Marie Curie
Hija
de un profesor de física y matemática, y una maestra de piano, Maria Salomea
Sklodowska nació el 7 de noviembre de 1867 en Varsovia, que, en ese entonces,
todavía pertenecía al imperio ruso zarista.
Durante
sus primeros años, si bien no provenía de una familia demasiado acomodada, sí
tuvo un gran incentivo y motivación por la educación y la vida académica. Luego
del fallecimiento de su madre y una de sus hermanas, las dificultades
familiares y económicas no le quitaron nunca el deseo de estudiar. Al terminar
la educación básica, por el solo hecho de ser mujer, no tenía permitido acceder
a los estudios superiores. No obstante, eso no amedrentó su pasión: viajó a
París para ingresar a la Universidad de la Sorbona y consiguió una vacante para
estudiar física y matemática como su padre. Mientras, trabajaba como
institutriz para mantenerse.
Finalmente
en 1893, Marie, quien ya se había afrancesado el nombre, se licenció en Física
con calificaciones sobresalientes. Un año más tarde, conoció a su futuro
marido, el también físico y científico Pierre Curie, de quien tomó el apellido
y tuvieron dos hijas. Marie fue más allá y continuó con un doctorado.
“Las
investigaciones sobre la radiación del uranio del físico Henri Becquerel y el descubrimiento
de los rayos X por Wilhelm Röntgen ayudaron a Curie a elegir el tema de su
tesis: investigaciones sobre sustancias radioactivas. Fascinado por los avances
de la investigación de su mujer, Pierre decidió aparcar sus estudios sobre
magnetismo para poder ayudarla”, comentaron algunos historiadores que
reflexionaron sobre su vida y obra, para el sitio canalhistoria.es. Y
agregaron: “Cómplices en lo personal y en lo profesional, Marie y Pierre Curie
trabajaron codo con codo en condiciones nada fáciles. En 1898 anunciaron el
descubrimiento de nuevos elementos: el radio y el polonio, ambos más
radioactivos que el uranio. Sin embargo, no fue hasta cuatro años después
cuando pudieron demostrar su hallazgo”.
1903
fue el año del reconocimiento a sus investigaciones. Marie Curie no solo
consiguió su doctorado, sino también recibió el Premio Nobel de Física, junto
con su marido y Becquerel, por sus investigaciones sobre la radioactividad. A
pesar de su importancia, la Universidad de París solo nombró a su marido, en
1904, como catedrático académico y, dos años después, logró ser miembro de la
Academia Francesa. Más tarde, y por un accidente de caballos en el que Pierre
Curie perdió su vida, Marie ocupó la cátedra de Física de su marido en la
Sorbona. De esta manera, no solo llegó a ser la primera mujer en ganar un
Premio Nobel, sino también un puesto como catedrática en aquella casa de
estudios.
Luego
de la muerte de su marido, decidió continuar con sus investigaciones. Muy
pronto descubrió que la radioterapia podría ser un tratamiento contra las
enfermedades cancerígenas. Esto hizo que los experimentos de Marie ganaran
adeptos y se popularizaran enormemente. Gracias a estas investigaciones, Marie
Curie ganó su segundo Premio Nobel. Esta vez, en la categoría de Química, en
1911.
Curie
no solo fue una científica pionera, también tuvo un papel muy importante
durante la Primera Guerra Mundial. En aquel periodo bélico, adquirió diversos
automóviles y máquinas de rayos X portátiles para crear “ambulancias
radiológicas”. Gracias a ello, logró salvar la vida de muchísimos soldados.
Así, Marie se convirtió en la directora del Servicio de Radiología de la Cruz
Roja francesa.
“Acabada
la Guerra, Curie regresó a sus estudios y formó parte de diversas academias
científicas como la Academia Nacional de Medicina de Francia en 1922 y obtuvo
innumerables reconocimientos. Desgraciadamente, a causa de la radiación a la
que estuvo expuesta en sus experimentos, Marie Curie falleció el 4 de julio de
1934”, compartieron los historiadores de aquel sitio historiográfico. En 1995,
fue sepultada con honores en el Panteón de París, junto con los restos de su
marido.
