Félix María Calleja
Nació
el 1 de noviembre de 1753 en Medina del Campo. Ingresó a muy temprana edad en el
servicio de las armas, donde destacó
por su inteligencia y se especializó
en cartografía militar. Participó en la fracasada expedición contra Argel de
1775. Siendo teniente, intervino en la reconquista del puerto menorquín de
Mahón en 1782 y, ese mismo año, en el mes de septiembre, se encontraba entre
las tropas que sitiaron infructuosamente Gibraltar.
Capitán
y director del Colegio Militar de El Puerto de Santa María desde 1784 hasta
1788, Félix María Calleja del Rey llegó a la Nueva España en 1789 acompañando
al II Conde de Revillagigedo, cuando este tomó posesión como virrey. Hombre de
gran seriedad y rigor, Calleja ocupó en un primer momento el cargo de capitán
de infantería en el regimiento de Saboya, que cambió por el del regimiento de
Puebla. Luego fue promovido a comandante de la brigada de infantería de la
Intendencia de San Luis Potosí. Bajo el gobierno del
virrey Miguel José
de Azanza, reprimió
con severidad las rebeliones de este sector del virreinato. También luchó contra indios de las
praderas y los filibusteros angloamericanos que se infiltraban en el lejano y
casi despoblado territorio tejano. Bajo sus órdenes estaba el entonces
comandante Ignacio Allende, que posteriormente se convertiría en uno de los
héroes de la Independencia mexicana.
El
26 de enero de 1807 contrajo matrimonio con María Francisca de la Gándara de
Calleja, hija de Manuel Jerónimo de la Gándara, dueño de la hacienda de Bledos.
En la Iglesia de San Sebastián
de San Luis Potosí,
bendijo el matrimonio Mateo Braceras, cura del lugar, y fueron padrinos el
coronel Manuel José Rincón Gallardo e Ignacia de la Gándara.
Actos
contra los insurgentes
Después
de la exitosa y relativamente breve campaña en 1810, el ejército insurgente, a
las órdenes del cura Hidalgo, decidió retirarse hacia Valladolid. Ante los
vandálicos excesos cometidos por los rebeldes de Hidalgo en Guanajuato, el
virrey Francisco Javier Venegas ordenó a Calleja, ahora brigadier de la
división de caballería, marchar a la Ciudad de México en su auxilio: los insurgentes
habían cosechado una importante victoria -muy onerosa en vidas y haberes- sobre
las fuerzas virreinales en el Monte de las Cruces. En la Batalla de Aculco, se
enfrentó
por primera vez con los insurgentes, y los derrotó por completo. Las
deserciones fueron cuantiosas y se capturó a unos seiscientos rebeldes, así
como armamento y otras pertenencias.
Calleja
venció decisivamente a los insurgentes en la batalla de Puente de Calderón,
cerca de Guadalajara, donde infligió terribles bajas a los alzados. El
remanente de sus fuerzas se trasladó hacia el norte del país, donde los
principales líderes serían capturados. Miguel Hidalgo, Ignacio Allende y otros
jefes fueron presos y llevados a consejo de guerra, sentenciados y fusilados en
Chihuahua. Como recompensa por su victoria, el teniente general Félix María
Calleja recibiría el título de conde de Calderón.
Después
de eso reconquistó Guanajuato y, a principios de 1811, Guadalajara.
Los
4,000 soldados iniciales de Calleja se convertirían en la base de los leales a
la Corona, y pelearían contra López Rayón y el cura Morelos.
Virrey
de la Nueva España
Después
de fracasar en el sitio de Cuautla, que Morelos logró romper después de 72
días, Calleja regresó a la ciudad de México. Su casa se convirtió en el centro
de reunión de los descontentos con el Jefe Político Superior Venegas, a quien
consideraban incapaz de someter a los rebeldes. El 28 de enero de 1813 recibió
el cargo de Jefe Político Superior (de acuerdo con la Constitución de Cádiz),
en reemplazo de Venegas, pero no tomó posesión hasta el 4 de marzo.
