Nicolás Copérnico Niklas Koppernigk
Estudió
en la Universidad de Cracovia (1491-1494) probablemente bajo las directrices
del matemático Wojciech Brudzewski. Viajó
por Italia y se inscribió en la Universidad de Bolonia (1496-1499), donde
estudió Derecho, Medicina, Griego, Filosofía, y trabajó como asistente del
astrónomo Domenico da Novara.
En
1500 fue a Roma, donde tomó un curso de ciencias y astronomía, y en 1501 volvió
a su patria y fue nombrado canónigo en la catedral de Frauenburg, cargo
obtenido merced a la ayuda de su tío Lucas Watzenrode.
Pese
a su cargo, volvió a Italia, esta vez a Padua (1501-1507), para estudiar
Derecho y Medicina, haciendo una breve estancia en Ferrara (1503), donde obtuvo
el grado de doctor en Derecho Canónico.
Reinstalado
definitivamente en su país (1523), se dedicó a la administración de la diócesis
de Warmia, ejerció la Medicina, ocupó ciertos cargos administrativos y llevó a
cabo su inmenso y primordial trabajo en el campo de la Astronomía.
En
1533, Johann Albrecht Widmannstetter envió a Roma una serie de cartas
resumiendo la teoría de Copérnico. Estas fueron oídas con gran interés por el
papa Clemente VII y varios cardenales católicos.
Para
1536, el trabajo de Copérnico estaba cercano a su forma definitiva, y habían
llegado rumores acerca de su teoría a oídos de toda Europa. Copérnico fue
urgido a publicar desde diferentes partes del continente.
En
una epístola fechada en noviembre de 1536, el arzobispo de Capua, el cardenal
Nikolaus von Schönberg, pidió a Copérnico comunicar más ampliamente sus ideas y
solicitó una copia para sí. Algunos han sugerido que esta carta pudo haber
hecho a Copérnico sospechoso al publicar, mientras que otros han sugerido que
esto indicaba el deseo de la Iglesia de asegurarse que sus ideas fueran
publicadas.
A
pesar de la presión ejercida por parte de diversos grupos, Copérnico retrasó la
publicación de su libro, tal vez por miedo a la crítica. Algunos historiadores
consideran que, de ser así, estaba más preocupado por el impacto en el mundo
científico que en el religioso.
Las
ideas principales de su teoría eran:
·
Los movimientos
celestes son uniformes, eternos, y circulares o compuestos de diversos ciclos
(epiciclos).
·
El centro del
universo se encuentra cerca del Sol.
·
Orbitando alrededor
del Sol, en orden, se encuentran Mercurio, Venus, la Tierra, la Luna, Marte,
Júpiter y Saturno (aún no se conocían Urano y Neptuno.)
·
Las estrellas son
objetos distantes que permanecen fijos y por lo tanto no orbitan alrededor del
Sol.
·
La Tierra presenta
tres movimientos: la rotación diaria, la revolución anual, y la inclinación
anual de su eje.
·
El movimiento
retrógrado de los planetas es explicado por el movimiento de la Tierra.
·
La distancia de la
Tierra al Sol es pequeña comparada con la distancia a las estrellas.
Su
obra maestra, De revolutionibus orbium coelestium (Sobre las revoluciones de
las esferas celestes), fue escrita a lo largo de unos veinticinco años de
trabajo (1507-1532) y fue publicada póstumamente en 1543 por Andreas Osiander,
pero muchas de las ideas básicas y de las observaciones que contiene circularon
a través de un opúsculo titulado De hypothesibus motuum coelestium a se
constitutis commentariolus (no editado hasta 1878); que, pese a su brevedad, es
de una gran precisión y claridad.
El
sistema copernicano (De revolutionibus orbium coelestium).
Copérnico
estudió los escritos de los filósofos griegos buscando referencias al problema
del movimiento terrestre, especialmente los pitagóricos y Heráclides Póntico,
quienes creían en dicha teoría. En cuanto a la teoría heliocéntrica en sí,
hasta donde se sabe hoy, fue concebida por primera vez por Aristarco de Samos
(310-230 a. C.), a quien curiosamente no nombra en su obra.