Por
sus aportaciones a la ciencia y a la sociedad, Marie Curie se convirtió en una
de las mujeres más reconocidas e importantes de la historia.
Diploma del premio Nobel de Química que recibió en 1911.
La
Real Academia de las Ciencias de Suecia galardonó a Marie Curie con el premio
Nobel de Física en 1903, junto a su marido y Henri Becquerel, «en
reconocimiento por los extraordinarios servicios rendidos en sus
investigaciones conjuntas sobre los fenómenos de radiación descubiertos por
Henri Becquerel». Fue la primera mujer en recibir tal galardón. Al principio,
el comité
seleccionador pretendía
honrar solamente a Pierre y Henri, negándole
reconocimiento a Marie por ser mujer. Uno de los miembros de la Academia, el
matemático
Magnus Gösta
Mittag-Leffler, avisó
a Pierre de la situación y Pierre dijo que rechazaría el premio Nobel si no se
reconocía también el trabajo de Marie. En respuesta al reclamo, la incluyeron
en la nominación.
Los
Curie no fueron a Estocolmo para recibir el premio en persona, pues estaban
demasiado ocupados con su trabajo y porque Pierre, al que no le gustaban las
ceremonias públicas, se sentía cada vez más enfermo. Debido a que se requería que los ganadores del
premio Nobel estuvieran presentes para dar un discurso, los Curie finalmente
viajaron a Suecia en 1905. Recibieron 15 000 dólares,
lo que les permitió
contratar un nuevo ayudante de laboratorio. Tras el galardón sueco, la Universidad de
Ginebra ofreció
a Pierre un puesto de catedrático
con mejor remuneración,
pero la Universidad de París
se apresuró en otorgarle una plaza de profesor y la cátedra de Física (donde ya
enseñaba desde 1900), aunque el matrimonio todavía no tenía un laboratorio
adecuado. Luego de las quejas de Pierre, la universidad cedió y acordó entregarles un nuevo
laboratorio, pero no estaría listo hasta 1906. Los laureados estuvieron en los
titulares de la prensa francesa, pero —según Susan Quinn— el papel de Marie en la
investigación
del radio fue muy subestimado o tendían
a pasarla por alto debido a su origen polaco.
En
diciembre de 1904, Marie Curie dio a luz a su segunda hija, Ève, tras sufrir un
aborto probablemente producido por la radiactividad.
Años
después,
contrató
institutrices polacas para enseñar
a sus hijas su lengua materna y las enviaba (o llevaba consigo) de visita a
Polonia.
El
19 de abril de 1906, Pierre murió en un accidente en París. Mientras caminaba
bajo la intensa lluvia por la rue Dauphine (en Saint-Germain-des-Prés), fue
golpeado por un carruaje tirado por caballos y cayó bajo las ruedas, lo que le
produjo una fractura mortal en el cráneo. Marie quedó muy afectada, pero quería seguir con los trabajos
de su difunto esposo y rechazó
una pensión
vitalicia. En los años
siguientes sufrió
depresión
y se apoyó
en el padre y hermano de Pierre (Eugene y Jacques Curie, respectivamente). El
13 de mayo de 1906, el Departamento de Física
de la Universidad de París
decidió
ofrecerle el puesto que había
sido creado para su esposo. Lo aceptó con la esperanza de crear
un laboratorio de categoría
mundial como un homenaje a su marido. Fue la primera mujer en
ocupar el puesto de profesora en dicha universidad
y la primera directora de un laboratorio de esa institución.
Entre 1906 y 1934, la universidad admitió
a 45 mujeres sin aplicar las anteriores restricciones de género en su
contratación.
Su
deseo de crear un nuevo laboratorio no quedó allí. En sus últimos años, dirigió
el Instituto del Radio (ahora Instituto Curie), un laboratorio de radiactividad
creado para ella por el Instituto Pasteur y la Universidad de París.
