Adolfo López Mateos
López Mateos fue el
menor de los cinco hijos –Mariano José (1900), Elena de los Ángeles (1901),
Rafael Fernando (1904) y Esperanza (1907) de Elena Mateos. Los primeros fueron
hijos de su esposo, el Dr. Mariano Gerardo López Sánchez, con quien se había
casado en 1899. El Dr. Mariano Gerardo López era cirujano dentista
tlaltenanguense. Elena Mateos Vega trabajaba como profesora, era amante de la
ópera y poetisa, autora incluso de un libro de poemas titulado Corazón de
cristal. Elena Mateos descendía de una familia de liberales del siglo XIX entre
los que destacan el abuelo del futuro presidente, el magistrado y luchador
liberal José Perfecto Mateos Lozada; el periodista Francisco Zarco, el escritor
Juan A. Mateos y el liberal Ignacio Ramírez "El Nigromante".
Asimismo, la familia Mateos tiene parentesco con el cinefotógrafo y director de
fotografía mexicano Gabriel Figueroa, quien fue primo hermano de Adolfo.
Elena Mateos viuda de
López y sus hijos se enfrentaron a una difícil situación económica. Desprovista
de medios monetarios para la manutención de su familia, Elena Mateos se
desempeñó como directora de un orfanato situado cerca de la Tlaxpana. Con el
sueldo que obtenía de su empleo y con el apoyo económico que le proporcionaba
su primogénito, la joven Elena Mateos pudo sacar adelante a sus hijos. Sin
embargo, el peculio que poseía no era suficiente para pagar los estudios de
todos sus vástagos. Por ello, Adolfo cursó la primaria en el Colegio Francés,
dirigido por los Hermanos Maristas, a merced de una beca que le fue
proporcionada por la Fundación Rafael Dondé. En ese tiempo, aunque estaba
desprovista de medios económicos, Elena Mateos y sus hijos asistían
puntualmente a la ópera.
En el Colegio Francés,
Adolfo fue aplicado y siempre llevó una buena conducta. Ahí tuvo por maestro a
Luis Donateur. Esa institución fue el escenario de sus primeros sueños, de sus
inquietudes deportivas. Jugando fútbol y practicando el boxeo con algunos de
sus condiscípulos, López Mateos concluyó su educación primaria obteniendo
buenas calificaciones. Amigo fiel y leal, amable y simpático; en el Colegio
Francés hizo sus primeras amistades, muchas de las cuales lo acompañaron
siempre durante su ascendente carrera política. Desde pequeño, López Mateos
acostumbraba a hacer largas excursiones a pie en compañía de sus dos primeros
amigos Quirino Díaz Reynoso y Luis Macedo, a los que se les conoció como “Los
Tres Mosqueteros”, por ser inseparables. Viviendo con su familia en la colonia
Santa María en la capital, se cuenta que, en una de sus largas caminatas por el
centro, cierto día se detuvo hojeando libros en un antiguo almacén y depósito.
Alguien le ofreció trabajo y el joven Adolfo aceptó. La paga era de cinco pesos
a la semana, mismos que le daba a su adorada madre Elena Mateos. En la librería
“Selfa” de las calles de 5 de mayo, empezaría su contacto y afición por los
libros, la cual cultivó toda su vida.
Entre 1923 y 1925, López
Mateos estudió de manera irregular en la Escuela Nacional Preparatoria. En
1926, viviendo en Toluca, continúa sus estudios de secundaria y bachillerato en
el famoso Instituto Científico y Literario de Toluca, dirigido por el enérgico
sobrino de José Vasconcelos, Eduardo Vasconcelos Pérez. Ahí, para costearse sus
estudios, buscó que lo nombraran bibliotecario. Durante esta etapa no se
distinguió como un alumno brillante. Muchas de las materias que presentó fueron
salvadas mediante exámenes extraordinarios, o como se estilaba a decir
entonces, a título de suficiencia. No es de extrañarse su distracción pues, el
joven López Mateos, amaba demasiado la oratoria, el campismo y el amor. Pese a
que durante esta época mostró poco interés por el estudio, con su energía e
inteligencia se ganó el afecto de varios profesores, entre ellos el del
licenciado Enrique González Aparicio (1890-1940), quién lo aceptó como pasante
en su bufete y más tarde le consiguió un empleo en la Editora Popular, donde
Adolfo reforzó su gusto por la lectura.
