Helen Adams Keller
Helen Keller nació con
una capacidad normal de ver y oír y alrededor de su primer año de vida, comenzó a caminar. Tenía una excelente visión, a tal punto que era
capaz de distinguir fácilmente
un alfiler caído
en el suelo. Según
su madre, fue capaz de decir algunas palabras a la edad de seis meses; logró balbucear «hola» y en una oportunidad
irrumpió
en una reunión
solicitando «té, té, té».
Algunas palabras, entre ellas «agua», fueron retenidas en su memoria incluso
después de su enfermedad.
A la edad de 19 meses,
sufrió una grave patología que los médicos de la época llamaron congestión
cerebro-estomacal, aunque especialistas modernos sugieren que pudo haber sido
escarlatina, sarampión o meningitis.
Un pediatra pensó que su vida corría peligro y se sorprendió gratamente al
observar que los picos de fiebre descendieron luego y, por consiguiente, logró
recuperarse. Sin embargo, la
enfermedad dejó
secuelas importantes a su paso: la pérdida total de la audición y la visión.
Tras ello, se convirtió
en una niña
vanidosa y demandante que se enfurece con facilidad. Su enojo producido por
sentirse diferente de otras personas se convirtió en ataques de furia al
comprobar que los demás
utilizaban la boca para comunicarse, y no gestos.
Helen pasó sus primeros
años en la granja de su familia, donde disfrutaba de caminar alrededor de los
jardines y estar en contacto con los animales de ahí. Durante el período previo a la llegada
de Anne Sullivan, no era capaz de comunicarse con su familia aunque expresaba
sus deseos mediante gestos.
Para la edad de siete años,
Helen utilizaba aproximadamente 60 signos caseros. A pesar de su falta de
audición
y visión,
tenía
como asidua compañera
a la hija de la cocinera, Martha Washington,
una niña
negra seis años
mayor con la que solía
entretenerse a diario.
A la edad de cinco años,
la familia Keller se mudó de hogar. A pesar de que dudaban que Helen fuera
susceptible de instrucción,
su madre Kate, inspirada en el libro de viaje Notas de América de Charles Dickens,
donde Laura Bridgman logra instruirse gracias a Samuel Howie a pesar de su
discapacidad, envío en 1886 a su hija a Baltimore acompañada de su padre a
pedir el consejo del otorrinolaringólogo J. Julian Chisolm.
Él les recomendó a Alexander Graham
Bell, que estaba trabajando con niños sordos en Washington. Bell, por su
parte, los derivó al Instituto Perkins para Ciegos, una escuela en el sur de
Boston donde Bridgman había sido educada. Michael Anagnos, director de la
entidad, le solicitó
Anne Sullivan, una ex estudiante de 20 años con discapacidad visual, que se
convirtiera en la instructora de Keller.
Anne Sullivan, una
persona con discapacidad visual graduada del Instituto Perkins para Ciegos,
llegó a la casa de Helen en marzo de 1887.
En su autobiografía,
Keller diría:
«Me maravillo al pensar
en los inconmensurables contrastes que había entre las dos vidas que reunió ese encuentro».
Inmediatamente, solicitó
una habitación
separada para facilitar la comprensión de los conocimientos de Helen
y comenzó
a enseñarle
a comunicarse por medio del deletreo de palabras en su mano. Al principio se
resistió
ya que no entendía
que había
una única
palabra asignada para cada objeto. De hecho, cuando trató de enseñarle la palabra «taza»,
Helen se frustró tanto que rompió su pocillo.
El gran avance de Keller en la comunicación llegó el mes siguiente,
cuando se dio cuenta de que los movimientos que su maestra hacía en la palma de su mano
mientras hacía
correr agua fresca sobre su otra mano simbolizaban la idea de «agua». Durante
un mes, no fue capaz de distinguir la diferencia entre verbos y sustantivos,
pero sí
comprendió
que existía
una relación
entre las palabras y los objetos rápidamente. Con el paso de los días, aprendió a formar frases y
deletrear por el mismo procedimiento algunas palabras y verbos tales como
«alfiler», «sombrero», «levantarse», «sentarse» y «andar».
