Pablo Escobar

 

Medellín, la segunda ciudad más importante y poblada de Colombia; lugar donde Escobar creció e inició su carrera delictiva.

Fue el segundo de un hogar de siete hijos, sus padres fueron Abel de Jesús Escobar Echeverri, campesino agricultor que dejó una inmensa fortuna cuándo falleció, y Hermilda de los Dolores Gaviria Berrío, maestra de escuela. ​

 

Su abuelo materno, Roberto Gaviria Cobaleda, ya le había precedido en actividades ilegales, ya que fue un renombrado contrabandista de Whisky en épocas en que este era ilegal (principios del siglo XX).​ El mencionado Roberto Gaviria fue también el abuelo del abogado y político colombiano José Obdulio Gaviria. José Obdulio ha tenido que luchar contra su apellido. Desde hace 20 años le ha tocado capotear las circunstancias de ser el primo de Pablo Escobar Gaviria.

 

En una entrevista concedida a la televisión nacional del entonces (años 80), Pablo Escobar manifestaba sobre sus orígenes lo siguiente:

Pues mi familia no tuvo unos recursos económicos importantes y vivimos dificultades como las que vive la mayoría del pueblo colombiano, entonces no somos ajenos a esos problemas, los conocemos profundamente y los entendemos.

Pablo Escobar

Sin embargo, sus antepasados y sus familiares más inmediatos se destacaron como políticos, empresarios, ganaderos y figuras de la élite antioqueña, ​por lo cual sus tan difundidos «orígenes populares» no corresponderían a la realidad. Entre su extensa parentela podemos mencionar a Isabel Gaviria Duque, primera dama de la Nación, esposa de Carlos E. Restrepo, quien fue presidente de Colombia entre 1910 y 1914. El padrino de bautismo de Pablo Escobar fue el reconocido diplomático e intelectual colombiano Joaquín Vallejo Arbeláez.

 

Según testimonio de su madre, Escobar empezó a mostrar perspicacia y astucia ya en la escuela primaria; y en los inicios de la secundaria, se hizo evidente otra de sus cualidades, su liderazgo sobre sus compañeros. Escobar y su primo Gustavo Gaviria Rivero hacían pequeños «negocios» en el liceo Lucrecio Jaramillo Vélez, donde ambos estudiaban. Hacían rifas, intercambiaban cómics, vendían exámenes y prestaban dinero a bajo interés. De esta manera, Pablo Escobar empezó a desarrollar su «habilidad» para los negocios y el comercio.

 

En 1969 terminó el bachillerato en el mencionado Liceo, entonces fue admitido para cursar estudios en la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín en la que estudiaban varios de sus primos Gaviria, entre esos José Obdulio, pero finalmente optó por retirarse ya que prefirió dedicarse a sus «negocios» personales.

 

Su esposa fue Victoria Eugenia Henao Vallejo, ​ La Tata, con quien se casó cuando ésta tenía quince años en 1976. De dicha unión nacieron sus dos únicos hijos: Juan Pablo Escobar Henao​ y Manuela Escobar Henao.  Gloria Gaviria Flores, quien fue su prima consentida, fue la madrina de la boda junto con Carlos Fersch, el mejor amigo del Cartel del Sur. Ella manifiesta que:

Pablo mucho antes de morir me decía que quería que su hijo y el mío deberían ser los dueños del imperio, puesto que él no quería que su imperio acabara.

Carlos Fersch

 

Gloria en la actualidad vive en Bogotá y paga casa por cárcel, la patria potestad de su hijo menor la tiene su abuela, lo último que se supo del joven es que vive en Antioquia, Colombia, junto a su abuela. Los hijos del patrón, Juan Pablo y Manuela Escobar Henao, después de la muerte de Escobar salieron de su país, pero fueron devueltos a su llegada a Estados Unidos, corriendo con la misma suerte en Alemania. Finalmente se instalaron en Buenos Aires, Argentina, donde tuvieron varios problemas legales que después lograron resolver. Por razones de seguridad, y para alejar el estigma de tener el apellido de Escobar, sus nombres y apellidos fueron cambiados por las autoridades colombianas antes de que salieran de ese país. Así, Victoria pasó a llamarse María Isabel Santos Caballero, Juan Pablo es ahora Juan Sebastián Marroquín Santos y Manuela se llama Juana Manuela Marroquín Santos, identidades que fueron recientemente reveladas por su propia voluntad.

 

En 2009, un joven nacido en San José de Costa Rica afirmó a la prensa en Colombia ser hijo de una relación que, en 1974, Pablo Escobar habría mantenido con una mujer de Costa Rica. Según su versión, habría sido criado por su madre en el barrio de Desamparados. En 1985, cuando el niño tenía 10 años de edad, su madre se lo llevó a Estados Unidos. Se hizo llamar Pablo Escobar Jr. y se dedicó a cantar hip hop y a la actuación: fue parte del elenco de la serie El Cartel de los Sapos y la telenovela El rostro de Analía. La familia de Escobar denunció que sería un impostor.

