Manuel María Lombardini
Lombardini nació en la
ciudad de México el 23 de julio de 1802; hijo del segundo matrimonio de Juan
Domingo Lombardini Llano con Mariana Josefa de la Torre Sánchez-Leñero, quienes
se casaron el 19 de marzo de 1793. Lombardini era el sexto de siete hijos.
Fue bautizado dos días
después de su nacimiento con los nombres de Manuel Apolinario José María
Ignacio Antonio. Su padre, veracruzano de ascendencia italiana, era contador en
el Ayuntamiento de la Nueva España y administrador de los tributos en la capital.
Su madre era originaria de la ciudad de México, estaba dedicada a las labores
domésticas y al cuidado de su numerosa familia. El padre de Lombardini había
estado casado en primeras instancias con Antonia Josefa de León Hernández, con
quien concibió cinco hijos.
Manuel Lombardini
recibió su educación básica, como cualquier hijo de una familia de buena
posición económica, en su domicilio con clases particulares, donde aprendió las
primeras letras.
Carrera
militar y política
Como muchos jóvenes de
su época, Lombardini inició su carrera en el ejército mexicano; estuvo de
meritorio en las oficinas de artillería y el 1 de agosto de 1814 se enlistó en
la Compañía de Patriotas de Tacubaya; por sus inclinaciones a favor de la
independencia emigró a la capital en agosto de 1821 para unirse a los
independientes que militaban bajo las órdenes de Agustín de Iturbide,
presentándose en el escuadrón número 6 de caballería de Toluca. Allí obtuvo sus
cordones de cadete y bajo el mando del general Vicente Filisola, fue parte del
sitio en México.
Un año después se retiró
del servicio; y el 3 de octubre de 1821 contrajo matrimonio en la ciudad de
México con una dama de rica y respetable familia capitalina Guadalupe Lemos,
con quien tuvo dos hijos. Los acontecimientos políticos que antecedieron a la
conspiración del padre Joaquín Arenas lo hicieron retomar su carrera; cuando
los partidos que se disputaban el gobierno prometían ser poderosos, Lombardini
se unió a los yorkinos como subteniente miliciano, cargo que le fue dado en
diciembre de 1826. Concurrió al asalto de Tulancingo el 7 de enero de 1828,
donde fueron destruidos los escoceses. Lombardini siguió afiliado al partido
yorkino exaltado que quería el despojo de empleos y la expulsión general de los
españoles.
Durante el motín de la
Acordada; sostuvo el gobierno durante los días en que le fue arrebatado el
poder al presidente constitucional, Manuel Gómez Pedraza. Se afilió al Plan de
Jalapa y militó en las fuerzas destinadas a combatir a Vicente Guerrero en
Chietla y Oaxaca; pese a sus esfuerzos, no fue ascendido a coronel sino hasta
1830. Su fidelidad hacia Antonio López de Santa Anna era por todos conocida; se
pronunció a su favor en Lerma por el plan de Veracruz en abril de 1832. Se unió
a las tropas del general Ignacio Inclán con veinticinco soldados armados que
sacó de la ciudad de México, sin éxito, fue ascendido a capitán de veteranos a
fines de ese año; después de unirse al pronunciamiento de Gabriel Valencia en
septiembre, a quien ayudó entrando a Zumpango, concurrió a la toma de Lerma y
de Toluca, al sitio de México y a acción de Casas-Blancas; Lombardini estuvo en
el combate del rancho de Posadas y al triunfar revivió por parte de Santa Anna
el grado de teniente coronel. Con el apoyo de Valencia, con quien su familia
tenía una buena amistad, marchó sobre el pueblo de Zacapoaxtla y ayudó
eficientemente con sus consejos a establecer el orden. En junio de 1834 se
distinguió en el sitio de Puebla mandando a una sección que el general Vicente
Arreola puso bajo su mando. Por ese tiempo le fue dado a Lombardini el empleo
efectivo a que estaba graduado y el grado de coronel, quedando el batallón del
11° Regimiento de Infantería a sus órdenes.
Combatió a los
estadounidenses en la segunda campaña de Texas bajo las órdenes del general
Nicolás Bravo en octubre de 1836; dos años después, peleó contra los franceses
en la Guerra de los Pasteles, marchó a Veracruz y después a Tuxpan con la
fuerza que mandaba el general Cos; fue hecho prisionero cuando este jefe perdió
contra los jefes federalistas Urrea y Mejía. Regresó a la ciudad de México y se
unió a Valencia; Lombardini se presentó la mañana del 15 de julio de 1840 en la
Ciudadela, reunió el regimiento de Comercio y el batallón de Inválidos y
dirigió la columna de ataque que operó sobre los sublevados de Palacio; poco
antes fue ascendido a coronel y luego ascendió a general graduado.
