Plutarco Elías Calles

 Familia y juventud

El origen de los Elías se atribuye a judíos sefardíes. Sus antepasados llegaron a México a fines del siglo XVIII y comenzaron a destacar en la sociedad como terratenientes y mineros de éxito, amasando una gran fortuna que se redujo, pero no se perdió en su totalidad en los disturbios y guerras del siglo XIX. El más sobresaliente de sus antepasados fue su abuelo, el Coronel José Juan Elías Pérez (1824-1865), «El Chinaco», aguerrido militar liberal que murió en combate contra las fuerzas imperialistas de Maximiliano I de México.

 

Su padre, alcohólico y de inconstancia e irresponsabilidades conocidas, los abandonó y se marchó a su mermada finca en San Pedro Palominas. Su madre murió en 1880 y a partir de ese momento y hasta los veinte años, Plutarco quedó a cargo de su tía materna María Josefa Campuzano y de su esposo Juan Bautista Calles, hermano de la primera pareja de su madre.

 

En 1888, Calles estudió con el profesor Benigno López Serra en la Academia de Profesores, con el propósito de hacerse maestro; se recibió en 1894 y se dedicó al magisterio. Llegó a ser inspector de las Juntas de Instrucción Pública en Hermosillo, profesor en la Escuela #1 para varones y ayudante en el Colegio de Sonora. En 1897 regresa a Guaymas, donde fue maestro del quinto grado en la Escuela #1, editó la “Revista Escolar” y dirigió la escuela de la Sociedad de Artesanos “El Porvenir”.

 

Para 1899 Plutarco logró separarse del alcohol y tomó un camino distinto al de su padre: se casó únicamente por lo civil con Natalia Chacón, comenzando un año después la creación de lo que sería una numerosa familia. Durante dos años Calles desempeñó sin éxito varios empleos. Además de maestro fue tesorero municipal del puerto de Guaymas e inspector general de Educación, puestos de los que fue despedido por sospecha de fraude. Posteriormente se vuelve administrador del "Hotel México", propiedad de su medio hermano Arturo Elías; cargo que dejó Plutarco al incendiarse el inmueble el 10 de enero de 1903.

 

"Aquellos años de la vida de Plutarco Elías Calles fueron muy poco afortunados; parecía que un destino adverso le perseguía constantemente. En Guaymas circuló una versión malévola que lo acusaba de haber dispuesto de dinero que, como cajero de una agrupación de profesores, le había sido confiado [...] Pero a más de que aquella versión, falsa y todo, se extendió.

 

La amistad y protección del entonces secretario de Gobernación de Sonora, Alberto Cubillas, vinieron a favorecerle y [Calles] fue nombrado presidente municipal de Fronteras […] Lo cierto es que surgieron malas voluntades en los vecinos y Calles tuvo que volver a su natal Guaymas.

 

Su amistad con Cubillas volvió a favorecerle, y fue nombrado tesorero municipal de Guaymas; pero nuevamente la mala suerte se ensañó con él: al recibir la Tesorería de manos de su antecesor, éste le entregó, entre otros documentos, un vale personal por la cantidad de seis mil pesos. Calles, por exceso de confianza, aceptó el vale y cuando poco después un visitador le practicó una visita y le encontró aquel vale, no quiso aceptarlo, y levantando el acta se dispuso a consignar a Plutarco responsable del delito.

 

Calles consiguió entre sus amigos la cantidad requerida, que reintegró a la caja de la Tesorería, pero el visitador, hizo de todos modos la consignación."

 

A principios del siglo XX a Elías Lucero le quedaban todavía unas nueve mil hectáreas en Santa Rosa, cerca de Fronteras. En 1903 la Secretaría de Fomento le otorgó los documentos de adjudicación correspondientes. Ahí, Calles se dedicó a la agricultura: plantaba trigo, papa y maíz, sin embargo, tampoco con ello adquirió estabilidad económica. El labriego Calles no sabía sembrar y no tenía buena maquinaria para el negocio. En 1906 se retira de la agricultura y sin éxito, solicitó una concesión minera.

 

Ese año lo visita en Santa Rosa su amigo Santiago Smithers, quien lo persuade de hacerse cargo de la gerencia del molino harinero “Excélsior” en Fronteras. Calles acepta, y en 1910 el Banco de Sonora embarga el molino.

 

Ese año inicia un negocio de compra-venta de pasturas, semillas y harinas llamado “Elías, Smithers y Compañía”. En el almacén de ese negocio se efectuaron algunas reuniones del maderismo guaymense con el que Calles simpatizaba. En abril de 1911 el negocio de Calles y Smithers cierra; y por ello vuelve al alcohol. Sus responsabilidades hicieron que se rehabilitara por sí mismo; pues para 1911, ya habían nacido cinco de los doce hijos que procreó con Natalia Chacón.

 

"Después, Calles se asoció con Santiago Smithers, descendiente de norteamericanos, hombre honesto, trabajador y que gozaba de prestigio y general estimación en el Estado. La nueva sociedad prosperó al principio, pero el incendio de un almacén y los primeros brotes de la revolución descompusieron la situación y fue entonces cuando Calles se inclinó a favor de la tendencia revolucionaria".

