Catalina II de Rusia

Primeros años

El padre de Catalina, Cristián Augusto, príncipe de Anhalt-Zerbst, era un general prusiano de la familia gobernante alemana de Anhalt, que ejercía de Gobernador de la ciudad de Stettin en nombre del rey de Prusia. Su madre era Juana Isabel de Holstein-Gottorp. Aunque nació como Sofía Federica Augusta, una princesa alemana de rango menor, Catalina tenía una remota ascendencia sueca relacionada con Carlos IX. Debido a que el primo segundo de Sofía, Pedro III se convirtió al cristianismo ortodoxo, el hermano de su madre se convirtió en el heredero del trono sueco y dos de sus primos hermanos, Gustavo III y Carlos XIII, más tarde se convirtieron en reyes de Suecia.

 

De acuerdo con la costumbre imperante por entonces entre las dinastías gobernantes de Alemania, recibió su educación principalmente de una institutriz francesa y de tutores. Isabel Babette Cardel era el nombre de la gobernanta francesa que enseñó a leer, escribir y hablar francés a la pequeña futura emperatriz. Entre otros, le hizo leer a Corneille, Racine y Moliere, cosa que influiría en el futuro. El pastor luterano y capellán castrense, Wagner, complementó estos primeros estudios con clases de religión, geografía e historia. Según sus memorias, Sofía era considerada una marimacho y había aprendido a dominar la espada.

 

Aunque Sofía nació princesa, su familia tenía muy poco dinero. Su ascenso al poder fue apoyado por los ricos parientes de su madre Juana, que eran tanto nobles como parientes reales. Las más de 300 entidades soberanas del Sacro Imperio Romano Germánico, muchas de ellas bastante pequeñas y sin poder, crearon un sistema político altamente competitivo en el que las diversas familias principescas luchaban por aventajarse una a la otra, a menudo mediante matrimonios políticos. Para las familias principescas alemanas más pequeñas, un matrimonio ventajoso era uno de los mejores medios para promover sus intereses, y la joven Sofía fue preparada durante toda su infancia para convertirse en la esposa de un gobernante poderoso con el fin de mejorar la posición de su casa. Además de su alemán nativo, Sofía llegó a dominar el francés, la lengua franca de las élites europeas en el siglo XVIII. La joven Sofía recibió la educación estándar para una princesa alemana del siglo XVIII, concentrándose en la etiqueta, el francés y la teología luterana.

 

Sofía conoció a su futuro esposo y primo segundo, el futuro Pedro III de Rusia (hijo de Ana Petrovna, y por tanto sobrino de la zarina Isabel), a la edad de 10 años en 1739. Ambos eran bisnietos de Cristián Alberto de Holstein-Gottorp (1641-1695). Según sus escritos, encontró a Pedro detestable al conocerlo. No le gustaba su tez pálida ni su afición al alcohol. Más tarde escribió que ella se quedó en un extremo del castillo y Pedro en el otro.

 

En 1739, Pedro se convirtió en duque de Holstein-Gottorp, bajo la regencia de su tío Adolfo Federico Holstein, que era obispo de Lübeck. En 1742, la emperatriz Isabel lo llevó a Rusia con la intención de convertirlo en su sucesor. Desde muy joven, Pedro se mostró bastante inestable, situación que empeoró tras su llegada a Rusia, país que no le gustó nada.

 

