Marcelino Menéndez Pelayo
Marcelino
Menéndez Pelayo nació el 3 de noviembre de 1856 en la calle Alta del municipio
de Santander; hijo de Marcelino Menéndez
Pintado, catedrático
de Matemáticas
en el Instituto de Santander y alcalde de la ciudad durante el bienio progresista,
y de María Jesús Pelayo y España; tuvo tres hermanos:
Enrique, Jesusa y Agustín.
Su
hermano Enrique cuenta en sus memorias que a los doce años sustituía a su padre
en la cátedra de matemáticas, traducía sin diccionario a Virgilio y leía la Historia
de Inglaterra de Oliver Goldsmith. Estudió
el bachillerato en el Instituto Cantábrico
de su ciudad natal, donde destacó
por su prodigiosa memoria. Posteriormente, completó su formación en la Universidad de
Barcelona (1871-1873) con Manuel Milá
y Fontanals, en la de Madrid (1873), donde una arbitrariedad académica del
catedrático Nicolás Salmerón, que hizo repetir curso a sus alumnos sin ni
siquiera haberlos examinado, le habría de enemistar a muerte con el krausismo
postkantiano y los hegelianos en general, y en Valladolid (1874), donde intimó
con el que sería su gran amigo, el conservador Gumersindo Laverde, que le
apartó de su inicial liberalismo y le orientó hacia el partido más conservador,
el de los llamados neocatólicos o «neos». Hizo un viaje de estudios a
bibliotecas de Portugal, Italia, Francia, Bélgica y Holanda (1876-1877) y
ejerció de catedrático de la Universidad de Madrid (1878) tras pasar por un
tribunal en el que estaba otro gran culto y crítico, Juan Valera, a cuya
tertulia nocturna, en su casa, acudiría posteriormente. De comportamiento
heterosexual, vivió
y murió
soltero. Al llegar a la cincuentena era un hombre de complexión obesa, y consumía café en exceso. Falleció en su domicilio de
Santander en mayo de 1912. Según el diagnóstico de los
médicos que le atendieron en los últimos meses de su enfermedad, los doctores
Quintana y Rodríguez Cabello, Menéndez Pelayo padecía una cirrosis atrófica de Laennec,
con abundante ascitis. Rodríguez Cabello por otra
parte descartó
un origen alcohólico.
Cargos
más relevantes
Fue
elegido miembro de la Real Academia Española (1880), diputado a Cortes
(1884-1886 y 1891-1893), propuesto para el Premio
Nobel en 1905, y miembro de número
de la Real Academia de la Historia desde el 13 de mayo de 1883,
con la lectura del discurso La historia considerada como obra poética. En esta institución fue bibliotecario desde
1892 y director desde 1910. Pronunció
su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas De los orígenes del
criticismo y del escepticismo y especialmente de los precursores españoles de
Kant el 15 de mayo de 1891, y el de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes
de San Fernando el 31 de marzo de 1901, nueve años
después
de ser elegido, en una maniobra apresurada para poder aspirar a la dirección de
la corporación. Finalmente, entre 1898 y
hasta su muerte en 1912, fue director de la Biblioteca Nacional de España, sucediendo en el cargo
a Manuel Tamayo y Baus.
En
el plano político, desempeñó el cargo de senador por la Universidad de Oviedo
(1893-1899) y de senador por la Real Academia Española (1901-1911).
Pensamiento
En
política perteneció a la Unión Católica de Alejandro Pidal, y fue colaborador
de los diarios La Unión
(1882-1887) y La Unión
Católica
(1887-1899). Los tradicionalistas
trataron de atraerlo a su causa, para lo cual le argüían con textos de sus Heterodoxos.
En una reunión que mantuvo a principios de la década de 1880 en casa de Cándido
Nocedal con destacados carlistas vinculados al integrismo de El Siglo Futuro,
manifestó: «en política iré adonde vaya Pidal».
Antes
de morir volvió a su inicial liberalismo, si bien anclado en puntos de vista
sólidamente cristianos, y corrigió muchos de sus primitivos juicios
desfavorables sobre Gaspar Núñez de Arce o Benito Pérez Galdós, que terminó por
ser su amigo y al que apoyó en su acceso a la Real Academia Española.
