Juan Álvarez Hurtado
Fue el último presidente
de México nacido en el siglo XVIII y el último que participó en la Guerra de
Independencia.
Fue hijo de Antonio
Álvarez y Rafaela Hurtado. Tras haber estudiado la primaria en la Ciudad de
México, Álvarez volvió a Atoyac a los 17 años, para recibir su herencia, que,
era de considerable magnitud y de la cual fue despojado por su tutor quien lo
esclavizó en las labores de su propia hacienda, hasta que por su paso por la
Costa se unió a Morelos. En 1810, a sus cortos 20 años, se sumó a la lucha de
Independencia de México, bajo el mando de José María Morelos y Pavón. Durante
esta etapa fue conocido como "El Gallego", debido a que su padre era
de Santiago de Compostela.
Se distinguió en muchas
acciones de guerra, especialmente en El Aguatillo y La Sabana, en la que quedó
herido. En el asalto de Tixtla y en la Batalla de El Veladero. Cuando Morelos
fue fusilado, se sumó a las fuerzas de Vicente Guerrero, quien combatía a las
tropas realistas en las montañas del sur de la intendencia de México. Álvarez
contribuyó a la causa insurgente con dinero, hombres y armas de sus ranchos,
por lo que el Gobierno Virreinal lo despojó de sus tierras y ganado, llegando a
declarar en su testamento:
“...aunque tanto mi señora esposa como yo trajimos algunos
cortos intereses a nuestro matrimonio, todo absolutamente se acabó y
desapareció con la guerra de nuestra independencia.”
Juan Álvarez.
Testamento
En el repliegue
insurgente peleó junto a Guerrero la guerra de guerrillas y ante el Plan de
Iguala se le encomendó tomar Acapulco que se encontraba en poder de los
realistas, lo cual logró con éxito. A partir de ahí se convirtió en caudillo de
la región del sur, reconociéndosele por sus victorias como las de El
Aguacatillo, el fuerte de San Diego, Tixtla, el Cerro del Veladero y en la
Tierra Caliente.
Después de consumarse la
independencia, Álvarez ocupó la comandancia militar de Acapulco de 1821 a 1823,
después de que Vicente Guerrero lo recomendase ante Iturbide como “el jefe de
más prestigio en la Costa del Sur”. Sin embargo, al considerar intolerable la
actitud y decisiones políticas del Emperador Iturbide, combatió al Primer
Imperio Mexicano y apoyó la presidencia de Vicente Guerrero, aunque no pudo evitar
su asesinato.
Guerras
contra Francia y los Estados Unidos
Combatió la intervención
francesa en la Guerra de los Pasteles y a los estadounidenses en la guerra de
1847, en la que sus detractores, entre ellos Santa Anna, le atribuyen una
dudosa actuación, concretamente en la Batalla del Molino del Rey. Sin embargo,
la caballería de Álvarez defendió y recuperó los molinos de manos de las
fuerzas norteamericanas, cesando solo su actuación debido a que Santa Anna, al
mando de la defensa y con quien sostenía una rivalidad, le ordenó que no
interviniera más en la batalla y que se retirase a Tacuba para organizar un
ataque posterior, aún a sabiendas de que esto debilitaría fuertemente a los
defensores.1 Álvarez marchó hacia Tacuba, limpiando
el camino de los contingentes estadounidenses con los que se encontraba. Antes
de la invasión, Álvarez siempre señaló como un error que los legisladores
permitiesen el libre asentamiento de los estadounidenses en Texas, apuntando
que a la larga esto produciría grandes malestares a México:
“La poca previsión de los legisladores de 1824 nos trajo ese
gran mal. Se propusieron éstos con la ley del 18 de agosto, abrir un gran canal
de riqueza que viniera de Texas a México y fue en viceversa, se abrió de México
a Texas. Por él se nos han ido 8,000 soldados más o menos; con cuatro mil al
sepulcro por la diferencia de climas y otros cuatro mil que han desertado de
las filas llevándose los más de ellos hasta los fusiles.”
Carta de Juan
Álvarez a Riva Palacio, 1845, sobre la situación en Texas
Álvarez se caracterizaba
por ser un cacique liberal con un poder regional tan importante que en 1849
impulsó la creación del Estado de Guerrero, del cual fue nombrado gobernador
interino, y en 1850 triunfó en las primeras elecciones para convertirse en el
primer gobernador constitucional de dicho estado.
A principios de 1854 en
el territorio del actual Estado de Guerrero, Florencio Villarreal reunió a
varios militares para realizar un análisis de la situación política del país,
como resultado se proclamó el Plan de Ayutla, del cual fueron partícipes Juan
Álvarez e Ignacio Comonfort. Se redactó un documento con diez puntos, cuyos
objetivos principales eran:
·
Cesar la presidencia de Antonio López de
Santa Anna.
·
Formar una junta con representantes de
las legislaturas de los estados y elegir un presidente interino.
·
Otorgar amplias facultades al presidente
interino para mantener la unidad nacional, el progreso del país y las garantías
individuales.
·
Convocar a un Congreso para constituir
una república representativa y popular.