Matrimonio y reinado de Pedro III

La elección de Sofía como la futura esposa del zar (Pedro de Holstein-Gottorp) la realizó la emperatriz Isabel I y fue comunicada por carta a la familia cuando la seleccionada contaba con 14 años de edad. La madre de Sofía, Juana Isabel de Holstein-Gottorp, que seguía con interés los asuntos rusos, preveía el matrimonio de su hija con Pedro en fecha próxima. Tras enviar retratos de su hija a la corte rusa, fue invitada a viajar con ella a Rusia en enero de 1744. Influyó en la elección la gestión diplomática entre el conde Lestocq y Federico II de Prusia, en el llamado asunto Lopujiná. Ambos querían fortalecer la amistad entre Prusia y Rusia para debilitar la influencia de Austria y arruinar al canciller Alekséi Bestúzhev-Ryumin, consejero de la zarina Isabel, y que era un conocido partidario de la alianza ruso-austríaca. Además a la emperatriz le gustaba esa familia, ya que ella había estado prometida al tío materno de Sofía, Carlos Augusto de Holstein-Gottorp, que había muerto de viruela en 1727 antes de que se casaran. Asimismo, Sofía era joven y carecía de experiencia política, por lo que posiblemente no representaba mayor peligro para el trono ruso. Por su parte, Sofía, que entonces tenía 14 años, comprendía lo que estaba en juego. Lejos de ignorar el prestigio y el poder asociados a su futuro estatus, hizo caso omiso de las dudas de su madre.

 

En febrero de 1744, Sofía y su familia fueron recibidos por un gran cortejo en Moscú, conociendo a la zarina Isabel I en el palacio de Annenhof, entonces ocupado por la familia imperial. Ese mismo le fue concedido el título de Gran Duquesa Catalina Alekseyevna.

 

La intriga diplomática casi fracasa, en gran medida debido a la intervención de la madre de Sofía, Juana Isabel, una inteligente y ambiciosa mujer. La imagen histórica de la madre de Catalina ha quedado como la de una mujer emocionalmente fría, así como una trepadora social que amó las intrigas y los chismes de la corte. Juana estaba tan cegada por la ambición de convertir a su hija en emperatriz de Rusia, que logró enfurecer a la zarina Isabel, la cual la obligó a salir del país, acusándola de espiar para el rey de Prusia. No obstante, a Isabel siempre le gustó la hija, y finalmente el matrimonio se celebró en 1745.

 

Al llegar a Rusia en 1744 a la edad de 15 años, la princesa Sofía no escatimó esfuerzos para congraciarse no solo con la emperatriz Isabel y con su marido, Alekséi Razumovski, sino también con el pueblo ruso. Se dedicaba con tal celo al aprendizaje de la lengua rusa que se levantaba por la noche y caminaba descalza para repasar las lecciones. Esto dio lugar a un grave ataque de neumonía, en marzo de 1744. Cuando escribió sus memorias describió cómo había formado su mente al llegar a Rusia para hacer todo lo que fuese necesario y profesar creer en todo lo que se requiriera de ella a fin de estar calificada para llevar la corona. Aunque llegó a dominar el idioma, conservó un acento alemán que nunca pudo perder.

 

Sofía recordó en sus memorias que nada más llegar a Rusia enfermó de una pleuritis que casi la mata. Atribuyó su supervivencia a las frecuentes sangrías, llegando en un solo día a recibir hasta cuatro flebotomías. La oposición de su madre a esta práctica le valió el desagrado de la emperatriz. Cuando la situación de Sofía parecía desesperada, su madre Juana quiso que un pastor luterano le confesara. Sin embargo, al despertar de su delirio, Sofía al parecer le dijo: «No quiero a ningún luterano; quiero a mi padre ortodoxo». Esto elevó aún más la estima que le tenía la emperatriz.

 

Su padre, un devoto luterano, se opuso firmemente a la conversión de su hija a la Iglesia ortodoxa rusa, condición necesaria para contraer matrimonio con un príncipe ruso, pero a pesar de sus instrucciones, el 28 de junio de 1744 fue bautizada con el nombre de Catalina (Yekaterina o Ekaterina) y el apellido materno (artificial) de Alekséyevna (hija Alekséi), de manera que quedó convertida en tocaya de Catalina I, madre de Isabel y abuela materna de Pedro III. El compromiso tuvo lugar al día siguiente, cuando se convirtió en «Gran Duquesa y Alteza Imperial». Al año siguiente tuvieron lugar los esponsales, y Catalina se casó con el gran duque Pedro el 21 de agosto de 1745 en San Petersburgo. Catalina acababa de cumplir 16 años, y su padre no viajó a Rusia para la boda. Los recién casados se instalaron en el palacio de Oranienbaum, que fue la residencia de la «joven corte» durante 54 años. Desde allí gobernaron el ducado de Holstein-Gottorp (que ocupaba menos de un tercio del actual estado alemán de Schleswig-Holstein, incluso con la parte de Schleswig ocupada por Dinamarca) para adquirir experiencia para gobernar Rusia.

