Jorge Luis Borges
Primeros
años
Borges consideraba que
había heredado dos tradiciones de sus antepasados: una militar y otra literaria.
Su árbol genealógico lo entronca con ilustres familias argentinas de estirpe
criolla y anglosajona, así como también española y portuguesa. Desciende de
militares que tomaron parte en la independencia Argentina, como Francisco
Narciso de Laprida, que presidió el Congreso de Tucumán y firmó el Acta de la
Independencia; Francisco Borges Lafinur —su abuelo paterno—, un coronel
uruguayo; Edward Young Haslam —su bisabuelo paterno, un poeta romántico que
editó uno de los primeros periódicos ingleses del Río de Plata, el Southern
Cross; Manuel Isidoro Suárez —su bisabuelo materno— fue un coronel de las
guerras de la Independencia; Juan Crisóstomo Lafinur —su tío paterno— un poeta
argentino autor de composiciones románticas, patrióticas y profesor de Filosofía;
Isidoro de Acevedo Laprida —su abuelo materno— un militar que luchó contra Juan
Manuel de Rosas.
Su padre, Jorge
Guillermo Borges, quien pertenecía a una familia de origen portugués,
fue un abogado argentino, nacido en Entre Ríos, que se dedicó a
impartir clases de psicología. Era un ávido lector y tenía aspiraciones
literarias que concretó en una novela, El caudillo, y algunos poemas; además
tradujo a Omar Jayyam de la versión inglesa de Edward FitzGerald. Para 1970,
Jorge Luis recordaba con estas palabras a su padre: «Él me reveló el poder de
la poesía: el hecho de que las palabras sean no sólo un medio de comunicación
sino símbolos mágicos y música».
Su madre, Leonor Acevedo
Suárez, era porteña, aunque algunas fuentes la consideran uruguaya debido a que
era hija de orientales. Aprendió inglés de su marido y tradujo
varias obras al español.
La familia de su padre tenía orígenes españoles, portugueses e
ingleses; la de su madre, españoles y es posible que portugueses. En su
casa se hablaba tanto castellano como inglés,
por ende, Jorge Luis creció como bilingüe.
Jorge Luis nació el 24
de agosto de 1899 a los ocho meses de gestación, en una casa porteña de fines
del siglo XIX con patio y aljibe, dos elementos que se repetirán como un eco en
sus poesías. Su casa natal estaba en la calle Tucumán 840, pero su infancia
transcurrió un poco más al norte, en Serrano 2135, en el barrio porteño de
Palermo.
Su relación con la
literatura comenzó a muy temprana edad: a los cuatro años ya sabía leer y
escribir. Diría, ya con 71 años, que «si tuviera que señalar el hecho capital
de mi vida, diría la biblioteca de mi padre. En realidad, creo no haber salido
nunca de esa biblioteca. Es como si todavía la estuviera viendo… recuerdo con
nitidez los grabados en acero de la Chambers's Encyclopaedia y de la
Británica».
En 1905 comenzó a tomar
sus primeras lecciones con una institutriz británica.
Al año
siguiente escribió
su primer relato, La visera fatal, siguiendo páginas del Quijote. Además, esbozó en inglés un breve ensayo sobre
mitología
griega. A los once años
tradujo del inglés
El príncipe feliz, de Oscar Wilde, texto que se publicó en el periódico El País rubricado por Jorge
Borges. En el barrio de
Palermo, que por aquella época era un barrio marginal de
inmigrantes y cuchilleros, conoció las andanzas de los compadritos que
después poblaron sus ficciones. Borges ingresó al colegio directamente en el
cuarto grado. El inicio de su educación formal a los 9 años y en una escuela pública fue una
experiencia traumática
para Borges, los compañeros
se mofaban de aquel sabelotodo, que llevaba anteojos, vestía como un niño rico,
no se interesaba por los deportes y hablaba tartamudeando. Durante los cuatro
años de su permanencia en ese colegio, Borges no aprendió mucho más que algunas
palabras en lunfardo y varias estrategias para pasar desapercibido.