 

El 11 de diciembre de 2009, su hijo Juan Pablo presentó el documental biográfico Pecados de mi padre, en el que pide perdón a las familias víctimas de la violencia del narcotráfico.

 

El 8 de noviembre de 2006, un día después de la muerte de su madre Hermilda, el cadáver de Escobar fue exhumado por orden de Nicolás Escobar, sobrino de Pablo e hijo de Roberto Escobar Gaviria, alias El Osito. Juan Pablo Escobar acusó a su primo de haber vendido las imágenes de la exhumación a la televisión (éstas fueron transmitidas en directo)​ y de lucrarse con la memoria del asesino. La disputa familiar se hizo más profunda tras conocerse que Nicolás se quedó con tres dientes y un pedazo del bigote que aún quedaba en la osamenta, aunque él alega que las conservó para realizar pruebas de ADN que resolverían los reclamos de paternidad de dos supuestos hijos del narcotraficante.

 

Carrera delictiva

Los comienzos de Escobar en el crimen organizado se dieron lenta pero inexorablemente y a lo largo de su carrera criminal, se sirvió de una extraña mezcla de violencia, sangre, paternalismo y filantropía para lograr sus fines. Mientras, por un lado, eliminaba sin piedad a sus competidores, ordenaba asesinatos, estimulaba intrigas o conspiraba contra figuras influyentes de la política o el Gobierno, por el otro, regalaba sándwiches a los mendigos, erigía casas para los pobres de Medellín o construía campos de fútbol para los niños de los suburbios, lo que le proporcionaba un fuerte apoyo popular en los barrios más pobres de la ciudad.

 

Escobar comenzó su carrera delictiva con pequeños timos, hurtos y trabajando para el rey del contrabando en Colombia Alfredo Gómez López Don Capone. Al contrario de lo que se decía, no tuvo un negocio de bicicletas ni robó lápidas para revenderlas, ya que era profundamente creyente desde muy pequeño, al igual que su familia. Años más adelante construiría varias iglesias, campos de fútbol y reconstruiría la ciudad con los ingresos derivados del tráfico de cocaína.

 

A medida que fue creciendo se involucró en el hurto de automóviles en las calles de Medellín, y pronto pasó a dedicarse al tráfico de marihuana hacia los Estados Unidos. Se le involucró igualmente en el secuestro y asesinato del industrial Diego Echavarría Misas en 1971, ​ y del capo del narcotráfico Fabio Restrepo en 1975.​ Primero actuaba como intermediario que compraba la pasta de coca en Colombia, Bolivia y Perú,​ para posteriormente revenderla a los traficantes encargados de llevarla a Estados Unidos.

 

En la década de 1970 se convirtió en una pieza clave del tráfico internacional de cocaína, asociado con Gonzalo Rodríguez Gacha, Carlos Lehder, Jorge Luis Ochoa y sus hermanos Fabio y Juan David, fundó y lideró el denominado Cartel de Medellín que se hizo con el control de pistas, rutas, laboratorios y monopolizó el comercio ilegal desde la producción hasta el consumo. En 1976 fue detenido por tráfico de estupefacientes, pero el proceso prescribió y quedó en libertad meses después de su detención.​ No obstante, el proceso fue reabierto por la jueza Mariela Espinosa, quien también desistió de la investigación por amenazas contra su vida.​Espinosa fue asesinada años después por orden de Escobar.

 

Posteriormente llegaría a ser catalogado como el séptimo hombre más rico del mundo según la revista Forbes cosa que su hijo negaría años después. Fue dueño de una de las haciendas más extensas de Colombia, llamada Hacienda Nápoles, que se convirtió en su centro de operaciones.

 

Pablo Escobar estaba entre los multimillonarios del mundo por su inmensa fortuna invertida en edificios, viviendas, automóviles y haciendas. ​En la Hacienda Nápoles reunió más de 200 especies de animales exóticos para la región, como hipopótamos, jirafas, elefantes, cebras y avestruces, todos introducidos en el país como fruto del soborno a las autoridades aduaneras, lo que no impidió la difusión televisiva del inmueble en un reportaje propagandístico. Era aficionado a los automóviles lujosos y, después del atentado perpetrado por sus enemigos del cartel de Cali, se encontraron más de 40 autos deportivos en el aparcamiento del edificio Mónaco en Medellín, donde vivía parte de su familia. Es difícil calcular la totalidad de sus bienes raíces como edificios, oficinas, fincas, locales comerciales y casas, pero algunos datos hablan de más de 500 predios de su propiedad. También poseía helicópteros, motocicletas, lanchas y varias avionetas para transportar la droga a través de varias regiones del país.

 

De acuerdo con documentos de la DEA, el Cartel de Medellín fundó en 1981 el grupo Muerte a Secuestradores (MAS) como respuesta a los secuestros (secuestro de Martha Nieves Ochoa, intento de secuestro de Carlos Lehder) y a las acciones guerrilleras en su contra, este grupo está relacionado también, tras la muerte de Pablo Escobar, con Carlos Castaño y su hermano Fidel conocidos comandantes paramilitares.

