Auguste Rodin
Auguste
Rodin nació en París el 12 de noviembre de 1840 en una familia modesta, en una
casa de la calle de l'Arbalète en el V distrito de la capital parisina.
Su
padre, Jean-Baptiste, era de origen normando; se instaló en París desde 1830 y
trabajaba como mandadero en la Prefectura de Policía. Su madre, Marie Cheffer,
era de la Lorena. Del primer matrimonio de su padre con Gabrielle Cateneau,
tuvo una media hermana llamada Clothilde que parece haber sido alejada de la
familia después del segundo matrimonio de Jean-Baptiste. Auguste también tuvo una
hermana mayor llamada Marie.
En
1848 Rodin entró en la escuela de los Frères de la doctrine chrétienne de Nancy
y en 1850 comenzó a dibujar tras abandonar dicha escuela.
De
1851 a 1854 asistió a la escuela en Beauvais. Su interés
hacia las artes se reveló
a temprana edad; a los catorce años
su padre lo envió a la Escuela Imperial Especial de Dibujo y Matemáticas,
conocida como la Petite École, École Impériale Spéciale de Dessin et de
Mathématiques, en donde aprendió a modelar y dibujar de memoria bajo la tutoría
del pintor Horace Lecoq de Boisbaudran bajo técnicas tradicionales y ganó
premios. Intentó
entrar en la Escuela de Bellas Artes tres veces aunque sin éxito;
por esta razón
comenzó
su carrera afuera de los canales institucionales al estudiar anatomía
con Antoine Louise Barye en el Museo Nacional de Historia Natural. Un
escayolista de nombre Constant le compartiría sus secretos sobre el modelado
escultórico, como afirmó el mismo Rodin.
En
1855, tras ganar una medalla de bronce en su clase de dibujo, empezó a modelar
en arcilla y por ese entonces dedicó tiempo a practicar sus habilidades en el
Museo del Louvre y en la Galería
de Estampas de la Biblioteca Imperial. En 1857 realizó
esculturas decorativas y participó
en la reconstrucción
urbana de París
como ayudante de Georges-Eugène
Haussmann.
En
1860 realizó la primera escultura que se conserva del autor, el Busto de
Jean-Baptiste Rodin, su padre. De estilo neoclásico, la obra nunca se expuso en
vida del artista. En 1862 falleció
su hermana Marie a los veintiséis
años
y para superar esta pérdida, el escultor ingresó en ese año a la Congregación
del Santísimo Sacramento, en donde recibió el apelativo de Hermano Agustín.
Conoció
a Jean-Bauptiste Carpeaux en 1863, etapa a la que corresponde la gestación
de la obra La máscara
del hombre de la nariz rota. Fundamental para entender la estética que
caracterizaría la obra rodiniana, el mismo artista la definió como su primera
gran escultura. Fue rechazada por el jurado del Salón de París en 1865; la obra
representa a Bibi, un hombre de un barrio parisino cuya vida está narrada en los
duros surcos de su rostro. Fue hasta 1875 cuando la versión
en mármol
tallada por Léon
Fourquet se aceptó.
Este sería
el primer trabajo de Rodin reconocido por la Academia.
Para
mantenerse, el joven Rodin realizaba trabajos de arte decorativo; colaboró con
el escultor Ernest-Albert Carrier-Belleuse, quien a la usanza de un taller
gremial, firmó algunas de sus obras. A la edad de veinticuatro años conoció a
Rose Beuret, quien se convertiría en la compañera de su vida y modelo para
algunos de sus más insignes retratos como Mignon. De esta relación nació su
hijo Auguste-Eugène que tomó el apellido Beuret puesto que no lo reconoció.
Rechazado
del ejército por miopía, el artista no pudo participar en la Guerra
Franco-prusiana que estalló en 1870, y se reunió con Carrier-Belleuse en
Bruselas; los dos artistas colaboraron en la edificación de algunas obras como
las realizadas para la Bolsa de Comercio de la ciudad, hasta que en 1873 su
relación se tensó. Carrier-Belleuse regresó a la capital francesa mientras que
Rodin se asoció con el escultor Antoine-Joseph Van Rasbourgh y produciría
algunas obras como los bustos Suzon y Dosia, además de algunos retratos como
Doctor Thiriar y De Vigne.
De
esta etapa surgieron también Alegorías de las Artes y las Ciencias para el
Palacio de la Academia, dos Alegorías de las Provincias para el Palacio Real,
Cabeza de Beethoven para el Patio del Conservatorio Real de Música y tres
figuras del Monumento al burgomaestre J.F. Loos.
En
1874, en contra del Salón, un grupo de artistas rebeldes expusieron en el
estudio parisino de Gaspard-Felix Tournachon, conocido como Nadar, en el número
32 del Bulevar de los Capuchinos. Entre ellos se encontraban Monet, Pissarro,
Renoir, Degas y Cézanne. Estos formarían la Sociedad Anónima de Pintores,
Escultores y Grabadores. Mientras tanto, Rodin seguía en Bruselas y en junio de
1875 comenzó a trabajar con un soldado belga, Auguste Nyet, quien sería el
modelo de la obra La Edad de Bronce.