Según Keller, en muchas
ocasiones el aprendizaje de nuevas palabras revivía en su mente una imagen olvidada
producto de alguna sensación.
Fue por esa época
cuando comenzó
a percibir ideas abstractas al comprender que la palabra también podía designar un
sentimiento. Desde un comienzo, su educadora mantuvo la regla de dirigirse
hacia ella como cualquier otro niño, con la diferencia de que en lugar de
pronunciar palabras, las deletreaba en su mano.
Si Helen era incapaz de hallar las palabras justas para la expresión de sus pensamientos,
su instructora las suplían
las respondía
por sí
misma.
A diferencia de los
sordos, los niños comunes aprenden las palabras por imitación y las
conversaciones del entorno estimulan su inteligencia, les sugieren objetos y
los llevan a expresar espontáneamente sus propios pensamientos. La repetición de las palabras era un
mecanismo fundamental para Sullivan, quien a su vez le enseñó a Helen con gran
dificultad a tomar parte en las conversaciones mediante el deletreo de palabras
en las manos. Años más tarde, Keller la elegiría por su «particular
comprensión, inteligencia y tacto amable».
El siguiente desafío
para Helen fue aprender a leer. Luego de lograr un deletreo fluido, Sullivan le
proporcionó pequeños cartones con letras en relieve con los que ordenaba
palabras y formaba oraciones cortas. Helen recordó un ejercicio en su
autobiografía: «Por ejemplo, después de haber hallado los cartoncitos con las
palabras “la muñeca está en la cama”, yo colocaba cada palabra sobre su objeto;
luego metía la muñeca en la cama con estas palabras a su lado... Esto
constituía una frase, y asociaba en mi mente las ideas de las cosas expresadas
por las palabras con el acto complejo que en conjunto revelaban».
Posteriormente, Helen recibió clases de aritmética, zoología y botánica con ayuda de su
maestra, quien le enseñó
a contar por medio de operaciones ensartadas por grupos.
Tres meses después del
inicio de su formación, fue capaz de leer y escribir mediante el sistema
braille y poco después, de utilizar el lápiz. Estaba tan fascinada con la
lectura que por las noches solía tomar libros escritos en braille para leerlos
bajo las sábanas de su cama.
Como resultado del trabajo realizado, el carácter de Helen cambió rotundamente y llegó a ser más civilizada y amable.
También
aprendió
a leer los labios de las personas mediante el tacto y la percepción del
movimiento y las vibraciones de los mismos.
Anagnos quedó
tan sorprendido con el avance de Helen que escribió algunas notas al
respecto. Fue así
como su nombre comenzó
a aparecer en las primeras páginas de sus publicaciones.
Educación
secundaria
Sullivan acompañó a
Keller durante cuarenta y nueve años hasta su muerte. En mayo de 1888, ambas se
trasladaron al Instituto Perkins para Ciegos en Boston. Ahí, Helen entabló
amistad con todos los niños ciegos: «me sería imposible expresar cuánta fue mi
alegría, viendo que todos comprenden el alfabeto manual», confesó en su
autobiografía. Además, aprovechó su estadía para visitar Bunker
Hill, donde recibió
su primera lección de historia.
Cuando tenía diez años,
conoció a la sorda ciega noruega Ragnhild Kåta, que había logrado aprender a
hablar. Helen estaba ansiosa por alcanzar ese objetivo a pesar de que la
familia trató de disuadirla por temor a que experimentará una profunda
frustración en caso de no poder concretarlo. A pesar de eso, Sullivan condujo a
Keller con la educadora Sarah Fuller, la directora de la Escuela para Sordos
Horace Mann que se dedicaba a ayudar a hablar a personas con dicha discapacidad.