 

Actividades políticas

A finales de los años 1970 (o a principios de la década siguiente) comprendió que debía crear una «pantalla» a fin de proteger su lucrativo comercio de drogas. Comenzó a cultivar una imagen de hombre respetable, a contactarse con políticos, financieros, abogados, etc. Sin saberse con certeza de sus verdaderas intenciones, Pablo Escobar construyó muchas obras benéficas para los pobres, entre ellas 60 campos de fútbol, o un barrio entero llamado "Medellín sin tugurios" ―también llamado barrio Pablo Escobar―.

 

Impuso la «ley de plata o plomo», por la que muchos miembros del Gobierno, policía y militares colombianos o aceptaban la "plata" (dinero) o les caía una lluvia de "plomo" (eran asesinados a balazos).

 

Se ganó, mediante la extorsión, el apoyo que lo llevaría a ser electo como suplente al senado por el movimiento Alternativa Liberal, después de haber sido expulsado junto con Jairo Ortega Ramírez, del Nuevo Liberalismo fundado por Luis Carlos Galán. Fue invitado en 1982 a la toma de posesión de Felipe González, el tercer presidente de la España democrática, por el empresario español Enrique Sarasola, quien tenía importantes negocios en Medellín.

 

De esta forma, en su mejor momento logró acumular gran influencia en múltiples estamentos legales, civiles, económicos, religiosos y sociales de Medellín, de Antioquia y del país.

 

Pero su pantalla empezó a derrumbarse en 1983, cuando el Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla lideró igualmente una investigación contra Escobar al comprobarse la presencia de dinero de dudosa procedencia en la política y en los equipos de fútbol nacionales acusándolo públicamente de ser uno de los fundadores del grupo paramilitar MAS.

 

El FBI en 1990, elaboró un informe según el cual Escobar habría financiado campañas políticas en las elecciones legislativas de 1990.

 

La guerra del narcoterrorismo

Las investigaciones de Rodrigo Lara Bonilla, junto con el coronel de la policía, Jaime Ramírez Gómez, prueban la vinculación de Escobar en el narcotráfico cuando el capo le había dado al ministro un ultimátum de demostrar sus acusaciones o en su defecto lo acusaría de calumnia y difamación. El periódico El Espectador publicó una serie de notas editoriales escritas por su director Guillermo Cano Isaza que revelaban lo que realmente se ocultaba detrás de Pablo Escobar. El Congreso, que en un principio mostró una actitud vacilante, suprimió su inmunidad parlamentaria, y se abrió el camino para que las autoridades empezaran a perseguirlo.

 

Escobar junto con Ortega atacan al ministro mostrando un cheque, del narcotraficante Evaristo Porras financiando la campaña de Lara al senado pero el ministro niega tal vínculo y logra desacreditar a Escobar mostrando públicamente un documental del canal estadounidense ABC sobre el capo mientras que Ramírez encabezaba un operativo que desmanteló Tranquilandia, un gigantesco complejo de laboratorios para el proceso de cocaína perteneciente al Cartel ubicado en las cercanías del río Yarí en la entonces comisaría del Guaviare. Por tanto, Escobar pierde su escaño y su visa a Estados Unidos es cancelada y públicamente Escobar renuncia a la política.

 

El 30 de abril de 1984 Lara es asesinado por órdenes de Escobar dando inicio a un período que ha pasado a la historia como el «narcoterrorismo». Tras dicho hecho el presidente Belisario Betancur, antes opuesto a la extradición de colombianos, decide autorizarla desencadenando una serie de operativos por parte de la policía para capturar a los miembros del Cartel de Medellín.

 

Un año después del asesinato de Lara Bonilla, pese a los anuncios del Gobierno de combatirlos, los narcotraficantes del cartel de Medellín renombrados ahora como Los Extraditables, permanecían impunes expandiendo su aparato criminal por amplias zonas del país y abriendo nuevas rutas de tráfico de cocaína por Nicaragua y Cuba. Todo ello en connivencia con algunos sectores de la fuerza pública, comprados a base de dinero y terror.

 

En noviembre de 1984 «los Extraditables» hicieron estallar un coche-bomba frente a la embajada estadounidense en Bogotá, matando a una persona y en junio de 1985 ordenaron la muerte del juez Tulio Manuel Castro Gil, encargado de investigar el crimen de Lara Bonilla. Escobar, en guerra con la guerrilla, después del episodio del MAS, se acercó al M-19 por intermedio de negociaciones con Iván Marino Ospina, según algunas versiones se cree que estuvo al tanto de la Toma del Palacio de Justicia debido a las amenazas de Los Extraditables a los magistrados de las cortes y por haber ofrecido apoyo económico para la operación; lo cual no ha sido aceptado por los ex militantes del M-19, ya que el operativo tenía objetivos políticos.​ El operativo fue autorizado por Álvaro Fayad y se realizó entre el 6 y 7 de noviembre de 1985, dejando como resultado de 94 muertos y la desaparición de 11 personas durante la retoma del Palacio por la Fuerza Pública.

