José Eleuterio González Mendoza
Los primeros años
José
Eleuterio González nació el 20 de febrero de 1813 en la ciudad de Guadalajara,
entonces parte de la provincia de Nueva Galicia (actualmente México), en el
Virreinato de la Nueva España, en una familia encabezada por Matías González,
un militar del ejército virreinal, y por Josefa Mendoza de González. Su padre
murió en la lucha de independencia cuando José Eleuterio tenía apenas cinco
años de edad, quedando bajo la tutela de su tío materno, quién lo educó hasta
los doce años. A esa edad ingresó al Seminario de Guadalajara para cursar
materias de filosofía, retórica, etimologías y literatura clásica.
A
los 17 años se inscribió en la Escuela de Medicina de Guadalajara, una de las
más antiguas del país. Comenzó trabajando como ayudante de su maestro en el
Hospital San Juan de Dios administrado por los Monjes Juaninos, una orden
religiosa dedicada a servir a los enfermos. Ahí conoció a Fray Gabriel María
Jiménez, un paciente oriundo de Monterrey que llegó enfermo de tuberculosis.
Estuvo más de un año bajo los cuidados de Gonzalitos y se forjó entre ellos una
gran amistad. Por cuestiones de salud Jiménez tenía que viajar a la ciudad de
San Luis Potosí e invitó a Gonzalitos a irse con él, prometiéndole conseguir un
empleo en otro hospital manejado por la misma orden. Como su tío había muerto
por esas fechas y empezaba a experimentar dificultades económicas, aceptó la
invitación.
El
7 de octubre de 1830 llegó a la ciudad de San Luis Potosí y obtuvo empleo como
practicante segundo en el hospital, devengando un sueldo de veinte pesos
mensuales y quedando como aprendiz del doctor Pablo Cuadriello y del internista
Pascual Aranda. La salud del fraile Jiménez empeoró y decidió acompañarlo a Monterrey
para que pasara con su familia sus últimos días. El 12 de noviembre de 1833
llegó a la ciudad y fue nombrado practicante primero del Hospital del Rosario,
el único que existía en la localidad.
Monterrey
El
Hospital del Rosario era sostenido por el Obispo Belaunzarán, quién le tomó
gran aprecio por los servicios prestados al fraile Jiménez. Por esas fechas el
director del hospital decidió marcharse a la ciudad de León y Gonzalitos fue
ascendido a director interino de la institución. El estar bajo la responsabilidad
de un hospital a una edad tan temprana y sin título de medicina lo obligó a
prepararse de una manera casi autodidacta. El 1 de abril de 1835 abrió la
cátedra de farmacia en la botica del hospital ante la necesidad imperiosa de
formar boticarios en la ciudad. Comenzó con solo cuatro alumnos que graduaría
años más tarde por su propia autoridad, pues todavía no existía una escuela de
medicina o farmacéutica en la localidad.
El
6 de enero de 1836 Gonzalitos contrae nupcias con Carmen Arredondo, hija del
general Joaquín Arredondo, Jefe Militar de las Provincias Internas de Oriente
durante la guerra de independencia. Seis años después la pareja se separó sin
procrear hijos. De acuerdo con algunos testimonios, el rompimiento con su joven
esposa lo afectaría hasta el día de su muerte y lo motivaría a dedicarse de
tiempo completo a ejercer la medicina. Se dice que doña Carmen Arredondo se
fijó en un general que había llegado a Nuevo León; ese general era Mariano
Arista quien llegaría al Estado a controlar las guerrillas.
Don
Mariano Arista mandó traer naranjo en flor desde Montemorelos para hacer un
sarao y presentar a su amada ante la sociedad nuevoleonesa. Se cuenta que una
noche tocan a la puerta del doctor González, avisando que había un herido; al momento
de llegar a la choza donde se encontraba el herido, grande fue su sorpresa al
descubrir que tal era el general Arista, quien le había robado el amor de su
vida; sin pensarlo, Gonzalitos lo curó. Inclusive lo visitó varias veces hasta
cerciorarse que estuviera bien.
