Juan Pablo I
Albino Luciani nació en la pequeña
localidad italiana de Forno di Canale, Belluno (llamada Canale d'Agordo a
partir de 1964) el 17 de octubre de 1912. Hijo de Giovanni Luciani, un albañil,
y Bortola Tancon. Fue bautizado por la matrona que ayudó en el parto, ya que se
temía que muriera. Su bautismo fue formalizado dos días después por el párroco
del pueblo, Achille Ronzon. Fue el mayor de cuatro hermanos del matrimonio
Luciani; los otros hermanos fueron Eduardo, Nina y Federico, que falleció a
corta edad. La familia de Luciani, de origen humilde, pasó penurias durante la
Primera Guerra Mundial.
Aparte de Albino, sus padres
tuvieron otro hijo varón llamado Eduardo y una hija mujer llamada Antonia.
Cuando tenía 6 años, recibió el
sacramento de la confirmación de manos del obispo Giosuè Cattarossi. A los diez años, su madre murió y su padre
contrajo nuevas nupcias con una mujer de gran devoción; fue entonces cuando
nació su vocación sacerdotal, según él declaró, gracias a la predicación de un
fraile capuchino.
En toda esta semana, los periodistas
han hablado de la pobreza de mi infancia. Pero ninguno podría llegar a
sospechar jamás el hambre que yo he conocido.
Primera etapa de su vida sacerdotal
En 1923 ingresó en el seminario
menor de la localidad de Feltre. El novicio Luciani se fagocitó todos los
libros del seminario, más importante aún era la capacidad que tenía para
recordar absolutamente todo lo que leía. En los veranos el joven seminarista
regresaba a su hogar, y se dedicaba a trabajar en el campo.
En 1928 marchó al Seminario
Gregoriano de Belluno, donde fue ordenado subdiácono en 1934, diácono en
febrero de 1935 y finalmente presbítero el 7 de julio del mismo año en la
iglesia de San Pedro en Belluno. Dos días después fue nombrado cura capellán de
su ciudad natal; meses más tarde fue transferido, como profesor de religión del
Instituto Técnico de Mineros de Agordo. En 1937 fue nombrado vicerrector del
Seminario Gregoriano de Belluno, cargo que ocupó hasta 1947. Entre otras
materias, dio clases de teología dogmática y moral, derecho canónico y arte
religioso.
En 1941, Luciani comenzó a estudiar
para obtener un doctorado en teología negativa por la Pontificia Universidad
Gregoriana, que requería un año de estancia en Roma. Sin embargo, sus
superiores en el seminario querían que continuase dando clases durante sus
estudios, lo que consiguió mediante una dispensa concedida por Pío XII el 27 de
marzo de 1941. Su tesis, El origen del alma humana según Antonio Rosmini, se
oponía frontalmente a la teología de Rosmini, y le proporcionó su doctorado
magna cum laude. Tenía la virtud, lo que se ve reflejado en su tesis, de
explicar en forma simple los conceptos más complicados. Es en estos años donde
Luciani empieza a interesarse por los escritos de Rosmini.
Vida de 1947 a 1958
En 1947 fue nombrado vicario general
de la diócesis de Belluno por el obispo Girolamo Bortignon. Dos años más tarde,
en 1949, fue nombrado director de la oficina de catequesis de la diócesis.
El 15 de diciembre de 1958, fue
nombrado obispo de la diócesis de Vittorio Veneto por Juan XXIII y consagrado
como tal en la Basílica de San Pedro, por el mismo papa, el 27 de diciembre de
ese año.
El obispo Luciani
Tomó posesión de la diócesis de
Vittorio Veneto el 11 de enero de 1959. Durante 11 años ejerció su ministerio
en esta diócesis, realizando su primera visita pastoral el 17 de junio de 1959.
Se tomó su papel de obispo muy en serio, los sacerdotes de su diócesis no
necesitaban pedir cita previa, sacerdote que llegaba sacerdote que era
recibido. Dijo un sacerdote de la época del obispado de Luciani:
”.......era como si tuviéramos
nuestro papa personal, en la mesa de Luciani siempre había dos o tres
sacerdotes l ,era un hombre que no podía dejar de darse, solía visitar a los
enfermos y a las personas con discapacidad, en los hospitales vivían en un
estado de sobresalto , nunca se sabía si el obispo se presentaba ; se subía a
su bicicleta, se acercaba a los hospitales y recorría las salas , también
visitaba a los curas de las montañas para tratar los problemas específicos de
su localidad”.
