Simone de Beauvoir
Juventud
y estudios
Nació en el piso
familiar, situado en el bulevar Raspail de París, en el marco de una familia
burguesa con moral cristiana muy estricta. Era hija de Georges Bertrand de
Beauvoir, que trabajó un tiempo como abogado y era un actor aficionado, y de
Françoise Brasseur, una mujer profundamente religiosa. Ella y su hermana
pequeña Hélène de Beauvoir, con quien mantuvo siempre una estrecha relación,
fueron educadas en colegios católicos.
Fue escolarizada desde sus cinco años en el Cours Désir, donde solía enviarse a las hijas
de familias burguesas. Su hermana menor Hélène de Beauvoir (conocida con el
apodo de Poupette) la siguió dos años más tarde.
Desde su niñez, de
Beauvoir destacó por sus habilidades intelectuales, que hicieron que acabase
cada año primera de su clase. Compartía brillantez escolar con Elizabeth Lacoin
(llamada Zaza en la autobiografía que escribe de Beauvoir), que se convirtió
rápidamente en su mejor amiga.
Desde adolescente, por
otro lado, se rebelaría contra la fe familiar declarándose atea y considerando
que la religión era una manera de subyugar al ser humano.
Después de la Primera
Guerra Mundial, su abuelo materno, Gustave Brasseur, entonces presidente del
Banco de la Meuse presentó la quiebra, lo que precipitó a toda la familia en el
deshonor y la vergüenza. Como consecuencia de esta ruina familiar, los padres
de Simone se vieron obligados a abandonar la residencia señorial del bulevar
Raspail y a trasladarse a un apartamento oscuro, situado en un quinto piso sin
ascensor en la calle de Rennes. Georges de Beauvoir, que había planeado vivir
con el dinero de su esposa y de su familia, vio sus planes defraudados. La
culpa que sintió entonces Françoise no la abandonó nunca a lo largo de su vida
y la dote desaparecida se convirtió en una vergüenza familiar.
La pequeña Simone sufrió
la situación y vio cómo las relaciones entre sus padres se deterioraban poco a
poco. Hecho importante en el nacimiento de las ideas políticas feministas de
Simone, toda su infancia será marcada por el hecho de haber nacido mujer: su
padre no le escondió el hecho de que hubiese deseado un hijo, con el sueño de
que hubiese cursado estudios en la prestigiosa Escuela Politécnica de París.
Muchas veces le comentó a Simone: «Tienes un cerebro de hombre».
Con su esposa compartía
la convicción de que, dada la mediocre condición económica en la que se hallaba
la familia, la única esperanza de mejora social para sus dos hijas eran los
estudios.
Los de Beauvoir
veranearon a menudo en Saint-Ybard, en la propiedad de Mayrignac situada en
Correze. El parque, fundado alrededor de 1880 por su abuelo, Ernest Bertrand de
Beauvoir, fue adquirido a principios de siglo XIX por el bisabuelo, Narcisse
Bertrand de Beauvoir. De Beauvoir narró estos tiempos felices en sus Memorias
de una joven formal. El contacto con la naturaleza y los largos paseos
solitarios por el campo hicieron surgir en el espíritu de la joven Simone la
ambición de un destino fuera de lo común.
Con solamente quince
años ya estaba decidida sobre la forma de este destino: quería ser escritora.
Tras haber aprobado el bachillerato en 1925, de Beauvoir empezó sus estudios
superiores en el Instituto Católico de París, institución religiosa privada a
la que solían asistir las muchachas de buena familia. Allí completó su
formación matemática, mientras que ampliaba su formación literaria en el
Instituto Sainte-Marie de Neuilly. Tras su primer año universitario en París,
logró obtener certificados de matemáticas generales, literatura y latín. En
1926, se dedicó a estudiar filosofía y obtuvo en junio de 1927 su certificado
de filosofía general. Tras estos reconocimientos acabó licenciándose en letras,
con especialización en filosofía, en la primavera de 1928, tras haber aprobado
también unas certificaciones de ética y de psicología. Sus estudios universitarios
concluyeron en 1929 con la redacción de una tesina sobre Leibniz, culminación
de sus estudios superiores.
