Henri Dunant,
Era el hijo primogénito
de Jean-Jacques Dunant, un hombre de negocios, y su esposa Antoinette
Dunant-Colladon. Su familia era muy devota del calvinismo y tenía gran
influencia en la sociedad ginebrina.
Sus padres enfatizaban
el valor del trabajo social, según el ejemplo de su padre que era muy activo
ayudando a huérfanos y presos liberados, mientras que su madre trabajaba con
los enfermos y los pobres. Muy influyente en la formación del joven Dunant
resultó una visita a Toulon donde vio el sufrimiento de los presos.
Educación
e inicios en trabajos religiosos solidarios
Dunant creció en el
ciclo del despertar religioso conocido como el Réveil, y a los dieciocho años
se unió a la Sociedad Ginebrina de las Almas. Al año siguiente, junto a unos
amigos, fundó la llamada «Asociación del Jueves», un grupo de jóvenes que se
reunían para estudiar la Biblia y ayudar a los pobres, y pasó mucho de su
tiempo libre ocupado en visitas a la prisión y trabajo social.
El 30 de noviembre de
1852 fundó el capítulo ginebrino de lo que sería el núcleo fundacional de lo
que luego sería la «Asociación Cristiana de Hombres Jóvenes» (YMCA) y tres años
más tarde intervino en la reunión de París dedicada a la fundación de su
organización internacional, cuyos estatutos redactó.
A los 21 años se le
obligó a dejar el Collège Calvin por sus malas notas, y empezó como aprendiz en
la firma de cambio de moneda Lullin und Sautter. Después de que concluyera
favorablemente su periodo de aprendizaje, permaneció como empleado del banco.
Viaje al norte de África
y publicación de libros
En 1853, Dunant visitó
Argelia, Túnez y Sicilia, por encargo de una compañía dedicada a las «Colonias
de Setif» (Compagnie genevoise des Colonies de Sétif). A pesar de su escasa
experiencia, cumplió con éxito su misión. Inspirado por el viaje, escribió su
primer libro con el título Relato de la Regencia en Túnez (Notice sur la
Régence de Tunis), publicado en 1858.
En 1856, creó un negocio
para actuar en las colonias extranjeras, y después, habiendo recibido una
concesión de tierras en la Argelia ocupada por los franceses, una compañía de
cultivo y comercio del maíz llamada «Compañía financiera e industrial de los
Molinos de Mons-Djémila» (Société financière et industrielle des Moulins des
Mons-Djémila). Sin embargo, la tierra y los derechos sobre el agua no se
asignaron claramente, y las autoridades coloniales no cooperaron mucho.
Como resultado, Dunant
decidió apelar directamente al emperador francés Napoleón III, que estaba con
su ejército en Lombardía en aquella época. Francia estaba luchando junto al
Piamonte-Cerdeña contra Austria, que ocupaba gran parte de Italia. Los
cuarteles de Napoleón estaban ubicados en la pequeña ciudad de Solferino.
Dunant había escrito un libro en alabanza a Napoleón III con la intención de
presentárselo al emperador, y entonces viajó a Solferino para encontrarse con
él en persona.
Batalla
de Solferino en la guerra italiana
Dunant llegó a Solferino
en la tarde del 24 de junio de 1859, el mismo día en que tuvo lugar una batalla
entre los ejércitos austriaco y franco-piamontés que combatían en la guerra
italiana. 38.000 heridos, agonizantes o muertos permanecían en el campo de
batalla, y había pocos intentos para ayudarlos. Impresionado, el propio Dunant
tomó la iniciativa de organizar a la población civil, especialmente las mujeres
y las chicas jóvenes, para proporcionar asistencia a los soldados heridos,
mutilados y enfermos.
Como carecían de
suficientes materiales, el propio Dunant organizó la compra de lo que se
necesitaba y ayudó a levantar hospitales de campaña. Convenció a la población
para que atendiese a los heridos sin fijarse en qué bando del conflicto estaban
con el lema Tutti fratelli (Todos somos hermanos) acuñado por las mujeres de la
cercana ciudad de Castiglione del Stiviere (provincia de Mantua). Tuvo éxito
igualmente para conseguir la liberación de médicos austríacos capturados por
los franceses. Cabe resaltar que Dunant fue el inventor del actual botiquín de
primeros auxilios.