 

El golpe de Estado de 1762

Aparte de brindarles tal experiencia gobernando, el matrimonio fracasó. El fracaso del matrimonio fue debido supuestamente a la impotencia y la inmadurez del gran duque Pedro, que contaba con 18 años el día de su boda y no pudo consumarlo durante ocho años.1824 Tras ocho años de matrimonio (1753), Catalina seguía sin tener hijos. La emperatriz Isabel I, ella misma sin hijos, insistió en que diera un heredero a su sobrino. Incluso, al parecer, le propuso que tomara como amante al príncipe Lev Alexandrovitch Narychkin (1733-1799) o al conde Sergéi Saltykov. Para entonces, el distanciamiento de la pareja parece definitivo y Pedro toma una amante (Yelizaveta Vorontsova), mientras que Catalina no duda en replicarle involucrándose con otras figuras prominentes de la corte y manteniendo relaciones con Sergéi Saltykov, Charles Hanbury Williams y Estanislao II Poniatowski, y otros hombres a lo largo de su reinado. Pronto se hizo popular entre varios grupos políticos poderosos que se oponían a su marido Se convirtió en amiga de Catalina Dáshkova, la hermana de la amante de su marido, quien le presentó a varios grupos de políticos poderosos que se oponían a él. Sin embargo, Catalina había estado involucrada en planes militares contra Isabel con el probable objetivo de deshacerse de Pedro III posteriormente desde al menos 1749. En 1754 tuvo un hijo, Pablo (1754-1801), cuya paternidad es ambigua.

 

Aburrida de su marido, Catherine se convirtió en una ávida lectora de libros, principalmente en francés. Menospreciaba a su marido por la devoción de este a la lectura, por un lado, de «libros de oraciones luteranos, y por el otro, la historia y el juicio de algunos ladrones de caminos que habían sido ahorcados o despedazados en la rueda». Catalina leía mucho y se mantenía informada sobre los acontecimientos de Rusia y del resto de Europa. Fue durante este período cuando leyó por primera vez a Voltaire y otros filósofos de la Ilustración francesa. A medida que aprendió ruso, se interesó cada vez más por la literatura de su país de adopción. Finalmente, fueron los Anales de Tácito los que provocaron lo que ella llamó una «revolución» en su mente adolescente, ya que Tácito fue el primer intelectual que leyó que entendía las políticas de poder tal como eran, no como deberían ser. Catalina quedó especialmente impresionada con su argumento de que las personas no actúan por sus profesas razones idealistas y, en cambio, aprendió que era necesario buscar los «motivos ocultos e interesados». Mantuvo correspondencia con muchas de las mentes prominentes de la época, incluyendo a Voltaire y Diderot.

 

El temperamento de Pedro III se volvió insoportable para quienes residían en el palacio. Anunciaba ejercicios en las mañanas a los sirvientes varones, quienes luego se unían a Catalina en su habitación para cantar y bailar hasta altas horas de la noche.

 

En 1759, Catalina quedó embarazada de su segunda hija, Anna, que sólo vivió 14 meses. Debido a varios rumores sobre la promiscuidad de Catalina, a Pedro se le hizo creer que no era el padre biológico del niño y se sabe que proclamó: «¡Vete al diablo!» cuando Catalina desestimó enojada sus acusaciones. En consecuencia, Catalina pasó gran parte de este tiempo sola en su tocador privado para esconderse de la personalidad abrasiva de Pedro. En la primera versión de sus memorias, editadas y publicadas por Aleksandr Herzen, Catalina dio a entender claramente que el verdadero padre de su hijo Pablo no era Pedro, sino Serguéi Saltykov.