Fuller le proporcionó
once lecciones, utilizando un método llamado Tadoma
desarrollado a partir de Graham Bell, en el cual presionaba sus dedos sobre la
garganta del aprendiz y emitía un sonido, mientras que este sentía la posición y forma que la lengua
de Fuller tomaba al hablar para luego imitarla. Más tarde Helen practicó este método de forma
independiente con Sullivan a su lado y finalmente, fue capaz de articular su
garganta para pronunciar palabras, aunque su voz al final de su vida continuaba
siendo de difícil entendimiento para las personas.
En 1891, se produjo un
incidente que llevó al deterioro de la relación entre Keller y los directivos
del centro Perkins. El 4 de noviembre de ese año le envió como regalo de
cumpleaños a Anagnos una historia corta que ella misma había escrito llamada
The Frost King. Anagnos quedó fascinado y decidió publicarla en la revista de
la institución. Sin embargo, luego descubrió que la historia era exactamente
igual a una de la escritora infantil Margaret Canby, por lo que se sintió
engañado. Al parecer, Helen había leído el relato años antes y en el momento de
escribir The Frost King, se basó completamente en él inconscientemente. La
acusación de plagio fue muy hiriente para Helen y su maestra Anne, por lo que
en 1892 abandonaron el instituto Perkins. La explicación dada fue que la mente
de Helen pasó por un proceso de criptomnesia, fenómeno por el cual se produce
una alteración de la memoria consistente en evocar un recuerdo y no reconocerlo
como tal, de manera que la idea parece nueva y personal.
Este tipo de fenómenos
se suele dar en los casos de plagio involuntario, donde el sujeto cree haber
elaborado algo por primera vez mediante una combinación inédita de estímulos pero en realidad
era una idea recuperada tal y como fue almacenada en la memoria. Según
Sullivan, el relato de Canby llegó a manos de Helen en 1888 durante una visita
a su amiga Sophia Hopkins, que tenía una copia del mismo.
Mark Twain, quien admiraba profundamente a Keller, definió a la historia como
«completamente idiota y grotesca» en 1903.
Afortunadamente, Helen fue perdonada por Perkins décadas después y continuó colaborando con la
institución
mediante la donación
de libros en braille a la biblioteca e incluso, estuvo presente cuando el
edificio Keller-Sullivan se convirtió en la sede del Programa de Sordoceguera
de la escuela en 1956.
Posteriormente, dejó de
asistir a clases en escuelas y se dedicó a estudiar con su educadora y
profesores particulares. El éxito de su formación se debió no solo a su
voluntad sino también a la mejora del bienestar económico de su familia, que
podía permitirse el lujo de contratar a profesores y establecerla en colegios
privados. En 1894, Helen y Anne ayudaron a Juan D. Wright y al Dr. Thomas
Humason en el establecimiento de una escuela para sordos en Nueva York. Ese año
asistió a la Escuela para Sordos Wright-Humason, donde concurrió hasta 1896
para luego matricularse en la escuela de señoritas de Cambridge en
Massachusetts. Era acompañada siempre por Sullivan, quien le ayudaba con las tareas
y la lectura de libros, incluso luego de
su admisión
para continuar una carrera universitaria en el Radcliffe College.
Estudios
universitarios y formación de creencias
Keller llevó a cabo
pruebas preliminares para ingresar en el Radcliffe College desde el 29 de junio
al 3 de julio de 1897. Su sueño desde la infancia era poder ir a la
universidad. Si bien aprobó los exámenes, por
recomendación de sus profesores se incorporó a la institución recién en 1900.
Sus estudios fueron financiados por el magnate de la Standard Oil, Henry
Huttleston Rogers, y su esposa Abbie, a quienes había conocido por
intermedio de Mark Twain.
En la universidad, Helen se enfrentó a nuevos retos: sus manuales de
capacitación
debieron ser impresos en braille y las clases estaban repletas de gente, aunque
los profesores mantuvieron una atención especial para con ella, especialmente
con las asignaturas con las que tenía mayor dificultad, álgebra y geometría.