 

Guerra de carteles (1986-1993)

Después del ascenso a la presidencia de Barco Vargas, en septiembre de 1986, sicarios motorizados mataron al juez Gustavo Zuluaga Serna (encargado de investigar la muerte de dos agentes del DAS, que en 1978 habían arrestado a Escobar por posesión y tráfico de estupefacientes). En octubre de 1986, mataron al coronel de la policía antinarcóticos, Jaime Ramírez Gómez. El 17 de diciembre de 1986 mataron a Guillermo Cano, director del diario El Espectador. En enero de 1987, sicarios de Escobar perpetraron un atentado terrorista en Budapest (Hungría), contra Parejo González, exministro de Justicia y por entonces embajador de Colombia en ese país.

 

Se cree que Escobar fue quien provocó la captura y extradición a los Estados Unidos de Lehder el 4 de febrero de 1987. Escobar y el resto de la cúpula teniendo conciencia del peligro que la extradición representaba a sus intereses y decididos a combatirla, reforzaron su aparato militar y económico, y se dieron a la tarea de recaudar entre todos los narcotraficantes cuantiosos recursos, incluso entre los que no eran parte de su grupo, para poder financiar el previsible escalamiento de violencia.

 

La ambición de Escobar por dominar la situación motivó una primera purga dentro de la organización, entre ellos Pablo Correa Arroyave, y el secuestro de varios traficantes del Valle, todo ello a través de un fallido intercambio de favores entre Escobar y Gilberto Rodríguez. Tras la negativa de Rodríguez a entregar a Piña, uno de sus hombres, Escobar ordena el secuestro de Piña y su asesinato a manos del Negro Pabón, uno de sus lugartenientes. Dicho asesinato y el temor de los hermanos Rodríguez Orejuela, de Helmer Pacho Herrera y de José Santacruz Londoño de ser las próximas víctimas, motivó la ruptura entre ambos carteles. La captura en noviembre de 1987 de Jorge Luis Ochoa en Buga (Valle), fue vista como producto de una delación de los traficantes de Cali.

 

La posible extradición de Escobar reactivó la ofensiva contra el Estado. Pocos días después, el político y candidato a la alcaldía de Medellín Juan Gómez Martínez, se salvó de un intento de secuestro reivindicado por Los Extraditables. Y si bien Ochoa fue liberado impunemente amparado en el derecho de habeas corpus un mes después, la confrontación no se detuvo. En los primeros días de enero de 1987, el Gobierno ―humillado públicamente― dio órdenes de extradición contra los principales miembros de la organización. En esos días, sicarios de Escobar perpetraron un atentado terrorista contra Pacho Herrera, quien solo salió herido. El 13 de enero, Pacho Herrera hizo dinamitar el Edificio Mónaco, donde vivía Escobar con su familia. Se intensificó la sangrienta guerra de sicarios entre ambos carteles. Estallaron varias bombas en las farmacias de la cadena Drogas La Rebaja, propiedad de los Rodríguez Orejuela.

 

El 16 de enero de 1988, sicarios de Escobar secuestraron a Andrés Pastrana ―candidato a la alcaldía de Bogotá y más tarde presidente de la República― y lo mantuvieron varios días oculto en una finca cerca de Rionegro. El 25 de enero de 1988 secuestraron a Carlos Mauro Hoyos ―procurador general de la Nación (Jefe de Fiscales)―, en el momento que este se dirigía al aeropuerto de Rionegro (Antioquia).

 

Ese mismo día, la policía de Rionegro liberó a Pastrana, y como represalia Popeye mató a balazos a Carlos Mauro Hoyos (48), que llevaba diez horas secuestrado y cuyo plan previamente era mantener a Pastrana y a Hoyos secuestrados en un mismo sitio. En marzo de 1988, varios cientos de uniformados cayeron sobre la finca El Bizcocho ―propiedad de Escobar―, pero este fue avisado a último momento y escapó.

 

Ofensiva de 1989 y negociaciones

A partir de julio de 1988, el secretario general de la Presidencia, Germán Montoya había entrado en conversaciones con los líderes de Los Extraditables. Subsecuentes declaraciones del Gobierno fueron interpretadas por los narcotraficantes como una invitación al diálogo, por lo que el 15 de septiembre siguiente, estos respondieron con una carta a la administración Barco, e hicieron llegar a Montoya un proyecto de ley de indulto y un plan de desmovilización. Sin embargo, ante la intransigencia de los Estados Unidos, renuente a la posibilidad de dialogar con los narcos, se dilataron las conversaciones y al final se las presentó como iniciativa personal del intermediario, desligando al primer mandatario de ellas.

 

Como una reacción a este diálogo sin resultados, el cartel encabezado por Escobar y Rodríguez Gacha, inició una cadena de asesinatos de jueces, de funcionarios del Gobierno y de personajes de la vida pública. En marzo de 1989, Los Extraditables mataron a Héctor Giraldo Gálvez ―apoderado del caso Lara en reemplazo de Castro Gil―, y dos meses después dinamitaron la sede de la televisora Mundo Visión. Tras el intento de asesinato contra el jefe del DAS, general Miguel Maza Márquez el 30 de mayo de 1989 en Bogotá, utilizando una poderosa carga explosiva que liquidó a 7, el terrorismo se apoderó del país. El 4 de julio de 1989, en Medellín, en un atentado dirigido al coronel Valdemar Franklin Quintero, murió el gobernador de Antioquia, Antonio Roldán Betancur, junto a cinco de sus acompañantes. El 28 de julio de 1989, sicarios de Escobar asesinaron a la jueza María Helena Díaz ―sustituta de Espinoza― y a sus dos escoltas.