Para
su formación y crecimiento artístico, resultó fundamental el viaje que
emprendió a Italia. Ahí tuvo la oportunidad de conocer a los grandes maestros
renacentistas, en particular la obra de Donatello
y Miguel Ángel.
En
una carta dirigida a Rose desde Italia, Rodin escribió:
[...]
no se puede juzgar a algo a primera vista, pero no te sorprenderá que te diga
que he estado estudiando a Michelangelo desde mi primera hora en Florencia y
creo que el gran mago me está revelando algunos de sus secretos.
Una
vez de regreso en Bruselas terminó el yeso de La edad de Bronce que exhibió en
1877 en el Círculo Artístico y Literario. Lo presentó en abril en el Salón de
los artistas franceses donde su perfección dividió a la crítica. Como afirmaría
Rilke:
La
Edad de Bronce probó su dominio ilimitado sobre el cuerpo. […] El ojo más
severo no podía descubrir en esta estatua ningún espacio que fuera menos
viviente, menos preciso o menos claro que los otros.
Un
periodista de L'Étoile Belge, con relación a la escultura, escribió: Está prendada
de una cualidad tan rara como preciosa: la vida. Tal vitalidad hizo
pensar a la crítica que se habían ensamblado los moldes tomados directamente
del cuerpo del modelo y no de una arcilla hecha por el artista, como se debe
hacer en el método del vaciado en bronce. Esta opinión levantó rumores de los
que Rodin tuvo que defenderse; tal acusación era deshonrosa para cualquier
escultor y Rodin, quien contaba con la ayuda de amistades influyentes, como el
pintor y escultor impresionista Edgar Degas, logró salir de la disputa no solo
victorioso, sino con una fama que le puso inmediatamente entre los artistas más
importantes de París. Vale decir que había
dedicado gran parte de su juventud a acumular conocimientos sobre anatomía
humana que en más de una oportunidad le valieron la envidia y el descontento de
los escultores reconocidos por la Academia de Bellas Artes de París.
La
Edad de Bronce sería decisiva para su futuro como artista.
El
viejo que conoció a Delacroix siendo joven vivió mucho y lo suficiente para
conversar con Matisse, Maillol y Brancusi, y además, en un encuentro sorpresivo
como algunas de sus yuxtaposiciones escultóricas, fue fotografiado por Diego
Rivera, comentó al respecto John L. Tancock, uno de sus estudiosos.
Auguste Rodin es aceptado de manera consensuada, como un precursor de diversos
estilos escultóricos
del siglo XX, más
que como un autor del siglo XIX.
La
controversia alrededor de la obra La Edad de Bronce suscitó un gran interés
hacia Rodin. Parecía sorprendente que alguien que nunca estudió en la Academia
pudiera esculpir formas tan perfectas. En mayo de 1880 el estado compró la
estatua y a partir de entonces fueron varios los encargos que Rodin recibió. El
16 de agosto del mismo año, Edmund Turquet, subsecretario de Instrucción
Pública y Bellas Artes, comisionó una puerta decorativa que representara a la
Divina Comedia de Dante para el futuro Museo de Artes Decorativas; dispusieron
un taller en el que pudiera trabajar en este proyecto, el Dépôt de Marbres en
Rue de l’Université.
Bautizada
como La puerta del Infierno, la obra representó el mayor reto plástico del
artista. De ahí derivaron sus más emblemáticas esculturas como El Pensador, El
beso y Ugolino y sus hijos. Éstas se presentaron por primera vez en una gran
exposición que tuvo lugar en la Galería Georges Petit en 1886. Aunque el
proyecto fue cancelado, el artista trabajó en él hasta el final de su vida.
En
1883 Rodin conoció a Camille Claudel, quien pronto se convertiría en su
colaboradora, musa y amante. Con derecho propio, la artista logró encontrar su
autonomía artística y en 2017 le fue dedicado un museo en Nogent-sur-Seine en
la región de Champaña.
Entre
la élite de intelectuales que Rodin conoció gracias a su popularidad, tuvo
varios admiradores, Octave Mirbeau entre ellos; los dos se encontraron en 1884
y al año siguiente el poeta francés describió La puerta en el periódico La
France.
El
año 1889 marcó una segunda etapa de reconocimiento para el trabajo de Rodin. La
Galería Georges Petit le dedicó una exposición retrospectiva de treinta y seis
esculturas junto con setenta lienzos del pintor impresionista Claude Monet. El
catálogo de la exposición rindió homenaje al trabajo de los artistas con textos
escritos por Octave Mirabeau.
La
exposición de Monet y Rodin
Monet
se afirmó como jefe del grupo de pintores impresionistas que solían exponer en
el salón de los Rechazados desde 1863. Rodin se mantuvo siempre al margen de
éstos salones. La obra de Monet ya era reconocida y la de Rodin era apenas
conocida. Claude Monet escribió a Rodin el 12 de abril de 1889 para ponerse de
acuerdo sobre las condiciones de alquiler de la galería. El diez por ciento
sobre las ventas sería para el señor Petit. Los dos artistas se conocen poco
pero pretenden entenderse y logran hacer la exposición.