 

Carrera militar y política

En 1911 Calles abrió un comercio en Agua Prieta donde distribuía semillas, granos, implementos agrícolas, petróleo, manteca, carne y piloncillo, con el que le iba regularmente bien. En septiembre de ese año su tío político, el gobernador José María Maytorena, lo nombró comisario. Durante su cargo, Calles se encargó de mantener el orden, administrar justicia y de la aduana. «El Viejo», como le decían sus amigos, se encargó de reorganizar la cárcel, asignó un edificio a la comisaría, creó un centro escolar e impartió sentencias a los rebeldes.

 

Los cónsules del gobierno de Francisco I. Madero en Douglas lo acusaron ante Maytorena de conspirar contra el régimen, pero el gobernador continuó apoyándolo. En 1912 Calles enfrentó con éxito la rebelión encabezada por Pascual Orozco. Ante el golpe de Estado de Victoriano Huerta y el asesinato del presidente Madero, Calles envió un telegrama al gobernador Maytorena en el que lo invitaba a levantarse en armas. Acto seguido, instaló a su esposa e hijos en Nogales y se dedicó al reclutamiento de voluntarios en Douglas.

 

El 5 de marzo de 1913 Calles entró a México al mando de un pequeño grupo de soldados dispuestos a la lucha. Inmediatamente se relacionó con otros jefes revolucionarios, entre ellos: Manuel M. Diéguez, Pedro F. Bracamontes y Esteban Baca Calderón. Asimismo, participó en la redacción y firma del Plan de Nacozari firmado el 12 de marzo de ese año, donde se desconocía el gobierno de Huerta.

¡A las armas!

Los ciudadanos que empuñamos las armas para lanzarnos llenos de ardor y rebosantes de indignación al campo de la lucha no venimos animados de ese espíritu de sistemática rebeldía que perdura por algún tiempo en los pueblos sacudidos formidablemente por una revolución como la de 1910; venimos a cumplir con un deber como patriotas, rescatando de la tierra de la opresión al pueblo al que de nuevo trata de encadenar la usurpación.

 

Como ciudadanos, salvando las instituciones republicanas de un régimen absolutista como el militar. Como hombres, enjugando las lágrimas de los que sufren cuando ven ocultarse el sol radiante de las libertades humanas en un ocaso de regresión y de estancamiento. Venimos a protestar contra el régimen y a llevar al banquillo de los acusados al criminal y a sus cómplices; es decir, a los Huerta y los Blanquet, a los Díaz y a los Mondragón, a los De la Barra y a los Reyes y a tantos otros.

 

Venimos a vengar el sangriento ultraje hecho a la ley, cuando asesinan al presidente de la República y a restituir a cañonazos el derecho de gentes conculcado; venimos a hacernos justicia, en representación de todo el pueblo mexicano, y a sentar la segunda piedra del Templo de Themis, derribado el 19 por la mano criminal de Félix Díaz, y el 23 de febrero […] pasado, por la criminal y traidora de Victoriano Huerta.

 

Venimos, en fin, a luchar sin tregua y con tesón contra el mal y continuar con la revolución de 1910, a aportar nuestro contingente de sangre a la causa del pueblo, a sacrificarnos en aras de las libertades públicas; a limpiar de traidores el país y a llevar a culatazos a la rendición, a los cobardes y a los indiferentes, a los serviles y a los acomodaticios; a los atrofiados de la conciencia y a los ociosos de la energía.

A eso venimos y para eso empuñamos en 30-30.

 

El mando general del ejército sonorense estaba a cargo de Álvaro Obregón. En el norte, el jefe de operaciones era Juan G. Cabral; en el centro, Salvador Alvarado y en el sur, Benjamín Hill. Calles fue ascendido a teniente coronel y el 16 de marzo emprende por su cuenta, y sin autorización de Obregón, la toma de Nacozari. La acción militar fracasó y Calles permanece en Nogales organizando el abastecimiento de armas. Tras la derrota; Obregón lo apodó “Plutarco Elías Corres” y se cuenta que comentó:

Calles no se acerca al peligro, va a pedirle chiche a Arnulfo Gómez para que lo ayude.

 

En febrero de 1913 el gobernador José María Maytorena pidió licencia por seis meses al Congreso estatal para ausentarse e ir a combatir a Victoriano Huerta. Dejó en su lugar a Ignacio L. Pesqueira y marchó a Estados Unidos, donde conversó con el Secretario de Estado William Bryan acerca de su oposición a reconocer a Huerta como presidente. Casi al final de su licencia, regresó a Sonora y Venustiano Carranza le autorizó para que en agosto reasumiera la gubernatura del estado; Maytorena reclamó el mando militar y los jefes del movimiento se negaron. En los salones de la Presidencia Municipal de Cananea se reunieron Ignacio Bonillas, Calles, Ignacio Pesqueira, Manuel M. Diéguez y varios diputados locales para buscar la forma en que Maytorena no reasumiera la gubernatura.

 

En septiembre de 1914 Maytorena y su compadre Francisco Villa rompen relaciones con el gobierno de Venustiano Carranza. A fines del mes, Calles regresó a Sonora y pasó por Agua Prieta, donde saludó por última vez a su padre, que murió tres años después.

