Carlo Broschi
Nació en el seno de una
familia de la baja nobleza. Fue castrado y, visto su origen acomodado, en su
caso sí debió ser cierta la versión oficial (común en estos casos) de que su
castración. Aunque la castración estaba penalizada, las autoridades de la época
solían hacer la vista gorda y no perseguían estos delitos.
Lo común era que sus
familias los llevaran a la operación con el convencimiento de que sus hijos
podrían convertirse en grandes cantantes. Muchos de los niños provenían de
familias pobres de los campos de Nápoles, donde la esperanza de vida no llegaba
más allá de los 30 años. Si el niño tenía dotes para el canto, alcanzaría el
reconocimiento; en cambio, si las aptitudes vocales no llegaban al límite
exigido ante la enorme competencia, se ordenaba sacerdote, por lo que acababa
en los coros de las iglesias.
Siguiendo la tradición
de quienes lo precedieron, Farinelli fue enviado a un conservatorio, lugar
reservado para el entrenamiento de los castrati. En estos lugares se daba
amplio entrenamiento de voz a los niños, lecciones acerca de composición y
también les daban la oportunidad de improvisar; de ahí los informes de que
Farinelli daba toques personales a las piezas ya compuestas que se le
entregaban para cantar, para la delicia de su público. Carlo Broschi eligió el
seudónimo Farinelli en agradecimiento a los hermanos Farina, mecenas que
pagaron durante muchos años sus estudios y su manutención.
Bajo la instrucción de
Nicola Porpora, Farinelli adquirió una voz de maravillosa belleza. Se hizo
famoso en el sur de Italia como il ragazzo («el muchacho»). Su primera
actuación en un lugar público fue en 1720, con la Angelica e Medoro, de
Porpora. En 1722 realizó su aparición en Roma, con Eumene, de su maestro, y
despertó gran entusiasmo al superar a un popular trompetista alemán, a quien
Porpora había compuesto un "obligado" (partitura con una notación
musical concreta) para una de las canciones del joven, sosteniendo y aumentando
una nota de prodigiosa longitud, pureza y poder, y en las variaciones y gorjeos
que lanzó al aire. En las óperas, regularmente cantaba papeles de mujer, como
por ejemplo, Adelaida, en Adelaide, de Porpora.
En 1725, Farinelli se presentó en Viena y en Venecia el año siguiente, regresando a Nápoles poco después. Cantó en Milán en 1726, donde Johann Joachim Quantz lo oyó y escribió lo siguiente:
Farinelli tenía una voz
de soprano penetrante, completa, rica, luminosa y bien modulada, con un rango
en ese momento desde La debajo de Do medio a Re tres octavas por encima de Do
medio... Su entonación era pura, su vibración maravillosa, su control de la
respiración extraordinario y su garganta muy ágil, por lo que cantó los
intervalos más amplios rápidamente y con la mayor de las facilidades y
seguridad. Los pasajes de la obra y todo tipo de melismas no representaron
dificultades para él. En la invención de ornamentación libre en el adagio fue
muy fértil.
Farinelli cantó en
Bolonia en 1727. Allí conoció al cantante Antonio Maria Bernacchi (quince años
mayor que él), a quien debió mucho de su instrucción. Con un éxito y fama
crecientes, Farinelli se presentó en casi todas las grandes ciudades de Italia
y regresó una tercera vez a Viena en 1731.
Farinelli modificó su
estilo, según se dice, bajo el consejo de Carlos VI, desde una mera bravura de
la escuela de Porpora a una de patetismo y simplicidad. Visitó Londres en 1734,
a tiempo para prestar su poderoso apoyo a una facción que en oposición a Händel
había montado una ópera rival, con Porpora como camionero y Senesino como
cantante principal, pero ni siquiera su ayuda pudo hacer que tuviera éxito.
Su primera aparición en
el teatro Lincoln's Inn Fields fue con Artaserse, de la que gran parte de la
música era de su hermano, Riccardo Broschi. Su éxito fue instantáneo. Federico
Luis de Gales y la corte lo llenaron de favores y regalos.
En Francia, cantó ante Luis XV de Francia. En España, donde solo tenía planeado quedarse unos meses, terminó viviendo casi 25 años. Su voz, empleada por la reina para curar al Rey Felipe V, el primer Borbón, de su depresión melancólica, le ganó tanta influencia con Felipe V que este no solo acabaría dándole poder, sino el nombre oficial de primer ministro. Farinelli era lo suficientemente sabio y modesto como para usar ese poder discretamente. Estaba secretamente enamorado de una chica de la nobleza, de la cual no se sabe el nombre completo, solo sus iniciales: S.I.L. Residió en un palacio que mandó construir en Aranjuez, el Palacio de Farinelli.
Durante dos décadas,
noche tras noche, se le pedía que cantara las mismas canciones al rey.
Farinelli fue nombrado director del Coliseo del Buen Retiro, en Madrid, y del
de Aranjuez, y la mayoría de las obras que montó tenían textos de Pietro
Metastasio. Se le otorgó el rango de caballero en 1750 y fue condecorado con la
Cruz de Calatrava. Utilizó su poder en la corte para persuadir a Fernando VI de
que estableciera la ópera italiana. También dirigió el Colegio Real de Santa
Bárbara de Niños Músicos, popularmente conocido como «Casa de los Capones»,
situada en la calle de Leganitos de Madrid, donde también vivía Domenico Scarlatti, músico napolitano
instalado en España.
Después del ascenso de Carlos
III, Farinelli se retiró
en 1760 a Bolonia con la fortuna que amasó, y allí pasó el resto de sus días con
Metastasio hasta su fallecimiento, pocos meses después que él. Su patrimonio
incluía regalos de la realeza y valiosos instrumentos musicales, como un violín
Stradivarius, y un clave, construido por Diego Fernández, que le regaló Bárbara
de Braganza y que él bautizó como Correggio. Según el testamento de Bárbara de
Braganza, a la muerte de esta en 1758, Farinelli recibió tres de los mejores
claves de la monarca además de toda su biblioteca musical.
Farinelli no sólo cantó,
sino que también tocó instrumentos musicales con teclado y la viola d'amore.
Ocasionalmente compuso, escribió el texto y la música de un adiós a Londres y
un aria para Fernando VI, así como sonatas en órganos.
Fuente; https://es.wikipedia.org/wiki/Farinelli


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