En 1914 el padre de
Borges se vio obligado a dejar su profesión, jubilándose de profesor debido a
la misma ceguera progresiva y hereditaria que décadas más tarde afectaría
también a su hijo. Junto con la familia,
se dirigió
a Europa para someterse a un tratamiento oftalmológico especial. Para
refugiarse de la Primera Guerra Mundial, la familia se instaló en Ginebra
(Suiza), donde el joven Borges y su hermana Norah —nacida el 4 de marzo de 1901— asistirían a la escuela. Borges
estudió francés y cursó el bachillerato en el Liceo Jean Calvin. El ambiente en
aquel establecimiento de inspiración protestante era completamente distinto
al de su anterior escuela de Palermo, sus compañeros, muchos de ellos
extranjeros como él,
apreciaban ahora sus conocimientos e inteligencia y no se burlaban de su
tartamudez.Durante esa época leyó sobre todo a los
prosistas del Realismo francés y a los poetas expresionistas y
simbolistas, especialmente a Rimbaud. A la vez, descubrió a Schopenhauer,
Nietzsche, Mauthner, Carlyle y Chesterton. Con la sola ayuda de un diccionario
aprendió por sí mismo el alemán y escribió sus primeros versos en francés.
Gracias al fin de las
hostilidades y después del fallecimiento de su abuela materna, la familia
Borges marchó a España en 1919. Inicialmente se instalaron en Barcelona y luego
se trasladaron a Palma de Mallorca. En esta última ciudad Borges escribió dos libros
que no publicó: Los ritmos rojos, poemas de elogio a la Revolución rusa, y Los
naipes del tahúr, un libro de cuentos. En Madrid y en Sevilla participó del
movimiento literario ultraísta, que luego encabezaría en Argentina y que
influiría poderosamente en su primera obra lírica. Colaboró con poemas y en la
crítica literaria en las revistas Ultra, Grecia, Cervantes, Hélices y
Cosmópolis. Su primera poesía, Himno al mar, escrita en el estilo de Walt
Whitman, fue publicada en la revista Grecia el 31 de diciembre de 1919.
En esta época conoció a
su futuro cuñado, Guillermo de Torre, y a algunos de los principales escritores
españoles de la época, como Rafael Cansinos-Assens —a quien frecuentaba en el
famoso Café Colonial y a quien siempre consideró su maestro— Ramón Gómez de la
Serna, Valle Inclán y Gerardo Diego.
Inicios
de su carrera literaria
El 4 de marzo de 1921,
junto con su abuela paterna —Frances Haslam, quien se les había unido en
Ginebra en 1916— sus padres y su hermana, Borges embarcó en el puerto de
Barcelona en el Reina Victoria Eugenia, que los devolvería a Buenos Aires. En
el puerto los esperaba el escritor, filósofo de la paradoja y humorista surreal
Macedonio Fernández, cuya amistad Borges heredaría de su padre. El contacto con
Buenos Aires llevó al poeta a una relación exaltada de «descubrimiento» con su
ciudad natal. Así comenzó a dar forma a la mitificación de los barrios
suburbanos, donde asentaría parte de su constante idealización de lo real. Ya
en Buenos Aires publicó en la revista española Cosmópolis, fundó la revista
mural Prisma (de la que sólo se publicaron dos números) y también publicó en
Nosotros, dirigida por Alfredo Bianchi. Por esa época conoció a Concepción
Guerrero, una joven de dieciséis años de quien se enamoró. En 1922 visitó a
Leopoldo Lugones junto a Eduardo González Lanuza para entregarle el último
número de Prisma. En agosto de 1924 fundó la revista ultraísta Proa junto con
Ricardo Güiraldes, autor de Don Segundo Sombra; Alfredo Brandán Caraffa y Pablo
Rojas Paz, aunque paulatinamente iría abandonando esa estética. En
1923, en víspera
de un segundo viaje a Europa, Borges publicó su primer libro de poesía, Fervor de Buenos
Aires, en el que se prefigura, según palabras del propio Borges, toda su
obra posterior. Fue una edición en la que se colaron algunas erratas y que,
además, carecía de prólogo. Para la tapa su hermana Norah realizó un grabado.
Se editaron unos trescientos ejemplares; los pocos que se conservan son
considerados tesoros por los bibliófilos y en algunos se aprecian correcciones
manuscritas realizadas por el mismo Borges. En Fervor de Buenos Aires es donde
confesó que, finalmente, «las calles de Buenos Aires/ya son mi entraña».