 

Después de la muerte de la emperatriz Isabel el 5 de enero de 1762, Pedro subió al trono como Pedro III de Rusia y la pareja se trasladó al nuevo Palacio de Invierno en San Petersburgo; Catalina se convirtió así en emperatriz consorte de Rusia. Sin embargo, las excentricidades del nuevo zar, su política de secularización de bienes y tendencia filoprusiana le granjearon la enemistad de varios sectores; entre ellos, la Iglesia. A la muerte de la emperatriz, el ejército ruso, aliado con la Francia de Luis XV y la Austria de María Teresa en el marco de la Guerra de los Siete Años, sitiaba Berlín, capital del reino de Prusia de Federico II, e incluso estaba a punto de vencer. Pedro, sin embargo, apoyaba a Federico II, erosionando gran parte de su apoyo entre la nobleza.

 

En julio de 1762, apenas seis meses después de convertirse en emperador, Pedro cometió el error político de retirarse con sus guardias de Holstein y sus amigos a Oranienbaum, dejando a su esposa en otro palacio cercano en San Petersburgo. Catalina, que se sentía amenazada, decidió tomar el poder por la fuerza y derrocar a su marido, con la ayuda de Nikita Panin y los hermanos Orlov (en particular su amante, Grigori Orlov). En la noche del 8 de julio, Catalina recibió la noticia de que uno de sus cómplices había sido arrestado por su marido y que el golpe que habían estado planeando se llevaría a cabo de inmediato. Al día siguiente, Catalina abandonó el palacio y partió hacia el Regimiento de Ismailovsky, donde pronunció un discurso pidiendo a los soldados que la protegieran de su marido. Luego, Catalina partió con el Regimiento de Ismailovsky para ir al Cuartel de Semenovsky, donde el clero la esperaba para ordenarla como única ocupante del trono ruso y comenzó su reinado como Emperatriz de Rusia como Catalina II. Catalina ordenó entonces arrestar a su marido. El 13 y 14 de julio, la Guardia Imperial Rusa, al mando de Grigori Orlov, amante de Catalina, se rebeló, deponiendo a Pedro, y proclamando a su esposa como gobernante de Rusia. Catalina lo obligó a firmar un documento de abdicación, sin dejar a nadie que pusiera en duda su ascenso al trono. El golpe triunfó sin derramamiento de sangre; Catalina Dáshkova, una confidente de la emperatriz, señaló que Pedro parecía no tener problema en abandonar el trono, y solo pedía a cambio una tranquila finca, su viejo violín y suministros de tabaco y vino de Borgoña.

 

Seis meses después de su acceso al trono, y tres días después de su deposición, el 17 de julio de 1762, Pedro III falleció en Ropsha, posiblemente a manos de Alekséi Orlov (hermano menor de Grigori). Se asume generalmente que Pedro fue asesinado, pero se desconocen a ciencia cierta las causas de su muerte. La causa oficial, tras una autopsia, fue un ataque severo de cólico hemorroidal y un derrame cerebral. En cualquier caso, los historiadores de la época soviética acusaron a Catalina de haber ordenado el asesinato, como también dispuso los de otros posibles reclamantes al trono (Iván VI y la princesa Tarakánova), pero muchos historiadores modernos creen que no formó parte de ello.

 

Al momento del derrocamiento de Pedro III, otros posibles rivales por el trono incluían a Iván VI (1740-1764), que había estado confinado en Schlüsselburg, en el lago Ládoga, desde que tenía seis meses y de quien se pensaba que estaba loco. Iván VI fue asesinado durante un intento de liberarlo como parte de un fallido golpe de Estado contra Catalina. Al igual que Isabel antes que ella, Catalina había dado instrucciones estrictas de que Iván debía ser asesinado en caso de tal intento. La mujer más tarde conocida como la Princesa Tarakánova (c. 1745-1775) era otra rival potencial.