Por la sedición que
estalló en la capital el 31 de agosto de 1841 al mando de Valencia, se
pronunció por el Plan de Regeneración; triunfante la rebelión ascendió a
general de brigada, cuyo grado tenía al subir a la Presidencia. Peleó contra
los estadounidenses en la intervención de 1846-1847; fue herido en la cara
durante la batalla de la Angostura del 22 de febrero de 1847 y por su entrega
le fue concedida honorífica mención;1
cuando el ejército
mexicano desocupó
la capital en septiembre de 1847 salieron las fuerzas bajo su mando. Ese mismo
año fue nombrado
comandante de Querétaro
y en 1849 jefe de la Plana Mayor del Ejército, cargo en el que defendió a los
militares desechados en la administración de Mariano Arista.
En 1853 era comandante
de la guarnición de México; ese año se declaró partidario de la rebelión y del
Plan de Jalisco y se sublevó para adherirse. Por ello, el 2 de enero fue
obligado violentamente a abandonar la Ciudad de México por los soldados del
gobierno de Mariano Arista; instalándose en Tlalpan hasta el ascenso a la
presidencia de Juan Bautista Ceballos.
Presidencia
(1853)
Dada la transitoriedad
de su gobierno; Lombardini se abstuvo de organizar un gabinete y dirigió sus
esfuerzos a destruir las causas de la guerra civil; en uno de sus discursos
ofreció no atacar las garantías y lo cumplió. Aumentó con dos individuos por
cada Estado la comisión que entendía el arancel y nombró a José María Tornel y
a Joaquín Castillo para que celebraran un tratado con el ministro
norteamericano Alfred Conkling sobre afianzar la neutralidad del paso por el
istmo de Tehuantepec. La vía de comunicación se haría por la parte navegable
del río Coatzacoalcos, se haría un camino de madera que debería terminarse en
cuatro años, para posteriormente construir una vía de ferrocarril. Los muelles
y los diques de los puertos serían construidos por la compañía mixta de Sloo, el
gobierno percibiría durante cincuenta años el 20% de los rendimientos líquidos
del camino, al terminar este período, la infraestructura pasaría a ser parte
del gobierno mexicano. Adicionalmente se construirían faros en Acapulco y en el
arrecife Alacranes. No se permitiría la organización de fuerzas militares ni el
paso de tropas extranjeras. Todos los pueblos del mundo tendrían tránsito
libre, pagando un aumento los que no celebrasen tratados con México.1
Por otra parte, mandó
a dar la mitad de los viáticos
a los diputados y senadores, despedidos durante el gobierno de Ceballos, que
quisieran volver a sus hogares. El nuevo presidente Lombardini recordó varias
disposiciones referentes al estanco del tabaco.
En lo militar,
Lombardini convirtió en cuerpo permanente el batallón cívico Bravos, dispuso el
restablecimiento de los batallones activos de Querétaro, Aguascalientes,
Guanajuato, Guadalajara, San Luis Potosí y Morelia e invitó a muchos militares
que habían sido olvidados, a participar en su administración.2
Dio ascensos a los militantes, confirió insignias militares; mandó a sacar de los empeños las cruces de honor y
una Junta se encargó
de llamar al servicio a los jefes y oficiales que habían sido destituidos por
cuestiones políticas.
Se reunieron en las cercanías de la capital doce mil soldados a cuyo mando
estaba el general Martín Carrera; el general Pedro Ampudia fue nombrado jefe de
la Plana Mayor y el general Corona comandante general de México. Muchos estados
se oponían a la administración de Lombardini; no atendió las complicaciones que
sobrevinieron de la simultánea existencia del Plan de Jalisco, el
pronunciamiento de la capital el 20 de enero, los cambios introducidos por los
convenios de Arroyozarco y México; el pronunciamiento de Veracruz. Con
excepción de Sonora, Guerrero, Guanajuato y Baja California; todo el país
estaba invadido por los revolucionarios. Yucatán y el estado de México
sostenían el Plan de Jalisco; Zacatecas, Nuevo León y Coahuila se adhirieron al
pronunciamiento de México. En algunas poblaciones fueron aceptados de lleno los
convenios, en otras bajo ciertas restricciones o reformas, y en muchos lugares
se encontraron grandes resistencias; encargándose Lombardini de sofocarlas.