Durante
el montaje de las obras, la actitud de Rodin sorprendió a sus amigos Octave
Mirbeau y Gustave Geffroy ya que el escultor se percató de que las grandes
telas de Monet ocupaban casi todo el espacio expositivo. Rodin reclamó enfadado
la modificación del emplazamiento de las esculturas. El hombre tímido y
reservado rompió el silencio para imponer su obra. Cuando Monet llegó a la
exposición se percató de las modificaciones en el montaje y expresó su desacuerdo
con el nuevo emplazamiento de las piezas.
El
día de la inauguración fue el 21 de junio de 1889 y los círculos artísticos y
literarios de la ciudad de París acudieron al recinto para admirar la
exposición. Octave Mirbeau se refirió a la exposición como "Un evento
colosal, de un aplastante éxito [...] Son ellos los que, en este siglo,
encarnan de la forma más gloriosa, de la forma más definitiva, estas dos artes
magníficas: la pintura y la escultura".
En
el catálogo del evento, Rodin marcó con la palabra "estudio" la
mayoría de sus esculturas. Algunas de ellas tomarán nombre más tarde. Entre las
esculturas expuestas por Rodin destacan: La Danaide y El eterno ídolo.
Algunos
críticos se asombraron al ver juntos a los dos artistas que no tienen nada en
común más que el año de nacimiento: 1840. Hubo quienes clasificaron a Rodin
como un romántico por el énfasis que da a la forma, la desmesura y el arranque
de sus piezas. Otros vieron en él a un escultor impresionista por el juego de
luces y sombras presente en sus piezas. En este aspecto, su obra encuentra
relación con la de Monet quien captó en sus lienzos la fugacidad del instante.
La
exposición logró gran éxito y recibió gran afluencia de visitantes. Los
críticos de la época cuentan que los espectadores vacilaban y cuchicheaban al
apreciar un lenguaje tan nuevo. Frente a las telas de Monet algunos exclamaron:
"no hay nada que ver" y frente a la escultura de Rodin muchos
declararon "no está terminado". El escultor respondió a dichas
declaraciones diciendo: "¿Acaso la naturaleza termina?".
Tras
la exposición Rodin hizo un viaje por el Loire-et-Cher y el sur de Francia. El
artista ganó prestigio y fue solicitado para exponer en otros espacios. El
obrero-modelador se afirmó como uno de los grandes escultores de su generación
y recibió importantes encargos oficiales.
Otro
encargo capital llegó en 1885 cuando Rodin fue elegido para la realización de
un monumento en honor a Los burgueses de Calais, cuya épica historia tuvo lugar
durante la Guerra de los Cien Años (1339-1453). El proyecto se desveló en Place
Richelieu, hoy Boulevard Clemenceau, frente a la Sociedad Nacional de Bellas
Artes, diez años después de su comisión. La crítica se dividió a causa de la
distancia que la obra guarda con los cánones académicos. Nunca titubeé en
hacerlos lo más delgados y débiles posibles, afirmó el artista.
A
pesar de las controversias, no faltaron los reconocimientos; tras homenajearlo
como Chevalier (Caballero) de la Legión de Honor, una de las más altas
distinciones que otorga el Estado francés, en 1893 lo nombraron vicepresidente
de la Sociedad Nacional de Bellas Artes.
Para
estar más en contacto con la naturaleza, algo imprescindible de su proceso
creativo, en 1895 Rodin compró la Villa de Brillantes en Meudon, una pequeña
ciudad a las orillas de París. Ahí empezó a coleccionar antigüedades que
todavía se conservan y que dan cuenta de la inspiración clásica de sus obras.
Entre
los promotores de su arte, el mecenas Maurice Fenaille contribuyó en 1897 a la
publicación de un volumen de 142 dibujos realizados por el artista con una
introducción escrita por Octave Mirbeau; se dio a conocer como Album Goupil en
referencia a la casa editora. Este mismo año, el artista participó en la
segunda edición de la que sería la célebre Bienal de Venecia y en Alemania
apreció la obra Parsifal del compositor Richard Wagner.
Entre
las publicaciones sobre el artista cabe mencionar dos libros de 1903: Auguste
Rodin, prisa por la vida de Judith Cladel, y Auguste Rodin, un retrato hecho
por Rainer Maria Rilke.
Entre
los grandes personajes que Rodin tuvo el honor de plasmar, destacan el escritor
Victor Hugo y el novelista Honoré de Balzac. Monumento a Victor Hugo fue
comisionado al artista en 1889 y presentado 2 años después a la Sociedad
Nacional de Bellas Artes, quien lo rechazó. Las palabras de Charles Yriarte,
inspector general del Ministerio de Bellas Artes, fueron:
La figura principal, mal reunida, no se relaciona con las
figuras imaginarias de las olas […]. La parte posterior del monumento carece de
interés y presenta muy poca sustancia al público que tiene que rodearla para
ver todos los lados.