Aficiones
deportivas: boxeo, caminata
Le gustaba el boxeo,
pero su afición predilecta era la caminata. En tiempos de estudiante y aún años
después, subía al Nevado de Toluca y recorría a pie, todos los sábados, a veces
por falta de dinero para costear el transporte público; el trecho de México a
Toluca para visitar a su madre, a su novia y para comentar con sus amigos el
desarrollo político y social del estado. Sus caminatas sabatinas a ese estado
le valieron el mote de “El Toluca”. Desde joven, López Mateos empezó a
destacarse en actividades deportivas con las frecuentes excursiones y caminatas
que organizaban un grupo de jóvenes que más adelante lo llevarían a la
realización de una hazaña mayor. Teniendo dieciséis años, Adolfo se unió a un
grupo de estudiantes andariegos que se hacían llamar "Club de exploradores
EIME"5 (ahora ESIME). Abanderados por el
presidente Plutarco Elías
Calles y portando como insignia un banderín con el nombre de México sobre los
colores de la bandera guatemalteca, el de Guatemala sobre los colores de la
bandera mexicana y las siglas de EIME al calce, el 20 de noviembre de 1926, los
exploradores de EIME partieron a pie desde el Zócalo de la Ciudad de México
hasta Guatemala, arribando setenta días después, a fines de enero de 1927, a la
Ciudad de Guatemala.5 Tras aquella proeza, a
Adolfo lo apodaron “El
Guatemala”.
Por esa época, el joven López Mateos había llamado la atención de sus maestros por su
gran talento y preparación cultural, desempeñándose como catedrático de
literatura e historia en el instituto toluqueño, donde conoció a su admirado
licenciado José Vasconcelos, quien al igual que Antonio Caso, representaba las
corrientes humanistas que los jóvenes de esos tiempos habían tomado como modelo
a seguir.
Destacado
orador
Además de consagrase
como un destacado deportista, López Mateos poseía cualidades de orador. Las
incidentales aventuras que tuvo López Mateos como maestro rural en Almoloya o
en las brigadas educativas de alfabetización gratuita, estaban estrechamente
vinculadas con su vocación de orador. El periódico El Universal creó en 1926
los famosos concursos anuales de oratoria que eran el sueño de todo estudiante
de preparatoria o jurisprudencia. Estos convocaban a los inquietos alumnos de
ese tiempo educados en el Ateneo de la Juventud y en la Universidad Nacional,
entre los que sobresalían Salvador Azuela, Héctor Pérez Martínez, Rafael
Heliodoro Valle, Xavier Villaurrutia, Jaime Torres Bodet y Salvador Novo. En el
tercer Campeonato de Oratoria del Distrito Federal, efectuado en el salón El
Generalito de la Escuela Nacional Preparatoria el 20 de mayo de 1929, reveló su
vocación el joven estudiante de preparatoria de dieciocho años, Adolfo López
Mateos. En el certamen tuvo que competir con varios oradores brillantes, tales
como Enrique Ramírez Ramírez y Guillermo Islas Leal. Sin embargo, después de
deliberar, el jurado declaró triunfante a López Mateos, quien pronunciara durante
el concurso “Venimos a juzgar ahora, señores, la obra de la Revolución, pero no
debemos hacerlo con el espíritu como con la palpitación del sentimiento”. El
frenesí de Adolfo llegó en junio de ese mismo año, cuando participó en otro
certamen de oratoria. “Su voz era robusta, su ademán expresivo. Lanzaba sus
metáforas con pleno dominio. Sabía cómo provocar el entusiasmo del auditorio”
comentaba Alejandro Gómez Arias, el mayor experto en oratoria de la época.
Aunque aparentemente por la decisión arbitraria de los jueces a López Mateos se
le dio el segundo lugar, sus compañeros lo pasearon en hombros. “Estaba ya
preparado, fogueado, para hacer suyas las mejores causas”.