 

El 16 de agosto de 1989 sicarios de Escobar mataron al juez del tribunal superior de Cundinamarca, Carlos Ernesto Valencia, y el 18 de agosto en Medellín al coronel Quintero, acribillado a traición con decenas de impactos de bala. Aunque la noticia del crimen ocurrido en las horas de la mañana fue opacada, cuando en la noche durante un mitin político en Soacha, varias decenas de pistoleros al servicio de Rodríguez Gacha se infiltraron en la manifestación y dieron muerte al precandidato presidencial por el partido liberal, Luis Carlos Galán, enemigo acérrimo de los narcotraficantes y partidario de permitir la extradición de los narcotraficantes a Estados Unidos, que era el que tenía más posibilidades de alcanzar la presidencia de la nación. En este asesinato también se involucra al político Alberto Santofimio Botero, de quien en 2006 se demostró que había sido coautor intelectual del hecho.

 

Como consecuencia del asesinato de Galán, los diálogos se interrumpieron del todo y el presidente declaró la guerra al narcotráfico de la misma manera que lo había hecho Betancur cinco años atrás. Con el decreto 1830 del 19 de agosto de 1989, Barco estableció la extradición por vía administrativa, sin contar con el fallo de la Corte Suprema de Justicia; con el decreto 1863 autorizó a los jueces militares a practicar registros donde se presumía o existían indicios de personas u objetos relacionados con algún delito; con el decreto 1856 ordenó la confiscación de todos los bienes muebles e inmuebles de los narcotraficantes; y con el decreto 1859 autorizó la detención en condiciones de absoluta incomunicación y por un tiempo que excedía las normas constitucionales, de personas de las que se tuvieran graves indicios de haber cometido delitos contra la existencia y seguridad del Estado. Además, se dispuso la creación del Grupo Élite con 500 hombres, esencialmente dirigido a cazar a los cabecillas terroristas y lo puso al mando del coronel Hugo Martínez Poveda. En los días posteriores el Ejército y la Policía llevaron a cabo más de 450 allanamientos en todo el territorio nacional y detuvieron a cerca de 13,000 personas acusadas de estar vinculadas al narcotráfico.

 

El 23 de agosto Los Extraditables respondieron al Gobierno en una carta a la opinión pública, asumiendo el reto de la guerra total. Con 3000 sicarios en armas, el asocio del paramilitarismo y el respaldo de una porción importante de la población bajo su dominio, a lo que se sumaba el músculo financiero que le daba el control de al menos un 90% del tráfico de cocaína hacia el exterior, el Cartel de Medellín se enfrentó al Estado colombiano a base de bombazos y asesinatos selectivos. El terrorismo se convirtió en una verdadera pesadilla diaria, se multiplicó y puso en jaque como nunca antes al Gobierno: entre septiembre y diciembre de 1989 más de 100 artefactos hicieron explosión en Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga, Cartagena, Barranquilla y Pereira, contra edificios gubernamentales, instalaciones bancarias, comerciales, de servicios e infraestructura económica. En total sumando los ataques sicariales, los narcoterroristas fueron los responsables de 289 atentados terroristas en ese periodo, con un fatídico saldo de 300 civiles asesinados y más de 1500 heridos.

 

El 30 de agosto de 1989 una primera bomba hizo explosión en Medellín, el 2 de septiembre fueron casi destruidas las instalaciones del diario El Espectador, que en ese mismo día continuó su edición en horas de la tarde, el 11 de septiembre, sicarios de Escobar asesinaron el líder liberal Pablo Peláez González, el 21 de septiembre, los sicarios de Escobar dinamitaron 9 sedes políticas en Teusaquillo y el 26 de septiembre atacaron el Hotel Hilton en Cartagena. Pese a no poder detener las continuas explosiones, las autoridades no cejaron en su esfuerzo, multiplicaron los allanamientos y capturaron a dos grandes capos: Eduardo Martínez Romero y a Rafael El Mono Abello, para luego extraditarlos a Estados Unidos. Como represalia, el 16 de octubre de 1989, un coche-bomba arrasó la sede del periódico Vanguardia Liberal (de Bucaramanga) y mató a 4 periodistas. El 8 de noviembre de 1989, sicarios de Escobar mataron al juez Héctor Jiménez Rodríguez y al periodista Jorge Enrique Pulido (quien ya había recibido amenazas) cuando se disponía a regresar a su programa, después de la emisión dominical del noticiero Mundo Visión, recibiendo varios impactos de bala. También mataron a Luis Francisco Madero (representante a la cámara). A finales de octubre, asesinaron a siete policías en Medellín, cinco de ellos en la explosión de un bus frente al Club de Oficiales de la ciudad.