Después de un año en
España e instalado definitivamente en su ciudad natal a partir de 1924, Borges
colaboró en algunas revistas literarias y con dos libros adicionales, Luna de
enfrente e Inquisiciones —que nunca reeditó— establecería para 1925 su
reputación de jefe de la más joven vanguardia. En los siguientes treinta años
Borges se transformaría en uno de los más brillantes y más polémicos escritores
de América. Cansado del ultraísmo que él mismo había traído de España, intentó
fundar un nuevo tipo de regionalismo, enraizado en una perspectiva metafísica
de la realidad. Escribió cuentos y poemas sobre el suburbio porteño, sobre el
tango, sobre fatales peleas de cuchillo, como Hombre de la esquina rosada y El
puñal. Pronto se cansó también de este «ismo» y empezó a especular por escrito
sobre la narrativa fantástica o mágica, hasta el punto de producir durante dos
décadas —desde 1930 a 1950— algunas de las más extraordinarias ficciones del
siglo XX: Historia universal de la infamia, Ficciones, El Aleph, entre otros.
En 1930 Borges publicó
el ensayo Evaristo Carriego gracias al editor Manuel Gleizer y prologó una
exposición del pintor uruguayo Pedro Figari. Además, conoció a un joven
escritor de solo 17 años, que luego sería su amigo y con el que publicaría
numerosos textos, Adolfo Bioy Casares. En
el primer número
de la revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo, Borges colaboró con un artículo dedicado al coronel
Ascasubi. En este primer número, publicado en 1931, también contribuyeron la
propia Victoria Ocampo, Waldo Frank, Alfonso Reyes Ochoa, Jules Supervielle,
Ernest Ansermet, Walter Gropius, Ricardo Güiraldes y Pierre Drieu La Rochelle. Borges
publicó
dos años
más tarde una colección de ensayos y crítica literaria titulada
Discusión, la que abarca temas tan diversos como la poesía gauchesca, la
Cábala, temas filosóficos, el arte narrativo y hasta su opinión sobre clásicos
del cine. El 12 de agosto de 1933 comenzó a dirigir, junto con Ulyses Petit de
Murat, la Revista Multicolor de los sábados, suplemento cultural impreso a
color del diario populista Crítica que duraría hasta octubre de 1934. En
1935 editó
Historia universal de la infamia, una serie de relatos breves, entre ellos,
Hombre de la esquina rosada. Allí sigue interesado en el perfil mítico de
Buenos Aires iniciado en Evaristo Carriego. Al año siguiente se publicaron los
ensayos de Historia de la eternidad, donde —entre otros temas— Borges indaga
sobre la metáfora. En la revista quincenal El Hogar, comenzó a publicar la
columna de crítica de libros y autores extranjeros hasta 1939. Allí publicó
quincenalmente gran cantidad de reseñas bibliográficas, biografías sintéticas
de escritores y ensayos. Colaboró también en la revista Destiempo, editada por
Adolfo Bioy Casares y Manuel Peyrou, con ilustraciones de Xul Solar. Para la
editorial Sur tradujo A Room of One’s Own, de Virginia Woolf y al año siguiente
la novela Orlando de la misma autora.
En 1940 publicó
Antología
clásica
de la literatura argentina.
El Borges vanguardista y
más tarde bucólico se transformó en la década del 30 al Borges de la revista
Sur, con su cosmopolitismo de alto vuelo; al Borges metafísico que especuló
sobre el tiempo y el espacio y lo infinito, la vida y la muerte y si hay
destino para el hombre; al Borges que hace alardes de erudición y que ya
pergeña sus celebérrimos textos trampa: comentarios exhaustivos, por ejemplo,
de libros que no existen, o relatos que juntan y mezclan lo real con lo
ficticio. También se percibe un cambio en materia de estilo, una labor de poda
en las prosas y los metros, que pasan a ser más clásicos, más nítidos, más
sencillos.
Los años finales de esta
década fueron funestos para Borges: primero vino la muerte de la abuela Fanny;
después, la del padre, precedida de una muy lenta y penosa agonía. Borges se
vio arrojado de una vez, pero contundentemente al mundo de los adultos responsables.