Lucas Alamán escribió
una carta a Antonio López de Santa Anna, en la que establecía los principios
que a su juicio debían fundamentar el proyecto político de los conservadores.
Lombardini aprobó los razonamientos de Alamán y preparó una farsa electoral
para legitimar el retorno del caudillo. Emitidos los votos de los estados para
presidente, aparecieron simultáneamente propuestas para que se conservara el
sistema federal y se cumpliera el Plan de Jalisco. Por Santa Anna votaron la
mayoría, esperando que él pudiera poner orden en el país. Conforme al Plan de
Jalisco y los convenios, Lombardini hizo llamar a Santa Anna y envió una
comisión para notificarle los acontecimientos. El gobierno de Lombardini
subsistió debido a que todos confiaban en él para hacer regresar a Santa Anna.
Durante su
administración, Lombardini trabajó solamente en prepararle el terreno a Santa
Anna para cuando llegara a gobernar nuevamente; quién ejerció mucha influencia
en las decisiones que tomó el presidente provisional durante su administración.
Lombardini dispuso la organización de nuevos batallones; arregló con Jean
Baptiste Jecker el arrendamiento de las casas de Moneda por diez años, envió
tropas sobre Zacatecas que no reconocían su gobierno. Cuando Santa Anna llegó a
México y desembarcó en Veracruz; Lombardini envió tropas para recibirle. El
caudillo comenzó a avanzar a la capital y Lombardini se limitó a dictar
únicamente disposiciones administrativas hasta el arribo de Santa Anna.
Expidió una ley para
juzgar militarmente a ladrones y bandidos; ordenó que en las escuelas
capitalinas fuera enseñada la doctrina cristiana por el catecismo del Padre
Ripalda y que en ella rezaran los niños todos los días por lo menos media hora
durante la mañana y tarde; reglamentó la instrucción primaria y también dio algunas
disposiciones acerca de los hijos naturales. Lombardini emitió un último
decreto mediante el cual designó a Santa Anna capitán general de mar y tierra,
con mando absoluto. Durante su administración fueron expedidos más de
novecientos despachos militares. Asimismo hubo algunas mejoras en cuanto a las
vías de transporte terrestre y marítimo; mandó arreglar los caminos a Veracruz
y a Acapulco y reguló la navegación en el lago de Chalco; se creó, adjunta a la
Academia de San Carlos, la Escuela de Ingenieros. Lombardini gobernó un México
donde la situación era demasiado difícil. El general Juan Álvarez, en el sur,
no reconocía su gobierno; Melchor Ocampo, gobernador de Michoacán, dimitió el
cargo; en Oaxaca y Puebla fueron disueltas las legislaturas y se cambió a los
gobernadores.
Últimos
meses y muerte
Lombardini era un
bienintencionado hombre, más no poseía la capacidad como estadista. Cuando
Santa Anna, a quien fue fiel y leal hasta el último momento, llegó a México,
Lombardini gustosamente el entregó el poder ejecutivo el 20 de abril de 1853.
Al llegar Santa Anna a la capital el 20 de abril; Lombardini decretó la
ceremonia para darle posesión a la presidencia de la República y mandó a sus
oficiales mayores para recibirle hasta la villa de Guadalupe; quienes lo
condujeron hasta Palacio Nacional donde Lombardini le entregó el poder. En
compensación por sus servicios, Santa Anna como primer acto de su
administración lo nombró jefe de la guarnición de la capital. Con este puesto
Lombardini se adhirió al acta levantada en Guadalajara, que proclamó revestir a
Santa Anna con facultades amplísimas para atender todos los rubros de su
gobierno y para que éste eligiera a la persona que había de relevarlo en caso
de fallecimiento y otra causa que lo inhabilitara.
El presidente Santa Anna
lo nombró después jefe del Estado Mayor del Ejército y comandante general del
Distrito. A los 51 años de edad, a causa de una pulmonía, Lombardini murió en
su residencia de la ciudad de México a las siete de la mañana del 22 de diciembre
de 1853. Como siempre se distinguió por su lealtad, fidelidad y amistad hacia
Santa Anna, éste hizo que fuera enterrado con honores en la Iglesia de San
Francisco, años después fue sepultado en el Panteón de San Fernando.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Mar%C3%ADa_Lombardini
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