“En el amor, como en el
mar, se naufraga; seré yo como un náufrago en el inmenso mar de tu amor”, le
declaraba Adolfo al oído o por carta a su novia Celestina Vargas Bervera, quién
se derretía al oírlo. Setenta años después recordaba lo guapo que era, las
modulaciones de su voz y aquella sonrisa perfectamente preciosa, aquella
carcajada de hombre limpio que tenía. En los primeros años de su vida, Adolfo
López Mateos descubrió sus aficiones de la vida: la oratoria, la caminata, los
amoríos; en general, la bohemia y la bonhomía. Su don de gentes le abriría
camino en la política y su carácter lo llevaría a ser presidente de la
República Mexicana. En 1929, López Mateos se afilió a la campaña presidencial
del licenciado José Vasconcelos, donde puso sus dotes oratorias al servicio de
la causa. Como otros jóvenes de su tiempo, Adolfo leyó la novela Sasha Yegulev
de Andréyev y se identificó con la tragedia que se narra sobre el joven que da
su vida por transformar a su patria. López Mateos formó parte del directorio
estudiantil del Comité pro Vasconcelos y fue representante del Estado de México
en la Convención Antirreeleccionista. Valiente y combativo, durante la campaña
vasconcelista se subía a una caja de refrescos y peroraba ante los obreros:
“Peligra la patria, solo Vasconcelos puede salvarla”. Cuando su amigo Germán
del Campo fue asesinado por los pistoleros del PNR, López Mateos estaba a punto
de experimentar el fatídico destino de Sasha Yegulev. El mismo José Vasconcelos
lo reconocería años más tarde, “Desde entonces recuerdo con precisión que no se
ha borrado de mi mente la cabeza vendada, la noble cabeza de un joven que en
aquel momento simbolizaba la patria entera: era la cabeza de Adolfo López
Mateos”. Hay quienes aseguran que a causa de aquel fortísimo golpe que
recibiera el joven futuro presidente, se le desencadenaron los frecuentes dolores
de cabeza que padeció a lo largo de su vida, mismos que lo llevarían a la tumba
en 1969.
Decepcionado
de las elecciones de 1929 se va a Guatemala
Tras las elecciones del
17 de noviembre de 1929, donde resultó triunfante el ingeniero Ortiz Rubio, y
después de la inmediata represión a partidarios vasconcelistas; temiendo por su
vida y decepcionado por el fracaso, López Mateos partió a Guatemala, donde
residió por una breve temporada. No se sabe a ciencia cierta lo que hizo en ese
lugar o de qué vivió. Se afirma que trabajó como asistente para el general
Jorge Ubico, presidente de Guatemala. Aparentemente, Adolfo ejerció por un
tiempo el periodismo en Tapachula, Chiapas. Pasada la amarga lección que sufrió
en las elecciones, López Mateos regresó a México en 1930 y se matriculó en la
Escuela de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México, fundada por
Daniel Cosío Villegas dentro de la Facultad de Jurisprudencia. Con una
brillante tesis titulada “Delitos en contra de la economía política”, Adolfo López
Mateos se recibió como abogado. Empezó pronto a litigar en asuntos agrarios y
campesinos en la efímera Unión de Estudiante pro Obrero y Campesino (UEPOC),
cursó varias materias como "asistente provisional" de economía y se
aseguraba que se recibió de abogado.
Protegido
de Isidro Fabela y senador de la República
En 1941, fue elegido
director de educación extraescolar y estética en la SEP. Desempeñando ese
cargo, asistió a una comida en el Instituto Científico y Literario, donde
pronunció un discurso que impresionó a uno de sus asistentes: Isidro Fabela.