Rodin
trabajó simultáneamente otra versión del escritor francés, Victor Hugo sentado,
que fue mostrada en 1897.
Monumento
a Honoré de Balzac, considerado el primer ejemplo de escultura moderna, en
aquel tiempo no fue reconocido como tal. Después de siete años de trabajo y
varias quejas por parte del comité a causa del retraso, en 1898 Rodin terminó
su obra y la exhibió en el Salón de la Sociedad de Bellas Artes en París.
Admirado por algunos, el yeso fue criticado por los demás hasta ser rechazado
por la Société des hommes de lettres. Fue hasta 1902 que la escultura fue
rescatada, cuando el fotógrafo Edward Steichen visitó a Rodin en su taller de
Meudon y juntos empezaron a trabajar en una serie pictorialista. Al ver Rodin
las fotografías de Steichen exclamó: Tú harás que el mundo entienda mi Balzac.
Su
primera exposición individual tuvo lugar en 1899; en el otoño de aquel año,
Bourdelle, Jules Desbois y Rossi fundaron el Instituto Rodin en el Boulevard de
Montparnasse. Desafortunadamente, sin importar el éxito que tuvo, la escuela
cerró en abril de 1900 para permitir que Rodin pudiera prepararse con miras a
la célebre Exposición Universal.
Con
motivo de la Exposición Universal de París de 1900, el artista decidió hacer
una primera muestra retrospectiva. Para ello edificó
en la Place de l'Alma, el Pavillon de l’Alma,
una estructura temporal para alojar las obras, cerca de 150, entre esculturas,
dibujos y fotografías.
Fue aquí
donde presentó La puerta del infierno por primera y única vez en su vida.
El portal en yeso estaba sorprendentemente despojado de sus personajes más
representativos, como El Pensador, Ugolino y sus hijos, Paolo y Francesca y Las
tres sombras. Estos lugares vacíos tenían números de referencia para las
esculturas previstas. Nunca se dio a conocer la razón de su ausencia.
Entre
las diferentes interpretaciones, se pensó que Rodin prefirió una mayor
abstracción. En línea con el impresionismo, quizá el escultor optó por otorgar
a la luz un papel protagónico. Los personajes generaban un juego de sombras
cuyo contraste impedía una total apreciación del resto del conjunto.
La
estructura del Pabellón del alma fue retirada y rearmada en 1901 en la Villa
des Brillants y se convirtió en un espacio de exhibición para quienes visitaban
al artista. De los varios personajes que acudieron a su taller cabe mencionar a
Eduardo VII de Gran Bretaña
y Eleanor Roosevelt, diplomática
y activista estadounidense. En los seis años siguientes a la exposición, hubo
una creación ininterrumpida de figuras y retratos. Entre ellos destacan los
bustos de Howard Walden, Berthelot, Gustave Geffroy, Madame Hunter y Bernard
Shaw.
En
1902 conoció al poeta Rainer-María Rilke, quien permanecería con Rodin hasta
1906 y le ayudaría con tareas administrativas. Se atribuye a una sugerencia de
Rilke el encargo de siete esculturas de mármol que el barón Heinrich von
Thyssen-Bornemisza hizo a Rodin; de ellas, cuatro pertenecen actualmente a
Carmen Cervera y se exponen en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.
En
los últimos años de su vida, Rodin cosechó los frutos de su trabajo al
otorgársele varios reconocimientos. Fue elegido Presidente de la Sociedad
Internacional de Pintores, Escultores y Grabadores en 1904. Las universidades
de Jena, Glasgow y Oxford lo homenajearon con un doctorado honorario en 1905,
1906 y 1907 respectivamente. La municipalidad de Roma lo festejó en el
Capitolio y la Sociedad de Jóvenes Artistas Checos le otorgó honores reales en
Praga. El Museo Metropolitano de Arte de Nueva York inauguró una sala dedicada
al artista en 1912.
Su
popularidad no detuvo su producción. Realizó nuevas esculturas a partir de
obras anteriores y completó proyectos como El monumento a Victor Hugo y la
versión monumental de El Pensador. Creció su interés hacia las bailarinas,
cuyos movimientos espontáneos fueron plasmados en una serie de esculturas
tardías.
En
1909 el artista era ya muy reconocido; con la donación de su obra al Estado
francés se empezó a contemplarse el proyecto para la creación de Museo Rodin en
el Hotel Brion. Se casó con Rose Beuret en enero de 1917; ella fue la compañera
de su vida, quien estuvo a su lado a pesar de las relaciones extra-conyugales.
En ese mismo año, una delegación de artistas de México le visitó, entre los que
se encontraban Diego Rivera, Roberto Montenegro, Carlos Lozano y Francisco
Orozco Muñoz. Ellos le obsequiaron la réplica de una cabeza mexica, y Rodin les
devolvió el gesto al regalarles El llamado a las armas, obra conservada en el
Museo Nacional de San Carlos de la Ciudad de México.