Es preciso centrar el valor real de sus estudios en el hecho de reimponer teorías ya rechazadas por el «sentido común»
y de darles una estructura científica
coherente.
La
ruptura básica que representaba para las ideas medievales, la sustitución de un
cosmos cerrado y jerarquizado, con el hombre como centro; por un universo
homogéneo e indeterminado, situado alrededor del Sol, hizo dudar a Copérnico de
publicar su obra, siendo consciente de que aquello le podía acarrear problemas
con la Iglesia. Por desgracia, a causa de una enfermedad que le produjo la
muerte, no alcanzó a verla publicada.
Copérnico
aún estaba trabajando en el De revolutionibus orbium coelestium (aunque aún no
convencido de querer publicarlo) cuando en 1539 Georg Joachim Rheticus, un
matemático de Wittenberg, llegó a Frombork. Philipp Melanchthon había arreglado
para Rheticus su visita a diversos astrónomos y el estudio con ellos. Rheticus
se convirtió en pupilo de Copérnico, conviviendo con él durante dos años.
Rheticus leyó el manuscrito de Copérnico y de inmediato escribió un resumen no
técnico de sus principales teorías, en la forma de una carta abierta dirigida a
Schöner, su profesor de astrología en Núremberg, y más tarde publicó esta carta
en forma de libro titulado Narratio Prima (primera descripción), en Dánzig en
1540. El amigo de Rheticus y mentor, Gasser Aquiles, publicó una segunda
edición de la Narratio en Basilea en 1541. En 1542 Rheticus publicó un tratado
de trigonometría escrito por Copérnico (incluido después en el segundo libro de
De revolutionibus).
Bajo
gran presión de Rheticus, y habiendo visto la reacción favorable del público
frente a su trabajo, Copérnico finalmente accedió entregar el libro a su amigo
cercano, Tiedemann Giese, obispo de Chełmno (Kulm), para ser entregado a
Rheticus, y ser impreso por Johannes Petreius, en Núremberg. La primera edición
del De Revolutionibus apareció en 1543 (el mismo año de la muerte del autor),
con una larga introducción en la que dedica la obra al papa Paulo III,
atribuyendo su motivo ostensible para escribirla a la incapacidad de los
astrónomos previos para alcanzar un acuerdo en una teoría adecuada de los
planetas y haciendo notar que si su sistema incrementaba la exactitud de las
predicciones astronómicas, esto permitiría que la Iglesia desarrollara un
calendario más exacto (un tema por entonces de gran interés y una de las
razones para financiar la astronomía por parte de la Iglesia).
El
trabajo en sí estaba dividido en seis libros:
1.
Visión
general de la teoría heliocéntrica, y una explicación corta de su concepción
del mundo.
2.
Básicamente
teórico, presenta los principios de la astronomía esférica y una lista de las
estrellas (como base para los argumentos desarrollados en libros siguientes).
3.
Dedicado
principalmente a los movimientos aparentes del Sol y a fenómenos relacionados.
4.
Descripción
de la Luna y sus movimientos orbitales.
5.
Explicación
concreta del nuevo sistema.
6.
Explicación
concreta del nuevo sistema (continuación).
Significado
de la obra
La
importancia de la obra de Copérnico es ser una obra revolucionaria, precursora
de grandes cambios científicos. Dicho carácter revolucionario no está solo en
sus escritos sino en poner en marcha unos caminos que romperán las barreras del
pensamiento. No debemos olvidar que la obra de Copérnico sigue ligada al Mundo
Antiguo, ya que ciertas premisas platónicas siguen vigentes en su pensamiento
como los dos grandes principios de uniformidad y circularidad. Sin embargo, con
su obra se afianza otra gran idea propia de la modernidad: la naturaleza va
perdiendo su carácter teológico, el hombre ya no es el centro del universo,
sino que Copérnico lo desplaza a una posición móvil, como la de cualquier otro
planeta.