Encontró
en el catolicismo el Volksgeist (espíritu nacional) de España.
Elogios
Provisto
de una gran capacidad de trabajo y de inteligencia superdotada, dominador de
ocho lenguas antiguas y modernas y poseedor de una portentosa memoria
fotográfica, en sus análisis de la forma y el fondo de la cultura española
identificó la raíz de lo hispano con la tradición católica, en especial la del
humanista Juan Luis Vives, pese a lo cual no negó, ocultó ni dejó de estudiar
todo cuanto de poco ortodoxo engendró la cultura española ni de evaluar su
importancia intrínseca. Como poeta, su obra es una de las muestras más logradas
de estilo clásico en su siglo.
Legado
Murió
en su ciudad natal, a cuyo municipio legó su rica biblioteca particular de
cuarenta mil volúmenes. Su paisano Ángel Herrera Oria, quien se consideraba en
cierta medida su discípulo, resumió su labor de forma lapidaria: «Consagró su
vida a su patria. Quiso poner a su patria al servicio de Dios». El diario El
Debate y los Jóvenes Propagandistas organizaron en su memoria un homenaje en el
Teatro de la Princesa, al que concurrieron 3500 personas, llenando totalmente
el aforo, y en el que intervinieron como oradores Ángel Herrera, el padre
Zacarías Martínez, Alejandro Pidal y Juan Vázquez de Mella, entre otros.
La
profundización antiliberal del pensamiento menendezpelayista, que tuvo
articulación en el plano político, fue recogida durante la Segunda República
Española por la cultura política del nacionalismo reaccionario español.
Según
Pedro Carlos González
Cuevas, el peso de su figura entre las tradiciones políticas de derecha
obstaculizó
la aparición
de un nacionalismo de naturaleza secular en España.
Dentro
del marco de un seminario dedicado a Menéndez, los profesores Felipe Pedraza y
Rafael González Cañal (Universidad de Castilla-La Mancha) no dudaron en
calificarlo como «el mejor conocedor de nuestra historia literaria que ha
existido a lo largo de los tiempos», y justifican esta afirmación añadiendo que
«en los cincuenta y seis años de su corta vida desarrolló un trabajo ciclópeo,
realmente extraordinario, casi inverosímil».
Menéndez
fue «notable debido a su amplia erudición y su prosa elegante y flexible... sus
estudios acerca de la literatura española medieval, renacentista y del Siglo de
Oro siguen siendo invaluables».
Se
le considera universalmente como uno de los más importantes historiadores de
España, que poseía un estilo incomparable y una gran capacidad crítica.
Discípulos
De
entre sus discípulos cabe recordar a Adolfo Bonilla y San Martín, editor de las
Obras completas de Cervantes, entre otros trabajos; el reformador de las
Escuelas de Magisterio, Rufino Blanco Sánchez; el hispanista y biógrafo alemán
Ludwig Pfandl; el fundador de la filología hispánica como disciplina
científica, Ramón Menéndez Pidal; y el catedrático de Estética de la
Universidad Complutense de Madrid, José María Sánchez de Muniain, que compiló
la Antología General de Menéndez Pelayo. Entre las escritoras, su discípula más
aventajada fue Blanca de los Ríos. Aunque por razones de edad no llegó a
conocerlo personalmente, Pedro Sainz Rodríguez —catedrático de bibliología de
la Universidad Central de Madrid y gran experto en literatura mística, además
de estudioso de su obra— ha sido considerado uno de sus principales discípulos,
a través del magisterio de Adolfo Bonilla.
Crítica
Considerado
como la figura más egregia de la línea casticista, es el máximo representante de
la escuela nacionalista en la historiografía española.
Perfecto
conocedor de la cultura europea, trabajador infatigable, escritor de una
corrección y de un nervio insuperables, va a llevar a cabo un gigantesco
esfuerzo de investigación y de exposición de nuestra cultura nacional, con la
que se muestra radicalmente identificado.
