Martín Lutero
Hijo
de Hans y Margarethe Luder, Martín nació el 10 de noviembre de 1483 y fue
bautizado al día siguiente de la celebración de la festividad de san Martín de
Tours, por lo que le dieron el nombre de ese santo. En 1484 la familia se
trasladó a Mansfeld, donde su padre dirigía varias minas de cobre. Habiéndose
criado en un medio campesino, Hans Luder ansiaba que su hijo llegara a ser
funcionario civil para darle más honores a la familia. Con este fin, envió al
joven Martín a varias escuelas en Mansfeld, Magdeburgo y Eisenach.
En
1501, a los 18 años, Lutero ingresó en la Universidad de Erfurt, donde tocaba
el laúd y recibió el apodo de El filósofo.
Recibió
el grado de bachiller en 1502 y una maestría en 1505, como el segundo de 17
candidatos. Siguiendo los deseos de
su padre, se inscribió en la Facultad de Derecho de esta universidad. Pero todo
cambió durante una tormenta eléctrica el 2 de julio de 1505. Un rayo cayó cerca
de él mientras regresaba de una visita a la casa de sus padres. Aterrorizado,
gritó: «¡Ayuda Santa Ana! ¡Me haré monje!». Salió con vida y abandonó la
carrera de Derecho, vendió sus libros con excepción de los de Virgilio y entró
en el monasterio agustino de Erfurt el 17 de julio de 1505.
Vida
monástica y académica
Lutero
pertenecía a la orden de los agustinos. Su actividad monacal consistía en
rezar, ayunar, peregrinar y confesarse.
Johann
von Staupitz, el superior de Lutero, concluyó que el joven necesitaba más
trabajo para distraerse de su excesiva reflexión, y ordenó al monje que
comenzara una carrera académica.
En
1507 Lutero fue ordenado sacerdote y en 1508 comenzó a enseñar Teología en la
Universidad de Wittenberg. Lutero recibió su grado de bachiller en Estudios
Bíblicos el 9 de marzo de 1508.
El
21 de octubre de 1512 fue "recibido en el Senado de la Facultad de
Teología", dándole el título de Doctor en Biblia. En 1515 fue nombrado
vicario de su orden, quedando a su cargo once monasterios.
Durante
esta época estudió el griego y el hebreo para profundizar en el significado y
los matices de las palabras utilizadas en las escrituras, conocimientos que
luego emplearía para la traducción de la Biblia.
Las
ansias de obtener grados académicos llevaron a Martín Lutero a estudiar las
Escrituras en profundidad. Influido por la vocación humanista de ir ad fontes
(«a las fuentes»), se sumergió en el estudio de la Biblia y de la Iglesia
primitiva. Debido a esto, términos como la penitencia y la probidad tomaron un
nuevo significado para Lutero, convencido ahora de que la Iglesia había perdido
la visión de varias verdades centrales que el cristianismo enseñaba en las
Escrituras, siendo una de las más importantes de ellas la doctrina de la justificación
solo por la fe. Lutero empezó a enseñar que la salvación es un regalo
exclusivamente de Dios, dado por la gracia a través de Cristo y recibido
solamente por la fe.
Más
tarde, Lutero definió y reintrodujo el principio de la distinción propia entre
la Ley de Moisés y los Evangelios que reforzaban su teología de la gracia. Como
consecuencia, Lutero creía que su principio de interpretación era un punto
inicial esencial en el estudio de las Escrituras. Notó que la falta de claridad
al distinguir la Ley Mosaica de los Evangelios era la causa de la incorrecta
comprensión del Evangelio de Jesús en la Iglesia de su época, institución a la
que responsabilizaba de haber creado y fomentado muchos errores teológicos
fundamentales.
La
controversia por las indulgencias
Además
de sus deberes como profesor, Martín Lutero servía como predicador y confesor
en la iglesia de Santa María de la ciudad. Predicaba habitualmente en la
iglesia del palacio, llamada también "de todos los santos", debido a
que tenía una colección de reliquias proveniente de una fundación creada por
Federico III de Sajonia. Fue durante este periodo cuando el joven sacerdote se
dio cuenta de los efectos de ofrecer indulgencias a los feligreses.