 

Gobernador de Sonora

El 4 de agosto de 1915 Carranza lo nombró gobernador interino de Sonora y comandante militar de su estado natal, desempeñándose como tal hasta el 16 de mayo de 1916.

 

El mismo día en que asumió el cargo de gobernador, Calles dio a conocer su Programa de Gobierno, el cual elaboró pensando en las “revolución de ideales y las reformas hacia el progreso que ahora presentaba al pueblo”.

 

El 1 de noviembre de 1915, Francisco Villa atacó Agua Prieta al mando de 18.000 hombres, pero Calles resistió y triunfó con menos de la cuarta parte de soldados, utilizando la misma estrategia de resistencia del sitio de Nacozari de 1914: los soldados de Villa se estrellaron contra un emplazamiento de minas, alambrados, fosas y trincheras dispuestas por Calles. Tras su derrota, días después, el 2 de diciembre, Villa asesinó en el pequeño poblado de San Pedro de la Cueva a todos los varones que lo habitaban (73 hombres), incluyendo al cura Andrés Avelino Flores.

 

Asimismo, Calles abrió nuevos caminos, favoreció la competencia comercial en beneficio del consumidor, propuso un nuevo régimen fiscal y creó instituciones de beneficencia. Hizo que se inculcaran hábitos de limpieza mediante conferencias públicas y además, se encargó de impulsar el mutualismo entre los obreros. Cuatro días después de su toma de posesión, emitió un decreto en el que prohibió la venta y fabricación de bebidas embriagantes, con pena de cárcel por cinco años a quien lo hiciera.

 

Considerando que una de las causas de la decadencia de los pueblos es el uso de las bebidas embriagantes, que además de producir aniquilamiento físico y las perversión moral del individuo, es también uno de los principales factores del malestar económico; que es bien sabido que la criminalidad está en relación directa con el empleo de las bebidas alcohólicas y teniendo el gobierno constitucionalista la obligación de moralizar a los ciudadanos que están bajo su amparo y procurar su mejoramiento, no podría dejar de ocuparse de legislar inmediatamente sobre tan importante materia.

Por lo tanto, he tenido que emitir el siguiente decreto:

1. Queda absolutamente prohibida en el Estado de Sonora la importación, venta y fabricación de bebidas embriagantes.

2. Se consideran como bebidas embriagantes aquellas que contengan alcohol en cualquier cantidad.

3. Las personas que infrinjan el artículo primero serán castigadas con cinco años de prisión que impondrá el Ejecutivo, mientras se restablece el Poder Judicial, haciendo constar el procedimiento en un acta donde se recibirá la declaración de los derechos responsables y las pruebas que hubieren en pro o en contra. A los cómplices y encubridores se les impondrá prisión de tres y dos años, respectivamente.

4. Los delitos de embriaguez se castigarán con las penas que ya tienen señaladas en el Código Penal, llevándose a cabo el mismo procedimiento sumario que se expresa en la primera parte del artículo tercero, entre tanto se restablecen los tribunales.

Entre la gran cantidad de decretos aparecían algunos prohibiendo los juegos de azar, autorizando a la policía a arrestar a los organizadores, jugadores y espectadores de los mismos. Calles concedió amnistía a los seguidores de Francisco Villa y clausuró los sitios de tortura en las penitenciarías. En otro decreto, ordenó la transferencia al dominio público de los bienes de quienes hubieran apoyado moral o materialmente a Pascual Orozco, Victoriano Huerta o al gobierno de la Convención de Aguascalientes. En mayo de 1916 ordenó la distribución entre los empleados públicos un cuestionario en el que se les intimida para declarar su lealtad al gobierno y confesar sus antiguas filiaciones pasadas.

 

Como gobernador, ordenó la emisión de otros decretos referentes a la creación de escuelas, para el establecimiento del catastro, para la publicación de la Ley Orgánica de los Tribunales de Estado y donde fijaba el sueldo mínimo para jornaleros y peones. Durante su mandato, Calles atendió en un 22% a la educación pública. En mayo de 1916 fue asignado, por unos meses, a la Jefatura de Operaciones del Estado y Adolfo de la Huerta se convirtió en Gobernador Interino. Para el tiempo en que dejó la gubernatura, Calles había dictado 56 decretos, emitiendo seis por mes.

 

Segundo y tercer mandato

El 25 de junio de 1917, Calles reasume la gobernatura constitucionalmente ostentándola hasta mayo de 1919, con una breve interrupción dejando en el poder a Cesáreo Soriano; periodo en el cual Calles es designado ministro de Industria, Comercio y Trabajo durante la administración de Venustiano Carranza. Durante sus últimos dos mandatos como gobernador, Calles promulgó cinco leyes reglamentarias: la de Juntas de Conciliación y Arbitraje, la de Indemnizaciones, la de Administración Interior del Estado, la de Trabajo y Previsión Social y la Ley Agraria. A Soriano lo desaforó mediante el Congreso por permitir el establecimiento de una casa de juegos.