Sus
estudios y trabajos constituyen la más seria aportación de la época de la
Restauración al conocimiento de historia de España.
La
consideración del catolicismo como eje y nervio de nuestra cultura nacional; el
formidable esfuerzo de documentación que respalda cada una de sus afirmaciones;
el talante polémico y apasionado de muchas de sus páginas, explicable por la
circunstancia histórica en que hubo de forjar su obra; la amplitud de espíritu
y el esfuerzo permanente de comprensión humana son, tal vez, los caracteres más
notables de su personalidad y de su trabajo.
Obra
Escribió
La ciencia española (1876), reivindicación de la existencia de una tradición
científica en España. Horacio en España (1877) es un análisis de las
traducciones de Horacio en la literatura española, muy acorde con los gustos
clasicistas de su autor. Es justamente famosa su Historia de los heterodoxos
españoles (1880-1882), todavía hoy en día muy apreciada, donde estudia la
tradición cristiana a través de la historia de España, desde la Edad Media
hasta finales del siglo xix, y desmenuza la labor de todos los pensadores y
escritores perseguidos por la tradición católica española, asumiendo el punto
de vista del catolicismo. En su segunda edición corrigió algunos de sus puntos
de vista, pero no, por ejemplo, sus jocosos comentarios e ironías contra los
krausistas y los hegelianos, en especial contra Emilio Castelar. Historia de
las ideas estéticas en España (1883-1891) son cinco tomos muy actualizados en
los que explora, compendia y reinterpreta la bibliografía existente sobre
estética literaria y artística en distintas épocas de la tradición cultural
española.
Menéndez
Pelayo emprendió tres largos trabajos que le ocuparán casi hasta su muerte. Uno
es la publicación de las Obras de Lope de Vega (1890-1902) en 13 tomos; el segundo
es la Antología de poetas líricos castellanos (1890-1908), otros 13 tomos
consagrados a la poesía medieval salvo el último, dedicado a Juan Boscán, y
que, pese a su título, integra también poesía épica y didáctica, convirtiendo
la Antología en una verdadera Historia de la poesía castellana en la Edad
Media, como la tituló al reimprimirla en 1911. El tercero es su estudio sobre
Orígenes de la novela, tres tomos publicados en 1905, 1907 y 1910, con un
cuarto tomo póstumo donde se examinan las imitaciones a que dio lugar en el
siglo xvi La Celestina. Simultáneamente, publica Antología de poetas
hispano-americanos (1893-1895), 4 tomos que son en realidad una Historia de la
poesía hispanoamericana como la tituló al reeditarla en 1911. Corrigió en esta
edición sus apreciaciones sobre el Perú después de un contacto con el Marqués
de Montealegre de Aulestia. El de 1911 es un estudio general de toda la poesía
hispanoamericana que sirvió para congraciar a las ex colonias con la antigua y
decadente potencia peninsular, y reimprimió en 5 tomos sus Estudios de crítica
literaria (1892-1908) y unos Ensayos de crítica filosófica (1892), de forma
paralela a su nombramiento como director de la Biblioteca Nacional de Madrid.
Las
Obras completas
El
Consejo Superior de Investigaciones Científicas publicó sus Obras completas en
1940, en 65 volúmenes, sin incluir sus epistolarios y notas. Existe, por otra
parte, una edición en CD que comprende, además de sus Obras completas, su
Epistolario y su Bibliografía.
Historia
de los heterodoxos españoles
Impulsada
bajo la iniciativa de Gumersindo Laverde, se remonta a sus años de estudiante.
Laverde pensaba solamente en que su discípulo escribiese una serie de
semblanzas de herejes o heterodoxos españoles célebres. Pero, como siempre, en
manos de Menéndez Pelayo fue mucho más. La obra resultó de ocho tomos de un
promedio de más de 500 páginas cada uno. Su primera edición fue publicada por
Cándido Nocedal en su librería de San José, editorial del diario carlista El
Siglo Futuro. El primero es una
historia completa de la vida espiritual de España
hasta el siglo xv, en lo que se separaba de las enseñanzas de la Iglesia. Los
siguientes se refieren a la época del Renacimiento, y analiza detalladamente el
brote y extensión de las ideas protestantes en España, su represión por la
Inquisición, y continúa con los judaizantes y las hechicerías durante los
siglos XVI y XVII.