Una
indulgencia es la remisión (parcial o total) del castigo temporal que aún se
mantiene por los pecados después de que la culpa ha sido eliminada por
absolución. En aquella época, cualquier persona podía comprar una indulgencia,
ya fuera para sí
misma o para sus parientes muertos que permanecían en el Purgatorio. El fraile
dominico Johann Tetzel había sido reclutado para viajar por los territorios
episcopales de Alberto de Brandeburgo (arzobispo de Maguncia) vendiendo
indulgencias. Con el dinero obtenido por dicho medio, se esperaba financiar la
edificación de la basílica de San Pedro en Roma, Italia, y comprar un obispado
para Alberto de Hohenzollern.
Lutero
vio este tráfico de indulgencias no solo como un abuso de poder, sino como una
mentira, que, no teniendo base en las Escrituras, podría confundir a la gente y
llevarla a confiar solamente en la mentira de las indulgencias, dejando de lado
el sacramento de la confesión y el arrepentimiento verdadero. Lutero predicó
tres sermones contra las indulgencias en 1516 y 1517. Una noche leyó un pasaje
de la Carta a los Romanos 1:16 y 17 que le llevaría a hacer la Reforma: Porque
no me avergüenzo del mensaje del evangelio porque es poder de Dios para que
todos los que creen alcancen la salvación, los judíos en primer lugar y luego a
los griegos. Pues este mensaje nos muestra de que manera Dios nos libra de
culpa: es por fe y solamente por fe. Así lo dicen las Escrituras: El justo por
la fe vivirá. Pero su enojo siguió
creciendo y, según
la tradición,
el 31 de octubre de 1517 fueron clavadas las noventa y cinco tesis en la puerta
de la iglesia del Palacio de Wittenberg como una invitación abierta a
debatirlas. Las tesis condenaban la avaricia y el paganismo en la Iglesia como
un abuso, y pedían
una disputa teológica
en lo que las indulgencias podían dar. Sin embargo, en sus tesis no cuestionaba
directamente la autoridad del Papa para conceder indulgencias.
Las
noventa y cinco tesis de Martín Lutero fueron traducidas rápidamente
al alemán
y ampliamente copiadas e impresas. Al cabo de dos semanas se habían
difundido por toda Alemania y, pasados dos meses, por toda Europa. Este fue uno
de los primeros casos de la Historia en los que la imprenta tuvo un papel
importante, pues facilitaba una distribución más sencilla y amplia de cualquier
documento.
Respuesta
del papa
Después
de hacer caso omiso a Lutero diciendo que era un «borracho alemán quien
escribió las tesis» y afirmando que «cuando esté sobrio cambiará de parecer»,
el papa León
X ordenó
en 1518 al profesor dominico de teología
Silvestre Mazzolini que investigara el tema. Este denunció
que Lutero se oponía
de manera implícita
a la autoridad del sumo pontífice, al mostrar desacuerdo con una de sus bulas,
por lo que declaró a Lutero hereje y escribió una refutación académica de sus
tesis. En ella mantenía la autoridad papal sobre la Iglesia y condenaba cada
"desviación" como una apostasía. Lutero replicó de igual manera y se
desarrolló una controversia.
Mientras
tanto, Lutero escribió su Sermón sobre la indulgencia y la gracia y
posteriormente tomó parte en la convención agustina en Heidelberg, donde
presentó una tesis sobre la esclavitud del hombre al pecado y la gracia divina.
En el curso de la controversia por las indulgencias, el debate se elevó hasta
el punto de que puso en duda el poder absoluto y la autoridad del papa, debido
a que las doctrinas de "Tesorería de la Iglesia" y la "Tesorería
de los Méritos", que servían para reforzar la doctrina y práctica de las
indulgencias, se basaban en la bula Unigenitus (1343) del papa Clemente VI. En
vista de su oposición a esa doctrina, Lutero fue calificado de hereje, y el
papa, decidido a suprimir sus puntos de vista, ordenó llamarlo a Roma, viaje
que no se realizó por problemas políticos.