A
partir de Copérnico se desencadena la idea de que el hombre ahora está
gobernado por su Razón, que será la facultad del ser humano que hace que tome
parte en el ordenamiento del Universo. Así el hombre pasa a ser un ser autónomo
que basa dicha autonomía en su capacidad de raciocinio. La razón humana puede
ahora apoderarse de la Naturaleza: dominarla y controlarla. Así el hombre deja
de ser el centro físico del Universo para convertirse en el centro racional del
Universo. A partir de ahora nos enfrentamos al mundo, no contemplándolo, sino
construyendo hipótesis a través de las capacidades del hombre, que contrastadas
con la naturaleza se podrán dar por válidas o no.
En
este caso particular, Copérnico tuvo en contra al cristianismo de la época que
hizo suyos los presupuestos aristotélicos del mundo antiguo. Aristóteles
escribió de teoría literaria, política, ética, metafísica, lógica,
meteorología, física, biología, astronomía… y todo ello integrado
coherentemente, lo que hacía muy difícil atacar una parte sin atacar al todo. A
la vez, permitía, por esa misma razón, dejar de lado pequeñas dificultades que
pudieran surgir en aspectos parciales. Esa es la razón fundamental de su
permanencia como visión del mundo a lo largo de dos mil años. Si además se
añade que, tras su descubrimiento por parte del mundo medieval, este sistema
fue cristianizado y asumido por la Iglesia católica a través de la obra de
santo Tomás de Aquino, comprenderemos mejor la resistencia que opuso a su
superación y hasta qué punto determinó, no solo la historia de la astronomía,
sino de la ciencia y de la cultura.
La
difusión de la teoría copernicana se lleva a cabo sobre un fondo político e
histórico, en el que es de importancia fundamental el problema religioso
existente desde 1517 con la irrupción en escena del luteranismo. En 1545 se
inició el Concilio de Trento, que después de tres sesiones, con su final en
1563, deja establecida la reforma radical de la Iglesia e impone un programa de
recuperación y defensa del dogma frente al mundo reformista. Pío V y Gregorio
XIII, entre 1566 y 1585 culminarán el proceso de recuperación de la Iglesia
católica en la segunda mitad del siglo XVI, solventado los problemas de
disensión interna y de jerarquía. Difunden la enseñanza eclesiástica y
recuperan importancia e influencia en los países en los que la creencia
protestante se había hecho fuerte. Pero los sucesos acaecidos en los cielos a
finales del siglo XVI y las observaciones que Copérnico hizo de estos, minaron
ciertamente la autoridad y credibilidad de la filosofía que sustentaba la
astronomía ptolemaica. La Iglesia protestante paulatinamente se rinde ante la
situación y su oposición al heliocentrismo desaparece. Se da un vuelco en la
situación. A partir del final de siglo será la Iglesia católica la que,
utilizando su poder organizado en la Inquisición, convertirá al heliocentrismo
en el enemigo más inmediato.
La
obra de Copérnico y los cambios que propone se proyectan sobre el estado
anterior de la astronomía y sobre el entramado científico y filosófico que con
él se asociaban. En el texto que ahora comentamos, el autor hace un breve
repaso por todas aquellas partes de la astronomía anterior a él que quedan
obsoletas a partir de sus descubrimientos: la inseguridad sobre los movimientos
del Sol y la Luna (ya que sus movimientos anuales no se podían establecer con
seguridad), la explicación del movimiento de los planetas tampoco resultaba
aceptable ya que no se utilizaban los mismos supuestos para todos (puesto que
en unos casos se utilizan círculos homocéntricos, en otros excéntricos,
epiciclos, etc.), y sobre todo, que el Universo era tomado como un sistema por
partes que carece de unidad. De esta manera, al final del texto, el autor
reflexiona y explica que la astronomía que le precedía era confusa en el
sentido de que no se seguían principios seguros sino que en unos casos se
utilizaban unas explicaciones, en otros otras, y que por lo tanto se llega a un
«método» incompleto (ya que si las hipótesis que se plantearon fueran ciertas,
ciertamente podrían demostrarse con facilidad).
