Manuel Eduardo de Gorostiza
Su padre, el brigadier Pedro
Fernández de Gorostiza, era gobernador del puerto de Veracruz e inspector
general de las tropas de Nueva España. Su madre, mujer de gran cultura, con un
doctorado de la Universidad de Sevilla y descendiente de la familia de santa Teresa
de Jesús, se llamaba María del Rosario Cepeda y Mayo. El 8 de noviembre de 1794
falleció su padre y la familia se trasladó a Cádiz. Manuel Eduardo inicia
estudios eclesiásticos que abandona poco después para dedicarse a la carrera de
las armas. Al estallar la Guerra de la Independencia es capitán de granaderos y
lucha durante la mayor parte de la misma. El 30 de diciembre de 1811 se casa en
Madrid con Juana de Castilla o Castillo. En 1814 alcanza el grado de coronel,
pero poco después recibe un bayonetazo que le deja encorvada la espalda;
empieza a dedicarse entonces a otras actividades, como la literatura y la
política. Aunque en 1819 criticó la guerra civil de América y expresó el deseo
de que la proyectada expedición militar acabase con la rebelión de las
colonias, se empleó a fondo en la revolución de 1820 y en marzo de 1820 se dio
de baja como militar con el grado de coronel. En Madrid se casó con doña Juana
Castillo y Portugal, y allí fue donde escribió y representó sus primeras obras
teatrales gracias a la protección del actor Isidoro Máiquez, merced al cual
estrenó su primera obra, Indulgencia para todos, en 1818. Fue editor de El
Constitucional, o sea, Crónica, del 13 de marzo de 1820 al 6 de mayo de 1820.
Colaborador y director de la revista Cetro Constitucional, junto con Félix
Mejía y Francisco José Iznardi. Tras la intervención de los Cien Mil hijos de
San Luis, "sus avanzadas ideas liberales, sus discursos, sus escritos,
hicieron que Fernando VII, al recobrar la corona, lo desterrara al extranjero,
confiscándole antes sus bienes..." Por lo que salió de España en 1821 y
viajó por Europa. En 1823 se exilió a Londres, donde
se relacionó con
intelectuales de gran renombre.
Desde 1824 cultivó la amistad de don
José Mariano de Michelena, que era entonces ministro plenipotenciario de México
ante Su Majestad Británica. Gracias a él, a quien se presentó como "un
mexicano descarriado que deseaba regresar al regazo de la patria",
Gorostiza optó por la nacionalidad mexicana. Inmediatamente comenzó su carrera
diplomática con una misión en Holanda y, más tarde, en 1825, se le nombró
cónsul general en ese país; introduce la litografía en México al enviar allí al
impresor y carbonario Claudio Linati. En 1826 es encargado de negocios de
México ante el gobierno holandés; en 1829, hace idénticas funciones de
encargado de negocios mexicano ante Su Majestad británica y al año siguientes,
1830, es ministro plenipotenciario de México en Londres. Acuerda varios
tratados con los países alemanes y Francia. En 1831 publica en Londres la
Cartilla política, el único libro de filosofía política escrito por un mexicano
en el siglo XIX. En este libro aborda los grandes temas de la filosofía
política: la naturaleza de la vida humana en sociedad, el objeto del gobierno y
la naturaleza de su monopolio coercitivo, las ventajas y desventajas de las
formas simples y de las formas mixtas de gobierno. En 1833, después de treinta
y nueve años de ausencia, vuelve a México al ser llamado por el presidente
Manuel Gómez Pedraza.
Desembarcó con toda su familia en
Veracruz el 25 de julio de 1833. Valentín Gómez Farías, sucesor de Gómez
Pedraza, se hacía cargo de la presidencia de la República y Gorostiza, junto
con Andrés Quintana Roo, José Bernardo Couto, José María Luis Mora y Juan
Rodríguez Puebla, trabajó para realizar algunas de las reformas que sostuvo el
nuevo presidente. Fue nombrado director de la Biblioteca Nacional, todavía en
ciernes, el 23 de octubre de 1833, cargo que desempeñó hasta el 31 de julio de
1834. En ese tiempo se clausuró la Universidad Real y Pontificia y a Gorostiza
le tocó recibir sus muebles y demás bienes de manos del último rector don José
María Cuchet. Se dedicó entonces a concentrar y a clasificar los libros
llegados de esa y de otras muchas instituciones. Nombrado también miembro del
Consejo de Educación, estudió los proyectos de Gómez Farías para que se
fundaran escuelas técnicas y profesionales y los colegios de libre enseñanza,
antecedente de los institutos científicos y literarios que se fundaron en todo
el país, entre ellos la Escuela de Medicina que subsiste hasta hoy. También fue
designado síndico del Ayuntamiento de la capital y desarrolla una intensa labor
teatral estrenando obras propias y adaptando obras ajenas extranjeras.