 

Catalina, aunque no descendía de emperadores rusos, sucedió a su marido, tras el precedente establecido cuando Catalina I de Rusia sucedió a Pedro I en 1725. Su manifiesto de acceso al trono justifica su sucesión, citando la «elección unánime» de la nación. La coronación de Catalina la Grande tuvo lugar el 22 de septiembre de 1762 en el Kremlin. Tenía treinta y tres años, la misma edad que tenía Isabel I de Rusia cuando organizó un golpe contra Anna Leopoldovna. Su hijo Pablo tenía ocho años.

 

Sin embargo, una gran parte de la nobleza lo consideró como una usurpación, tolerable solo durante la minoría de su hijo, el gran duque Pablo. En la década de 1770, un grupo de nobles relacionados con Pablo (Nikita Ivánovich Panin y otros) contemplaron la posibilidad de un nuevo golpe para deponer a Catalina y transferir la corona a su hijo, cuyo poder quedaría restringido previamente en una especie de monarquía constitucional. Pero nada de esto se llevó a cabo, y Catalina reinó hasta su muerte.

 

Catalina fue coronada en la Catedral de la Dormición de Moscú el 22 de septiembre de 1762. Su coronación marca la creación de uno de los principales tesoros de la dinastía Romanov, la Corona Imperial de Rusia, diseñada por el joyero de diamantes de la corte suizo-francesa Jérémie Pauzié. Inspirada en el diseño bizantino, la corona estaba construida con dos medias esferas, una de oro y otra de plata, que representaban los Imperios Romanos de Oriente y Occidente, divididas por una guirnalda foliada y sujetas con un aro.

 

La corona contiene 75 perlas y 4.936 diamantes indios que forman hojas de laurel y roble, símbolos del poder y la fuerza, y está rematada por una espinela de rubí de 398, quilates que perteneció a la emperatriz Isabel, y una cruz de diamantes. La corona se creó en un tiempo récord de dos meses y pesaba 2,3 kg. Desde 1762, la Gran Corona Imperial fue la corona de coronación de todos los emperadores Romanov hasta la abolición de la monarquía en 1917. Es uno de los principales tesoros de la dinastía Romanov y ahora se exhibe en el Museo de Armería del Kremlin de Moscú.

 

Tras asumir el control de Rusia, Catalina revirtió inmediatamente las reformas de Pedro III, devolviendo a la iglesia ortodoxa toda la tierra que había sido secularizada, devolviendo los viejos uniformes y estructura a los regimientos de la Guardia y cancelando la guerra con Dinamarca.

 

En cuanto a política interior y exterior, intentó una europeización del país y otorgó a la nobleza un puesto relevante que hasta ese momento no había tenido. Anteriormente fracasó en su intento de crear un código con las ideas de Montesquieu y vivió una contienda en 1773 con los campesinos, por la nefasta situación social en que la población vivía. Esto provocó una nueva reestructuración del gobierno regente. Exteriormente, se centró en la expansión territorial, aunque a costa de Polonia y Turquía. Se la denominó Semíramis del Norte, y fue considerada como una mujer inteligente, culta, sagaz, muy hábil y apasionada. Mantuvo una gran amistad y comunicación con los grandes ilustrados franceses, como Diderot, Montesquieu o Voltaire, o con el escritor belga Charles-Joseph de Ligne. El gran amor de su vida fue el príncipe Grigori Potiomkin, que fue su gran apoyo político.