 

Expulsó a varios simpatizantes de la liga anarquista IWW y ordenó el fusilamiento de Lázaro Gutiérrez de Lara. A los indios yaquis y a las compañías estadounidenses “Wheeler y Richardson”, que acaparaban tierras inactivas, se dedicó a combatirlos durante su gubernatura. De igual forma, Calles ordenó la expulsión de todos los sacerdotes católicos de Sonora. Inauguró la Escuela Normal para Profesores y organizó un congreso pedagógico, en enero y junio de 1916 respectivamente. Calles mandó abrir 127 escuelas primarias y las escuelas “Cruz Gálvez de Artes y Oficios” para los niños huérfanos de la Revolución.

 

En agosto de 1917 Calles hizo circular un manifiesto titulado “Por la redención de la raza”, donde pedía la cooperación de la ciudadanía para construir dos grandes edificios (uno para varones y otro para mujeres) por medio de un convenio público

 

Hace menos de dos años, en 1915, fundé la Escuela de Artes y Oficios para Huérfanos, impulsándome a ello a las repetidas observaciones que al correr los distintos puntos del estado pude recoger en cuanto el número verdaderamente crecido de niños huérfanos y abandonados que encontré en casi todos los lugares. Concebí así la idea de crear un asilo que, además de arrebatar a la indigencia y sin duda a la corrupción a aquellos seres infelices e inocentes, pudiera convertirlos en elementos de orden y progreso, más tarde, aptos para el trabajo y moralmente fuertes y sanos.

 

En el decreto, Calles estableció que se protegería a todos los huérfanos sin distinción alguna. Para 1920, la institución contaba con instalaciones adecuadas: el de varones tenía 468 alumnos internos y el de mujeres, contaba con 396 alumnas; entre ellas las hijas del general Calles. La escuela tenía seis años de primaria y se daba enseñanza industrial. Los varones aprendían carpintería, agricultura y mecanografía. Las mujeres formaron una orquesta y los varones una banda de música. Todos los alumnos de la institución, al referirse al gobernador, lo llamaban «Papá Calles».

Los éxitos y fracasos que tengan en las escuelas Cruz Gálvez los considero como míos, y gozaré con los primeros y sufriré con los segundos.

 

La lucha por el poder

Plan de Agua Prieta

En enero de 1920, Calles renunció a su puesto en el gabinete de Carranza para incorporarse a la campaña presidencial de Álvaro Obregón. Debido a las diferencias políticas entre Venustiano Carranza y Obregón, en abril de 1920 el "grupo de los sonorenses" integrado por Obregón, Calles y De la Huerta, proclamó el Plan de Agua Prieta que desconocía al gobierno carrancista. Con el asesinato de Carranza en Tlaxcalantongo, Puebla, Calles ocupó el cargo de secretario de Guerra y Marina durante el interinato de Adolfo de la Huerta y fue secretario de Gobernación en el gabinete del presidente Álvaro Obregón, el cual desempeñó durante casi todo el cuatrienio presidencial.

 

Secretario de Gobernación

A Obregón y a Calles más que la simpatía o la amistad, la historia y la política mexicana los unieron. En el fondo, ambos sentían desprecio uno por el otro; sin embargo, siempre se necesitaron mutuamente y mantenían un trato cordial. A mediados de 1923 Calles se retiró a la hacienda de Soledad de la Mota, Nuevo León, propiedad de uno de sus hijos. Ahí inauguró una escuela e impartió la primera lección de la clase. Para ese tiempo ya sabía que era el elegido para suceder a Obregón y se apartó para reflexionar sobre lo que haría en su gobierno.

 

Mandato Presidencial

Su cercanía hacia Álvaro Obregón era tal, que se decía que era el brazo derecho que este había perdido en Celaya. Fue gracias a esta relación que, sin mucho esfuerzo, aunque sí hubo de sofocar la rebelión encabezada por Adolfo de la Huerta y ganarle a su único contrincante Ángel Flores, que Calles ocupó la silla presidencial a los cuarenta y siete años de edad. Tomó posesión del cargo a las 12:00 horas del 1 de diciembre de 1924 en el flamante Estadio Nacional, como se le conocía antes al estadio construido en los terrenos del antiguo Panteón de la Piedad; en una ceremonia a la que asistieron más de cuarenta mil personas. Al acto le siguió una recepción que continuó toda la noche frente a la casa de Calles en la calle Marsella.

 

Política interna

La política de Calles durante su presidencia estaba enfocada en la reconstrucción nacional, mediante el establecimiento de un Estado fuerte, apoyado en la ideología populista y basada en el principio de conciliación de sectores. Con Calles se logró un ajuste económico y de instituir un nuevo orden político.

 

Reorganización del Ejército

Por las rivalidades internas y las aspiraciones presidenciales de casi todos los jefes militares, el ejército se había convertido en un centro de insurrección, por lo que fue necesaria su reorganización; labor que Calles le asignó al secretario de Guerra Joaquín Amaro.

 

Se restableció el antiguo Colegio Militar y se profesionalizó a los oficiales, despidiendo a los más revoltosos. Amaro se enfocó en acabar con la costumbre en la que los jefes de zona o de unidad formaban ejércitos privados que les rendían lealtad. El general Amaro dividió al país en 33 jefaturas que reemplazaban a diez zonas, y cuando era necesario, las subdividía. Otro problema del Ejército mexicano de ese tiempo era la falta de dinero para adquirir armamentos y el bajo salario de los soldados, condiciones que mejoraron cuando México progresó en sus relaciones diplomáticas con Estados Unidos.