En
el último año de su vida, Rodin redujo su actividad y se limitó a paseos cortos
cerca de su casa en Meudon. Contrajo una fuerte gripe a fines de 1917 y falleció
el 17 de noviembre en su casa. La semana siguiente se celebraron sus funerales
a los que asistieron amigos y dignatarios; el cuerpo fue expuesto hasta el 24
de noviembre en el taller de la villa. La obra El Pensador se colocó
encima de su tumba así
como lo dispuso el artista. No se realizaron homenajes nacionales debido a la
guerra.
Judith
Cladel describió a Rodin en su lecho de muerte como un monje del arte:
En
el vestido blanco que viste, bajo el pelo de plata de la vida y de la barba,
las manos cruzadas, es una visión de belleza sublime. Parece un gran monje -el
monje del arte que era realmente- soñoliento en la paz de su conciencia.
Apareció como la encarnación misma de la escultura [...].
La
producción de Rodin
Rodin
trabajaba según el método tradicional, de hecho su taller fue uno de los
últimos que se pueden considerar como tal. Él solía realizar las piezas en
yeso, cera o barro, una vez satisfecho con la creación, sus asistentes se
encargaban de reproducir la obra en yeso. A partir de estos moldes era posible
sacar obras de mármol o encargar la fundición en bronce, todo bajo la
supervisión del maestro.
Cuando
Rodin alcanzó su apogeo en 1885, tuvo que satisfacer una gran demanda del
mercado así como numerosas comisiones públicas. El gran éxito de su obra hizo
que las esculturas más emblemáticas se reprodujeran en varios tamaños y
materiales. Es el caso de El Pensador, cuya medida original en su concepción
era de cerca de 70 centímetros; en 1898 fue reducida a 38 y en 1904 agrandada a
la versión monumental de 2 metros de altura. Para agrandar o reducir la
dimensión de una escultura y mantener sus proporciones, se utilizaba una
máquina basada en el pantógrafo que fue inventada en 1836 por el ingeniero
francés Achille Collas.
Hacia
1900, en el taller de Rodin trabajaban alrededor de 50 asistentes. Poder entrar
en su estudio era motivo de prestigio: ahí se formaron artistas como Antoine
Bourdelle y Camille Claudel.
Los
yesos
El
yeso fue el material predilecto por Rodin. Su maleabilidad permitía al maestro
explorar las formas y seguir perfeccionando sus creaciones. Las llamadas
«posiciones imposibles» de sus obras se debían al hecho que el artista solía
tomar partes del cuerpo de distintas obras y ensamblarlas dando vida a una
nueva escultura. Cuando Rainer Maria Rilke visitó la casa de Rodin en Meudon en
1902 quedó sorprendido por la cantidad de fragmentos que se encontraban en su
taller:
Allí
están, sólo fragmentos, uno a lado del otro […] el torso de una figura con la cabeza
de otra, con el brazo de una tercera.
Lo
primero que Rodin buscaba en una escultura era su expresividad, sin importar
las reglas anatómicas. Es por esta razón que también podían considerarse
acabadas obras con una sola parte del cuerpo; sus numerosas manos son un
ejemplo.
El
yeso representa el primer estadio de una obra, antes que ésta se mande a fundir
en bronce o se talle en mármol.
Los
bronces
El
bronce fue uno de los materiales más apreciados para las esculturas de Rodin.
Fueron varias las casas fundidoras que colaboraron con el artista. Entre éstas,
Griffoul, Thiébaut Frères, Susse, Barbedienne, Eugène, Georges y Alexis Rudier
son las más importantes.
La
fundición en bronce puede realizarse con el método de fundición a la cera
perdida o fundición a la arena. El resultado es el mismo aunque el
procedimiento es diferente. El proceso de fundición a la cera perdida ha sido
empleado por más de 5000 años. Aunque las técnicas y los materiales han
cambiado, la predilección por este método se debe a su extrema fidelidad así
como a su durabilidad. El proceso consiste en aplicar un material maleable a la
escultura realizada por el artista. Esto permite crear un molde. En el molde se
inserta material dúctil y resistente al fuego, lo que permite hacer un
duplicado del modelo original que se puede nombrar «primer vaciado». Este se
convertirá en el núcleo de la obra final.
Se
rebaja ligeramente el espesor del primer vaciado y se devuelve al molde con
unos clavos metálicos que permiten que el núcleo se mantenga en su lugar. Se
origina así un hueco entre el primer vaciado y el molde mismo que se llenará de
cera. Después de cerrar el molde, se vierte cera caliente entre el primer
vaciado y el molde. El resultado es una pieza con un núcleo de material
refractante cubierto de cera, que será fielmente acabado a mano y al cual comúnmente
se incorporarán la firma del artista, el número de serie y el sello de la casa
fundidora.