Fundador de la Cruz Roja
Promotor de ideas humanitarias neutrales
Al regresar a Ginebra a
principios de julio, Dunant decidió escribir un libro sobre sus experiencias,
que tituló Un souvenir de Solferino. Se publicó en 1862 en una edición de 1 600
copias y se imprimió a costa del propio Dunant. En el libro describió la
batalla, sus costes, y las caóticas circunstancias que la siguieron. También
desarrolló la idea de que debería existir en el futuro una organización neutral
para proporcionar cuidados a los soldados heridos. Distribuyó el libro a muchos
líderes políticos y figuras militares en Europa.
Dunant comenzó a viajar
por toda Europa promocionando sus ideas. Su libro fue recibido positivamente, y
el Presidente de la Sociedad Ginebrina para el Bienestar Público, el jurista
Gustave Moynier, hizo del libro y sus sugerencias el tema de la reunión de 9 de
febrero de 1863. Las recomendaciones de Dunant se examinaron y se valoraron
positivamente por los miembros.
Ellos crearon un comité
de cinco personas para investigar más la posibilidad de llevarlo a cabo e
hicieron de Dunant uno de sus miembros. Los otros fueron Moynier, el general
del ejército suizo Henri Dufour, y los médicos Louis Appia y Théodore Maunoir.
Comité
Internacional de la Cruz Roja
La primera reunión
aconteció el 17 de febrero de 1863, la cual se considera hoy en día la fecha de
fundación del Comité Internacional de la Cruz Roja. Desde el principio, Moynier
y Dunant tuvieron discrepancias y desacuerdos en relación con sus respectivas
visiones y planes. Moynier consideraba la idea de Dunant de establecer
protecciones neutrales para los cuidadores imposible de realizar y advertía a
Dunant en que no insistiera en este concepto.
Sin embargo, Dunant
continuó defendiendo su posición en sus viajes y conversaciones con políticos
de alto rango y militares. Esto intensificó el conflicto personal entre
Moynier, que abordó el proyecto de manera bastante pragmática, y Dunant, que
era el idealista visionario entre los cinco, y llevaron a que Moynier atacara a
Dunant por el liderazgo del comité.
Primera
Convención de Ginebra
En octubre de 1863,
catorce estados participaron en una reunión en Ginebra organizada por el comité
para discutir la mejora del cuidado a los soldados heridos. El propio Dunant,
sin embargo, fue solo un líder por protocolo, debido a los esfuerzos de Moynier
por disminuir su participación.
Un año más tarde, una
conferencia diplomática organizada por el Parlamento suizo llevó a la firma de
la primera Convención de Ginebra por doce estados. Dunant, de nuevo, se ocupó
solo de organizar el alojamiento de los asistentes.
Difusión
de la Cruz Roja por el mundo
Escribe artículos y
pronuncia discursos sobre la lucha por la liberación de los esclavos en los
Estados Unidos de América. En colaboración con el italiano Max Gracia tiene la
idea de la fundación de una biblioteca mundial, idea que será retomada alrededor
de un siglo después por la Unesco. Entre otras de sus ideas visionarias está la
creación de un Estado de Israel. No se ocupa más que de sus ideas y no de sus
asuntos personales, con lo cual se endeuda y su entorno empieza a evitarlo.
Incluso el Movimiento
Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que se extiende cada vez
más con la fundación de sociedades nacionales en numerosos países,
prácticamente lo olvida, aunque las sociedades de Austria, Holanda, Suecia,
Prusia y de España lo nombran miembro honorario. La guerra franco-alemana y la
vida política francesa después de la fundación de la Tercera República son
otros hechos con gran impacto en la vida de Dunant. Se retira todavía más de la
vida pública y desarrolla una timidez pronunciada que marcará su comportamiento
hasta el fin de sus días.
Henry Dunant, como
miembro de la francmasonería [cita requerida], hizo un llamado a todos los
masones [cita requerida] del mundo para difundir la Cruz Roja, por lo cual
llegaría su mensaje a países tan lejanos como la República Argentina, y fue el
doctor Guillermo Rawson quien fundaría en junio de 1880 a la Cruz Roja
Argentina.
Período
de olvido
Entre 1874 y 1886,
continúa su vida solitaria en la miseria material, viviendo en Stuttgart, Roma,
Corfú, Basilea y Karlsruhe. Se conocen pocos detalles de su vida durante este
periodo. La ayuda financiera de varios amigos y también actividades
ocasionales, le permiten conseguir ganancias modestas, que le permiten
sobrevivir. Entre los que le sostuvieron están el banquero americano Charles
Bowles, uno de los delegados de la conferencia diplomática de 1864, el hombre
de negocios alsaciano Jean-Jacques Bourcart, y Max Gracia, que lo ayudó en la
correspondencia con sus deudores.