Tenía que hacer lo que todos hacían desde edades bastante más tempranas:
trabajar, sacar adelante una familia. En esto tuvo suerte: con la ayuda del
poeta Francisco Luis Bernárdez, consiguió en 1938 un empleo en la biblioteca
municipal Miguel Cané del barrio porteño de Boedo. En esta poco concurrida
biblioteca pudo seguir haciendo lo que solía, pasarse los días entre libros,
leyendo y escribiendo. Después, el mismo Borges sufrió un grave accidente, al
golpearse la cabeza con una ventana, lo que lo llevó al borde de la muerte por
septicemia y que, oníricamente, reflejará en su cuento El sur. En la
convalecencia escribió el cuento Pierre Menard, autor del Quijote. Esos sueños
de convaleciente le sirvieron para escribir páginas espléndidas; fantasiosas
pero tramadas por su inconfundible mente de siempre, lúcida y penetrante.
Borges salió del trance afianzado en la idea que venía rumiando desde hacía
tiempo: que la realidad empírica es tan ilusoria como el mundo de las
ficciones, pero inferior a este, y que sólo las invenciones pueden
suministrarnos herramientas cognoscitivas confiables.
En 1940 publicó
Antología de literatura fantástica, en colaboración con Bioy Casares y Silvina
Ocampo, quienes ese mismo año contrajeron matrimonio, siendo Borges el testigo
de su boda. Prologó, además, el libro de Bioy Casares La invención de Morel.
Publicó
en 1941 Antología
Poética
Argentina y editó
el volumen de narraciones El jardín de senderos que se bifurcan, obra con
la que se hizo acreedor al Premio Nacional de Literatura. Al año siguiente
apareció Seis problemas para don Isidro Parodi, libro de narraciones que
escribió en colaboración con Bioy Casares. Lo firmaron con el seudónimo «H.
Bustos Domecq», el cual proviene de «Bustos», un bisabuelo cordobés de Borges,
y «Domecq», un bisabuelo de Bioy Casares. Bajo el título Poemas (1923-1943)
reunió en 1943 la labor poética de sus tres libros más los poemas publicados en
el diario La Nación y en la revista Sur. Presentó, junto con Bioy Casares, la
antología Los mejores cuentos policiales. Para esta época, Borges ya había
logrado un espacio en el reducido círculo de la vanguardia literaria argentina.
Su obra Ficciones recibió el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de
Escritores (SADE). En sus páginas se halla Tlön, Uqbar, Orbis Tertius,
sobrecogedora e insuperable metáfora del mundo.
En una reunión en la
casa de Bioy Casares y Silvina Ocampo, Borges conoció en agosto de 1944 a
Estela Canto, una joven atractiva, inteligente, cultivada y poco convencional,
que llamó su atención —acostumbrado a tratar en los círculos literario y social
con mujeres convencionales de la clase media o alta— y de quien se enamoró sin
ser correspondido. Estela era una mujer vanidosa y hasta su muerte se ufanaba
de haber conquistado el amor, y después la amistad de Borges, así como de haber
sido la destinataria de una colección de cartas de amor que mostraban hasta qué
punto el autor de Ficciones, que detestaba el sentimentalismo en la literatura,
podía ser profundamente sentimental en la vida.
La figura de Estela le
inspiró a Borges ciertos aspectos de El Aleph, uno de sus mejores cuentos. El
le dedicó a ella ese relato y le regaló el manuscrito original, el cual Estela
hizo subastar cuatro décadas más tarde en Sotheby's y fue vendido en más de 25
000 dólares a la Biblioteca Nacional de España.
Desafiando a su madre,
para quien Estela era una desclasada, Borges le propuso casamiento. Ese amor no
consumado, siempre agónico, terminó hacia fines de 1952.
En 1949 se editó su célebre
obra narrativa El Aleph, libro de género fantástico y que para la crítica es
casi unánimemente su mejor colección de relatos.
En 1946 Juan Domingo
Perón fue elegido presidente, venciendo así a la Unión Democrática. Borges, que
había apoyado a esta última, se manifestaba abiertamente en contra del nuevo
gobierno. Su fama de antiperonista lo acompañó toda su vida. Respecto al nuevo
gobierno, que Borges consideraba una dictadura, manifestó:
Las dictaduras fomentan la opresión, las dictaduras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad; más abominable es el hecho de que fomenten la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies de caudillos, vivas y mueras prefijados, ceremonias unánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez... Combatir estas tristes monotonías es uno de los muchos deberes del escritor ¿Habré de recordar a los lectores del Martín Fierro y de Don Segundo Sombra que el individualismo es una vieja virtud argentina?