Alrededor
de la pieza se construyen conductos que permitirán que la cera y el aire
salgan. De la misma manera, el metal fundido —bronce— podrá tomar de manera
uniforme el lugar de la cera para recrear la escultura. Una mezcla de cerámica
y yeso finamente granulados se aplica a la superficie de la pieza y de sus
ductos. También se le añade una malla metálica con cemento que permite soportar
la presión del metal durante su vaciado.
El
resultado, que se puede nombrar «molde de revestimiento», se seca y se
calienta. Esto permite que la cera fluya afuera a través de los ductos, lo que
deja un espacio entre el núcleo resistente al fuego y el molde. El bronce
fundido se vierte en el molde de revestimiento en donde tomará el lugar de la
cera. Cuando todo se enfría, se rompe el molde y aparece el metal. Una obra
exacta a la escultura realizada por el artista. Se quitan los restos de los
ductos para no dejar huella. Este acabado a mano se llama cincelado. Si hubiera
algún resto del núcleo en el bronce, en este momento también se retira. Cuando
se termina el proceso de cincelado, se aplica a la escultura una pátina o capa
fina de óxido que además de proteger, da color y brillo a la pieza.
Los
mármoles
El
mármol es uno de los materiales que más enfatiza el trabajo del cuerpo en las
esculturas de Rodin. Al observar piezas como Eva, Amor Fugitivo, La Tierra y la
Luna o La Danaide se puede apreciar cómo el maestro logró animar la roca fría y
dura. Entre sus referencias, el Renacimiento fue una etapa obligada y durante
este periodo, el mármol era el material predilecto también por su referencia a
la Antigüedad.
Como
muchos contemporáneos, para la realización de sus obras en mármol, Rodin
recurría al apoyo de escultores. El hecho que el maestro no fuese quien tallaba
sus piezas ha representado motivo de críticas a lo largo del tiempo; muchos
pusieron en duda la originalidad del trabajo. Sin embargo, hay que aclarar que
esta práctica era muy común en ese tiempo y que el concepto de la creación era
enteramente atribuida a Rodin.
Además,
el maestro seguía personal y constantemente todo el proceso, como afirmó Paul
Gselll: Rodin, intervenía raramente sus mármoles, pero debido a su excesivo
control, en realidad los ejecutaba él mismo. La diferencia entre
cada obra se debe al hecho que Rodin, una vez completado el mármol,
daba instrucciones al escultor sobre cómo
modificar la obra de acuerdo con su concepción
estética.
Es por esto, por ejemplo, que en las varias versiones que hay de Eva –esculpida
por primera vez por el especialista Bozzoni— la roca siempre aparece diferente.
Cuando la obra necesitaba de modificaciones, Rodin solía
señalarlo
con un bolígrafo,
a veces él
mismo agarraba el cincel para los últimos
retoques.
El
primer mármol que Rodin presentó en el Salón fue El hombre de la nariz rota en
1875. Quien esculpió la obra fue Léon Fourquet, uno de sus mejores talladores y
compañero de su juventud. Desde entonces el artista produjo alrededor de 400
mármoles, aunque no se ha realizado todavía un catálogo razonado.
En
la estética de sus obras destaca el empleo del non finito o no acabado. Este
término fue introducido por Michelangelo en el siglo XVI y refiere a dejar
inacabada una escultura y no definir sus límites. Los críticos han visto en tal
acción un concepto moderno que deja abierta la posibilidad al espectador de
interpretar la obra. Rodin empezó a explorar este estilo a partir de 1880. Sus
esculturas poseen un carácter transitorio particular, como si el escultor
hubiera abandonado el trabajo en curso de ejecución, lo que da la impresión de
que la figura emerge poco a poco desde un bloque.
Los
dibujos
Paralelamente
a su actividad de escultor, Rodin dibujó en todas las épocas de su vida a
modelos vivos como elemento común de su producción gráfica, y a partir de 1890
las modelos femeninas se volvieron omnipresentes.
El
gran éxito que tuvieron las esculturas de Rodin, en parte oscureció su creación
sobre papel que cuenta con alrededor de diez mil dibujos, la mayoría, más de
siete mil, conservados en los fondos de Musée Rodin.
El
artista comenzó su formación en el dibujo a la edad de 14 años en la Petite
École, la Escuela Imperial Especial de Dibujo y Matemáticas. Si bien gran parte
de sus dibujos fueron bocetos para esculturas, igualmente hay series que se
convirtieron en obras con derecho propio, es el caso de los diseños que el
artista realizó a partir de 1880 para el proyecto de La puerta del Infierno.
Estos últimos no pueden ser considerados estudios preparatorios porque no hay
ninguna escultura que sucesivamente se inspiró en ellos. Considerados por un
tiempo de menor importancia con respecto a las esculturas, se dieron a conocer
en ocasión de la exposición universal de 1900.
De
gran relevancia es también la serie de dibujos eróticos que Rodin realizó hacia
el final de su vida. Estos dan cuenta de su
gran pasión
por la mujer. Formas voluptuosas y sensuales fueron dibujadas por un trazo
delicado pero decidido.