Léonie
Kastner-Boursault, viuda del compositor Jean-Georges Kastner ayuda también a
Dunant en varias ocasiones en situaciones difíciles. Por ejemplo le encarga la
comercialización del pirófono, un instrumento de música inventado par su hijo
Frédéric Kastner. Aunque Dunant no consigue gran éxito, esta actividad, así
como un largo viaje a Italia con Kastner-Boursault desde 1875 hasta principios
de los años 1880, le permiten no vivir en la indigencia. En Stuttgart en 1877,
conoce al estudiante Rudolf Müller, con el que traba amistad.
Retiro
en Heiden
En 1881 entró por
primera vez en compañía de amigos oriundos de Stuttgart a Biedermeierdorf,
situado en la parte alta de la ciudad de Heiden y ubicado en el cantón de
Appenzell Rodas Exteriores. En 1887, cuando residió en Londres, recibía una
pequeña ayuda económica mensual de sus partidarios. Ya que tuvo un estilo de
vida modesto, pero sin caer en la pobreza, se las arreglaba para instalarse
definitivamente en julio de ese mismo año, en el Paradies hotel familiar
situado en Stähelin Heiden.
Después de que su
familia vendiera el hotel unos años más tarde, se trasladó a la vecina
localidad de Trogen y residió desde el final de 1890 en el hotel Lindenbühl
pero sin sentirse muy a gusto. Al transcurrir más de un año, regresó a Heiden y
vivió a partir del 30 de abril de 1892 en el hospital de la ciudad que estaba
dirigido por el doctor Hermann Altherr. Se retiró por completo en los años
siguientes, ocupándose por las noches de los pensamientos místicos y las
visiones proféticas.
Entre las razones de la
elección de Heiden como residencia de Dunant sería la perspectiva de
aislamiento y la reputación de esta ciudad como un lugar de descanso y
tratamiento, especialmente sobre el lago Constanza que le recordaba a su ciudad
natal y en el lago Ginebra en donde le surgían las memorias de sus gratos
paseos. Poco después de su llegada, se hizo amigo del joven maestro Wilhelm
Sonderegger y de su esposa Susanna.
Bajo la influencia de
Sonderegger, comenzó a escribir sus memorias. Susanna entonces le sugirió la creación
de una sección de la Cruz Roja en Heiden, una idea que inspiró profundamente a
Dunant. En 1890, él se hizo presidente honorífico de la sección fundada el 27
de febrero del mismo año. Depositó grandes esperanzas en la amistad de
Sonderegger con respecto a la propagación de sus ideas, sobre todo en la forma
de una nueva edición de su libro. Sin embargo, esta amistad sufriría
posteriormente fuertes acusaciones injustificadas de Dunant sobre Sonderegger
quien haría causa común con Gustave Moynier que residía en Ginebra.
La admiración de
Sonderegger por Dunant, se mantuvo intacto pese a las críticas de este último.
La muerte prematura de su examigo en 1904, a la edad de 42 años, hizo sufrir
demasiado a Dunant a pesar de las profundas tensiones existentes entre ambos.
Más tarde, los manuscritos de Dunant pasaron a manos de su hijo Hans Konrad
Sonderegger y luego a las de su nieto René quien publicaría en 1935 las cartas
heredadas de su padre.
Vuelta
a la notoriedad
En septiembre de 1895,
Georg Baumberger, el editor jefe del periódico de St. Gallen Die Ostschweiz,
escribió un artículo sobre el fundador de la Cruz Roja, a quien había conocido
y con quien había conversado durante un paseo por Heiden un mes antes.
El artículo, titulado
Henri Dunant, el fundador de la Cruz Roja, apareció en la revista ilustrada
alemana Über Land und Meer, y pronto fue reproducido en otras publicaciones por
toda Europa. El artículo llamó la atención, y recibió atención renovada y
apoyo. Recibió el Premio suizo Binet-Fendt y una nota del papa León XIII. El
apoyo de la zarina rusa María Fiódorovna Románova y otras donaciones mejoraron
notablemente su situación financiera.
En 1897, Rudolf Müller,
que entonces trabajaba como maestro en Stuttgart, escribió un libro sobre los
orígenes de la Cruz Roja, alterando la historia oficial para enfatizar el papel
de Dunant. El libro contenía también el texto de Un souvenir de Solferino.