 

El 23 de noviembre de 1989 se lanzó un operativo relámpago contra la hacienda El Oro, en Cocorná (Antioquia) en la que se hallaba Pablo Escobar y Jorge Luis Ochoa. Escobar logró escapar, pero murieron dos de sus hombres ―uno de ellos su cuñado, Fabio Henao―, y 55 fueron detenidos. Cuatro días después, el 27 de noviembre, sicarios de Escobar hicieron estallar el vuelo 203 de Avianca​ con el fin de matar al entonces candidato César Gaviria Trujillo, sucesor de Galán (quien no había subido al avión por consejo de sus asesores), con un saldo de 107 civiles asesinados. El 6 de diciembre de 1989, sicarios de Escobar colocaron un bus bomba frente al edificio del DAS ―la policía secreta colombiana―, tratando de asesinar a su director, el general Miguel Alfredo Maza Márquez, quien salió ileso a pesar de que la edificación quedó semi-destruida. El bus-bomba destruyó también más de 200 establecimientos comerciales a su alrededor. Murieron 63 civiles y 500 quedaron heridos.

 

El 15 de diciembre de 1989, el Gobierno de Barco logró matar al segundo cabecilla del cartel de Medellín y su líder militar, El Mexicano (Rodríguez Gacha). Fue localizado por un informante en la costa norte del país, en donde se hallaba refugiándose de la persecución de las autoridades. Responsable de más de 2000 homicidios y reivindicando el ataque al edificio del DAS, fue asesinado tras una dura persecución entre los municipios de Tolú y Coveñas en el departamento de Sucre, junto a su hijo Freddy Rodríguez Celades, a su principal lugarteniente Gilberto Rendón Hurtado y a cuatro sicarios de su cuerpo de seguridad. Al mexicano se le atribuían la mayor parte de los atentados terroristas de los últimos meses. Los Extraditables intentaron una nueva estrategia de diálogo y negociación con el Estado, queriéndolo presionar con el secuestro del hijo del secretario de presidencia, Álvaro Diego Montoya y de dos parientes del presidente de la República. Surge entonces una propuesta del expresidente López Michelsen, respaldada por los también expresidentes Julio César Turbay y Misael Pastrana, por el cardenal Mario Rebollo Bravo y por el presidente de la UP Diego Montaña Cuellar, consistente en la formación de una comisión de Notables para negociar con los narcoterroristas.

 

El 17 de enero de 1990, éstos respondieron a dicha propuesta presentándose en un comunicado como aspirantes legítimos al perdón judicial y expresaron una «verdadera voluntad de negociación». Inmediatamente después liberaron los secuestrados, entregaron un bus con una tonelada de dinamita, y uno de los mayores laboratorios de procesamiento de droga en el Chocó. Como contraparte los narcos esperaban del Gobierno la creación de la comisión de alto nivel que se encargaría de los procedimientos legales que permitirían su rendición. Sin embargo, esto nunca sucedió y el intento de diálogo y negociación terminó en una nueva oleada de terrorismo.

 

Efectivamente engañados por el Gobierno y frente a una fuerte ofensiva militar en Envigado, declarado zona de operaciones militares por la IV Brigada al mando del General Harold Bedoya, Los extraditables pusieron fin a la tregua el día 30 de marzo, poniendo precio a la cabeza de cada policía muerto. Medellín y su área metropolitana se vieron envueltos en una verdadera guerra urbana, tras las primeras ejecuciones de uniformados y después del ataque contra un camión del Grupo Élite, ocurrido en un puente de Itagüí el 11 de abril. Este atentado que dejó 20 muertos y 100 heridos fue el primero de los 18 que se sucedieron hasta finales de julio con un saldo de 100 víctimas fatales y 450 heridos.

 

El 12 de mayo, víspera de la celebración del Día de la Madre hicieron explosión en 2 centros comerciales de Bogotá sendas bombas que mataron a 21 personas. El mismo día en Cali otro acto terrorista cobró la vida de 9 civiles. A finales de mes a la vez que un sicario se hacía volar frente al Hotel Intercontinental de Medellín, acabando con 6 policías y 3 transeúntes, fue acribillado el senador Federico Estrada Vélez y su conductor. La violencia se recrudece y las víctimas fueron miles: en represalia por la muerte de 215 uniformados ejecutados entre abril y julio de 1990, escuadrones de la muerte suben todas las noches a las comunas y fusilan a decenas de hombres, varios de ellos menores de edad.

 

Poco después de que el jefe militar de Escobar, Pinina (John Jairo Arias Tascón), fuera asesinado el 14 de junio, vino otra serie de acciones bélicas: 19 jóvenes de la alta sociedad antioqueña son asesinados en la Masacre del bar Oporto y un coche-bomba estalló frente a la Estación Libertadores de la Policía, matando a 14 civiles. Finalmente, a finales de julio, después de un inmenso operativo en el Magdalena Medio antioqueño del que una vez más escapó Escobar, Los Extraditables decretaron una nueva tregua y se pusieron a la defensiva, en espera de las decisiones que pudiera tomar la administración entrante de Gaviria. En todo caso afirman la imposibilidad de entregarse a la justicia mientras no se reestructuren los organismos de seguridad del Estado y no se crearan los mecanismos legales apropiados para evitar su extradición.