Borges tuvo que
convertirse por necesidad en conferencista itinerante por diversas provincias
argentinas y uruguayas. Para ello, debió superar su tartamudez y su timidez con
ayuda médica. La necesidad también lo llevó a iniciarse en la tarea docente como
profesor de literatura inglesa en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza y,
más tarde, en la Universidad Católica.
Madurez
Los albores de la década
de 1950 marcaron el inicio del reconocimiento de Borges dentro y fuera de
Argentina. La Sociedad Argentina de Escritores lo nombró presidente en 1950,
cargo al que renunciaría tres años más tarde. Dictó conferencias en la
Universidad de la República de Uruguay, donde apareció su ensayo Aspectos de la
literatura gauchesca. Editó en México Antiguas literaturas germánicas, escrito
en colaboración con Delia Ingenieros. También en ese mismo año se publicó en
París la primera traducción francesa de su narrativa (Fictions) y en Buenos
Aires la serie de cuentos La muerte y la brújula. En 1952 aparecieron los ensayos
de Otras inquisiciones y se reeditó un ensayo sobre lingüística porteña
titulado El idioma de los argentinos, junto con El idioma de Buenos Aires de
José Edmundo Clemente. Apareció también la segunda edición de El Aleph, con
nuevos cuentos. Borges publicó El Martín
Fierro, ensayo que tuvo una segunda edición dentro del año. Bajo el cuidado de
José Edmundo Clemente, la editorial Emecé comenzó a publicar sus Obras
Completas. En 1954 el director cinematográfico Leopoldo Torre Nilsson dirigió
la película Días de odio, basado en el cuento de Borges Emma Zunz.
Tras un golpe militar
—denominado Revolución Libertadora— que derrocó al gobierno peronista, Borges
fue designado en 1955 director de la Biblioteca Nacional, cargo que ocuparía
por espacio de 18 años. En diciembre de ese mismo año fue incorporado a la
Academia Argentina de Letras. Publicó Los orilleros, El paraíso de los
creyentes, Cuentos breves y extraordinarios, Poesía gauchesca, La hermana
Eloísa y Leopoldo Lugones. Se le confirmó, además, en la cátedra de Literatura
Alemana y, luego, como director del Instituto de Literatura Alemana en la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. La revista
Ciudad le dedicó un volumen crítico y bibliográfico sobre su obra. Apareció
Ficciones en italiano, bajo el título La Biblioteca di Babele. Tras varios
accidentes y algunas operaciones, un oftalmólogo le prohibió leer y escribir.
Aunque aún distinguía luces y sombras, esta prohibición cambió profundamente su
práctica literaria. Borges se fue quedando ciego como consecuencia de la
enfermedad congénita que había ya afectado a su padre. El hecho no fue
repentino («Se ha extendido desde 1899 sin momentos dramáticos, un lento
crepúsculo que duró más de medio siglo»),
sino que más
bien se trató
de un proceso; como fuere, esto no le impidió seguir con su carrera de
escritor, ensayista y conferencista, así como tampoco significó para él el
abandono de la lectura —hacía que le leyesen en voz alta— ni del aprendizaje de
nuevas lenguas. El haber sido nombrado
director de la Biblioteca Nacional y, en el mismo año, comprender la
profundización de su ceguera fue percibido por Borges como una contradicción
del destino. Él mismo lo relató en una conferencia dos décadas más tarde: «Poco
a poco fui comprendiendo la extraña ironía de los hechos. Yo siempre me había
imaginado el Paraíso bajo la especie de una biblioteca. Ahí estaba yo. Era, de
algún modo, el centro de novecientos mil volúmenes en diversos idiomas.
Comprobé que apenas podía descifrar las carátulas y los lomos. Entonces escribí
el Poema de los dones»:
Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.