La iniciativa para su creación
surgió
en 1909 cuando Émile
Roux, director del Instituto Pasteur, expresó
su decepción
porque la Universidad de París
no estaba brindando a Marie Curie un laboratorio adecuado y sugirió que ella se trasladara al
Instituto Pasteur. Solo así,
con una posible salida de una de sus profesoras, el consejo universitario
accedió
y finalmente el «pabellón Curie» se convirtió en una iniciativa
conjunta de las dos instituciones interesadas. En 1910, asistida por el químico
André-Louis Debierne, pudo obtener un gramo de radio puro;
también
definió
un estándar
internacional para las emisiones radiactivas que, años después, fue nombrado curio en
su honor.
En
1911, la Academia de Ciencias de Francia discutió si Curie ocuparía el puesto
del fallecido Désiré Gernez (1834-1910), pero no la eligió como miembro por uno
o dos votos. En ese momento, Curie ya
era miembro de la Academia de Ciencias de Suecia (1910), de la República Checa
(1909) y de Polonia (1909), la Sociedad Filosófica Estadounidense (1910)
y la Academia Imperial de San Petersburgo (1908) y miembro honorario de muchas
otras asociaciones científicas.
En un extenso artículo
en el diario Le Temps, publicado el 31 de diciembre de 1910, Jean Gaston
Darboux —el secretario de la Academia— defendió públicamente la candidatura de
Marie Curie. Durante las elecciones de
la Academia, fue difamada por la prensa derechista que la criticaba por ser
mujer, extranjera y atea. Según Susan Quinn, en la sesión plenaria del Instituto
de Francia el 4 de enero de 1911, los miembros del Consejo se aferraron a la
tradición
de no permitir miembros femeninos y revalidaron la decisión con una mayoría de 85 votos en contra
sobre 60 a favor. Cinco días después, en una reunión secreta, se creó un comité que se encargaría de las nominaciones para
el puesto vacante: admitieron a Édouard Branly, un inventor
que había
ayudado a Guglielmo Marconi en el desarrollo de la telegrafía inalámbrica.
El periódico
socialista L’Humanité tildó de «institución misógina» a la Academia; por su
parte, el conservador Le Figaro escribió
que «[¡...]no se debe tratar
[...] de convertir a la mujer en hombre de inmediato!».
Más de medio siglo después, en 1962, una estudiante de doctorado del Instituto
Curie, Marguerite Perey, fue la primera mujer elegida como miembro de la Academia
de Ciencias de Francia. Aunque era una científica
famosa por su trabajo en pro de Francia, la actitud del público hacia Marie
Curie tendía a la xenofobia —lo mismo que había sucedido durante el caso
Dreyfus, pues se rumoreaba que ella era judía—. Más adelante, su hija Irène comentó que la hipocresía pública de la prensa
francesa retrataba a su madre como una extranjera indigna que fue nominada para
un honor francés en lugar de alguien de otro país que recibía el premio Nobel
en nombre de Francia.
En
1911 la prensa reveló que, entre 1910-1911 —después de la muerte de su marido—,
Marie Curie había sostenido un breve romance con el físico Paul Langevin, un
antiguo estudiante de Pierre que estaba casado, aunque se había separado de su mujer
meses antes. Curie y Langevin se reunían
en un apartamento alquilado. La esposa de Langevin pronto se dio cuenta y
amenazó de muerte a Marie. En la Pascua de 1911, la correspondencia de Marie
Curie y Paul Langevin fue robada y, en agosto de ese año, la mujer de Langevin
solicitó
el divorcio y demandó
a su marido por mantener «relaciones
sexuales con una concubina en el domicilio conyugal».
Esto dio lugar a un escándalo
periodístico
que fue aprovechado por sus adversarios académicos.
Curie (quien tenía
poco más
de 40 años
en ese momento) era cinco años
mayor que Langevin y en los tabloides la tachaban de ser una «rompehogares
judía extranjera». Cuando se desató el escándalo, Marie Curie estaba
en una conferencia en Bélgica;
a su regreso, se encontró
con una muchedumbre enfurecida en frente de su casa y tuvo que refugiarse, con
sus hijas, en casa de su amiga Camille Marbo.