Con
la actividad, energía y capacidad que lo caracterizaban, puso manos a la obra
para reorganizar el gobierno, la hacienda pública en bancarrota y el ejército
mal pertechado, al que se debían varias soldadas. Calleja confiscó las
propiedades de la Inquisición, abolida en España por la constitución de Cádiz
de 1812. Entre otras medidas, solicitó un préstamo de dos millones de pesos al
sector comercial e hipotecó las alcabalas. Con el dinero obtenido organizó un
ejército poderoso y bien equipado, pagado y disciplinado, que llegó a los
39.000 hombres, además de 44.000 milicianos distribuidos entre la población
civil. También restableció el libre comercio y reorganizó el servicio postal,
interrumpidos ambos por los ataques de los insurgentes.
Mientras
tanto, Morelos continuaba sus brillantes campañas por el sur del país, buscando
al mismo tiempo una base política para su movimiento.
En
1814 proclamaría una constitución en el Congreso de Apatzingán. Con la llegada
del Deseado Fernando VII, se restableció la normativa imperante hasta 1808 y se
abolió la constitución de Cádiz. Con esto Calleja del Rey pasó de ser Jefe
Político Superior de Nueva España a ser Virrey de la Nueva España, con una
jurisdicción territorial mucho más amplia.
El
jefe realista Agustín de Iturbide venció a las fuerzas de Morelos en la batalla
de las Lomas de Santa María frente a Valladolid. El ejército insurgente se
dispersó, y el propio jefe de la independencia cayó prisionero poco después.
El
22 de diciembre de 1815, la rebelión parecía llegar a su fin con el
fusilamiento de Morelos. Sin embargo, gracias a la resistencia de caudillos como
Vicente Guerrero (único que se mantuvo en pie de guerra durante toda la
insurgencia), el movimiento insurgente no se extinguió por completo, e incluso
recibió nuevos ánimos con la breve intervención del liberal español Xavier
Mina, que llegó a combatir por la independencia, aunque pronto fue derrotado y
fusilado.
Calleja
fue un hombre brillante y resuelto, pero de escasos escrúpulos, que no se
detuvo ante nada para acabar con los rebeldes (por ejemplo, diezmó y quintó
—hizo ahorcar a uno de cada diez o de cada cinco— a los varones de aldeas y
pueblos que habían apoyado la rebelión o recibido en paz a sus contingentes).
Permitió a sus comandantes numerosos abusos, siempre y cuando sirvieran con
efectividad la causa realista, y fue profundamente odiado por sus
contemporáneos. Amigo y protector de Agustín de Iturbide, Calleja y sus medidas
brutales, hábilmente exageradas por los insurgentes, provocaron a la postre un
rebrote rebelde. La gente comenzó a ver en estos actos una muestra de la
injusticia del gobierno realista. Algunos de los mismos realistas, temerosos de
perder sus elevadas y lucrativas posiciones con tan enérgico virrey, lo
acusaban de ser la causa principal por la que seguían en armas algunas partidas
de insurgentes después de la muerte de Morelos. El 20 de septiembre de 1816 fue
relevado del gobierno virreinal.
Regreso
a España
A
su regreso a España en 1818 fue nombrado caballero gran cruz de la Orden de
Isabel la Católica y caballero gran cruz de la Orden de San Hermenegildo y
recibió el título de Conde de Calderón. Reconociendo su saber hacer, fue
asimismo nombrado capitán general de Andalucía y gobernador de Cádiz (1819).
Fernando VII le encargó, a iniciativa del marqués de Casa Irujo, la
organización de un ejército para reconquistar los territorios ultramarinos de
España. De este ejército, el 2º Batallón Asturiano, al mando del coronel Rafael
del Riego, sería el que se alzaría en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) el 1 de
enero de 1820 proclamando la jura de Fernando VII de la Constitución de Cádiz
de 1812. A pesar de los esfuerzos del conde de La Bisbal para sofocar la insurrección,
no pudo detener el inicio del Trienio Constitucional que acabó con cualquier
esperanza de restaurar el dominio español en América.
Hecho
prisionero por Riego, Calleja permaneció encarcelado en Mallorca hasta la
restauración absolutista de 1823, cuando volvió al servicio como capitán
general de Valencia, cargo que había ocupado anteriormente el también
absolutista Francisco Javier Elío, y que él desempeñaría hasta su muerte en
1828.
Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/F%C3%A9lix_Calleja
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