 

Guerra Cristera

Por Guerra Cristera se entiende a la etapa histórica transcurrida entre 1926 y 1929, caracterizada por el presidente Plutarco Elías Calles, donde se efectuó un conflicto armado entre el gobierno y milicias de laicos, presbíteros y religiosos católicos que resistían la aplicación de legislación y políticas públicas orientadas a restringir el poder y la participación de la Iglesia católica sobre los bienes de la nación así como en procedimientos civiles.

 

Entre los eventos que precipitaron el conflicto, por un lado se cuentan varias matanzas de fieles católicos a la salida de actos de culto en templos católicos en Ciudad de México y en otras ciudades de la República, y por el otro lado las atrocidades de los cristeros en contra de los Maestros Rurales desarmados, que ni siquiera tomaban parte en el conflicto, algunos no aceptaron dejar sus escuelas y comunidades, y a muchos se les cortaron las orejas como resultado. a dichos maestros se les conoce como "maestros desorejados". En Los peores casos, los maestros fueron torturados y asesinados por los cristeros. Se ha calculado que al menos 300 maestros fueron asesinados entre los años 1935 y 1939, incluyendo el asesinato de Carlos Sayago, Carlos Pastraña, y Librado Labastida en Teziutlán, Puebla; la ejecución del maestro, Carlos Toledano, quien fue quemado vivo en Tlapacoyan, Veracruz; y el linchamiento de al menos 42 maestros en el estado de Michoacán:. Asimismo, puede citarse el caso de la maestra María Rodríguez Murillo, quien fuera ultrajada y muerta por un grupo de cristeros.

 

Hacia 1919, los católicos habían fundado el partido político Nacional Republicano, y exigieron que fuera reformada la Constitución al tiempo que organizaban manifestaciones contra el gobierno revolucionario y gritaban por la ciudad de México sus filiaciones religiosas. En febrero de 1925 los dirigentes de la Confederación Regional Obrera Mexicana, CROM, concibieron la idea de formar una iglesia católica separada de Roma y pusieron en práctica su proyecto en un templo de Ciudad de México, el cual tomaron violentamente, por las armas, y donde instalaron al sacerdote renegado José Joaquín Pérez para que fuera el patriarca de la nueva Iglesia. Por ese tiempo, los gobernadores anticlericales de los Estados de Veracruz y Tabasco dictaron decretos para limitar las funciones de los sacerdotes. En protesta, los jóvenes católicos fundaron, en marzo de 1925 la Liga Nacional de Defensa Religiosa. El conflicto entre la Iglesia y el gobierno se agudizó cuando el arzobispo de México José Mora del Río, realizó protestas contra las disposiciones que se referían a las cuestiones religiosas en el artículo 130 de la Constitución. Calles ordenó al Procurador de Justicia la detención del arzobispo, lo cual produjo numerosas protestas de los católicos y de varios embajadores extranjeros.

 

Ley "Calles"

El 14 de junio de 1926, el gobierno del Presidente Plutarco Elías Calles Campuzano expidió una Ley adicional que fue publicada el 2 de julio del mismo año, en la que limitaba el número de sacerdotes en cada Entidad y donde se establecía que todos los sacerdotes del país debían registrarse con cada presidente municipal y solamente podrían ejercer sus funciones quienes tuvieran una licencia otorgada por el Congreso de la Unión o el Congreso del estado correspondiente. Esta Ley efectivamente no solamente no separaba Iglesia y Estado, sino que supeditaba la primera al segundo, el cual mediante ella adquiría "Carta blanca" legal para inmiscuirse a su antojo en los asuntos estrictamente internos de las Iglesias, la Católica, en particular.

 

En el decreto, Calles hacía saber las reformas del Código Penal donde establecía penas severas por violaciones a la Constitución en lo referente a cultos o enseñanza. Debido a la Ley "Calles", fueron clausurados arbitrariamente 142 templos en el País, varias capillas en asilos de beneficencia privada abiertos al público; se suprimieron las actuaciones de religiosos en todas las instituciones de beneficencia en las que participaban; se cerraron 73 conventos y se expulsó a numerosos sacerdotes extranjeros. Ante estas agresiones por parte del gobierno, a finales de julio de 1926, el episcopado mexicano ordenó la suspensión de todos los actos de carácter religioso; acción que precipitó el movimiento armado.

 

Emilio Portes Gil, comenzó una larga negociación, en la que participó como mediador, el recién llegado embajador estadounidense, Dwight Morrow. Se logró un acuerdo de amnistía general para todos los levantados en armas que quisieran rendirse. Se acordó devolver las casas curales y episcopales, y evitar mayores confrontaciones en lo sucesivo.

“Nueva Política Económica”.