En 1956 dictó el curso
de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, fue nombrado
catedrático titular en la misma universidad, recibió un doctorado Honoris Causa
de la Universidad de Cuyo y fue nombrado presidente de la Asociación de
Escritores Argentinos. En Montevideo criticó ásperamente al peronismo depuesto
y defendió a la Revolución Libertadora. Por su adhesión al nuevo gobierno
resultó muy criticado, entre otros, por Ernesto Sabato y Ezequiel Martínez
Estrada. Sabato y Borges continuarían, si bien no enemistados, «separados» por
motivos políticos hasta 1973, cuando, a raíz de un encuentro casual en una
biblioteca, Orlando Barone resolvió promover una serie de reuniones, en las que
ambos escritores discutieron sobre literatura, filosofía, cine, lingüística y
demás temas. El resultado de estas reuniones fue la edición de un libro:
Diálogos: Borges-Sabato.
Entre 1957 y 1960
publicó Manual de zoología fantástica y El hacedor, una colección de textos breves
y poemas dedicada a Leopoldo Lugones. Hizo una nueva actualización de Poemas y
publicó en el diario La Nación el poema Límites. Bajo su dirección se inició la
segunda época de la revista La Biblioteca y, en colaboración con Bioy Casares,
editó la antología Libro del cielo y del infierno. Sus obras continuaron traduciéndose
a varios idiomas: en este período en particular Otras
inquisiciones fue traducido al francés bajo el título Enquêtes, El Aleph al alemán con el título Labyrinthe y una
selección
de cuentos de El Aleph y Ficciones al italiano como L'Aleph. En este período
también aparecieron los volúmenes: sexto a noveno de las Obras Completas. Para
1960 se vinculó con el Partido Conservador.Compartió con Samuel Beckett, en
1961, el Premio Internacional de Literatura (consistente en 10 mil dólares),
otorgado por el Congreso Internacional de Editores en Formentor, Mallorca. Este
importante galardón lo promovió internacionalmente y le ofreció la posibilidad
de que sus obras fueran traducidas a numerosos idiomas (inglés, francés,
alemán, sueco, noruego, danés, italiano, polaco, portugués, hebreo, persa,
griego, eslovaco y árabe, entre otros). Apareció su Antología personal, editada
por Sur. Viajó junto a su madre a Estados Unidos, invitado por la Universidad
de Texas y por la Fundación Tinker, de Austin. Allí dictó conferencias y cursos
sobre literatura argentina durante seis meses. En Nueva York se editó una
antología de sus cuentos titulada Labyrinths y se tradujo al alemán Historia
universal de la infamia. En 1962 se estrenó la película Hombre de la esquina
rosada, basado en el cuento homónimo, que dirigió René Mugica. Finalizó una
biografía sobre el poeta Almafuerte. En compañía de su madre, viajó a Europa en
1963 y ofreció numerosas conferencias.
De regreso a Buenos Aires terminó una antología sobre Evaristo Carriego.
Con la colaboración de
María Esther Vázquez publicó Introducción a la literatura inglesa en 1965 y
Literaturas germánicas medievales en 1966. Al año siguiente se editó
Introducción a la literatura norteamericana, escrito en colaboración con Esther
Zemborain y Crónicas de Bustos Domecq, con Bioy Casares. Se editaron, además,
sus milongas y tangos en el libro Para las seis cuerdas, ilustrado por Héctor
Basaldúa, y su cuento La intrusa.
El 21 de septiembre de
1967 Borges, de 68 años, se casó por iglesia con Elsa Astete Millán, viuda de
57 años. Durante los primeros tiempos, la pareja vivió en la casa de él,
compartiendo sus días con Leonor Acevedo. En el recuerdo de Elsa la madre del
escritor no intervino para perjudicar la relación. No obstante, según los
amigos de Borges, los celos de Doña Leonor eran terribles. Unos meses después
del casamiento, la pareja se mudó a un departamento, donde hicieron por primera
vez la experiencia de vivir juntos y solos, y allí la rivalidad entre su esposa
y su madre cobró mayor virulencia y el escritor tuvo que empezar a visitar a
escondidas a Leonor. Esa experiencia, además, llevaría a la pareja a enfrentar
definitivamente la realidad: la convivencia era intolerable. En una entrevista
publicada en 1993, Elsa admitió que no fue feliz junto a Borges: «Era
introvertido, callado y poco cariñoso. Era etéreo, impredecible. No vivía en un
mundo real». El matrimonio duró hasta octubre de 1970.
