concretados estos
acuerdos, Emiliano Zapata partió rumbo a Amecameca y tomó Puebla el 17 de
diciembre de 1914, aunque en los primeros días de enero la plaza le fue
arrebatada por las fuerzas del general Álvaro Obregón. Este habría de dedicar
sus mayores esfuerzos para combatir al poderoso ejército villista, dando lugar
a que durante 1915 Morelos fuera gobernado por los campesinos levantados en
armas, asesorados por los intelectuales de la lucha suriana. En 1916, una vez
que Venustiano Carranza se había instalado en la Ciudad de México y que
Francisco Villa hubiera sufrido serias derrotas por parte del ejército de
Álvaro Obregón, Carranza dispuso la ofensiva contra el zapatismo, al mando de
Pablo González Garza. Con apoyo incluso de la aviación del ejército, Cuernavaca
fue ocupada por los constitucionalistas en mayo y, aunque regresó efímeramente
a manos de los zapatistas, quedó definitivamente en su poder el 8 de diciembre
de ese mismo año. Ante la carencia de armas y ya sin el apoyo villista, en muy
poco tiempo casi todas las poblaciones del estado quedaron en poder de los
constitucionalistas. En 1917, Zapata, lanzando una contraofensiva, reconquistó
Jonacatepec, Yautepec, Cuautla, Miahuatlán, Tetecala y Cuernavaca.
En marzo expidió la ley
administrativa para el estado, reabrió escuelas, creó instituciones para
reiniciar la producción de alimentos del campo y continuó la guerrilla en zonas
periféricas y de frontera. Sin embargo, en octubre del mismo año entró a
Morelos el general Pablo González Garza, apoderándose del territorio. Para
1918, Emiliano Zapata era, un guerrillero con poco futuro, pues ante las
constantes batallas y lo escaso de las municiones, la muerte de los cabecillas
y la ley agraria de Carranza, que apaciguó la causa suriana, su movimiento,
indudable manifestación del descontento campesino, no llegó a consolidarse como
una verdadera organización político-militar. Siendo una rebelión de masas
campesinas, se limitó a realizar su guerra de guerrillas a partir de ese mismo
año, continuando así hasta su muerte en 1919.
Asesinato
La guerra por parte del
gobierno tomó perfiles despiadados en el norte. El gonzalista Jesús Guajardo le
hizo creer a Zapata que estaba descontento con Carranza y que estaría dispuesto
a unirse a él. Zapata le pidió pruebas y Guajardo se las dio al fusilar a
aproximadamente cincuenta soldados federales, con consentimiento de Carranza y
Pablo González, y ofrecerle a Zapata armamento y municiones para continuar la
lucha. Así, acordaron reunirse en la Hacienda de Chinameca, Morelos, el 10 de
abril de 1919. Zapata acampó con sus fuerzas a las afueras de la hacienda, y se
acercó a la misma acompañado únicamente por una escolta de diez hombres. Al
cruzar el dintel, un ordenanza apostado a la entrada, tocó con su clarín la
llamada a honores. Esa fue la señal para que los tiradores, escondidos en las
azoteas, abrieran fuego contra Zapata, que alcanzó a sacar su pistola, pero un balazo
se la tumbó; después el caudillo cayó muerto. No
pocos condenaron el procedimiento. Además, esto dio lugar a que, una vez muerto
por más
de veinte impactos de escopeta en el cuerpo, Zapata se convirtiera en el
propagador de la revolución y símbolo de los campesinos
desposeídos. El movimiento continuó, aunque ya con menos intensidad, y los
zapatistas acordaron nombrar a Gildardo Magaña Cerda jefe del Ejército
Libertador del Sur. Él sería el último, pues casi un año después, los antiguos
compañeros de Zapata se integrarían al gobierno aguaprietista, aunque algunos
de ellos serían asesinados por el mismo gobierno.
Restos
mortales
Desde 1919 sus restos
descansaron en el Panteón municipal de Cuatla. El 10 de abril de 1932 fueron
exhumados los restos de Emiliano Zapata a la Plaza Revolución del Sur a una
estatua en su honor —que es diferente a la que está actualmente—.
Ha habido intentos
posteriormente de transportarlos al Monumento a la Revolución (México), sin
embargo, familiares e intelectuales se apusieron ya que descansarían junto a
los de Venustiano Carranza, que mandó a orquestar su asesinato. Entre los más
destacables se encuentran los ocurridos en 1976 y en 2019 —centenario luctuoso—.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Emiliano_Zapata
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