Dolores Ibárruri
Primeros
años
Dolores
Ibárruri nació en la población vasca de Gallarta (en la actualidad desplazada
de su ubicación original por una explotación minera), perteneciente al
municipio vizcaíno de Abanto y Ciérvana, el 9 de diciembre de 1895, en el seno
de una familia minera. Su padre, Antonio Ibárruri, era un obrero de ideología
carlista, nacido expósito en la anteiglesia de Ibárruri que le da el apellido,
anexionada en 1965 a la localidad de Múgica. Su madre, Juliana Gómez Pardo,
procedía de Castilruiz, en la provincia de Soria.
En
1910 se ve obligada por las condiciones económicas a abandonar los estudios;
había superado ya el curso preparatorio para ingresar en la Escuela Normal de
Maestras y realizar estudios de magisterio, aunque comenzó a trabajar de
costurera y sirvienta. Según su propio testimonio,
¿Quién podría
costearme los viajes, los libros, la comida, la matrícula? .../... Me preparaba
para servir como criada o casarme y convertirme en la mujer de un minero, la
larga historia de mi propia familia.
Se
casó por la Iglesia el 16 de febrero de 1916 con un minero socialista llamado
Julián Ruiz Gabiña, con quien estaría casada diecisiete años, y se trasladaron
a Musques. Aficionada a la lectura, y aprovechando la condición de líder minero
socialista de su marido, comenzó a adquirir conocimientos de marxismo que
cuestionaron su educación tradicionalista y católica. Dolores asumió la
doctrina marxista como una herramienta ideológica idónea para luchar a favor de
la "liberación de la clase obrera".
Participó
con su marido en la huelga general de 1917. Integrada en la agrupación
socialista de Somorrostro, lo acompañó en la escisión comunista del PSOE, en
1919, desde la que, en 1920, participó en la fundación del Partido Comunista
Español, entrando en el Comité Provincial de Vizcaya, que al año siguiente
formaría, junto al Partido Comunista Obrero Español, el Partido Comunista de
España.
En
1917 quedó muy impresionada por el triunfo de la Revolución Bolchevique en
Rusia. En 1918, utilizó por primera vez el seudónimo de la Pasionaria para un
artículo publicado en la prensa obrera y titulado El minero vizcaíno. Desde el
comienzo ocupó puestos de responsabilidad dentro del PCE, siendo detenida en
numerosas ocasiones. Llegó a formar parte de su Comité Central en 1930 y al año
siguiente se presentó a las elecciones a Cortes Constituyentes, siendo
derrotada su candidatura. En 1931 se trasladó a Madrid para trabajar en la
redacción del periódico del Partido, Mundo Obrero. En 1933 fue presidenta de la
recién fundada Unión de Mujeres Antifascistas. Tras divorciarse de su marido,
mantuvo una relación amorosa con Francisco Antón, un dirigente del PCE en
Madrid, catorce años menor que ella.
Tuvo
seis hijos: Ester (1916-1919), Rubén (1920-1942), que murió como teniente del
Ejército Rojo en la batalla de Stalingrado, el 14 de septiembre de 1942;
Amagoia, Azucena y Amaya (estas últimas trillizas nacidas en 1923, de las que
Amagoia murió al poco de nacer y Azucena a los dos años) y Eva (1928; murió a
los tres meses). Fue afirmando su vocación política y encauzándola a través del
periodismo de Partido. El minero vizcaíno y La Lucha de Clases fueron los
escaparates del seudónimo la Pasionaria, que eligió ella misma porque su primer
artículo salió durante la Semana Santa de 1918.
Fue
encarcelada varias veces debido a sus fuertes y punzantes discursos y a su
activa militancia en las manifestaciones comunistas.
Se
destacó en las Cortes de la Segunda República como diputada del PCE por la
circunscripción de Oviedo. Figura relevante durante la Guerra Civil, fue
elegida vicepresidenta de las Cortes en 1937. Durante este período se convirtió
en un mito para una parte de España, significándose por sus arengas en favor de
la causa republicana. Se le atribuye erróneamente la creación del lema usado
durante el asedio de Madrid «¡No pasarán!», porque en realidad tal eslogan fue
acuñado inicialmente durante la batalla de Verdún, en la Primera Guerra Mundial
(On ne passe pas!). Se opuso a la capitulación del coronel Segismundo Casado.