Por
otra parte, el reconocimiento internacional por su trabajo había crecido mucho
más y la Academia de las Ciencias Sueca, que omitió el escándalo de Langevin en
las votaciones, la galardonó con el premio Nobel de
Química de 1911 (en solitario). Este premio fue «en reconocimiento por sus
servicios en el avance de la química
por el descubrimiento de los elementos radio y polonio, el aislamiento del
radio y el estudio de la naturaleza y compuestos de este elemento». Fue la
primera persona en ganar o compartir dos premios Nobel. La prensa francesa
apenas cubrió
el evento. Una delegación
de reconocidos estudiosos polacos, encabezados por el novelista Henryk
Sienkiewicz, la animó
a regresar a Polonia y continuar su investigación en su país natal. Este
segundo galardón le permitió convencer al Gobierno francés para que apoyara el
Instituto del Radio, terminado en 1914, donde se llevarían a cabo
investigaciones en química, física y medicina. Un mes después de aceptar el premio,
fue hospitalizada por depresión y una dolencia renal que fue intervenida
quirúrgicamente. En la mayor parte de 1912 evitó las apariciones públicas.
Viajó con sus hijas bajo seudónimos y pidió a amigos y familiares que no dieran
información sobre su paradero. Pasó
tiempo en Inglaterra con una amiga y colega, la física Hertha Marks Ayrton.
Volvió
a su laboratorio en diciembre, después
de una pausa de unos 14 meses.
En
1912, la Sociedad Científica de Varsovia le ofreció el cargo de directora de un
nuevo laboratorio en esa ciudad, pero rechazó el puesto alegando que el
Instituto del Radio debía terminarse en agosto de 1914 y en la recién bautizada
rue Pierre Curie. En 1913 mejoró de su salud y pudo
explorar las propiedades de la radiación del radio a bajas temperaturas con el
físico Heike Kamerlingh Onnes. En marzo de ese año,
recibió
la visita de Albert Einstein, con quien realizó
una excursión
de verano en la Engadina suiza. En octubre, participó en el segundo Congreso
Solvay y, en noviembre, viajó a Varsovia, pero la
visita fue subestimada por las autoridades rusas. El progreso del Instituto fue
interrumpido por la Primera Guerra Mundial debido a que la mayoría de los investigadores se
alistaron en el ejército francés; las actividades reanudaron plenamente en
1919.
El
1 de agosto de 1914, días después del estallido de la Primera Guerra Mundial,
Irène (de 17 años) y Ève (10) se habían trasladado a L’Arcouest (Ploubazlanec)
bajo el cuidado de unos amigos de su madre. Marie permaneció en París custodiando el Instituto
y las muestras de radio. El Gobierno consideró
que los bienes del Instituto del Radio eran un tesoro nacional y que debían
protegerlos, por lo que Curie trasladó temporalmente el laboratorio a Burdeos.
Ella no pudo servir a Polonia y decidió
colaborar con Francia.
Durante
el conflicto bélico, los hospitales de campaña carecían de personal
experimentado y máquinas de rayos X apropiadas, así que propuso el uso de la
radiografía móvil cerca de las líneas del frente para ayudar a los cirujanos
del campo de batalla. Aseguró
que los soldados heridos estarían
mejor atendidos si los cirujanos contaban a tiempo con las placas radiográficas. Después de un rápido estudio de la
radiología,
anatomía
y mecánica
automotriz, adquirió
equipos de rayos X, vehículos
y generadores auxiliares y diseñó unidades móviles de radiografía, a las que llamó
«ambulancias radiológicas», pero que llegaron a ser conocidas a posteriori como
las «pequeñas Curie» (petit Curie). Se convirtió en la directora del
Servicio de Radiología de la Cruz Roja francesa y creó el primer centro de
radiología militar de Francia, operativo a finales de 1914. Asistida desde el
principio por su hija Irène
(de 18 años)
y un médico
militar, dirigió
la instalación
de veinte unidades móviles de radiografía y otras doscientas unidades
radiológicas en los hospitales provisionales en el primer año de la guerra.
Más
tarde, comenzó
a instruir a otras mujeres como ayudantes. En julio de 1916, fue una
de las primeras mujeres en obtener un carné de conducir, pues lo solicitó para
manejar personalmente las unidades móviles de rayos X.