La
profesora
Tras haber sido
profesora agregada de filosofía en 1929, de Beauvoir, o Castor, apodo que le
dio su amigo René Maheu y que Sartre siguió usando, en un juego de palabras
entre «Beauvoir» y beaver, en inglés,
se preparó
para ser profesora titular. Su primer destino fue Marsella. Sartre obtuvo a su
vez un puesto en Le Havre en marzo de 1931 y la perspectiva de separarse de él destrozó a de
Beauvoir. Para que pudiesen ser nombrados en el mismo instituto, Sartre le
propuso que se casasen a lo que ella se negó. En La fuerza de las Cosas,
explicó el porqué:
Tengo que decir que no
pensé en aceptar aquella propuesta ni un segundo. El matrimonio multiplica por
dos las obligaciones familiares y todas las faenas sociales. Al modificar
nuestras relaciones con los demás, habría alterado fatalmente las que existían
entre nosotros dos. El afán de preservar mi propia independencia no pesó mucho
en mi decisión; me habría parecido artificial buscar en la ausencia una
libertad que, con toda sinceridad, solamente podía encontrar en mi cabeza y en
mi corazón.
De la misma forma, de
Beauvoir decidió no tener hijos. El año siguiente, logró acercarse a Sartre al
ser trasladada a Ruan, donde conoció a Colette Audry, que ejercía también de
profesora en el mismo liceo. Mantuvo relaciones amorosas con algunas de sus
alumnas, entre ellas, Olga Kosakiewitcz y Bianca Bienenfeld: el pacto que la
unió a Sartre le permitía conocer estos “amores contingentes”. También mantuvo
una breve relación con un alumno de Sartre, apodado “el pequeño Bost, futuro
marido de Olga. Sartre también
cortejó a la muchacha, sin
conseguir conquistarla.
Este grupo de amigos,
que se llamaban entre ellos «la pequeña familia», permaneció unido hasta la
muerte de sus miembros, pese a las tensiones ligeras o a los conflictos más
serios que atravesaron. Poco antes de la Segunda Guerra Mundial, la pareja
Sartre-de Beauvoir fue destinada a París. De 1936 a 1938, de Beauvoir enseñó en
el liceo Molière, del que fue despedida tras haber entablado una relación
amorosa con Bianca Bienenfeld, una de sus alumnas.
Las editoriales
Gallimard y Grasset rechazaron su primera novela, Primaldad de lo espiritual,
escrita entre 1935 y 1937, que se publicó tardíamente en 1979 con el título
Cuando predomina lo espiritual. La Invitada se publicó en 1943; en esta novela,
la escritora describía, mediante personajes ficticios, la relación entre
Sartre, Olga y ella misma, a la vez que elaboraba una reflexión filosófica
sobre la lucha entre las consciencias y las posibilidades de la reciprocidad.
Fue un éxito editorial inmediato que la llevó a ser suspendida en junio de 1943
de la Educación Nacional, tras la presentación de una denuncia por incitación a
la perversión de personas menores en diciembre de 1941 por la madre de Nathalie
Sorokine, una de sus alumnas. Se la reintegró como profesora tras la Liberación
de París; durante la Ocupación trabajó para la radio colaboracionista francesa
(«Radio Vichy»), donde organizó programas dedicados a la música. La emisora
(«Radio Vichy») pertenecía al régimen del mariscal Petain, y Beauvoire aceptó
firmar un formulario que aseguraba que ella no era ni judía ni masona.