Musée
Rodin
El
Museo Rodin de París abrió sus puertas en 1919 y hospeda la colección de
Auguste Rodin más grande en el mundo. Tiene dos sedes: el Hôtel Brion en el
centro de París y la Villa de Brillantes, la casa donde el artista murió, en Meudon.
La
creación del museo respetó la voluntad de Rodin, quien donó su obra al Estado
francés a cambio de la institución de un museo a su nombre.
Dono al Estado toda mi obra en yeso, mármol, bronce, piedra y
mis dibujos, así como la colección de la Antigüedad que me complace haber
reunido para el aprendizaje y la educación, tanto de artistas como de
trabajadores. Y solicito al Estado que conserve el hôtel Biron que será el
museo Rodin con todas estas colecciones, reservándome el derecho de residir en él
durante toda mi vida.
Auguste Rodin
Como
museo estatal, el Museo Rodin se dedica a la conservación, investigación,
publicación y exhibición de la obra del escultor. Es notorio que uno de los
deseos del artista era la difusión de su obra; debido a ello, cuando donó su
colección al Estado francés, también le cedió los derechos de propiedad
intelectual para permitirle la producción y venta de esculturas en bronce que
están realizadas a partir de los moldes y piezas de fundición genuinos que el
mismo escultor donó. Establecido por la ley francesa, las ediciones se producen
en series que se limitadan a 12 piezas. Esto explica cómo una misma escultura
–por ejemplo Las tres sombras– se pueda apreciar en varias latitudes: tanto en
el Museo Rodin de París, como en el Museo Soumaya de Ciudad de México. Todas
son consideradas originales múltiples y las más recientes llevan el sello con
el número de serie y el copyright de Museo Rodin.
El
Palacete Biron, París
En
1908 Rodin se estableció en el Palacete Biron, a la postre el Musée Rodin. El
edificio es una joya del Rococó
francés
y fue construido entre 1728 y 1730 por el arquitecto Jean Aubert por encargo
del peluquero Abrahm Peyrenc de Moras. Fue un palacio fastuoso que no logró
disfrutar quien lo ordenó ya que murió al cabo de dos años de inaugurado. Poco
después el edificio pasó a manos del mariscal Biron, de quien tomó su nombre.
En 1829 pertenecía a las Damas del Sagrado Corazón de Jesús, quienes
establecieron un centro educativo. Dicha sociedad retiró toda la decoración
original del edificio al considerarla superflua. Para 1905, el palacete
fue ocupado por artistas como el escritor Jean Cocteau, el pintor Henri
Matisse, la bailarina Isadora Duncan y la esposa del poeta Rainer Maria Rilke,
gracias a la cual Rodin descubrió la propiedad a la que se mudó a partir de 1908.
Ahí
el artista acumuló su obra, cubrió las paredes con sus dibujos y bocetos, y
colocó parte de sus colecciones de antigüedades; se encargó además de la
decoración del lugar con mármoles clásicos y algunas de sus obras. En este
sitio concurrieron amigos y amigas del artista como Rilke o la bailarina
Isadora Duncan.
A
Rilke le narraría su gusto por el lugar:
Sus
tres ventanales se abren prodigiosamente sobre un jardín abandonado en donde se
pueden percibir, de vez en cuando, inocentes conejillos saltando entre sus
rejas.
En
1911 el terreno fue vendido al Estado, puesto que se había comprometido el año
anterior en adquirir el hôtel Biron, con el fin de instalar allí el Servicio de
los Edificios civiles del Ministerio de Instrucción Pública. Todos los
ocupantes dejaron el recinto, excepto Rodin, quien se negó. La voluntad de
Rodin por entonces fue la de ceder su obra al Estado francés a condición de que
con una parte del palacete Biron se creara un museo. En 1916 se votó una ley en
la Asamblea Nacional, con la cual se aceptaron las tres donaciones del escultor
y se confirmó que el hôtel Biron y su jardín se destinaran a la exposición de
las obras donadas por Rodin al Estado francés. Léonce Bénédite fue quien se
hizo cargo de la conservación del patrimonio artístico del artista y de la
organización del futuro museo. La donación de su obra se realizó formalmente a
Francia el 24 de febrero de 1916, fecha en que se publicó el acto en una gaceta
estatal.
En
1914 Rodin publicó el libro Catedrales de Francia, en el que incluyó sus
apuntes sobre catedrales góticas. En ese mismo año viajó a Londres con Rose y
Judith Cladel por el inicio de la Primera Guerra Mundial. A inicios de 1917
contrajo matrimonio con Rose Beuret en la Villa des Brillants. En ese año, una
delegación de artistas de México le visitó, entre los que se encontraron Diego
Rivera, Roberto Montenegro, Carlos Lozano y Francisco Orozco Muñoz. Ellos le
obsequiaron La réplica de una cabeza mexica, y Rodin les devolvió el gesto regalándoles
El llamado a las armas hoy, obra conservada en el Museo Nacional de San Carlos
de la Ciudad de México.