A fines de diciembre de 1924, fueron creadas la Ley General de Instituciones de Crédito y Establecimientos Bancarios y la Comisión Nacional Bancaria, cuya función principal era vigilar que las instituciones de crédito cumplieras las disposiciones legales. El 7 de enero de 1925 fue expedida la Ley General de Instituciones de Crédito, la cual marcaba la continuación del proceso evolutivo del sistema bancario mexicano, impulsado durante el Porfiriato e interrumpido con el derrumbe político de este. Tanto era la continuación del régimen de Porfirio Díaz en la reorganización bancaria del gobierno de Calles que se mandó a llamar a Miguel S. Macedo, uno de los “Científicos” más allegado a José Yves Limantour, quien había sido ministro de Hacienda de Díaz y que ya había concebido las bases de una nueva estructuración del sistema bancario antes del inicio de la Revolución mexicana. La nueva legislación estableció la creación de un Banco único de emisión, que sería el Banco de México, inaugurado el 1 de septiembre de 1925; y era administrado por un consejo integrado por industriales, comerciantes, banqueros y políticos de peso en el país, y estaba presidido por Manuel Gómez Morín.

 

El Banco de México, cuyo mayor accionista era el gobierno, se creó con el propósito de establecer un régimen bancario orientado a una economía social de base nacionalista.

Otra institución de crédito creada en el gobierno de Calles fue el Banco de Crédito Agrícola, inaugurado en febrero de 1926, cuyo proyecto se debió a Manuel Gómez Morín; el propósito de la fundación de este banco partía del supuesto de que en buena medida ya había sido realizada la reforma agraria, y se constituía para hacer préstamos de avío, refaccionarios o inmobiliarios. Además, Gómez Morín buscaba que esta institución sirviera para el fomento, reglamentación y vigilancia del funcionamiento de las sociedades de crédito regionales.

 

Sin embargo, aquella situación de bonanza no prevaleció mucho tiempo. Las finanzas mexicanas dependían en gran medida de los impuestos del petróleo y cuando en 1926 se conjugaron factores que provocaron la caída de los precios del crudo, la economía mexicana entró en una crisis de la que no se recuperaría hasta la época de la Segunda Guerra Mundial. Tal crisis se acentuó por la caída del precio de la plata, otra área que constituía las principales fuentes de riqueza de México. Al desastre económico se aunaron problemas de orden político y social: el regreso de Álvaro Obregón a la vida política y la Guerra Cristera. En 1927 renunció Pani como secretario de Hacienda y fue sustituido por Luis Montes de Oca, quien ejerció su cargo durante la reconciliación diplomática entre México y Estados Unidos y mantuvo un cordial y amistoso trato con el embajador Dwight Morrow.

 

Calles y el comunismo

En 1923 cuando se sabía ya que Calles sería candidato a la presidencia se buscó un partido político que lo apoyara, de esta manera su candidatura fue lanzada por el Partido Comunista Mexicano, fundado el 24 de noviembre de 1919 (y con quien hubo mayores coincidencias ideológicas) y el Partido Laborista Mexicano. Durante el gobierno de Calles se ratificaron sus principios de apoyar el reparto de la tierra y de organizar a los trabajadores agrícolas, lo que fue criticado por los grandes hacendados y los latifundistas que aún quedaban en el país. Durante el Callismo se repartió 62% de territorio a la comunidad agraria y se les otorgó créditos que les permitieran progresar y desarrollarse.

 

El gobierno de Calles se encargó de darle mayor impulso al rubro de la educación. Se dio la construcción de escuelas urbanas y rurales, se fundó el Instituto Técnico Industrial, la Escuela Nacional de Constructores y la Escuela de Ingenieros Mecánicos Electricistas; esos planteles serían los antecesores del Instituto Politécnico Nacional, creado durante la presidencia de Lázaro Cárdenas.

 

Vida personal

A los 20 años, Calles se involucró con Josefina Bonfiglio, originaria de Tepic, de ascendencia italiana e hija de un empleado de aduana. Quedó embarazada y su padre Plutarco Elías Lucero lo convenció de desentenderse del niño y Calles marchó a Fronteras. Cuando nació el niño, Josefina lo llamó Roberto. Poco después de su nacimiento, ella se casó con un empleado de telégrafos de «El Mineral del Tigre», con quien tuvo cuatro hijos más. En Fronteras Calles se relacionó con Rosario Gómez. Ella era hija de su otrora protector José Gómez Meza y estaba casada con Manuel Fuentes, amigo de Plutarco; tras descubrirse la relación, Plutarco huyó y Gómez Meza envió a Rosario a Nogales.

 

El 24 de agosto de 1899, Calles contrajo matrimonio por el civil con Natalia Chacón, hija de un agente de aduanas y quien se convertiría en Primera Dama de México. Tuvieron doce hijos.  

 

En 1920, Calles tuvo en Agua Prieta una aventura con Amanda Ruiz, originaria de Cananea. De esta relación nació Manuel Elías Calles Ruiz. Calles no se desentendió de Amanda Ruiz y su hijo, al que reconoció y con el que no tuvo problema en compartir su vida en la ciudad de México. Manuel Elías Calles Ruiz fue reconocido legalmente, y a partir de ello pasó sus vacaciones todos los años con su padre y Leonor Llorente. Amanda Ruiz no le guardó rencor alguno a Calles, a quien cariñosamente llamaba "inolvidable papacito".