La
escritora comprometida
Con Sartre, Raymond
Aron, Michel Leiris, Maurice Merleau-Ponty, Boris Vian y otros intelectuales
franceses de izquierda, fue la fundadora de una revista, Les Temps Modernes,
que pretendía difundir la corriente existencialista a través de la literatura
contemporánea. De forma paralela, continuó sus producciones personales: tras la
publicación de varios ensayos y novelas donde hablaba de su compromiso con el
comunismo, el ateísmo y el existencialismo. Consiguió independizarse
económicamente y se dedicó plenamente a ser escritora. Viajó por numerosos
países (EE. UU., China, Rusia, Cuba...) donde conoció a otras personalidades
comunistas como Fidel Castro, Che Guevara, Mao Zedong o Richard Wright. En los
Estados Unidos, entabló una relación pasional con el escritor americano Nelson
Algren con quien mantuvo una intensa relación epistolar, llegando a
intercambiar unas trescientas cartas.
Su consagración
literaria tuvo lugar el año 1949: la publicación de El segundo sexo, del que se
vendieron más de veintidós mil ejemplares en la primera semana, causó escándalo
y fue objeto de animados debates literarios y filosóficos. La Santa Sede, por
ejemplo, se mostró contraria al ensayo. François Mauriac, que siempre tuvo animosidad
hacia la pareja, publicó en Les Temps Modernes un editorial que creó polémica
al afirmar: «ahora, lo sé todo sobre la vagina de vuestra jefa». El segundo
sexo se tradujo a varios idiomas: en los Estados Unidos se vendieron un millón
de ejemplares y se convirtió en el marco teórico esencial para las reflexiones
de las fundadoras del movimiento de liberación la mujer. De Beauvoir se
convirtió en precursora del movimiento feminista al describir a una sociedad en
la que se relega a la mujer a una situación de inferioridad. Su análisis de la
condición femenina, en ruptura con las creencias existencialistas, se apoya en
los mitos, las civilizaciones, las religiones, la anatomía y las tradiciones.
Este análisis desató un escándalo, en particular el capítulo dedicado a la
maternidad y al aborto, entonces equiparado al homicidio. Describía el
matrimonio como una institución burguesa repugnante, similar a la prostitución
en la que la mujer depende económicamente de su marido y no tiene posibilidad
de independizarse.
Los mandarines,
publicado el 1954, marcó el reconocimiento de su talento literario por la
comunidad intelectual: se le otorgó por esta novela el prestigioso Premio
Goncourt. De Beauvoir era por entonces una de las escritoras con más lectores a
nivel mundial. En esta novela, que trata de la posguerra, expuso su relación
con Nelson Algren aunque siempre a través de personajes ficticios. Algren,
celoso, ya no aguantaba más la relación que unía a de Beauvoir y Sartre: la
ruptura entre ella y Algren demostró la fuerza del lazo que unía a los dos
filósofos y la de su pacto. Posteriormente, de julio de 1952 a 1959, de
Beauvoir vivió con Claude Lanzmann.
A partir de 1958,
emprendió la escritura de su autobiografía, en la que describe el mundo burgués
en el que creció, sus prejuicios, sus tradiciones degradantes y los esfuerzos
que llevó a cabo para deshacerse de ellos pese a su condición de mujer. También
relata su relación con Sartre, que calificó de éxito total. Pese a todo y a la
fuerza del lazo pasional que aún los unía, ya no eran una pareja en el sentido
sexual, aunque de Beauvoir se lo hiciese creer a sus lectores.
En 1964 publicó Una
muerte muy dulce, que relata la muerte de su madre: Sartre consideró siempre
que este fue el mejor escrito de de Beauvoir. La eutanasia o el luto forman el
núcleo de este relato cargado de emoción. A lo largo de su luto, a la escritora
le acompaña una muchacha que conoció entonces: Sylvie Le Bon, estudiante de
Filosofía. La relación que unió a las dos mujeres era ambigua: madre-hija, de
amistad o de amor. En su cuarto escrito autobiográfico, Final de cuentas, de
Beauvoir declaraba que compartió con Sylvie el mismo tipo de relación que la
unió, cincuenta años antes, a su mejor amiga Zaza. Sylvie Le Bon fue adoptada
oficialmente como hija por la escritora quien la nombró heredera de su obra
literaria y de sus bienes.