Don Isidro era el hombre fuerte del estado, por ende, gozaba de influencias. Un
“dedazo” de Fabela hizo que López Mateos quedara de director de dicha
institución. Tras un par de años al frente del Instituto, nuevamente por
influencias de Fabela, López Mateos se convirtió en candidato a la senaduría
federal suplente por el Estado de México. Al ser nombrado Fabela embajador de
México en la Corte Internacional de La Haya, López Mateos se enfiló hacia la
senaduría que dejó vacante don Isidro, iniciando de esta forma una carrera
política en ascenso. En 1946, López Mateos se convirtió en senador de la
república. Durante el desempeño de dicho cargo, Adolfo asistió a conferencias y
comisiones internacionales, destacando como orador en la reunión de la UNESCO
en el año de 1947, acudió a la junta de cancilleres en los Estados Unidos y
encabezó la delegación mexicana en la reunión de ECOSOC teniendo sede en
Ginebra.
Presidente de México
(1958 – 1964)
En 1946, cuando Miguel
Alemán Valdés asumió la presidencia de la República, Isidro Fabela fue elegido
senador por el Estado de México y López Mateos quedó como suplente. Al ser
nombrado Fabela representante mexicano en el Tribunal Internacional de La Haya,
López Mateos ocupó su lugar en la Cámara Alta y lo ostentó hasta 1952. Fungió
como coordinador de la campaña electoral de Adolfo Ruiz Cortines para la
presidencia de la República; por lo que, al triunfar, Ruiz Cortines le
comisionó la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.
Para el 17 de noviembre
de 1957, el Partido Revolucionario Institucional postuló a López Mateos como
candidato a la presidencia de la República. Con 6 767 754 votos a favor, Adolfo
López Mateos se convirtió en el nuevo presidente de México. La ceremonia de
entrega y recepción de la banda presidencial se efectuó en el Palacio de Bellas
Artes el 1 de diciembre de 1958
Gabinete
presidencial
Durante su presidencia
integró su gabinete con notables mexicanos: Javier Barros Sierra, en Obras
Públicas; Antonio Ortiz Mena al frente de la Secretaría de Hacienda, cuando
México alcanzó un crecimiento de 6.7 por ciento anual; la excepción fue nombrar
como secretario de Gobernación a Gustavo Díaz Ordaz: entonces hubo represión al
movimiento ferrocarrilero. En esos tiempos se colocaba a intelectuales con
prestigio moral al frente de la Secretaría de Educación Pública, siendo en esta
ocasión Jaime Torres Bodet.
Nacionalización de la
industria eléctrica: nacimiento de la CFE
También, el 27 de
septiembre de 1960, escribió una carta durante el acto de la nacionalización de
la industria eléctrica, que decía: "Les devuelvo la energía eléctrica, que
es de la exclusiva propiedad de la Nación, pero no se confíen porque en años
futuros algunos malos mexicanos identificados con las peores causas del país
intentarán por medios sutiles entregar de nuevo el petróleo y nuestros recursos
a los inversionistas extranjeros. Ni un paso atrás, fue la consigna de Don
Lázaro Cárdenas del Río, al nacionalizar nuestro petróleo. Hoy le tocó por
fortuna a la energía eléctrica. Pueblo de México, los dispenso de toda
obediencia a sus futuros gobernantes que pretendan entregar nuestros recursos
energéticos a intereses ajenos a la Nación que conformamos. Una cosa obvia es
que México requiere de varios años de evolución tecnológica y una eficiencia
administrativa para lograr nuestra independencia energética; sería necio
afirmar que México no requiere de la capacitación tecnológica en materia
eléctrica y petrolera. Pero para ello ningún extranjero necesita convertirse en
accionista de las empresas públicas para apoyarnos. Solo un traidor entrega su
país a los extranjeros; los mexicanos podemos hacer todo mejor que cualquier
otro país. Cuando un gobernante extranjero me pregunta si hay posibilidad de
entrar al negocio de los energéticos o a la electricidad, le respondo que
apenas estamos independizándonos de las invasiones extrajeras que nos vaciaron
el país. Pero que en tanto los mexicanos sí queremos invertir en el petróleo
americano o en su producción de energía eléctrica, por si quieren un socio
extranjero. En México la Constitución es muy clara: los recursos energéticos y
los yacimientos petroleros son a perpetuidad propiedad única y exclusiva del
pueblo mexicano. El resto de las especulaciones al respecto son traición a la
patria. Industrializar el país no implica una subasta pública de nuestros
recursos naturales, ni la entrega indiscriminada del patrimonio de la patria”.