En
1915, produjo cánulas que contenían «emanaciones de radio», un gas incoloro y radiactivo
emitido por ese elemento —posteriormente identificado como radón— y que se
utilizaban para la esterilización de tejidos infectados.
Proporcionó
el elemento químico
de sus propios suministros. Se estima que más de un millón de soldados heridos fueron
tratados con sus unidades de rayos X. Ocupada con este trabajo,
hizo poca investigación
científica
durante este período.
A pesar de sus contribuciones humanitarias a los esfuerzos bélicos de los franceses,
nunca recibió
en vida reconocimiento formal por parte del Gobierno francés.
Inmediatamente
después del comienzo de la contienda, intentó vender sus medallas de oro del
premio Nobel y donarlas a las actividades bélicas, pero el Banco de Francia
rehusó aceptarlas, por lo que tuvo que comprar bonos de guerra con el dinero de
sus premios. En su momento dijo: «Voy a renunciar al poco
oro que poseo. A esto añadiré las medallas científicas, que me son inútiles. Hay algo más: por pura pereza había permitido que el dinero
de mi segundo premio Nobel se quedara en Estocolmo en coronas suecas. Esa es la
cantidad principal de lo que poseemos. Me gustaría traerlo aquí e invertirlo en
préstamos de guerra. El Estado lo necesita. Solo que no tengo ilusiones: ese
dinero probablemente se perderá.».También
fue miembro activo de los comités
dedicados a la causa polaca en Francia. Después de la guerra, resumió sus experiencias en un
libro titulado La radiologie et la guerre (1919).
En
1920, en el 25.º aniversario del descubrimiento del radio, el Gobierno francés
benefició a Marie Curie con un estipendio que anteriormente estaba a nombre de
Louis Pasteur (1822-1895). En 1921 planeó
un viaje a los Estados Unidos para la recaudación
de fondos en la investigación
sobre el radio. Los inventarios del
Instituto se habían
reducido drásticamente
como resultado de los tratamientos terapéuticos
en la Primera Guerra Mundial y el precio de cotización del gramo de radio, en
ese momento, era de 100 000 dólares estadounidenses.
El 4 de mayo de 1921, Marie Curie viajó
junto con sus dos hijas y acompañada
por la periodista Marie Melony a bordo del RMS Olympic.
Siete días
más
tarde, llegaron a la ciudad de Nueva York, donde fue recibida por una gran
multitud. Sobre su llegada, el New York Times publicó en su portada que Madame
Curie tenía
la intención
de «poner
fin al cáncer». «El radio es la cura para
cualquier tipo de cáncer», afirmó en la página 22 de dicho periódico.
Durante su estancia, la prensa le dejó
en segundo plano su carácter
de científica
y, en su lugar, era regularmente enaltecida como una «sanadora»;
Marie Curie también
hizo muchas apariciones públicas con sus hijas. El propósito de ese viaje era
recaudar fondos para la investigación
sobre el radio. La editora Mrs. William Brown Meloney, después de entrevistarla, creó el Marie Curie Radium
Fund y recaudó
con la publicidad de viaje el dinero suficiente para comprar el elemento
químico.
En
1921, el presidente Warren G. Harding la recibió en la Casa Blanca y le entregó
simbólicamente un gramo de radio recolectado en el país norteamericano. Antes
de la reunión, había crecido el reconocimiento en el extranjero, pero fue
opacado por el hecho de que no tenía distinciones oficiales francesas para
llevar en público. El Gobierno francés le había ofrecido la Legión de Honor,
pero ella no la aceptó. En los Estados Unidos
recibió nueve doctorados honoris causa, aunque rechazó uno en el campo de la física que la Universidad
Harvard le ofreció
porque «no
había
hecho nada importante [en esa ciencia] desde 1906». Antes de abordar el RMS
Olympic el 25 de junio a su regreso a Europa, dijo: «Mi trabajo con el radio,
[...] sobre todo durante la guerra, dañó gravemente mi salud, haciendo
imposible para mí visitar todos los laboratorios y colegios a los que tenía un
profundo interés». En octubre de 1929, visitó por segunda vez los Estados
Unidos. En esta estancia, el presidente Herbert Hoover le entregó un cheque por
50 000 dólares, que fue destinado a la compra de radio para la sucursal del
Instituto en Varsovia. También
viajó
a otros países
dando conferencias en Bélgica, Brasil, España y Checoslovaquia.