El
8 de marzo de 1842, nueve años después de hacerse responsable del Hospital del
Rosario, obtuvo el título de médico al aprobar el examen de la Junta de
Salubridad. Un mes después abrió el curso de ciencias médicas, para lo cual
decidió emplear los textos y el programa de estudios de la Escuela de Medicina
de México, que complementó con sus apuntes personales. Cuatro de sus primeros
cinco alumnos terminarían su carrera en otras instituciones. El quinto, Blas
María Diez, se convertiría a la postre en el primer médico graduado en Nuevo
León.
La
Escuela de Medicina
El
año de 1853 abrió un curso de obstetricia para hombres y mujeres. Dos años
antes había sido elegido presidente del Consejo de Salubridad en el estado.
Comenzó a enfocar sus esfuerzos en abrir la primera universidad pública en la
región, lo consiguió en el año de 1859 con la apertura del Colegio Civil, de
cuya Escuela de Medicina se hizo cargo.
La
Escuela de Medicina operaba en su primer año en un cuarto de la casona del
obispo que había sido incautada en la Guerra de Reforma y contaba con seis
catedráticos y quince alumnos. A la llegada del ejército francés se vio
obligada a cerrar sus puertas y sesionar en la clandestinidad entre 1865 y
1866, al ser impartidas las clases en los domicilios de los profesores. El
conde Liverman, un médico austriaco que llegó con las tropas francesas decidió
nominarlo a la Orden de Guadalupe que otorgaba el emperador Maximiliano, honor
que rechazó.
Tras
la llegada de las tropas de Mariano Escobedo, Monterrey quedó nuevamente en
manos del ejército republicano y con ello la Facultad de Medicina pudo reabrir
sus puertas. Previamente Gonzalitos había trabado buenas amistades con los
altos mandos liberales desde hacía un par de años atrás cuando ayudó a la
esposa del presidente Juárez en labores de parto mientras la pareja residía
temporalmente en la ciudad. Sus incursiones en la política fueron esporádicas
pero importantes: en varias ocasiones fungió como gobernador del estado, sobre
todo como interino durante la administración de Jerónimo Treviño.
Al
poco tiempo Gonzalitos empezó a experimentar problemas de visión a causa de una
complicación en una cirugía de cataratas y de un padecimiento hepático que se
le detectó en el año de 1883. Sus últimos años los pasó ciego, sin embargó no
interrumpió sus labores de docencia y supervisión del hospital que desempeñaba
auxiliado por alumnos y asistentes. Finalmente, a las once de la noche del 4 de
abril de 1888 falleció, y fue sepultado en la capilla del Hospital Civil. Sus
restos fueron inhumados en dos ocasiones para finalmente ubicarlos desde 1982
en el jardín de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Nuevo
León.
Se
le declaró Benemérito del Estado, en 1867, ratificado con un segundo decreto en
1873, como protector de la juventud y benefactor de la humanidad. En vida fue
erigida en su honor la municipalidad de Doctor González, por decreto No. 18 de
5 de noviembre de 1883.
El
legado de Gonzalitos y su método de enseñanza ha perdurado durante años.
Actualmente la Facultad de m Medicina es famosa por su método de enseñanza
autodidacta al aplicar los mismos principios que utilizó Gonzalitos desde sus
primeros años de aprendizaje y docencia. Actualmente los habitantes de la
ciudad de Monterrey en especial los de tercera edad siguen considerando a la
Facultad de Medicina y al Hospital Universitario "Dr. José Eleuterio
González" como la mejor del Estado de Nuevo León por su tradición en la
calidad en la enseñanza y humanismo.
Se
le recuerda con monumentos en el Hospital Universitario (Joaquín Arias), la
Facultad de Medicina (Miguel Giacomino) y en la Avenida José Eleuterio González
"Gonzalitos" de la capital regiomontana, la cual lleva su nombre.
Su
espíritu sigue alentando la flama de la verdad en el Hospital Universitario.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Eleuterio_Gonz%C3%A1lez
Comentarios
Publicar un comentario