Lutero,
que antes profesaba obediencia implícita a la Iglesia, negaba ahora
abiertamente la autoridad papal y apelaba a que se celebrara un concilio.
También declaraba que el papado no formaba parte de la inmutable esencia de la
Iglesia original.
Deseando
mantenerse en términos amistosos con el protector de Lutero, Federico el Sabio,
el papa realizó un intento final de alcanzar una solución pacífica al
conflicto. Una conferencia con el chambelán papal Karl von Miltitz en
Altenburgo, en enero de 1519, llevó a Lutero a decidir guardar silencio en
tanto así lo hicieran sus oponentes, escribir una humilde carta al papa y
componer un tratado demostrando sus respetos a la Iglesia católica. La carta escrita
nunca fue enviada porque no contenía retractación alguna. En el tratado que
compuso más tarde, Lutero negó cualquier efecto de las indulgencias en el
Purgatorio.
Cuando
Johann Eck retó a Carlstadt, un amigo de Lutero, a un debate en Leipzig, Lutero
se sumó a este debate (27 de junio–18 de julio de 1519), en el curso del cual
negó el derecho divino del solio papal y la autoridad de poseer el "poder
de las llaves", que según él había sido otorgado a la Iglesia (como
congregación de fe). Negó que la pertenencia a la Iglesia católica occidental
bajo la autoridad del papa, fuera necesaria para la salvación, manteniendo la
validez de la Iglesia Ortodoxa de Oriente. Después del debate, Johann Eck
aseguró que Lutero se vio forzado a admitir la similitud de su propia doctrina
con la de Jan Hus, quien había sido quemado en la hoguera.
De
esta forma, no había esperanzas de paz. Los escritos de Lutero circulaban
ampliamente por Francia, Inglaterra e Italia en 1519, y los estudiantes se
dirigían a Wittenberg para escuchar a Lutero, quien publicaba ahora sus
comentarios sobre la Epístola a los Gálatas y su Operationes in Psalmos
(Trabajo en los Salmos).
Las
controversias generadas por sus escritos llevaron a Lutero a desarrollar sus
doctrinas más a fondo, y su "Sermón en el Sacramento Bendecido del
Verdadero y Santo Cuerpo de Cristo, y sus Hermandades" extendió el
significado de la eucaristía para el perdón de los pecados y el fortalecimiento
de la fe en aquellos quienes la reciben, apoyando además a que se realizara un
concilio para restituir la comunión.
El
concepto luterano de "iglesia" fue desarrollado en su Von dem Papsttum
zu Rom (En el Papado de Roma), una respuesta al ataque del franciscano Augustín
von Alveld en Leipzig (junio de 1520); mientras que su Sermon von guten Werken
(Sermón de Buenas Obras), publicado en la primavera de 1520, era contrario a la
doctrina católica de las buenas obras y obras de supererogación (aquellas
efectuadas por encima de los términos de la simple obligación), mantenía que
las obras del creyente son verdaderamente buenas en cualquier llamado secular
(o vocación) ordenado por Dios.
La
controversia en Leipzig (1519) hizo que Lutero tomara contacto con los
humanistas, particularmente Melanchthon, Reuchlin y Erasmo de Róterdam, y que
mantuviera relaciones con el caballero Ulrich von Hutten, quien a su vez
influyó al caballero Franz von Sickingen. Von Sickingen y Silvestre de
Schauenburg querían mantener a Lutero bajo su protección, invitándolo a su
fortaleza en el caso de que no se sintiera seguro en Sajonia a causa de la
proscripción papal.