 

Natalia murió en 1927, lo cual lo deja muy abatido y en depresión por algunos meses. El 2 de agosto de 1930, Calles se casó por segunda ocasión con Leonor Llorente, quien era guitarrista, pianista y soprano; con quien tuvo dos hijos, Plutarco José (1931) y Leonardo Gilberto (1932). La boda fue discreta, por el civil. Llorente murió poco tiempo después del enlace por cáncer, el 25 de noviembre de 1932.

 

Sucesión presidencial

La reelección de Obregón y la formación de bloques hicieron más conflictiva la situación política del año de 1926. Al año siguiente se presentaron las candidaturas de Arnulfo R. Gómez y Francisco R. Serrano para la presidencia, pero, tal como lo había anticipado el primero de ellos, “Obregón precipitó los acontecimientos empujando a sus adversarios a la rebelión; y en calidad de rebeldes, Gómez y Serrano fueron aprehendidos y fusilados en octubre de 1927.

 

Al fin logró imponerse la voluntad de Obregón, que también Calles compartía. El Congreso de la Unión aprobó las reformas a la Constitución Mexicana en el sentido de permitir la reelección al cargo de Presidente de México, siempre que no fuera para el periodo inmediato. Obregón aceptó su candidatura el 26 de junio de 1927 y poco después recorrió casi todo el país en su campaña política. El 10 de julio de 1928 se efectuaron las elecciones y Obregón resultó elegido Presidente de la República.

 

Asesinato de Obregón

Sin embargo, Obregón, el candidato electo, no llegó a ocupar la presidencia por segunda ocasión. El 17 de julio de 1928, el general Obregón asistió a un banquete realizado para celebrar su triunfo en el restaurante “La Bombilla” en San Ángel. Durante el convite, Obregón fue asesinado por José de León Toral, que lo creía responsable del conflicto religioso. Por las circunstancias, no faltó quienes acusaron a Morones y a Calles de haber planeado su asesinato, pero nunca se han podido probar las acusaciones; el asesinato de Obregón cambió el rumbo de la política mexicana.

 

Nombramiento del presidente interino

Con el asesinato de Obregón, el problema político inmediato era nombrar al presidente interino. Calles propuso ante el Congreso que, la persona que se postulara a la presidencia interina, y a la constitucional después, no perteneciera al ejército. Además, Calles impidió que se postularan algunos legisladores obregonistas. El aún presidente de México consiguió que fuera elegido Emilio Portes Gil, cuya presidencia comprendió del 1 de diciembre de 1928 al 5 de febrero de 1930, tiempo en el cual se prepararía el proceso para la elección constitucional de un nuevo presidente.

 

Maximato

A los 51 años de edad, Calles dejó el poder en manos del abogado tamaulipeco Emilio Portes Gil. La gran reforma política de Plutarco fue la creación de un partido único, de estado, que por vez primera logró reunir y poner en orden a la mayoría de los grupos políticos. “El que quiera la silla presidencial, que se forme” decía Calles.64En adelante, toda aspiración por el poder debía ser canalizada a través del Partido Nacional Revolucionario. Su fundación tuvo lugar el 4 de marzo de 1929. El PNR se erigió como el único partido capaz de conducir al país a un estado de bienestar y desarrollo. Sin Álvaro Obregón, quien en vida había sido una figura política y militar de peso; el poder de Calles se agigantó. Dentro del escenario político nacional, no había personaje que estuviera por encima de su autoridad. Comenzaron a llamarlo el «Jefe Máximo de la Revolución». Calles es considerado, por los historiadores, como el “dueño de México” durante los años 1928-1934. A pesar de los presidentes Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez; las grandes decisiones y la última palabra en materia política provenían de Calles. Este periodo es conocido históricamente como El Maximato. Los políticos acudían a consultarlo a su residencia de la colonia Anzures o a su finca de Cuernavaca.

 

Desde la casa de Calles en la colonia Anzures, se lograba apreciar el Castillo de Chapultepec. Por ello, la gente de la época, al pasar por el domicilio del expresidente, decía: «Allí vive el presidente, pero el que manda vive enfrente». Con Portes Gil fue designado Secretario de Guerra y Marina para combatir la rebelión escobarista, nuevamente se desempeñaría como tal durante el gobierno de Pascual Ortiz Rubio. En 1933, Abelardo L. Rodríguez le comisionó la Secretaría de Hacienda y la presidencia del Consejo Ejecutivo de los Ferrocarriles Nacionales de México. Calles seleccionó como candidato a la Presidencia a su antiguo subordinado Lázaro Cárdenas, pensando que podría controlarlo como lo había hecho con sus predecesores, lo cual no sucedió.

 

Últimos años. Exilio

Cárdenas asumió la presidencia el 1 de diciembre de 1934. Calles tenía la idea de disponer del gobierno de Cárdenas tal y como lo había hecho en el pasado, pero lo que sucedió fue, que Calles comenzó a perder poder y autoridad. Por esos días Calles enfermó de la vesícula y recibió de sus médicos la recomendación de trasladarse a Los Ángeles, California para ser operado. A partir del 11 de diciembre de 1934, Calles se conformaba con saber que había impuesto en el gabinete de Cárdenas a tres callistas y que sus hijos Plutarco y Alfredo, fueran convertidos en gobernadores de Nuevo León y Tamaulipas respectivamente y que a su yerno Fernando Torreblanca Contreras se le nombrara subsecretario de Relaciones Exteriores.