Muerte
de Sartre y últimos años
Tras la muerte de Sartre
en 1980 publicó en 1981 La ceremonia del adiós donde relató los diez últimos
años de vida de su compañero sentimental, aunque los detalles médicos e íntimos
de la vida del filósofo fueron mal recibidos por muchos de sus seguidores. Este
texto se completó con la publicación de sus conversaciones con Sartre grabadas
en Roma entre agosto y septiembre de 1974. En estos diálogos Sartre
reflexionaba sobre su vida y expresaba algunas dudas sobre su producción
intelectual. Al publicar estas conversaciones íntimas, de Beauvoir pretendió
demostrar cómo su difunta pareja había sido manipulada por el filósofo y
escritor francés Benny Lévy. Lévy hizo que Sartre reconociera una cierta
«inclinación religiosa» en el existencialismo pese a que Sartre y los demás
existencialistas hubiesen proclamado siempre que el ateísmo era uno de sus
pilares. Para de Beauvoir, Sartre ya no disponía de la plenitud de sus
capacidades intelectuales cuando había sostenido este debate con Lévy y no
estaba en situación de enfrentarse a este filosóficamente. En estos textos que
desvelan la vida de Sartre también dejó ver lo mala que fue su relación con la
hija adoptiva de Sartre, Arlette Elkaïm-Sartre. Concluye La Ceremonia del adiós
con la frase siguiente: «Su muerte nos separa. Mi muerte no nos reunirá. Así
es; ya es demasiado bello que nuestras vidas hayan podido juntarse durante
tanto tiempo».
De 1955 a 1986, residió
en el número 11 bis de la calle Victor-Schœlcher de París, donde murió
acompañada de su hija adoptiva y de Claude Lanzmann. Se la enterró en el
cementerio de Montparnasse de la capital francesa, en la división 20, al lado
de Sartre. Simone de Beauvoir fue enterrada llevando en su mano el anillo de
plata que le regaló su amante Nelson Algren al despertar de su primera noche de
amorío con el prefecto.
Relaciones
personales
A lo largo de su período
universitario en París Simone de Beauvoir conoció a otros jóvenes
intelectuales, entre ellos Jean-Paul Sartre que calificó con admiración de
genio. Una relación mítica nació entre los dos filósofos, que solo acabó con la
muerte de Sartre. Simone será su «amor necesario», en oposición a los «amores
contingentes» que los dos conocerán de forma paralela: un pacto de
polifidelidad, que renovaban cada dos años, se estableció entre ellos a partir
de 1929, más o menos un año tras su encuentro. Ambos cumplieron este pacto
filosófico: él tuvo muchos amores contingentes, ella no tantos. El clímax de la
carrera universitaria de la pareja sucedió en 1929, cuando Sartre y de Beauvoir
se presentaron al concurso de la agregación de filosofía, que ganó él mientras
ella quedaba en segundo puesto.
Pese a este éxito, la
muerte repentina de su amiga Zaza el mismo año causó un gran sufrimiento a la
filósofa. De Beauvoir, criada por una madre religiosa, perdió su fe cristiana
con catorce años, tal como relató en sus Memorias de una joven formal:
años antes de sus estudios
filosóficos, la joven se había emancipado de su
familia y de sus valores burgueses.
El encuentro con Sartre
supone para de Beauvoir el comienzo de una vida de permanente diálogo
intelectual con un interlocutor privilegiado de un nivel que ella definía como
mayor al suyo, al menos al inicio de la relación. Sartre y de Beauvoir no se
separaron desde que se conocieron, ni durante la separación de ésta de su
familia. Su relación perduró hasta la muerte de Sartre. Sin embargo, nunca se
casaron ni vivieron bajo el mismo techo. Mantuvieron una relación abierta,
sintiéndose felices con el lazo que habían creado entre ellos. Este esquema
relacional novedoso se cimentaba en el rechazo profundo y visceral del modo de
vida burgués.