El plan fue modificado
el 1 de marzo en Acapulco, aceptado por Álvarez y Comonfort —quien consiguió
armas y municiones en Estados Unidos— se determinó que todo aquel que se opusiera
a la proclama sería considerado enemigo de la independencia de México.
Santa Anna había
intentado impedir la sublevación enviando al comandante Tomás Moreno, pero este
se unió a las fuerzas de Álvarez. A mediados de marzo, con una fuerza de cinco
mil hombres, Santa Anna se dirigió al puerto de Acapulco. Intentó asaltar la
plaza el 19 de abril pero fue rechazado, en represalia incendió las haciendas y
poblaciones aledañas y regresó a la Ciudad de México. Santa Anna convocó un
plebiscito cuestionando a la población su opinión acerca de continuar en la
presidencia y en caso contrario a quién se debía de entregar el puesto. El
mayor parte del resultado del plebiscito favoreció a Juan Álvarez para tomar la
presidencia, sin embargo, Santa Anna ordenó aprehender a quienes habían votado
en su contra y declaró que era voluntad de la nación continuar al frente del
gobierno.
En los primeros meses de
1855, la Revolución de Ayutla se extendió a Nuevo León, Tamaulipas, y
Michoacán. Santa Anna organizó diversas expediciones para sofocar las
rebeliones, pero finalmente decidió abdicar. El 8 de agosto nombró un
triunvirato formado por Ignacio Pavón, Mariano Salas y Martín Carrera, a
mediados del mismo mes abandonó el país. La revolución continuó con los
pronunciamientos de Rómulo Díaz de la Vega en Ciudad de México, de Antonio de
Haro y Tamariz en San Luis Potosí y de Manuel Doblado en Guanajuato; pero
Comonfort logró pactar la paz en una convención celebrada durante septiembre en
Lagos.
El 1 de octubre de 1855,
Álvarez llegó a Cuernavaca, Morelos. Expidió un manifiesto dirigido a la nación
explicando los motivos de la revolución, y nombró una junta de representantes
para elegir al presidente interino. La mayoría de los votos fue a su favor. El
4 de octubre, como presidente de la república, nombró de inmediato a su
gabinete.
Presidencia
de México y Reforma
Su gobierno fue fugaz
pero brillante, logrando reunir a una generación excepcional: Ignacio Comonfort
en el ministerio de Guerra, Melchor Ocampo en Relaciones Exteriores, Guillermo
Prieto en Hacienda y Benito Juárez en Justicia. Con un respaldo así, en los
escasos 2 meses que gobernó desde Cuernavaca tomó dos medidas, conocidas como
Ley Juárez, que cambiarían el destino de México: la convocación al Congreso que
elaboraría la Constitución de 1857, y la abolición del fuero militar y
eclesiástico.
"Quiero testimoniar que soy leal a mi Patria, por la que
levanté el estandarte que reconquistó la libertad. Quiero que la nación conozca
que defiendo las instituciones que han de hacerla feliz; quiero que el país en
el que vi la luz primera se nivele en progreso y civilización a las primeras
potencias de Europa..."
Juan Álvarez,
carta dirigida a Ignacio Comonfort
Álvarez sentía un
profundo rechazo natural por la clase alta de la Ciudad de México debido a su
ideología centralista y a la afiliación de muchos de sus miembros al partido
conservador, pues muchos de ellos comulgaban con aspiraciones monárquicas,
tendencias oligárquicas, el esnobismo, o bien, habían manifestado antipatía y
desprecio expresos hacia las clases más bajas que contenían a la mayor parte
del pueblo mexicano. Por otra parte, Álvarez era ajeno a la vida urbana. Por
estos y otros motivos de salud personal, y luego de haber inculcado en Ignacio
Comonfort los principios de las Leyes de Reforma, decidió entregar a este el
poder y regresar a sus dominios en Guerrero. Al salir de México dijo:
"Pobre entré a la Presidencia y pobre salgo de ella, pero
con la satisfacción que no pesa sobre mí la censura pública, porque dedicado
desde mi más tierna edad al trabajo personal, sé manejar el arado para sostener
a mi familia, sin necesidad de los puestos públicos donde otros se enriquecen
con ultraje de la orfandad y la miseria."
Fiel a la república,
vivió para ver su triunfo definitivo en 1867; pero antes intervino activamente
en la Guerra de Reforma apoyando a Juárez.
Segunda
Intervención Francesa
Durante la Intervención
Francesa se hizo cargo de la División del Sur, y llegó a suplir a Juárez cuando
en sus ausencias le delegaba la responsabilidad de las operaciones. Murió poco
tiempo después del triunfo de las armas nacionales sobre el Imperio de
Maximiliano, en su hacienda en La Providencia, municipio de Acapulco, dentro de
su estado natal de Guerrero, el 21 de agosto de 1867.
Fue el último de los
caudillos de la Independencia en morir. Sus contemporáneos lo llamaban La
Pantera del Sur. Sus restos fueron trasladados con honores a la Rotonda de las
Personas Ilustres en Ciudad de México el 27 de diciembre de 1922
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_%C3%81lvarez


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