En 1835 asume la dirección del Teatro Principal de México. Para esas fechas es miembro de la primera Academia de la Lengua, la Academia Nacional de Historia y la Academia de Letrán. Fue diputado al Congreso de la Unión y en 1836 es nombrado ministro plenipotenciario ante el gobierno de los Estados Unidos para evitar la ayuda que este país podía suministrar a Texas, pero fracasa en este empeño; vuelve el mismo año y se encuentra el Teatro Principal destrozado por los errores de su sucesor Patiño, y se dedica a restaurarlo. En 1837 se le nombró consejero de Estado, aunque sigue ocupándose del Teatro Principal; entre 1838 ocupa sucesivamente varios ministerios: Hacienda e Interior, y ocupa la Ministerio de Relaciones Exteriores. Tiene que afrontar la espinosa cuestión de la secesión de Texas y asiste a las negociaciones y la firma del tratado de paz con Francia, que firma junto al Presidente Guadalupe Victoria. En 1841 es director de la Renta Estancada del Tabaco, que organiza. Sigue supervisando la calidad y los demás aspectos del Teatro Principal de México. Se consagra a actividades filantrópicas y funda la Casa de Corrección para Jóvenes Delincuentes, primera institución en América que tuvo este propósito. En 1843 ocupa por breve tiempo el Ministerio de Hacienda; tanto en este cargo como en el de director de la Renta Estancada del Tabaco recibe muy fuertes críticas. Las tropas estadounidenses se adentran en el país y Gorostiza forma con los operarios, dependientes y empleados de la Renta del Tabaco el que llama Batallón de Bravos y lo ofrece al presidente Santa Anna libre de costes, que sufragan sus propios miembros, a pesar de su ya avanzada edad y de sus heridas de la Guerra de Independencia contra los franceses; con este batallón combate valerosamente en la batalla de Churubusco (1847). El 30 de agosto de 1847 se verifica la derrota y es hecho prisionero. Muere su hija Luisa, y se retira de la política. En sus últimos años se mantiene con su trabajo como impresor, pero se encuentra comido de deudas y muere de un ataque cerebral en Tacubaya el 23 de octubre de 1851, al parecer del disgusto que le dieron unos acreedores.
La primera afición de Gorostiza fue,
desde siempre, el teatro, para el que escribió, desde su juventud, comedias de
costumbres que lo colocan al lado de Leandro Fernández de Moratín y de Bretón
de los Herreros en el cultivo de la comedia neoclásica. Así nos lo retrata
Guillermo Prieto, quien lo conoció bien:
Era don Manuel medio corcovado, de
resultas de un bayonetazo que recibió en el pecho en la guerra de España; su
frente hermosa, llena de arrugas bajo su rizada melena abultada y cana; ojos
penetrantes y de apacible mirar, dentadura desmesurada al extremo de doblarle
el labio superior y hacer imperfecta la pronunciación de su palabra... La casa
del Señor Gorostiza, calle del Hospicio de San Nicolás, era el punto de reunión
de la flor y nata del mundo artístico, y allí recibían el talento y las gracias
un culto verdaderamente cordial y generoso.
Fue uno de los más importantes
discípulos de Leandro Fernández de Moratín y en efecto cultivó con éxito la
comedia dentro de los cánones del Neoclasicismo; sonsiguió estrenar sus
primeras obras gracias al apoyo del actor Isidoro Máiquez. Escribió Indulgencia
para todos (1816), Las costumbres de antaño (1819), refundida después como La
pesadilla (1833), Tal para cual o las mujeres y los hombres (1819), Don
Dieguito (1820), en la que ridiculiza la figura del petimetre, Contigo, pan y
cebolla (1833), parodia burlesca del Romanticismo que es tal vez su obra
maestra, Don Bonifacio (1835) y El jugador (1820), adaptada de Regnard. Poseía
vis cómica y una elegante prosa.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_Eduardo_de_Gorostiza
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