Dunant comenzó un intercambio de correspondencia con Bertha von Suttner y
escribió numerosos artículos. También fue particularmente activo al escribir
sobre los derechos de las mujeres y, en 1897 facilitó la fundación de la
organización femenina «Cruz Verde».
Premio
Nobel de la Paz
En 1901, Dunant recibió
el primer Premio Nobel de la Paz por su papel al fundar el Movimiento
Internacional de la Cruz Roja e iniciar la Convención de Ginebra. El médico
militar noruego Hans Daae, que había recibido una copia del libro de Rudolf
Müller, abogó por el caso Dunant ante el comité Nobel.
Recibió el premio
conjuntamente con el pacifista francés Frédéric Passy, fundador de la Liga de
la Paz y activo con Dunant en la Alianza por el Orden y la Civilización. Las
felicitaciones oficiales que recibió del Comité Internacional representaron
finalmente la rehabilitación largamente debida a la reputación de Dunant:
Moynier y el Comité
Internacional en conjunto habían sido también nominados para el premio. Aunque
Dunant fue apoyado por un amplio espectro en el proceso de selección, era aún
un candidato controvertido. Algunos argumentaron que la Cruz Roja y la
Convención de Ginebra hicieron la guerra más atractiva e imaginable al eliminar
algunos de sus sufrimientos.
Henri
Dunant
Por lo tanto, Rudolf
Müller, en una carta al comité, argumentó que el premio debería dividirse entre
Dunant y Passy, que estuvo durante algún tiempo en el debate como candidato a
recibir el premio en solitario. Müller sugirió que si un premio debía dársele a
Dunant, debería dársele inmediatamente debido a su avanzada edad y mala salud.
Al dividir el premio
entre un pacifista estricto como Passy y el humanitario Dunant, el Comité Nobel
sentó un precedente para las condiciones del premio Nobel de la Paz que tendría
significativas consecuencias en años posteriores. Una sección del testamento de
Nobel había indicado que el premio debería ir a un individuo que hubiese
trabajado para reducir o eliminar los ejércitos o directamente promover conferencias
de paz, lo que hizo de Passy una elección natural por su trabajo. Por otro
lado, distinguir el esfuerzo humanitario en solitario hubiera sido visto por
algunos como una interpretación amplia del testamento de Nobel.
Sin embargo, otra parte
del testamento de Nobel marcaba el premio al individuo que mejor realzara la
«hermandad de los pueblos», que podía leerse de manera más general como trabajo
humanitario como el de Dunant, conectado a la pacificación también. Muchos
receptores posteriores del premio Nobel de la Paz pueden entenderse enmarcados
en una de estas dos categorías establecidas en líneas generales por la decisión
del Comité Nobel en 1901.
Hans Daae consiguió
colocar la parte de Dunant del dinero del premio, 104.000 francos suizos, en un
banco noruego evitando así que lo alcanzaran sus acreedores. Dunant nunca gastó
nada de ese dinero durante su vida.
Fallecimiento
y entierro
Entre otros muchos
premios en los años siguientes, en 1903 a Dunant se le concedió un doctorado
honorario por la Facultad de Medicina de la Universidad de Heidelberg. Vivió en
la residencia de la tercera edad de Heiden hasta su muerte. En sus últimos años
de vida, sufrió depresión y paranoia sobre persecución por sus acreedores y
Moynier.
Hubo incluso días en los
que Dunant insistía en que el cocinero de la residencia probara primero su
comida ante sus ojos para protegerlo de un posible envenenamiento. Aunque
siguió profesando creencias cristianas, en sus últimos años rechazó y atacó el
calvinismo y la religión organizada en general.
De acuerdo con sus
cuidadoras, el acto último de su vida fue enviar una copia del libro de Müller
a la reina de Italia con una dedicatoria personal. Murió el 30 de octubre de
1910 a las diez de la noche, a la edad de 82 años, irónicamente sobreviviendo a
su némesis Moynier por dos meses justos. A pesar de las felicitaciones con
motivo del premio Nobel, no se reconciliaron.
De acuerdo con sus
deseos, fue enterrado sin ceremonia en el Cementerio Sihlfeld en Zúrich. En su
testamento, donó fondos para asegurar una «cama libre» en la residencia de
Heiden siempre disponible para un ciudadano pobre de la región y legó algún
dinero a amigos y organizaciones de caridad en Noruega y Suiza. El resto de los
fondos fueron a sus acreedores, liquidando parte de su deuda. Su incapacidad
para satisfacer todas sus deudas fue algo que le pesó gravemente hasta su
muerte.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Henri_Dunant
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