Las
ideas principales de la obra de Copérnico, que se oponen a las anteriores a él,
son entre otras, su idea de preservar la unidad de movimientos y crear un
sistema de círculos más racional. El helioestatismo y el heliocentrismo no son
las premisas sino la conclusión. Además, elimina los ecuantes de la astronomía
porque no parecen respetar los principios básicos de Platón. Cambia también de
hipótesis y toma la de que el Sol permanece quieto y la Tierra se mueve (con
una serie de movimientos distintos: el movimiento de rotación, el de traslación
y el de declinación que sirve para explicar los equinoccios). Para esto,
Copérnico plantea sus hipótesis: que no existe un centro único de todas las
esferas celestes, y que además el centro de la Tierra no es el centro del
Universo (sino el centro lunar y el centro de gravedad).
Todas
las esferas giran en torno al Sol que es el centro de giro de ellas, y el Sol
está en las proximidades del centro del Mundo; supera el problema del paralaje
si pensamos que las estrellas están a una distancia mucho mayor de lo que se
pensaba anteriormente. Además, cualquier movimiento que parezca realizado en la
esfera de las estrellas no es tal, sino que lo que se mueve es la Tierra (que gira
cada día y da una vuelta completa, mientras que la esfera de las estrellas está
inmóvil). De esta misma manera, los movimientos del Sol no se deben a él, sino
a la Tierra que gira en torno a él igual que el resto de planetas; y los
movimientos retrógrados y directos de los planetas no se deben a ellos, sino al
movimiento de la Tierra. Vemos, por lo tanto, que el plantear la hipótesis de
que la Tierra se mueve sirve para explicar muchas de las irregularidades de los
movimientos del Universo: elimina antiguos problemas y herramientas complicadas
como los ecuantes, las esferas celestes, etc.
Legado
Copérnico
está considerado como el precursor de la astronomía moderna, aportando las
bases que permitieron a Newton culminar la revolución astronómica, al pasar de
un universo geocéntrico a un cosmos heliocéntrico y cambiando irreversiblemente
la mirada del cosmos que había prevalecido hasta entonces.
Así,
lo que se conoce como revolución copernicana es su formulación de la teoría
heliocéntrica, según la cual, la Tierra y los otros astros giran alrededor del
Sol. A pesar de lo meritorio de su hallazgo, Copérnico no se apercibió de todas
las consecuencias que dicho sistema necesariamente implicaba. Sería Giordano
Bruno, un filósofo, quien más tarde completaría la revolución teórica que
llevaba aparejada esta hipótesis: más allá del ámbito matemático y
cuantitativo, desde un punto de vista lógico se llegaría a desechar las
tradicionales nociones aristotélicas y escolásticas acerca de la finitud y
unicidad de un universo ordenado según esferas concéntricas.
Falleció
el 24 de mayo de 1543 en Frauenburg, Prusia Real. En 2005 un equipo de
arqueólogos polacos afirmó haber hallado sus restos en la catedral de Frombork,
teoría que fue verificada en 2008 al analizar un diente y parte del cráneo y
compararlo con un pelo suyo encontrado en uno de sus manuscritos.
A partir del cráneo,
expertos policiales, reconstruyeron su rostro, coincidiendo este con el de su
retrato.
El
22 de mayo de 2010 recibió un segundo funeral en una misa dirigida por Józef
Kowalczyk, nuncio papal en Polonia y recién nombrado Primado de Polonia. Sus
restos fueron de vuelta enterrados en el mismo lugar, en la Catedral de
Frombork. Una lápida de granito negro ahora lo identifica como el fundador de
la teoría heliocéntrica y lleva además la representación del modelo de
Copérnico del sistema solar, un sol dorado rodeado por seis de los planetas.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_Cop%C3%A9rnico
Comentarios
Publicar un comentario