Cuatro
miembros del Instituto del Radio recibieron el premio Nobel, entre ellos, Irène
Joliot-Curie y su esposo, Frédéric. Con el tiempo, se convirtió en uno de los
cuatro principales laboratorios de investigación de la radiactividad, junto con
los Laboratorios Cavendish de Ernest Rutherford, el Instituto para la
Investigación sobre el Radio (en Viena) de Stefan Meyer y el Instituto de
Química Emperador Guillermo de Otto Hahn y Lise Meitner.
En
agosto de 1922, Marie Curie fue miembro constitutivo de la Comisión
Internacional para la Cooperación Intelectual de la Sociedad de las Naciones.
Ese año
ingresó como miembro de la Academia Nacional de Medicina de Francia. En 1923,
publicó
una biografía
de su difunto marido, titulada Pierre Curie. En 1925, visitó Polonia para participar
en la ceremonia de colocación
de la primera piedra del Instituto del Radio en Varsovia.
El laboratorio fue equipado con las muestras de radio adquiridas en su segundo
viaje a los Estados Unidos.153 El Instituto abrió en 1932 y Bronisława
Dłuska
fue nombrada directora. Estas distracciones de
sus labores científicas y la publicidad que la rodeaba le causaron muchas molestias,
pero proporcionaron los recursos necesarios para su obra.
Desde 1930 hasta su muerte, fue miembro del Comité Internacional de Pesos Atómicos de la IUPAC.
Muerte
Solo
unos meses después de su última visita a Polonia en la primavera de 1934,
murió
el 4 de julio en el sanatorio Sancellemoz, cerca de Passy (Alta Saboya), a
causa de una anemia aplásica, probablemente contraída por las radiaciones a las
que estuvo expuesta en sus trabajos. Los efectos nocivos de la radiación ionizante no se conocían en ese momento y los
experimentos se realizaban sin las medidas de seguridad pertinentes. Por
ejemplo, llevaba tubos de ensayo con isótopos
radiactivos en los bolsillos y los almacenaba en un
cajón
de su escritorio, pues comentaba sobre la luz débil
que estas sustancias emitían
en la oscuridad. También estuvo expuesta sin
protección a los rayos X mientras se desempeñaba como radióloga en los
hospitales de campaña durante la guerra. Si bien los largos
tiempos de exposición
a la radiación
le causaron enfermedades crónicas
(como la ceguera parcial por cataratas) y eventualmente su muerte, nunca
reconoció
los riesgos que podía
causar en la salud la exposición
a la radiación.
Fue
enterrada junto a su difunto marido en el cementerio de Sceaux, a pocos kilómetros
al sur de París. Sesenta años
después,
en 1995, sus restos fueron trasladados, junto con los de Pierre, al Panteón de
París. El 20 de abril de 1995,
en un discurso pronunciado en la ceremonia solemne de ingreso, el entonces
presidente François
Mitterrand destacó
que Marie Curie, quien había sido la primera doctora en Ciencias, profesora en
la Sorbona y también recibir dos premios Nobel, lo era nuevamente al reposar en
el famoso Panteón de París por «sus propios méritos». En 2015, otras dos
mujeres también
fueron enterradas en el camposanto por méritos propios.
Debido
a la contaminación radiactiva, sus documentos de la década de 1890 se
consideran demasiado peligrosos de manipular; incluso su libro de cocina es
altamente radiactivo. Sus trabajos se guardan
en cajas forradas con plomo y los que deseen consultarlos deben usar ropa de
protección. En su último año de vida trabajó en un libro (Radioactivité), que su hija y yerno
publicaron póstumamente
en 1935.
Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Marie_Curie
https://www.cultura.gob.ar/marie-curie-la-mujer-que-cambio-la-ciencia-moderna-9721/
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