 

Al mismo tiempo que extendía los límites de su imperio, Catalina introducía novedades en la agricultura y la industria, basándose en el pensamiento del siglo de las Luces. Creó una estructura para reformar las leyes. Se instituyó una Comisión Legislativa  que representaba a todas las clases salvo a los siervos, pero se disolvió antes de que pudiera ser eficaz, tal vez porque había pasado a ser demasiado conservadora tras la insurrección del atamán cosaco Yemelián Pugachov entre 1773 y 1774

 

El mecenazgo fomentado por Catalina produjo la mayor evolución de las artes en Rusia, por encima de la de cualquier soberano ruso anterior o posterior a ella. Se afilió a los ideales de la Ilustración y se consideró a sí misma como «una filósofa en el trono». Mostró una gran preocupación por su imagen en el extranjero, y persiguió que fuese considerada en Europa como una monarca ilustrada y civilizada, a pesar de que en Rusia desempeñaba a menudo el papel de tirana. A pesar de que proclamó su amor por los ideales de la libertad y la igualdad, hizo más por atar al siervo a su tierra y a su señor que cualquier otro soberano desde Borís Godunov.

 

Catalina tenía la reputación de ser una mecenas de las artes, la literatura y la educación. Fundó la soberbia colección de arte con la que cuenta hoy el Museo del Hermitage de San Petersburgo, que ahora ocupa el conjunto del Palacio de Invierno. En su afán por reunir un acervo artístico equiparable (o superior) a los de otras cortes europeas, gastó cuantiosas cifras en comprar cientos de pinturas y esculturas, en ocasiones colecciones enteras de nobles y magnates de Francia e Inglaterra como el barón Pierre Crozat y el político Robert Walpole. A instancias de su factótum, Iván Betskói, escribió un manual para la educación de los niños pequeños, sobre la base de las ideas de John Locke, y fundó el famoso Instituto Smolny para jóvenes nobles damas. Esta escuela se convertiría en una de las mejores de su tipo en Europa, y llegó incluso a admitir a niñas nacidas de ricos comerciantes, junto a las hijas de la nobleza. Escribió comedias, ficción y memorias, mientras que estudiaba a Voltaire, Diderot y D'Alembert. Los principales economistas de su tiempo, como Arthur Young y Jacques Necker, se convirtieron en extranjeros miembros de la Sociedad de Libertad Económica, establecida por su sugerencia en San Petersburgo. Consiguió que los científicos Leonhard Euler y Peter Simon Pallas dejasen Berlín para trasladarse a la capital rusa.

 

Catalina consiguió la amistad y el apoyo de Voltaire, y mantuvo con él una correspondencia que se alargaría quince años, desde su adhesión hasta la muerte del filósofo en 1778. La alabó con epítetos, como cuando la llamó su «Estrella del Norte» y la «Semíramis de Rusia» (en referencia a la legendaria reina de Babilonia). Aunque nunca consiguió reunirse con él, lloró amargamente cuando murió, y adquirió su colección de libros, que compró a sus herederos, y los colocó en la Biblioteca Pública Imperial.

 

A los pocos meses de su ascensión al trono, después de haber escuchado que el Gobierno francés amenazaba con detener la publicación de la Enciclopedia, propuso a Diderot completar su gran trabajo en Rusia bajo su protección. Cuatro años más tarde, intenta encarnar de forma legislativa los principios de la Ilustración francesa. Llamó a Moscú a una Gran Comisión—casi un parlamento consultivo—, compuesto por 652 miembros de todos los estamentos (funcionarios, nobles, burgueses y campesinos) y de diversas nacionalidades. La Comisión tuvo que considerar las necesidades del Imperio ruso y los medios para su satisfacción. La propia emperatriz preparó «instrucciones para la orientación de la Asamblea». Pero el temor a los principios democráticos hizo que se frenara su puesta en marcha. Tras la celebración de más de doscientas sesiones, la comisión se disolvió sin obtener nada más que teoría.

 

Durante el reinado de Catalina, los rusos importaron y estudiaron las influencias clásicas y europeas que inspiraron la llamada «Edad de la Imitación» rusa. Gavrila Derzhavin, Denís Fonvizin y Ipolit Bogdanóvich sentaron las bases para los grandes escritores del siglo XIX, especialmente para Alexandr Pushkin. Catalina se convirtió en una gran mecenas de la ópera rusa. Sin embargo, en su reinado también aparece la omnipresente censura y el control estatal sobre las publicaciones. Cuando Alexandr Radíshchev publicó su Viaje de San Petersburgo a Moscú en 1790, denunciando las deplorables condiciones de los siervos, Catalina lo desterró a Siberia.