Simone se creía única,
pero ante Sartre tuvo que reconocer: «Era la primera vez en mi vida que yo me
sentía intelectualmente dominada por alguno». Decidieron unir sus vidas, pero
en un amor libre porque ni de Beauvoir ni Sartre aceptaban el matrimonio:
Sartre no tenía la
vocación de la monogamia; le gustaba estar en compañía de las mujeres, a las
que encontraba menos cómicas que los hombres; no comprendía, a los veintitrés
años, el renunciar para siempre a su seductora diversidad.
De todos modos ella lo
amó y lo aceptó tal como era. Sartre propuso la fórmula de su relación: «Entre
nosotros se trata de un amor necesario, pero conviene que también conozcamos
amores contingentes». En La Habana, Cuba,
cuando visitan a Fidel Castro y se reúnen con Che Guevara, este último les manifiesta a
ambos que su amor es un amor revolucionario.
Obra literaria
Durante la Segunda
Guerra Mundial y la ocupación alemana de París, vivió en la ciudad tomada
escribiendo su primera novela, La invitada (1943), donde exploró los dilemas
existencialistas de la libertad, la acción y la responsabilidad individual,
temas que abordó igualmente en novelas posteriores como La sangre de los otros
(1944) y Los mandarines (1954), novela por la que recibió el Premio Goncourt.
Las tesis
existencialistas, según las cuales cada uno es responsable de sí mismo, se
introducen también en una serie de obras autobiográficas, cuatro en total,
entre las que destacan Memorias de una joven de buena familia (también conocida
como Memorias de una joven formal) (1958) y Final de cuentas (1972). Sus obras
ofrecen una visión sumamente reveladora de su vida y su tiempo.
Entre sus ensayos
destaca El segundo sexo (1949), un análisis sobre el papel de las mujeres en la
sociedad y la construcción del rol y la figura de la mujer; La vejez (1970),
centrada en la situación de la ancianidad en el imaginario occidental y en
donde criticó su marginación y ocultamiento, y La ceremonia del adiós (1981),
polémica obra que evoca la figura de su compañero de vida, Jean Paul Sartre.
Además de sus aportes al
feminismo, cabe destacar sus reflexiones sobre la creación literaria, sobre el
desarrollo de la izquierda antes y después de la Segunda Guerra Mundial, sobre
el dolor y la percepción del yo, sobre los linderos del psicoanálisis y sobre
las premisas profundas del existencialismo.
Feminismo
Simone de Beauvoir no se
autoproclamó feminista hasta años después de haber escrito el "El segundo
sexo". Más tarde, en 1963, Simone de Beauvoir
definió el feminismo como una
manera de vivir individualmente y una manera de luchar colectivamente, explica
la doctora en filosofía, Teresa López Pardina, una de las principales
especialistas en la figura de la escritora y filósofa francesa.
El
segundo sexo
De Beauvoir sostiene que
"la mujer", tal como la definía la sociedad occidental de su tiempo,
es una construcción cultural. Señala que, a lo largo de la historia, la mujer
ha sido definida en relación con el varón como madre, esposa, hija o hermana;
por lo cual, sostiene, la principal tarea de la mujer es reconquistar su propia
identidad específica, desde sus propios criterios. Las características con las
cuales se identifica en las mujeres no les vienen dadas de su genética, sino
por cómo han sido educadas y socializadas. Como resumen de este pensamiento
escribió una de sus frases más célebres: "No se nace mujer, se llega a
serlo".
Recepción
del libro
En 1949 cuando publicó
El segundo sexo era una voz singular en la sociedad occidental en la que tras
el movimiento sufragista y la obtención del derecho al voto femenino se había
vuelto a recluir a las mujeres en el hogar. El libro, que en su momento fue un
escándalo, pasó a ser considerado (según la filósofa feminista Alicia Puleo) un
texto "clásico" pues permite hacer balance del recorrido hacia la
igualdad de los sexos. La misma autora señala que las teóricas de las distintas
y contrapuestas corrientes del feminismo (liberal, radical y socialista)
reconocen ser "hijas de Beauvoir".