 

Después de la intervención quirúrgica y de su convalecencia en Los Ángeles, Calles regresó a la hacienda "El Tambor" de su hija Alicia Elías Calles de Almada. Allá recibía visitas de políticos que lo ponían al tanto sobre lo que ocurría en el país con el gobierno de Cárdenas. En mayo de 1935, Calles regresó a la ciudad de México, en cuya estación ferroviaria fue recibido por el presidente y una comitiva de callistas. Luego sostuvo una larga plática con Cárdenas, pero la situación política no cambió. El 12 de junio de 1935, Calles hizo declaraciones para exigir que se pusiera fin a la ola de huelgas y a la división del Congreso, ya que, en sus palabras, “por último interviene el ejército, como consecuencia, el choque armado y el desastre de la nación”.

 

La noche del 9 de abril de 1936, veinte militares y ocho policías armados entraron en la hacienda de Santa Bárbara, residencia de Calles. Mientras se encontraba reposando en su cama leyendo “Mi Lucha”, el libro de Adolf Hitler; le comunicaron que Cárdenas le ordenaba prepararse para salir del país a las siete de la mañana. Así 10 de abril fue conducido al Puerto Central Aéreo, donde en compañía de otros activos callistas, Luis L. León, Luis N. Morones y Melchor Ortega; abordó un aeroplano que lo llevó al exilio en Estados Unidos. Calles permaneció los cinco años de su destierro en San Diego, California; acompañado de su hija Hortensia Elías Calles de Torreblanca. Se establecieron en una casa de dos pisos ubicada en el número 1212 de la calle Upas. Durante los veranos, como Calles gustaba de ir a la playa, alquilaban un domicilio en la calle Del Mar, aledaño del lujoso barrio residencial La Jolla, donde permanecían por tres meses todos los años que duró el destierro.

 

Se mantenía enterado de lo acontecido en México, en el exilio se frecuentó varias veces con José Vasconcelos, con quien en el pasado había tenido diferencias políticas y limaron asperezas. En marzo de 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, el presidente Manuel Ávila Camacho lo invitó a regresar a México. En el mes de septiembre, Calles apareció en el balcón de Palacio Nacional flanqueado por el Presidente Ávila Camacho, y los expresidentes Pascual Ortiz Rubio, Abelardo Lujan Rodríguez, Lázaro Cárdenas del Río , Emilio Portes Gil y Adolfo De la Huerta. Sus últimos cuatro años de vida los pasó en su quinta "Las Palmas", en Cuernavaca; donde se dedicó a la horticultura y a la jardinería.

 

Calles se dedicaba de vez en cuando a jugar golf, su deporte favorito; además se dedicaba a asistir, desde mediados de 1941 hasta su muerte en 1945, una vez por semana, a las sesiones espiritistas que Rafael Álvarez presidía desde 1939 en el Instituto Mexicano de Investigaciones Síquicas. A éstas asistían también políticos como Gilberto Valenzuela, Juan Andreu Almazán, Ezequiel Padilla y Miguel Alemán Valdés. Calles invocaba a los espíritus de Enrique del Castillo y de Rubén Darío.

 

Muerte

A finales del mes de septiembre, su médico de cabecera decidió prepararlo para otra intervención quirúrgica; donde le inyectaban más de dos millones y medio de unidades de penicilina. Todas sus visitas le recomendaron trasladarse a Rochester para la operación, pero Calles se negó. Por ninguna circunstancia deseaba dejar México otra vez. Calles fue internado en el Sanatorio Lady Cowdray de la ciudad de México, donde fue operado por el doctor Abraham Ayala González. El 12 de octubre le detectaron la formación de adherencias en el tubo de secreciones del hígado, como consecuencia de la operación que se había hecho doce años antes. Pese a esta complicación y del mal estado del colédoco, por trombosis, salió bien de la operación y, durante una semana, pareció recuperarse satisfactoriamente.

 

Una semana después de su operación, Calles presentó inesperadamente una hemorragia masiva, atribuida a una lesión de la arteria mesentérica. Francisco Plutarco Elías Calles Campuzano falleció el 19 de octubre de 1945, a las 14:40 horas. Los principales diarios nacionales de la época relatan que ese día y justo a esa hora se notó, sobrevolando la Ciudad de México, la más grande parvada de buitres ("zopilotes") que se había visto en muchos años en la ciudad. Muchos atribuyeron este hecho ominoso a las duras persecuciones religiosas que había lanzado contra los católicos mexicanos. El cortejo fúnebre salió de las calles de Guadalajara, residencia de su hija Hortensia y de su yerno Fernando Torreblanca, rumbo al Panteón Civil de Dolores, donde se llevó a cabo el entierro. Entre las ofrendas florales y telegramas, no figuró ninguno enviado por Lázaro Cárdenas del Río.

 

Posteriormente, en 1969, los restos de Plutarco Elías Calles fueron llevados al Monumento a la Revolución en la Ciudad de México, donde permanecen desde entonces.


 

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Plutarco_El%C3%ADas_Calles

 


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