Política
gubernamental
El movimiento ferrocarrilero
de Demetrio Vallejo
En febrero de 1959
continuaban las rebeliones y movilizaciones de los ferrocarrileros y el
gobierno procedió a encarcelar a los dirigentes. Estos, en marzo, efectuaron
una huelga en el sistema ferroviario del país que se extendió a los
Ferrocarriles del Pacífico Mexicano. A finales de ese mes, los líderes fueron
aprehendidos y despidieron a gran número de ferrocarrileros. Entre los
detenidos estaba el secretario general del Sindicato de Ferrocarrileros:
Demetrio Vallejo el cual fue encarcelado en Lecumberri.
La
represión contra los maestros
En abril de 1959, con el
argumento de que se había alterado la paz pública, líderes obreros,
estudiantiles, magisteriales y ferrocarrileros fueron recluidos en la
penitenciaría de Lecumberri. Entre los delitos que se les adjudicaron estaba el
de “disolución social”. El Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM) y el
movimiento ferrocarrilero habían sido liquidados mediante represiones violentas
de parte del Estado.
Asesinato
político de Rubén Jaramillo
Lo mismo sucedió con el
antiguo líder agrario Rubén Jaramillo y su familia, (esposa en cinta y tres
hijos) quienes fueron sacados de su casa por una partida militar y un grupo de
policías judiciales y asesinados el 22 de mayo de 1962 en las ruinas de
Xochicalco, Morelos porque Jaramillo atacaba a la política gubernamental. Eso
fue lo que se informó oficialmente en esa época.
Política
social
Se creó el Instituto de
Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), que
sustituyó a la Dirección General de Pensiones, para proporcionar atención
médica, pensiones, jubilaciones y otros servicios a los empleados del sector
público. Esta Institución aún subsiste.
Política
económica
El país tenía problemas
económicos; entre ellos el déficit en la balanza comercial, es decir, las
compras en el exterior superaban a las ventas. Por lo anterior, el 27 de
septiembre de 1960 se nacionalizó la industria eléctrica y fue creado el
organismo descentralizado denominado "Compañía Mexicana de Luz y
Fuerza" o Compañía de Luz y Fuerza. Así, la generación de electricidad,
hasta entonces controlada por empresas extranjeras como The Mexican Light and
Power Co., pasó a manos del gobierno. Además, se decretó el derecho del trabajador
sobre una parte de las ganancias. También se estableció que los trabajadores
recibieran un aguinaldo a finales de cada año. Este se recibiría con base en
los días trabajados. Durante su mandato la economía estuvo en auge gracias al
secretario de hacienda Antonio Ortiz Mena.
Política
educativa y cultural
Durante su sexenio, el
secretario de Educación Pública fue Jaime Torres Bodet y el oficial mayor,
Mario Aguilera Dorantes. En ese periodo, se inauguraron el Museo Nacional de
Antropología, en Chapultepec; el Museo del Virreinato en el Convento de
Tepotzotlán; el Museo de la Ciudad de México, el Museo de Arte Moderno y el
Museo de Historia Natural. En 1959 se creó la Comisión Nacional de Libros de
Texto Gratuitos (Conaliteg), encargada de publicar los libros de texto para los
alumnos de educación primaria del país.
Los libros de texto
aseguraban la eficiencia de la educación laica y gratuita, pero sobre todo
buscaban consolidar la igualdad y el derecho a la educación pública con base en
el magisterio, textualmente considerado por el presidente como un ejército de
evangelizadores laicos en permanente lucha contra la ignorancia. Entonces era
semejante el nivel de aprovechamiento en escuelas públicas y privadas.
Además, se libraron
batallas campales contra los conservadores, con apoyo del magisterio y de la
esposa del presidente, por la defensa de la educación pública y laica. La
maestra Eva Sámano de López Mateos mostró gran capacidad de mediación política
al neutralizar a los conservadores de la época. Ella colaboró en conjunto con
su marido en la política educativa, ella se ocupó personalmente de la creación
del Instituto Nacional de Protección a la Infancia, el antecedente del DIF
actual, y tuvo la idea de los desayunos escolares en las escuelas públicas, que
por decreto y hasta la fecha elevaron los niveles nutricionales de la niñez
mexicana.