Referencia en las
políticas de igualdad y los estudios feministas
El ser humano, considera
De Beauvoir, no es una "esencia" fija sino una
"existencia": "proyecto", "trascendencia",
"autonomía", "libertad" que no puede escamotearse a un
individuo por el hecho de pertenecer al "segundo sexo". La idea
fundamental de El segundo sexo —destaca Puleo— es hoy asumida por millones de
personas que no han leído esta obra ni han oído hablar de ella y sus principios
han sido incorporados a las políticas de igualdad europeas y han dado lugar a
los estudios feministas y de género de centros universitarios de vanguardia.
De Beauvoir expresó en
los términos de la filosofía existencialista todo un ciclo de reivindicaciones
de igualdad de las mujeres que comienza con la Ilustración y lleva a la obtención
del voto y al acceso a la enseñanza superior en primer tercio del siglo XX destaca
la filósofa Celia Amorós.
Lucha
por el derecho al aborto
De Beauvoir tuvo también
un papel determinante en la legalización del aborto en Francia. Con Halimi
fundó el movimiento Choisir y fue una de las redactoras del Manifiesto de las
343 -firmado por mujeres de la política, la cultura y distintas áreas de la
sociedad francesa como la escritora Marguerite Duras, la abogada Gisèle Halimi
o las cineastas Françoise Sagan, Jeanne Moreau y Agnes Vardà reconociendo haber
abortado- publicado el 5 de abril de 1971 por la revista Le Nouvel Observateur.
Sobre
el aborto señaló:
"El aborto es parte
integral de la evolución en la naturaleza y la historia humana. Esto no es un
argumento ni a favor o en contra, sino un hecho innegable. No hay pueblo, ni
época donde el aborto no fuera practicado legal o ilegalmente. El aborto está
completamente ligado a la existencia humana…".
La actividad de Simone
de Beauvoir fue, junto con Gisèle Halimi y Elisabeth Badinter, la clave para
lograr el reconocimiento de los maltratos sufridos por las mujeres durante la
Guerra de Argelia.
La
edad de consentimiento
En 1977, Simone de
Beauvoir junto a otros intelectuales franceses —incluyendo nombres tan
prominentes como Louis Aragon, Michel Foucault, Jean-Paul Sartre, Jacques
Derrida, Louis Althusser, Roland Barthes, Gilles Deleuze, Félix Guattari,
Michel Leiris, Alain Robbe-Grillet, Philippe Sollers, Jacques Rancière,
Jean-François Lyotard, Francis Ponge y varios doctores y psicólogos— firmaron
una petición al parlamento francés cuestionando varios artículos de la ley de
edad de consentimiento y su coherencia con el caso en concreto. La carta fue
redactada por el escritor Gabriel Matzneff.
En esa carta abierta, pidieron la liberación de tres hombres (Bernard Dejager,
Jean-Claude Gallien y Jean Burckardt), quienes llevaban tres años en prisión
preventiva acusados de tener relaciones sexuales con menores de 15 años. El
comunicado fue publicado por el periódico Le Monde el 26 de enero de 1977. La
petición argumentaba sobre la
contradicción
que presentaba la legislación
francesa, por cuanto a los 13 años
una menor ya recibía
la píldora por parte del
Estado e incluso desde esa misma edad se consideraba la responsabilidad penal
adolescente, pero no consideraba igualmente capaces de discernimiento a estos
menores cuando se trataba del consentimiento sexual. Durante años, esta carta se ha
prestado para profuso debate intelectual —el propio Michael Foucault dio una
entrevista sobre el tema—, no solo en el campo jurídico sobre la legislación en materia de
consentimiento sexual, sino también respecto de la sexualidad misma y la
libertad de los cuerpos.
Premio
Simone de Beauvoir
En 2008, con motivo del
centenario del aniversario de su nacimiento, se creó en su honor el Premio
Simone de Beauvoir por la Libertad de las Mujeres a iniciativa de Julia
Kristeva financiado por la Universidad Diderot de París con un montante de 20
000 euros para destacar a las personas comprometidas por su obra artística y su
acción a promover la libertad de las mujeres en el mundo.
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