 

Bombas y secuestros. Rendición y entrega

Aparte de un proceso de paz inconcluso, el presidente César Gaviria heredó la «guerra contra el narcotráfico» con la que su predecesor había pretendido reducir al Cartel de Medellín y su red de sicarios, enemigos declarados del Estado. Aunque durante su campaña presidencial había demostrado total respaldo tanto a la ofensiva como a las medidas tomadas por el primer mandatario, entre ellas la más temida por los narcoterroristas, que era la extradición por vía administrativa; una vez posesionado dejó entrever que el elevado costo económico y humano de esta guerra merecía la búsqueda de una salida alternativa en la que el fortalecimiento de la justicia sería un elemento clave. El 12 de agosto en todo caso, en un golpe de mano, hombres del Grupo Élite asesinaron a Gustavo Gaviria Rivero, primo y mano derecha de Pablo Escobar.

 

 

La Catedral y fuga

El 19 de junio de 1991, el capo ingresó voluntariamente en prisión a cambio de no ser extraditado a Estados Unidos. Sin embargo, para hacerlo exigía al Gobierno ―entre otras cosas― que fuera en una cárcel exclusiva con el argumento de que podría correr peligro de muerte si ingresase en un correccional corriente. Así el Gobierno autorizó las obras del emplazamiento que se convertiría a posterior en la peor vergüenza del sistema penitenciario colombiano: llamado La Catedral. Un recinto construido «a medida», que se erigía en unos terrenos adquiridos por el mismo Escobar, y que contaba con innumerables lujos para él y sus asociados, además de una fuerte seguridad brindada por el Ejército Colombiano en su exterior, espacio aéreo restringido y las autoridades penitenciarias designadas por el estado para custodiar su reclusión que si bien la mayoría eran sicarios de Escobar con uniformes de guardia carcelaria.

 

Fuga de La Catedral.

El 22 de julio de 1992 Escobar, su hermano Roberto y nueve de sus hombres huyen de la prisión tras patear uno de los muros traseros de la edificación construido con yeso para este propósito.​ El capo y sus secuaces huyeron caminando, rodeando las montañas y aprovechando la neblina que cubría la zona y el apagón de la llamada Hora Gaviria. La evasión del capo significó la más grande burla al Gobierno de Gaviria ante la opinión pública y la justicia colombiana terminaría quedando desprestigiada internacionalmente.

 

El Gobierno tocado en lo más profundo, creó el Bloque de búsqueda, un cuerpo conformado por la Policía Nacional, el Ejército Nacional y los cuerpos antidroga de Estados Unidos para cazar a los prófugos y desmantelar de una vez por todas su imperio criminal. Los líderes del Cartel de Cali se encargaron de desencadenar nuevamente la guerra, al activar un carro bomba en Medellín que atribuyeron a sus enemigos antioqueños.

 

Escobar trató en ese momento de negociar su reentrega y había autorizado la rendición de varios de sus lugartenientes más cercanos, entre ellos su hermano Roberto, alias “Popeye” (John Jairo Velásquez, fallecido en 2020), “Otto” y el “Mugre”, desencadenó en respuesta una nueva guerra total. Decenas de pistoleros ejecutaron a un centenar de policías hasta febrero y los carros bomba reaparecieron en las grandes ciudades a partir de diciembre de 1992. Si bien los mecanismos ya no eran tan sofisticados; las pérdidas humanas y materiales fueron cuantiosas, pues los atentados ya no iban dirigidos a un objetivo específico, sino que eran totalmente indiscriminados. En Medellín murieron 19 personas, en Bogotá 39 y en Barrancabermeja 16. El Valle de Aburrá se vio afectado por 3 ataques en diciembre del 92 y en Bogotá las explosiones se sucedieron a partir de enero de 1993: el 20 en el norte, el 30 frente a la Cámara de comercio, mediando febrero en dos áreas comerciales y en abril 15 en el Parque de la 93.

 

Muerte

 “Que a mí nunca en la gran puta vida me van a coger, y que yo desde la selva los mando matar a todos y a la larga los que van a perder van a ser ellos.”

Escobar en tono amenazante en un audio interceptado.

 

El día 2 de diciembre de 1993, un día después de haber cumplido 44 años. ​ Escobar fue arrinconado por la Fuerza Pública y por las amenazas que pesaban sobre su familia. Trató de negociar su rendición, condicionándola a la salida del país de su mujer y sus hijos, pero esta vez su propuesta no halló eco entre el poder Ejecutivo. Si bien logró evadir al Bloque de Búsqueda durante seis meses más, la muerte de su jefe de seguridad El Angelito (León Puerta Muñoz), en octubre de 1993, lo dejó desprotegido, al mando ya de sicarios rasos. Finalmente, la preocupación por la situación de su esposa e hijos ―refugiados en Residencias Tequendama bajo estricta vigilancia policial después de buscar fallidamente asilo en Estados Unidos y Alemania― fue utilizada como carnada por el Gobierno para atraer a Escobar quien hasta ese momento padecía problemas gástricos y presuntamente había anunciado formar un grupo armado denominado Antioquia Independiente.