Estoy pensando en estos días que conmigo el Señor actúa un viejo
sistema suyo: toma a los pequeños del fango de la calle y los pone en alto;
toma a la gente de los campos, de las redes del mar, del lago, y hace de ellos
apóstoles. Es su viejo sistema. Ciertas cosas el Señor no quiere escribirlas ni
en el bronce, ni en el mármol, sino hasta en el polvo, de modo que, si queda la
escritura sin descompaginarse, sin dispersarse por el viento, esté bien claro
que todo es obra y todo es mérito solamente del Señor (...). En este polvo, el
Señor ha escrito la dignidad episcopal de la ilustre diócesis de Vittorio Veneto.
De la homilía pronunciada el 4 de
enero de 1959
En 1962 asistió a la apertura del
Concilio Vaticano II en Roma; estaría presente en cuatro de las sesiones de
dicho Concilio.
Patriarca de Venecia
El 15 de diciembre de 1969, Pablo VI
lo nombró patriarca de Venecia, sucediendo a Giovanni Urbani y a Angelo
Giuseppe Roncalli. Tomó posesión del cargo el 3 de febrero de 1970. El mismo
Pablo VI lo elevó a la dignidad cardenalicia el 5 de marzo de 1973. En su
primer Ángelus tras ser nombrado papa, recordó la vergüenza que pasó cuando
Pablo VI se quitó su propia estola y se la colocó a él sobre los hombros:
Pero el papa Pablo, no sólo me ha hecho cardenal, sino que
algunos meses antes, sobre el estrado de la Plaza de San Marcos, me hizo poner
completamente colorado ante veinte mil personas, porque se quitó la estola y me
la puso sobre los hombros. Jamás me he puesto tan rojo.
Ángelus del 27 de agosto de 1978
Pontificado
Luciani fue elegido en la cuarta
votación del cónclave de agosto de 1978, un cónclave inusualmente breve, el
segundo más corto del siglo XX, tras el de 1939. El cardenal protodiácono
Pericle Felici fue el encargado de anunciar la decisión del Colegio
cardenalicio de elegir al Patriarca de Venecia, Albino Luciani, como el 263°
(ducentésimo sexagésimo tercer) papa de la Iglesia Católica, el 26 de agosto de
1978, siendo así el tercer Patriarca de Venecia en ser nombrado papa,
tras Giuseppe Melchiore Sarto (elegido como Pío X en 1903) y Angelo Giuseppe
Roncalli (elegido como Juan XXIII en 1958). Escogió el nombre de Juan Pablo,
convirtiéndose en el primer papa de la historia con un nombre compuesto, gesto
con el que pretendía honrar a sus dos predecesores, Juan XXIII, que le nombró
obispo, y Pablo VI, que le nombró Patriarca de Venecia y cardenal. También fue el primer papa en usar el ordinal
"primero" en su nombre.
Se llegó a pensar que su elección
fue debida a la división entre miembros de distinta ideología dentro del
Colegio cardenalicio:
·
Los conservadores y curialistas apoyaban al cardenal
Giuseppe Siri, que defendía una interpretación más conservadora o incluso una
corrección de las reformas del Concilio Vaticano II. En los círculos
sedevacantistas existe la opinión de que Siri fue elegido en el cónclave de
1958 y que incluso escogió el nombre de Gregorio XVII para su pontificado, pero fue
obligado a renunciar a la elección debido a las
represalias que podría generar al otro
lado del Telón de Acero.
·
Los que defendían una interpretación más liberal de
las reformas del Vaticano II, y otros cardenales italianos, apoyaban al
cardenal Giovanni Benelli, pero no obtuvo los votos suficientes por sus
tendencias "autocráticas".
Entre los cardenales procedentes de
fuera de Italia, en un Colegio cardenalicio cada vez más internacionalista,
había figuras como la del cardenal Karol Wojtyła. En los días posteriores al
cónclave, los cardenales declararon con satisfacción que habían elegido al
"candidato de Dios".9 El cardenal argentino Eduardo Pironio declaró que "hemos sido testigos de un milagro
moral". La Madre Teresa dijo: "Ha sido el mejor regalo de Dios, un
rayo de sol del amor de Dios que brilla en la oscuridad del mundo".