Radcliffe tuvo una gran
influencia en la formación de su ideología política izquierdista.
Comenzó
a interesarse por los derechos de los trabajadores cuando leyó que el mayor porcentaje
de ciegos se hallaba en los estratos bajos de la población debido a las
precarias condiciones laborales en las fábricas.
Posteriormente, se relaciona con movimientos socialistas femeninos y apoyó las causas de Emmeline
Pankhurst. Su origen sudista jugó
un papel controvertido en sus opiniones políticas a pesar de que siempre se
manifestó en contra de la esclavitud; el padre de Keller era un sudista «típico» y afirmó hasta el final de su
vida que los negros no eran personas.
Su madre tenía
una visión política más inclinada al liberalismo.
Mientras cursaba sus
estudios, Keller comenzó a escribir sus primeras obras. Su autobiografía, La
historia de mi vida, fue publicada por primera vez en el Ladies' Home Journal y
en 1903, fue editada en formato libro. La mayoría de los críticos elogiaron su obra
y posteriormente fue traducida a 50 idiomas y varias veces reimpresa en inglés.
Keller se graduó con
honores de la universidad en 1904, convirtiéndose en la primera persona sordociega
en obtener un título de grado. En el mismo año, Sullivan contrajo
matrimonio con John Macy, un socialista acérrimo con el que Keller leyó la obra filosófica de H. G. Wells, que
fortaleció
aún más sus puntos de vista
acerca de esa ideología.
Luego, se inclinó por la bibliografía de Marx y Engels, experiencia sobre la
que comentó: «Es como si hubiera estado dormida y despertado en un nuevo
mundo». En 1905, Keller se afilió formalmente al Partido
Socialista, lo que provocó que su imagen descendiera drásticamente
en Estados Unidos y se convirtiera en objeto de críticas y ridiculizaciones.
Los periodistas en este sentido señalaron que Keller no podía analizar objetivamente
la política
como consecuencia de su discapacidad.
Al finalizar la
universidad, Keller, Sullivan y Macy se trasladaron a una nueva vivienda en
Forest Hills, donde escribió varios libros: El mundo en el que vivo, Canción
del muro de piedra y Fuera de la oscuridad.
Paralelamente, mantuvo una correspondencia asidua con el filósofo y pedagogo
austríaco Wilhelm Jerusalem, que fue uno de los primeros en descubrir su
talento literario. En 1912, concedió el primer reportaje de
su vida a Ernest Gruening. Keller decidió incorporarse al Industrial Workers of
the World, organización
para la que escribió
entre 1916 y 1918, debido a que su partido era «demasiado lento... se
hunde en el pantano político», según manifestó en una entrevista a New
York Tribune.
Es casi, si no
imposible, para el partido mantener su carácter revolucionario en tanto ocupe
un puesto debajo del gobierno... El gobierno no respalda los intereses que el
Partido Socialista supuestamente debe representar. La tarea, cierto, es unir y
organizar a todos los trabajadores sobre una base económica y son los propios
trabajadores quienes deben asegurar la libertad para sí mismos, quienes deben
crecer fuerte. Nada puede ser adquirido por la acción política. Por eso me
convertí en un IWW.
La relación entre John
Macy y Anne Sullivan se deterioró cada vez más en los últimos años y en 1914 se
separaron formalmente. Sin embargo, no
llevaron a cabo los trámites
de divorcio y al momento de la muerte de Macy en 1932, aún figuraba como casada.
Si bien Keller nunca contrajo matrimonio, en una ocasión en la que Sullivan
estaba enferma y su nueva ayudante Polly Thomson se hallaba de vacaciones, el
secretario Peter Fagan comenzó a ayudarla en su rutina diaria por la ausencia
de ambas. Fagan se sintió atraído por Keller a tal punto que se le insinuó y le
propuso casamiento, lo que generó en Keller incomodidad y felicidad a la vez.