 

El Bloque de Búsqueda se entregó a la tarea de localizar a Escobar hasta que, después de un año y cuatro meses de intensas labores de inteligencia, el 1 de diciembre de 1993. ​ consiguió rastrear y localizar seis llamadas que Escobar le hizo a su hijo.

 

Previamente unidades de inteligencia de señales de la DIJIN habían localizado mediante tecnología francesa y británica adquirida por la Policía Nacional en 1991 y operada por oficiales y suboficiales de inteligencia de la Policía colombiana.  En una entrevista con Gilberto Rodríguez Orejuela, este dijo haber ayudado a la compra de dicha tecnología.

 

Esa misma tarde del 2 de diciembre de 1993, unidades del bloque de búsqueda rodearon la casa donde se ocultaba una vez fuera localizado en el barrio Los Olivos, un barrio de clase media de la ciudad de Medellín. Al momento de ser descubierto en su escondite, lo cuidaba solamente un sicario, Álvaro de Jesús Agudelo (alias El Limón), el cual murió abatido cuando se enfrentó con los agentes que ingresaron a la vivienda donde se ocultaba el capo.

 

Al verse acorralado, Pablo Escobar intentó escapar por los tejados de las casas aledañas, pero murió durante la huida de un disparo en el corazón.

 

De su muerte existen varias hipótesis:

Ø Se suicidó mediante un disparo debajo del oído, lo que se vio en la exhumación del cadáver. Esta versión coincide con el lema de Los Extraditables: «Preferimos una tumba en Colombia a una cárcel en Estados Unidos» y es la versión que defiende su familia.

Ø Le disparó un francotirador del grupo Los Pepes.

Ø Le disparó un oficial de la DIJIN que formaba parte del Bloque de Búsqueda.

Ø Le disparó un francotirador de la Delta Force (DF).​

Ø Le disparó el tiro de gracia el coronel Hugo Heliodoro Aguilar, quien lideró el grupo de asalto que llegó a la casa.

Ø Le disparó Carlos Castaño Gil, máximo líder de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), según una confesión de un paramilitar llamado José Antonio Hernández, conocido por el alias John.

Ø Fue acribillado por un escuadrón del Bloque de Búsqueda. Esta escena se representa en un célebre cuadro de Botero,​  y es la versión oficial.

 

La muerte de Escobar generó distintas reacciones: su familia y sus protegidos lloraron su muerte, y a su entierro asistieron miles de personas, en su mayoría de los barrios pobres de Medellín. Pero la prensa y el Gobierno lo consideraron un triunfo en la lucha contra las drogas y el principio del fin del tráfico de estupefacientes, lo que no ha sucedido hasta la fecha; hoy en día guerrilleros, paramilitares y grupos de delincuencia organizada conocidos como Bacrim (Bandas criminales) se disputan el negocio del narcotráfico. Aunque inmediatamente a su abatimiento, los carteles de Cali y Norte del Valle tuvieron control del narcotráfico hasta sus respectivas disoluciones.

 

Entre los mitos sobre su muerte figura uno que dice que no murió, que contrató a un doble y que está escondido disfrutando de su dinero.

 

Entre quienes lo consideran muerto, aún su imagen continúa muy vigente y es utilizada políticamente. Sus fotos se venden al lado de las del Che Guevara.

 

 

Tumba de Escobar.

Incluso en algunos sitios todavía es venerado como un santo y en su tumba se depositan ofrendas. Su leyenda forma parte del circuito turístico de Medellín. Su hacienda en el campo ahora es un museo visitado por miles de turistas al año. ​ Su imagen tiene tanto peso que continúa siendo utilizada incluso para las campañas políticas, la venta de camisetas o remeras en Austria, Estados Unidos, Guatemala y México, la venta de álbum de figuritas para niños,105​ relojes con su imagen y libros sobre su vida.​

 

Exhumación

El cadáver de Pablo Escobar fue exhumado el 28 de octubre de 2006 a petición de algunos de sus familiares con el propósito de tomar una muestra del ADN para confirmar la presunta paternidad de un hijo extramatrimonial y despejar cualquier duda sobre la identidad del cuerpo que llevaba 12 años enterrado junto a sus padres. Un vídeo del momento fue transmitido por la cadena RCN hecho que disgustó a su hijo Juan Sebastián Marroquín (Juan Pablo Escobar) quien acusó a su tío, Roberto Escobar Gaviria y al sobrino del capo Nicolás Escobar ―que coordinó el acto― de ser "mercaderes de la muerte".

 

En la cultura popular

Al ser uno de los personajes más famosos de Colombia y del mundo, Escobar ha sido retratado en innumerables formatos para distintos públicos alrededor del mundo. Ha sido objeto de estudio en documentales, y varios actores lo han interpretado.

 


Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Pablo_Escobar

 


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