Por
último, se refiere a los afrancesados del siglo xviii, su filosofía y política,
y la penetración de la acción anticatólica en España; la influencia de la
Revolución francesa y del liberalismo progresista, y se enfrenta con las
doctrinas e ideas de sus contemporáneos, que él considera inadmisibles con
frases llenas de vigor, reprochándoles aquello que él considera como
actividades antiespañolas.
Historia
de las ideas estéticas en España
Se
trata de una de las obras fundamentales no ya de su autor, sino de la
historiografía moderna en general, como Historia de las Ideas, y de la
historiografía de la Estética, no española sino occidental, pues en gran medida
se ocupa de esta última como preparación de aquella. La obra es resultado del
compromiso adquirido por el autor con su maestro, a quien la dedica, Manuel
Milá y Fontanals, padre de la Estética en España como disciplina moderna, y
está destinada a fundamentar teóricamente la Historia de la Literatura
Española, objeto central del proyecto inacabado de Menéndez Pelayo.
Antología
de poetas líricos castellanos
Recoge
la poesía lírica desde su comienzo hasta el Renacimiento; comprende, pues, toda
la Edad Media española, y su propósito era continuarla para que hubiese
constituido una Historia general de la poesía lírica castellana. La antología
comienza en el tomo iv de la edición del Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, que consta de diez; los tres primeros (más de 1100 páginas) están
dedicados a estudios introductorios, biográficos, críticos e históricos. De su
pluma nos quedan quizá los mejores retratos que se han hecho del Arcipreste de
Hita, de Enrique de Villena, de Jorge Manrique, etc., habiendo sido capaz de
revivir y animar el ambiente de lejanas épocas y penetrar en la raíz de los
sucesos.
Listado
de obras
·
La
novela entre los latinos (Santander, 1875). Fue su tesis doctoral.
·
Estudios
críticos sobre escritores montañeses. Telesforo Trueba y Cosío (Santander,
1876).
·
Polémicas,
indicaciones y proyectos sobre la ciencia española (Madrid, 1876).
·
La
ciencia española, 2ª edición refundida y aumentada (Madrid, 1887–1880).
·
Horacio
en España (Madrid, 1877, 2ª ed. 1885).
·
Estudios
poéticos (Madrid, 1878).
·
Odas,
epístolas y tragedias (Madrid, 1906).
·
Traductores
españoles de la Eneida (Madrid, 1879).
·
Traductores
de las Églogas y Geórgicas de Virgilio (Madrid, 1879).
·
Historia
de los heterodoxos españoles (Madrid, 1880–1882).
·
Calderón
y su teatro (Madrid, 1881).
·
Dramas
de Guillermo Shakespeare traducción (Barcelona, 1881).
·
Obras
completas de Marco Tulio Cicerón, traducción (Madrid, 1881–1884).
·
Historia
de las Ideas Estéticas en España (Madrid, 1883–1889).
·
Estudios
de crítica literaria (Madrid, 1884).
·
Obras
de Lope de Vega (1890–1902).
·
Antología
de poetas líricos castellanos desde la formación del idioma hasta nuestros días
(1890–1908).
·
Ensayos
de crítica filosófica (Madrid, 1892).
·
Antología
de poetas hispano-americanos (1893–1895).
·
Historia
de la poesía hispano-americana (Madrid, 1911).
·
Bibliografía
hispano-latina clásica (Madrid, 1902).
·
Orígenes
de la novela (Madrid, 1905–1915).
·
El
doctor D. Manuel Milá y Fontanals. Semblanza literaria (Barcelona, 1908).
·
Obras
completas (iniciadas en 1911).
·
«Biblioteca
de traductores españoles», en Obras completas (Madrid: CSIC, 1952–1953).
Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Marcelino_Men%C3%A9ndez_Pelayo
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