En su autobiografía, relató: «Su amor fue un sol radiante que brillaba ante mi
impotencia y aislamiento». Su familia reprobó la unión ya que consideraban que
una persona con discapacidad no podía casarse. En la sociedad de la época no se veía con buenos ojos que
una persona con discapacidad se casara y menos que albergara esos sentimientos.
Durante la Primera
Guerra Mundial, Keller se opuso al ingreso de Estados Unidos al conflicto
bélico y cofundó junto a George Kessler la organización Helen Keller
International, dedicada a realizar investigaciones sobre la visión, la salud y
la nutrición. En 1917, se manifestó a favor de la
Revolución Rusa y las políticas de Lenin
y en 1918, participó
en la creación
de la Unión
Estadounidense por las Libertades Civiles, cuyo propósito es defender y
preservar los derechos individuales y las libertades garantizadas a cada
persona por la Constitución y las leyes de los Estados Unidos.
Demostrando su apoyo a la campaña electoral del candidato socialista
Eugene V. Debs, le envió
correspondencia a la cárcel
donde se hallaba bajo el cargo de sedición a causa de su oposición a la Primera Guerra
Mundial. Antes de leer Progress and Poverty, Keller ya era una socialista
consolidada que creía
que el georgismo era fundamental para hallar el camino político y económico adecuado. Más tarde manifestó haber hallado «en la filosofía de Henry George una
rara belleza y el poder de la inspiración, y una espléndida fe en la nobleza
esencial de la naturaleza humana.»
Keller se convirtió en
una oradora y autora de fama mundial,
y fue considerada a la vez una ferviente defensora de las personas con discapacidad.
mantuvo una postura pacifista a lo largo de su vida y tocó en sus escritos temas
controvertidos como la prostitución y la sífilis (una de las
causantes de la ceguera).
Luego de unirse al Partido Socialista, se dedicó a realizar arduas campañas y
escritos sobre la clase trabajadora, especialmente desde 1909 a 1921. Por otra
parte, conoció personalmente a todos los presidentes de Estados Unidos desde
Grover Cleveland a John F. Kennedy.
Los periodistas que
habían elogiado su valor e inteligencia antes de que se identificara como
socialista ahora hacían hincapié en sus incapacidades; un editor del Brooklyn
Eagle escribió que «sus errores surgieron por las limitaciones manifiestas en
su desarrollo», a lo que Keller respondió en una carta: «En ese tiempo sus
cumplidos hacia mi eran tan generosos que me sonrojo al recordarlos. Pero ahora
que apoyó al socialismo me recuerda a mí y al público que soy ciega y sorda y
especialmente responsable de errar. Debo haberme empequeñecido en inteligencia
desde que lo conocí... ¡Oh, ridículo Brooklyn Eagle! Socialmente sordo y ciego,
defiende un sistema intolerable, un sistema que es la causa de gran parte de la
ceguera y sordera física que nosotros tratamos de prevenir».
Keller se incorporó
a la vez a organizaciones reconocidas por su lucha contra el racismo en Estados
Unidos, incluyendo la National Association for the Advancement of Colored
People.
Las actividades de
Keller durante la guerra atrajeron a muchos cineastas. La idea de realizar un
documental sobre su vida llegó por primera vez de la mano del escritor
norteamericano Francis Trevelyan Miller. El rodaje se llevó a cabo en el estudio
«Brunton» bajo la dirección de George Foster Platt y la colaboración de Lawrence
Fowler y Arthur Todd. De acuerdo con Keller, el director tuvo que desarrollar
un sistema especial para comunicarse con ella y requirió de la ayuda de Polly
Thomson para que le tradujera sus palabras a Keller mediante el alfabeto manual.
La película
muda se tituló
Deliverance y se estrenó
en 1919.
Durante los años de
1920, Keller comenzó a viajar por todo el país realizando conferencias en
compañía de Sullivan. Luego de 1924,
se retiró
casi completamente de la actividad política para dedicarse al trabajo con personas
de discapacidad visual, tarea que le fue facilitada al ingresar a la Fundación
Americana para Ciegos. Ahí, no solo sirvió como profesora sino también como
activista por los derechos de las personas con ceguera,
que a menudo eran incorrectamente educadas y puestas en asilos. Sus esfuerzos
fueron un factor importante en el cambio de estas condiciones.