 

La zarina Catalina II de Rusia también poseía talento literario y escribió algunas piezas de teatro, por ejemplo ¡O tempora! (O vremia), El engañador (Obmánschik), Un seducido (Obolschionny), Chamán de Siberia (Shamán sibirski) y algunas piezas más. Además, elaboró con buen estilo unas inteligentes memorias.

 

Asuntos religiosos

Las circunstancias de la conversión de Catalina a la fe ortodoxa rusa podrían motivar su indiferencia a la religión. No permitió a los disidentes construir capillas, y reprimió a estos tras el inicio de la Revolución francesa. Políticamente, explotó el fervor cristiano de su pueblo en su lucha contra el poder otomano, promocionando y fomentando la protección de los cristianos bajo dominio turco. Se realizan restricciones a los católicos, y trató de afirmar y ampliar el control del Estado sobre ellos a raíz de la partición de Polonia. No obstante, la Rusia de Catalina proporcionó asilo y una base para la reagrupación a la Compañía de Jesús después de la expulsión de la orden en la mayor parte de Europa en 1773.

 

Vida privada

A lo largo de su extenso reinado, Catalina tuvo numerosos amantes. Después de su romance con Grigori Potiomkin, mantuvo una relación con un joven que recogía a la vez belleza física y facultades mentales, llamado Aleksandr Dmítriev-Mamónov. Ella siempre mostró su generosidad hacia sus amantes, quienes eran elevados a altos cargos durante todo el tiempo en que fueron favoritos, e incluso después del final de un romance les concedía grandes riquezas en tierras y siervos. Su último amante, el príncipe Platón Zúbov, 40 años menor que ella, resultó ser el más caprichoso y extravagante de todos ellos. Existen versiones sobre una posible relación amorosa con Francisco de Miranda, prócer venezolano, durante la estadía de este en Kiev; sin embargo, no se tienen hechos en concreto más allá de una amistad e interés político y comercial.

 

Catalina se comportó duramente con su hijo Pablo. En sus memorias, Catalina indicó que su primer amante, Serguéi Saltykov, era el verdadero padre de Pablo, pero este se parecía físicamente a su esposo, Pedro. Una vez viuda, salió de la corte para dar a luz a un hijo ilegítimo engendrado con Grigori Orlov, Alekséi Bóbrinski (más tarde fue convertido por Pablo en conde Bóbrinski). Parece muy probable que tenía la intención de excluir de la sucesión a Pablo, y dejar la corona a su nieto mayor, Alejandro, después emperador Alejandro I. Ello se debería probablemente a la desconfianza que le producía el carácter de su hijo. De esta manera, lo mantuvo en un estado de semidestierro en Gátchina y Pávlovsk, resuelta a no permitir que se debatiera su autoridad.

 

Para introducir la vacunación, dio ejemplo siendo la primera en hacerlo.

 

Muerte

En la madrugada del 5 de noviembre de 1796, Catalina se levantó temprano en la mañana y tomó su café matutino habitual, pronto se dispuso a trabajar en los papeles; le dijo a la doncella de su señora, Maria Perekusikhina, que había dormido mejor que en mucho tiempo. En algún momento después de las 9:00, la encontraron en el suelo con la cara violácea, el pulso débil y la respiración entrecortada. El médico de la corte le diagnosticó un derrame cerebral y, a pesar de los intentos de reanimarla, cayó en coma. Se le dieron los últimos ritos y murió la noche siguiente alrededor de las 9:45.

 

Fue enterrada con una corona de oro en la cabeza y con un vestido de brocado plateado. Sus restos se encuentran en la Catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo.


 

Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Catalina_II_de_Rusia

 

 

 

 

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