Programa de reformas
Humanización del papado
Tras su elección, Juan Pablo I tomó
una serie de decisiones que hicieran "más humano" al papa, admitiendo
públicamente que se ruborizó cuando Pablo VI le nombró Patriarca de Venecia.
Fue el primer papa moderno en hablar en singular utilizando "yo" en
lugar del plural mayestático, aunque las grabaciones oficiales de sus discursos
fueron reescritas de un modo más formal por algunos de sus ayudantes más
tradicionalistas, que reincorporaron el plural mayestático en notas de prensa y
en las noticias de L'Osservatore Romano. También fue el primero en rechazar la
silla gestatoria, hasta que le convencieron de que era necesaria para que los
fieles pudieran verle.
Juan Pablo I eligió como lema de su
papado la expresión latina Humilitas ("humildad"), lo que se reflejó
en su polémico rechazo de la coronación y de la tiara papal en la ceremonia de
entronización, sustituyéndola por una simple investidura en contra de lo
prescrito por la Constitución Apostólica Romano Pontifici Eligendo, promulgada por Pablo
VI en 1975.
Una de sus declaraciones, de gran
repercusión en la prensa, fue que "Dios es Padre, y más aún, es
madre", refiriéndose a Isaías, que compara a Dios con una madre que no olvida a
su hijo Sion. El papa realizó este comentario durante su Ángelus del 10 de
septiembre de 1978, en el que también pidió que se rezase por los Acuerdos de
Camp David.
Encíclica sobre la devolución
Juan Pablo I tenía planeado
promulgar una encíclica para consolidar las reformas del Concilio Vaticano II,
que calificó como "un extraordinario acontecimiento de gran alcance
histórico y de crecimiento para la Iglesia", y para reforzar la disciplina
de la Iglesia en la vida de los cargos eclesiásticos y de los fieles. Como reformista,
también lanzó algunas iniciativas como la devolución del 1% de los ingresos de
cada iglesia para destinarlo a las iglesias del Tercer mundo. La visita del
dictador Jorge Rafael Videla, presidente de Argentina, a la Ciudad del
Vaticano, también causó gran controversia, especialmente cuando el papa le
recordó las violaciones a los derechos humanos ocurridas en Argentina durante
la llamada guerra sucia.
Teología moral
El periodista John L. Allen afirma
que "es casi seguro que Juan Pablo I no habría revertido las enseñanzas de
Pablo VI, sobre todo porque no era un radical doctrinal. Además, como Patriarca
de Venecia algunos han visto un endurecimiento de su postura en temas sociales
con el paso de los años. No obstante, "es razonable suponer que Juan Pablo
I no hubiera insistido en el juicio negativo en la Humanae Vitae tan agresiva y
públicamente como Juan Pablo II lo hizo, y probablemente no lo habría entendido
como una enseñanza casi infalible. Hubiera seguido siendo una cuestión más
"abierta". Según las versiones,
mientras que como Patriarca de Venecia "Luciani era intransigente con su
defensa de la enseñanza de la
Iglesia y severo con aquéllos que por
orgullo intelectual y desobediencia no hacían caso de la prohibición de la
Iglesia sobre la anticoncepción", aunque sin condenar el pecado, era
tolerante con aquellos que sinceramente han intentado y han fracasado el vivir
de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia".
Personalidad
Juan Pablo I era considerado un
hábil comunicador y escritor, incluso publicó algunos escritos. Su libro
Illustrissimi, que escribió cuando era cardenal, consiste en una serie de
cartas dirigidas a un gran número de personajes históricos y ficticios. Entre
ellas están las cartas dirigidas a Jesús, al rey David, al barbero Fígaro, a la emperatriz María Teresa y a
Pinocho. Otras están dirigidas a
Mark Twain, Charles Dickens y Christopher Marlowe.
Juan Pablo I enseguida sorprendió
con su simpatía y calidez personal. Hay voces que dicen que dentro del Vaticano
era visto como un simple intelectual inconsciente de las grandes
responsabilidades del papado, aunque David Yallop, autor del libro In God's
Name (En nombre de Dios, en el que defiende la teoría de que Juan Pablo I fue
asesinado), sostiene que estas voces son sólo el resultado de una campaña
lanzada por gente del Vaticano que se oponía a las políticas de Luciani. En
palabras del escritor John Cornwell, "le trataron con condescendencia";
un alto clérigo, hablando sobre Luciani, llegó a decir: "han elegido a
Peter Sellers". Los críticos comparaban
sus discursos, con menciones a Pinocho, con los discursos más intelectuales de Pío XII y Pablo VI.