Tras
finalizar la Guerra Civil Española, se exilió en la URSS. En su etapa de
exilio, tras el fallecimiento del secretario general del PCE José Díaz Ramos,
la Pasionaria fue escogida en su sustitución secretaria general del PCE en
1942. Ejerció como máxima autoridad entre los miembros del PCE exiliados en la
URSS.
En
1960 presentó su dimisión, para pasar a ocupar el cargo de presidenta del PCE.
La sustituyó en sus funciones Santiago Carrillo, que ejerció el cargo hasta
1982. Fue miembro del Secretariado de la Internacional Comunista junto a Georgi
Dimitrov, Palmiro Togliatti y Maurice Thorez, entre otros. Manifestó su acuerdo
con Moscú con ocasión de los diversos cismas dentro del movimiento comunista
internacional. Sin embargo, sus viejas convicciones ortodoxas no le impidieron
condenar la invasión del Pacto de Varsovia a Checoslovaquia en 1968 que acabó
con la Primavera de Praga.
Tras
la muerte de Franco y el final de la dictadura en España, durante la
Transición, volvió a España el 13 de mayo de 1977. Fue elegida de nuevo
diputada por Asturias en las primeras elecciones democráticas, aunque su papel
como política fue ya más simbólico que real.
A
nivel personal se produjo una aproximación al catolicismo en sus últimos años.
Murió en Madrid en 1989 y fue enterrada en el recinto civil del Cementerio de
La Almudena. Recibió los Santos Sacramentos de la Penitencia y Eucaristía en el
lecho de muerte. En 1962 había publicado sus memorias, El único camino. En
junio de 2005 se celebró el XVII Congreso del PCE, donde Dolores Ibárruri fue
elegida "Presidenta de Honor a Perpetuidad".
Algunas
citas de sus discursos, como «Más vale morir de pie que vivir de rodillas»
(adaptación popularizada de la frase de Emiliano Zapata, «Prefiero morir de pie
a vivir arrodillado») o su «¡No pasarán!» (frase original del general francés
Robert Nivelle o, según cada vez menos fuentes, del también general Philippe
Petain en la batalla de Verdún), forman ya parte del imaginario colectivo de
toda la Humanidad. Su papel de símbolo popular la convirtió en protagonista de
poemas y canciones de Pablo Neruda, Miguel Hernández, Rafael Alberti y Ana
Belén, entre otros.
Sus
enemigos políticos le atribuyeron la frase «ese hombre ha hablado por última
vez», supuestamente proferida a José Calvo Sotelo en la sesión de las Cortes
del 16 de junio de 1936, relacionando dichas palabras con su posterior asesinato
el 13 de julio, pero la cita no aparece en el diario de sesiones y ella siempre
negó haberlo dicho. El historiador y parlamentario en aquella época Salvador de
Madariaga sostiene la veracidad de dicha cita, aunque modificada
sustancialmente: «Dolores Ibarruri, Pasionaria, del partido comunista de las
Cortes, le gritó: Este es tu último discurso. Y así fue». En todo caso, el
asesinato de Calvo Sotelo fue cometido por guardias de asalto en represalia al
asesinato del teniente José del Castillo, y nunca se ha podido demostrar la
relación de Pasionaria con aquel suceso.
Reconocimientos
Son
numerosas las ciudades que rinden homenaje a Dolores Ibárruri dedicándole un
elemento de su paisaje urbano, entre ellas Miranda de Ebro (Burgos) que le ha
dedicado un parque donde se ha erigido un monumento en honor a "La
Pasionaria". Este monumento realizado por la artista burgalesa Susana
Rioseras fue inaugurado por Julio Anguita el 20 de junio de 2009 y donado al
Consistorio por el PCE.
Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Dolores_Ib%C3%A1rruri#cite_note-2
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