Otro hecho importante
fue el surgimiento de la revista Política en octubre de 1961, que con la
participación de personalidades políticas y culturales tuvo una amplia
popularidad.
Obras públicas
Entre otras obras
públicas, se construyó el Centro Hospitalario 20 de Noviembre del ISSSTE, y
unidades habitacionales como el Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco o el
Conjunto Habitacional Unidad Independencia en la delegación Magdalena
Contreras, así mismo los cuatro primeros edificios de la unidad profesional de
Zacatenco del Instituto Politécnico Nacional. También se modernizaron
aeropuertos, redes telefónicas, telegráficas y de comunicaciones. El
ferrocarril Chihuahua-Pacífico conectó el norte del país con la costa del
Pacífico. Fue interventor del Banco Nacional Obrero y, desde 1933 hasta 1943,
de Fomento en los Talleres Gráficos de la Nación y en 1962 inauguró la
autopista México-Puebla que reducía el trayecto de entre 3 a 4 h (que se hacía
por la antigua carretera federal) a solo 2 horas (en la nueva carretera de
cuota 150D).
Política
exterior
El mandatario realizó
visitas oficiales a Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, Chile,
Indonesia, Filipinas, Japón, India y Belice entre un sinfín de países. Además,
promovió al país ante el Comité Olímpico Internacional cuando en 1963 obtuvo en
Lausana, Suiza, la sede para que en la Ciudad de México tuvieran lugar las XIX
Olimpiadas, en el año de 1968. Rompió relaciones diplomáticas con Guatemala,
debido al ataque aéreo de esta nación a México, cuando una flotilla de aviones
del ejército guatemalteco acribilló a unas embarcaciones de pescadores
originando la muerte de cinco de ellos. Por esta acción México estuvo a punto
de declarar la guerra a Guatemala.
En 1962, México declaró
que la política de Cuba era “ajena a las aspiraciones y valores de los pueblos
latinoamericanos”.
Luego de que el gobierno
de López Mateos había negociado con John F. Kennedy la devolución a México de
El Chamizal, territorio devuelto a México por alteraciones en el cauce del Río
Bravo, el presidente de los Estados Unidos visitó la ciudad de México en 1962,
siendo esta una de las más destacadas visitas de un mandatario estadounidense a
México.
Fallecimiento
Tiempo después de haber
dejado la presidencia, López Mateos fue invitado por el presidente Gustavo Díaz
Ordaz para presidir el Comité Organizador de los XIX Juegos Olímpicos en la
ciudad de México. Renunció al cargo ya que en 1965 le sobrevino un ataque
cerebral. Sus médicos de cabecera habían atribuido los intensos dolores a un
caso agudo de migraña, pero esta vez los neurólogos Patricio Beltrán Goñi y
Gregorio González Mariscal corrigieron el diagnóstico: se trataba de un
aneurisma cerebral.
Pidieron la presencia de
su maestro, el doctor neurocirujano James Leonard Poppen, de la Lahey Clinic en
Boston, quien operó a López Mateos en el Sanatorio Santa Fe de la Ciudad de México
el 26 de noviembre de 1965. López Mateos tenía siete aneurismas cerebrales.
La inmovilización de su
cuerpo avanzó con rapidez. Pronto perdió el habla a causa de una traqueotomía,
y llegó a ser necesario el uso de aparatos ortopédicos. Durante dos años vivió
en estado vegetativo, por muerte cerebral, recibiendo asistencia mecánica de
tipo ventilatorio. Murió a las 16:30 del lunes 22 de septiembre de 1969 en la
Ciudad de México. Fue sepultado en el panteón Jardín de la Ciudad de México.
Años después, el presidente Carlos Salinas de Gortari mandó exhumar sus restos
para que fuesen depositados en un monumento erigido en su honor en Atizapán de
Zaragoza, Estado de México.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Adolfo_L%C3%B3pez_Mateos
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