La
Villa des Brillants, Meudon
La
Villa des Brillants es una casa de estilo Luis XIII situada en Meudon, en las
afueras de París. Rodin adquirió la propiedad a través de una subasta en
diciembre de 1895. Ahí, el artista pudo encontrar el ambiente que favoreció su
inspiración artística: abstraído de la caótica ciudad y en contacto con la
naturaleza.
Aunque
el escultor siguió trabajando en sus bodegas parisinas, en Meudon instituyó un
taller que contaba con el apoyo de cincuenta ayudantes, entre escultores,
obreros y moldeadores. Cuando se decidió retirar el Pabellón del Alma en la
Exposición Universal de 1900, fue en Meudon que Rodin decidió reconstruir el
espacio tal cual. En 1905, el poeta Rainer Maria Rilke se mudó a vivir allí
como secretario personal y así lo describió en una carta a su esposa:
Da
una impresión extremadamente fuerte y singular esta amplia nave clara dónde
todas estas esculturas blancas, deslumbrantes, parecen mirarnos, tras las altas
puertas acristaladas, como la fauna de un acuario. Una gran, una inmensa
impresión [...] uno siente que son centenares de vidas, no sólo una.
A
partir de 1930, para sustituir el pabellón del Alma, el espacio se convirtió en
un museo que hospeda la mayoría de los yesos del artista entre los cuales
destaca La puerta del Infierno. La villa se renovó en 1997 a partir de
fotografías de la época para ofrecer una versión fidedigna de los espacios en
los que Rodin vivió y trabajó.
Legado
Rodin
fue un artista que supo confrontarse de manera crítica con su entorno y así
logró revolucionar el concepto de escultura. El hecho que no frecuentó la
Escuela de Bellas Artes y que se formó principalmente como autodidacta, quizá
contribuyó al desarrollo de una visión afuera de los cánones de la Academia.
Así
como el escultor francés, fueron varios los artistas que a finales del siglo
XIX cuestionaron la tradición y dieron vida a un nuevo género de arte: Paul
Cézanne, Edgar Degas y Claude Monet son algunos ejemplos. A diferencia de
estos, Rodin fue uno de los primeros en experimentar la fama a nivel
internacional antes de morir. Su trabajo es considerado crucial para el
comienzo del arte moderno.
A
nivel conceptual, Rodin criticó la idealización propia de la academia que
cambiaba la realidad para rendirla más agradable. Para él era importante ver la
naturaleza como tal. Esta supuesta mejoría para Rodin era una falsificación; la
Academia en su afán de producir formas perfectas se alejaba de la realidad. El
escultor francés dirigió la atención hacia lo verdadero y en ello resaltó la
belleza. En un primer momento no fue fácil que la crítica lo aceptara; un claro
ejemplo de eso fue La máscara del hombre de la nariz rota. El rostro de un
hombre anciano, lleno de arrugas con la nariz rota en un primer momento no fue
considerado digno de competir con la perfección de los bustos de estilo neoclásico.
Corrientes sucesivas como el hiperrealismo no temerán la realidad al
representarla con una veracidad fotográfica.
Otra
de las innovaciones que pueden atribuirse a Rodin fue la consideración que él
tuvo del espectador. A partir del non finito de Michelangelo, dejó
conscientemente inacabadas algunas de sus figuras para que el público pudiera
otorgarle su interpretación. Este aspecto es una constante del arte
contemporáneo que deja al espectador un papel fundamental.
Rodin
también modernizó la manera de concebir los monumentos públicos. Fue uno de los
primeros artistas en atreverse a cambiar la manera en que los héroes solían ser
representados. En lugar de esculpir el valor y el porte, Rodin dio espacio a
los miedos y las frustraciones de sus personajes. La obra Los burgueses de
Calais es un claro ejemplo. En La puerta del Infierno, que inicialmente estaba
destinada a servir de puerta de entrada al futuro Museo de Artes Decorativas de
París, no rehusó representar formas tanto eróticas como desesperadas. Humanizar
fue para Rodin sinónimo de modernizar, talento que heredaron artistas como
Constantin Brancusi y Jacques Lipchitz.
Asimismo
Rodin contribuyó con una revolución en la manera de modelar la superficie. En
la Academia a los estudiantes se le enseñaba que las superficies tenían que ser
independientes de los efectos de la luz. Rodin cuestionó este criterio y
convirtió la luz en protagonista, mismo que hicieron sus contemporáneos, los
impresionistas, en la pintura. Él creía que el volumen determinaba el contenido
emocional de la obra y así podía impactar al espectador.
Rodin
rescató la escultura en una etapa donde era marginada a un mero rol decorativo
para los salones de las casas. Charles Baudelaire en su Salón de 1846 dedicó un
capítulo entero a por qué la escultura es aburrida. El caricaturista Honoré
Daumier en el Salón de 1857 representó una escultura que se quejaba porque los
espectadores no le prestaban atención.
Rodin
fue «el artista que renovó la escultura occidental, anticipando, en el siglo
XIX, los criterios estéticos que marcarían el derrotero de las artes en el XX».
Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Auguste_Rodin
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