Sus visitantes hablaban de su soledad y aislamiento, y del hecho de que fuera
el primer papa en décadas en no tener un papel diplomático (como Juan XXIII y
Pío XI) o curial (como Pío XII y Pablo VI) dentro de la Iglesia.
Su impacto personal, sin embargo,
fue doble: su imagen de hombre amable, cercano y bondadoso enseguida cautivó al
mundo entero. Esta imagen fue formada inmediatamente después de aparecer en el
balcón de la Plaza de San Pedro después de su elección. Su presencia cordial le
hizo una figura muy querida ya antes de empezar a hablar, en particular entre
la prensa. También era un hábil orador. Mientras que Pablo VI hablaba como si
estuviese exponiendo una tesis doctoral, Juan Pablo I producía amabilidad,
cercanía e incluso risa.
Según sus ayudantes, no era el
ingenuo idealista que sus críticos hicieron ver. Según el cardenal Giuseppe
Caprio, Juan Pablo I aceptó su cargo y se dispuso a ejercerlo con confianza.
Juan Pablo I fue el primer papa que
admitió que la perspectiva del papado le había intimidado tanto que otros cardenales
tuvieron que animarle a aceptar. Rechazó la milenaria tradición de la coronación
papal y también la tiara. En su lugar, optó por una simple
misa de inauguración. En su notable Ángelus del 27 de agosto de 1978, el primer día completo de su pontificado, impresionó al mundo con
su simpatía natural.
Muerte
El ambiente de optimismo y cercanía
establecido por Juan Pablo I nunca llegaría a avanzar por la brevedad de su
pontificado. Fue encontrado muerto en su cama poco antes del amanecer del 29 de
septiembre de 1978, 33 días después de su elección. Según las fuentes
oficiales, el papa, de 65 años, murió de un infarto. Se ha dicho que el
Vaticano ocultó algunos aspectos sobre el descubrimiento del cadáver. Como es
costumbre tras la muerte de un papa, no se realizó autopsia. Aunque esto, junto con declaraciones
contradictorias realizadas tras la muerte del papa, han dado lugar a una serie
de teorías de conspiración
en torno a ella. Estas declaraciones se refieren a quién encontró el cadáver y
dónde, a qué hora y qué papeles tenía en la mano. La Santa Sede todavía no ha
investigado estos aspectos. El papa reposa en las grutas vaticanas desde el 4
de octubre de 1978.
Polémica e hipótesis en torno a su
muerte
El Vaticano afirma que Juan Pablo I
falleció de un infarto en su cama y que no se llevó a cabo autopsia alguna por
la oposición de sus familiares. Algunos aspectos de esta declaración oficial,
sin embargo, se vieron contradichos más tarde: no fue el irlandés John Magee
(posteriormente obispo), quien fuera secretario personal de Pablo VI, Juan
Pablo I y Juan Pablo II, la primera persona en hallar el cadáver del Pontífice,
sino una de las religiosas que se encargaban del trabajo doméstico y de nombre
Vincenza, como se supo en 1988; la familia del fallecido papa reveló en 1991 que la muerte no le sobrevino en la cama,
sino en su escritorio; y además, sí se le habría realizado una
autopsia, según otros informes.
Estas incoherencias oficiales, junto a otros factores de índole económica, han dado
origen a teorías conspirativas
que apuntan a un envenenamiento del Pontífice.