Entre 1967 y 1968 el
escritor dictó en la Universidad de Harvard seis conferencias sobre poesía,
algunas de sus reflexiones giraron en torno al Poema perfecto.
En 1968, con la colaboración de Margarita Guerrero, publicó una ampliación del
Manual de zoología fantástica bajo el título El libro de los seres imaginarios.
Apareció en ese año su Nueva antología personal. Viajó a Santiago de Chile para
asistir al Congreso de Intelectuales Antirracistas y a Europa e Israel para
pronunciar algunas conferencias. El director Hugo Santiago dirigió la película
Invasión, con argumento de Bioy y Borges. En 1969 ordenó y corrigió dos libros
de poemas: El otro, el mismo y Elogio de la sombra, el cual logró dos ediciones
dentro del año. Con ilustraciones del pintor Antonio Berni, se editó su
traducción y antología de Hojas de hierba, de Walt Whitman. Después de algunos
años sin publicar cuentos, reunió varias narraciones en El informe de Brodie, libro
publicado en agosto de 1970.
Últimos
años
En 1971 Borges publicó
en Buenos Aires el cuento largo titulado El congreso. Al año siguiente viajó a
Estados Unidos, donde recibió numerosas distinciones y pronunció conferencias
en diversas universidades. A su regreso a Buenos Aires publicó el libro de
poemas El oro de los tigres y el 24 de agosto, día de su cumpleaños, recibió un
homenaje singular: la publicación en forma privada de su cuento El otro. En
1973 fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y,
paralelamente, solicitó su jubilación como director de la biblioteca nacional.
En 1973 reunió por primera vez en un volumen sus Obras Completas, editadas por
Emecé.
Como De Quincey y tantos otros, he sabido, antes de haber escrito una sola línea, que mi destino sería literario. Mi primer libro data de 1923; mis Obras Completas, ahora, reúnen la labor de medio siglo. No sé qué mérito tendrán, pero me place comprobar la variedad de temas que abarcan. La patria, los azares de los mayores, las literaturas que honran las lenguas de los hombres, las filosofías que he tratado de penetrar, los atardeceres, los ocios, las desgarradas orillas de mi ciudad, mi extraña vida cuya posible justificación está en estas páginas, los sueños olvidados y recuperados, el tiempo... La prosa convive con el verso; acaso para la imaginación ambas son iguales.
Borges,
1974, «Prólogo»
En Milán, Franco Maria
Ricci publicó el cuento El congreso en una edición lujosísima con letras de
oro. El libro de poesía La rosa profunda y la colección de relatos El libro de
arena se publicaron en 1975, junto con la recopilación Prólogos. Se estrenó
además la película El muerto, sobre un cuento homónimo, dirigida por Héctor
Olivera.
En 1973, ante una nueva
victoria electoral del peronismo, Borges insistió en recordar al primer
gobierno de Perón como «los años de oprobio». En una entrevista posterior a
dicha elección, Borges admitió haber votado por Nueva Fuerza, partido de
derecha minoritario que llevaba como candidato presidencial a Julio Chamizo,
aunque declaró haberlo hecho por petición de su madre, que no podía sufragar
por encontrarse enferma, y lamentó lo que consideraba un «voto perdido».
En 1975 falleció su
madre, a los noventa y nueve años. A partir de ese momento Borges realizaría
sus viajes junto a una exalumna, luego secretaria y —por último, en la senectud
de Borges— su segunda esposa, María Kodama.
En 1986, al conocerse
enfermo de cáncer y temiendo que su agonía fuese un espectáculo nacional,
fijó
su residencia en Ginebra, ciudad a la que lo unía un profundo amor y a
la cual Borges había
designado una de mis patrias. El 26 de abril se casó —por poderes— con María Kodama, según
Acta de esa fecha labrada en Colonia Rojas Silva, Paraguay. Falleció el 14 de
junio de 1986 a los 86 años víctima de un cáncer hepático y un enfisema
pulmonar. Según cuenta Adolfo Bioy
Casares, asistió
a su muerte su traductor al francés, Jean-Pierre Bernès, quien refiere que
«murió diciendo el Padrenuestro. Lo dijo en anglosajón, inglés antiguo, inglés,
francés y español.»
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Jorge_Luis_Borges
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