En 1932, fue nombrada vicepresidente del Real Instituto para Ciegos en el Reino
Unido.
Anne Sullivan, su
compañera durante 49 años, murió en 1936 después de un período en coma, con
Keller sosteniéndole la mano a su lado. Tras su deceso, Thomson y ella se mudaron
a Westport, Connecticut. Su muerte
significó
una pérdida
severa para Keller, quien en 1929
había
escrito: «Ofrezco
una súplica
temblorosa al Señor,
porque si ella se va, voy a quedar realmente ciega y sorda».
En 1937, Keller viajó a
Japón, donde conoció la historia del perro Hachiko. Admitió que le gustaría
tener un ejemplar de su raza y al cabo de un mes, se le obsequió un Akita Inu
llamado «Kamikaze-go». Cuando murió de moquillo canino al poco tiempo, el
gobierno japonés le otorgó a su hermano, «Kenzan-go», como regalo oficial por
parte del Estado en julio de 1938. Se le atribuye a Keller el haber introducido
y popularizado al akita en Estados Unidos gracias a estos dos ejemplares.
En sus propias palabras, «nunca sentí la misma ternura por
cualquier otro animal doméstico. Él (el akita) es amable,
sociable y confiable».
Después de ser nombrada
embajadora en Relaciones Internacionales por parte de la American Foundation
for Overseas Blind, comenzó a realizar giras a lo largo del mundo.
Entre 1946 y 1957, Keller visitó 35 países de Sudamérica, Europa y África,
con las estadías
financiadas por el Departamento y la Fundación Americana para Ciegos. En 1948,
tres años
después
de los bombardeos atómicos,
efectuó
una visita a Hiroshima y Nagasaki como parte de su programa de oposición a la guerra y se mostró encantada con la cálida bienvenida que
recibió por parte de dos millones de personas en estas ciudades.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, visitó a soldados que habían perdido la vista o el
oído durante el combate
con el fin de ofrecerles contención y ánimo. Con la colaboración de Nella Henney, la
biógrafa de Sullivan, ambas se dedicaron a editar sus memorias luego de su
muerte. En 1954, participó en el rodaje del documental Helen Keller
in Her Story, dirigida por Nancy Hamilton y narrada por Katharine Cornell, que
obtuvo el premio Óscar al mejor documental largo.
Junto a Polly Thomson,
viajó por todo el mundo y recaudó fondos para los ciegos. En 1957, Thomson
sufrió un derrame cerebral del que no se recuperó y murió en 1960.
Luego de su muerte, fue sustituida por Winnie Corbally, quien la acompañó el
resto de su vida. En 1961, Keller sufrió una serie de derrames
cerebrales que la obligaron a utilizar una silla de ruedas y reducir sus
actividades sociales y apariciones públicas.
Debido a eso, en 1964 no pudo concurrir a la ceremonia donde recibió la Medalla
Presidencial de la Libertad, uno de los reconocimientos civiles más
prestigiosos de Estados Unidos, por parte del presidente Lyndon Johnson. En
1965, fue incluida en el National Women's Hall of Fame durante la Feria Mundial
de Nueva York.
Keller falleció a los 87 años mientras dormía, a las 3.35 UTC-5 del 1 de junio de 1968, en su residencia «Arcan Ridge» de Easton, Connecticut, días después de sufrir un ataque cardíaco. Después de llevarse a cabo el funeral, fue incinerada y sus cenizas fueron colocadas en la Catedral Nacional de Washington, junto a las de Sullivan y Thomson. Poco antes de morir, Keller había exclamado: «En estos oscuros y silenciosos años, Dios ha estado utilizando mi vida para un propósito que no conozco, pero un día lo entenderé y entonces estaré satisfecha».
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Helen_Keller
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