Juan Pablo I pretendía ahondar en
las reformas iniciadas por Juan XXIII. La clarificación de las cuentas
vaticanas era una de sus prioridades. Mientras fue patriarca de Venecia, en
1972, el Banco Vaticano vendió al Banco Ambrosiano, propiedad de Roberto Calvi,
la Banca Cattolica del Veneto, sin consultar al obispado metropolitano de Venecia,
del cual monseñor Albino Luciani era jerarca. El responsable de esta acción fue
el arzobispo Paul Marcinkus, lo cual llevó a ciertas desavenencias entre
Luciani, aún no nombrado papa, y el norteamericano, responsable de la dudosa
administración vaticana de entonces. La Banca Cattolica del Veneto estaba
especializada en préstamos con bajos tipos de interés hacia los más
necesitados; quizá por esto el papa Luciani tomó cartas en el asunto. Giovanni
Benelli, sustituto del secretario de Estado de la Santa Sede, le cuenta que
existe un plan entre Roberto Calvi, Michele Sindona y Marcinkus para aprovechar
el amplio margen de maniobra que tiene la Santa Sede: «evasión de impuestos,
movimiento ilegal de acciones». La reacción de Luciani, recogida en el libro
Con el corazón puesto en Dios: intuiciones proféticas de Juan Pablo I, es de
una enorme decepción.
El 9 de mayo de ese mismo año de la
muerte de Juan Pablo I, 1978, había sido asesinado el primer ministro de
Italia, Aldo Moro, líder de la Democracia Cristiana. Las extrañas
circunstancias del deceso de Albino Luciani —un ataque cardíaco, para alguien
que gozaba de buena salud— y otros sucesos misteriosos, como que la defunción
no fuese certificada por el forense vaticano, sino por otro, y lo precipitado de
su embalsamamiento, dispararon la teoría de que en realidad Juan Pablo I fue
asesinado. La doble confesión de la monja, sor Vicenza Taffarel, quien encontró
el cadáver del sumo pontífice (en una primera versión: vestido aún, en su baño,
posiblemente en el suelo, donde vomitó; y la otra: en su cama, con documentos
desordenados y las gafas caídas de su rostro, ya despojado del hábito papal)
inducen a pensar que fue envenenado.
Algunas obras de investigación
abundan en la teoría del envenenamiento. El libro El día de la cuenta del
sacerdote español Jesús López Sáez, presume que el sumo pontífice fue
envenenado con una fuerte dosis de un vasodilatador.32 El libro In
God's Name (En el nombre de Dios), del investigador inglés David Yallop, defiende que fue envenenado por altos
jerarcas de la Iglesia católica en complicidad con mafiosos vinculados con el
Banco Ambrosiano y las hermandades secretas masónicas.
En 1988 la Santa Sede abrió sus
puertas al periodista John Cornwell y le dio todo tipo de facilidades para
entrevistar a los testigos de la vida y muerte de Juan Pablo I, incluso algunos
que nunca habían declarado en público sus vivencias. En su libro Como un ladrón
en la noche. La muerte del papa Juan Pablo I plasma las entrevistas a los
Secretarios del Papa difunto, a Paul Marcinkus, a la sobrina (médica de
profesión) del Papa Luciani, a un sargento de la guardia suiza, a los
embalsamadores, a periodistas, a un agente del FBI que trabajó en Roma, a
Joaquín Navarro-Valls en Radio Vaticano, a los médicos del papa, etc. La
conclusión fue que parecía inverosímil que el papa hubiera sido asesinado,
atribuyendo su muerte a una conjunción de factores. Su carácter afable se vio
aplastado por la burocracia vaticana y la presión de trabajo a la que fue
sometido (el Cardenal Villot reconoció que se sentía culpable de haberlo
agobiado de trabajo con maletas de documentos), la poca ayuda que recibió del
entorno para desempeñar su nueva función, sus problemas de salud (sobre todo
circulatorios, embolias, trombos, etc.) que combinado con el estrés y un
posible descuido en la medicación, junto a la ausencia de trato por parte de
los médicos del Vaticano, pudieron producir una embolia pulmonar la noche del
28 de septiembre de 1978. Varias fuentes acusaron a Cornwell de haber sido
contratado por el propio Vaticano para dar esta información al menos en parte
falsa, ya que se demostró que Albino Luciani no tenía ninguno de los problemas
de salud mencionados, ni tomaba medicación alguna, lo que ha dejado numerosas
dudas sin resolver sobre la muerte del sumo pontífice.
En julio de 2019 fue publicado un
libro por Anthony S. Luciano Raimondi, supuestamente gánster de la Familia Colombo
y familiar del obispo Marcinkus, con quienes habrían perpetrado el asesinato de
Juan Pablo utilizando valium y cianuro, cuyo móvil también habría sido encubrir
un fraude masivo de títulos financieros.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Pablo_I
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