Bajo
estas circunstancias de crisis y confrontando a los nobles alemanes, Lutero
redactó A la Nobleza Cristiana de la Nación Alemana (agosto de 1520), donde
encomendaba al laicado, como un sacerdote espiritual, la reforma requerida por
Dios pero abandonada por el papa y el clero. Por primera vez, Lutero se refirió
públicamente al Papa como el Anticristo. Las reformas que Lutero proponía
no solo se referían
a cuestiones doctrinales, sino también
a abusos eclesiásticos:
la disminución
del número
de cardenales y demandas de la corte papal; la abolición de los ingresos del
Papa; el reconocimiento del gobierno secular; la renuncia del papado al poder
temporal; la abolición de los interdictos y abusos relacionados con la
excomunión; la abolición del peregrinaje dañino; la eliminación del excesivo
número de días santos; la supresión de los conventos de monjas, de la
mendicidad y de la suntuosidad; la reforma de las universidades; la abrogación
del celibato del clero; la reunificación con los bohemios y una reforma general
de la moral pública.
El
Cautiverio Babilónico
Lutero
escribió polémicas doctrinales en el Preludio en el Cautiverio Babilónico de la
Iglesia, especialmente con respecto a los sacramentos.
En
lo que se refiere a la eucaristía, apoyaba que se devolviera el cáliz al
laicado; en la llamada cuestión del dogma de la transustanciación, afirmaba la
presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo en la eucaristía, pero
rechazaba la enseñanza de que la eucaristía era el sacrificio ofrecido a Dios.
Con
respecto al bautismo, enseñó que traía la justificación solo si se combinaba
con la fe salvadora en el receptor. Sin embargo, mantenía el principio de la
salvación incluso para aquellos que más tarde cayeran y se reivindicasen.
Sobre
la penitencia, afirmó que su esencia consiste en las palabras de la promesa de
exculpación recibidas por la fe. Para él, solo estos tres sacramentos podían
ser considerados como tales, debido a su institución divina y a la promesa
divina de salvación conectada con ellos. Estrictamente hablando, solo el
bautismo y la eucaristía son sacramentos, dado que solo ellos tienen un
"signo visible divinamente instituido": el agua en el bautismo y el
pan y el vino en la eucaristía. Lutero negaba en su documento que la
confirmación, el matrimonio, la ordenación sacerdotal y la extremaunción fueran
sacramentos.
La
libertad cristiana
De
manera análoga, el desarrollo completo de la doctrina de Lutero sobre la
salvación y la vida cristiana se expuso en su opúsculo La libertad cristiana
(publicado el 20 de noviembre de 1520), donde exigía una unión completa con
Cristo mediante la Palabra a través de la fe, la entera libertad de un
cristiano como sacerdote y rey sobre todas las cosas externas, y un amor para
con el prójimo.
La
excomunión de Lutero
El
papa advirtió a Martín Lutero el 15 de junio de 1520, con la bula Exsurge
Domine, de que se arriesgaba a la excomunión, a menos que en un plazo de
sesenta días repudiara 41 puntos de su doctrina seleccionados de sus escritos.
Cumplido dicho plazo, se rumoreaba que Eck había llegado a Meissen con una
prohibición papal, la cual se pronunció realmente el 21 de septiembre.25
En octubre de 1520 Lutero envió
su escrito En la Libertad de un Cristiano al papa, añadiendo
la significativa frase: "Yo no me someto a leyes al interpretar la palabra
de Dios". El 12 de diciembre
Lutero arrojó
personalmente al fuego la bula, la cual tomaba efecto en un plazo de 120 días,
y el decreto papal en Wittenberg, defendiéndose
en su Warum des Papstes und seiner Jünger
Bücher
verbrannt sind y su Assertio omnium articulorum; durante la quema de esa bula
Lutero exclamó parafraseando el Salmo 9: Ya que has confundido la verdad [o a
los santos] de Dios, hoy el Señor te confunde a ti. Al fuego contigo.
El papa León
X excomulgó
a Lutero el 3 de enero de 1521 mediante la bula Decet Romanum Pontificem.
La
ejecución de la prohibición, sin embargo, fue evitada por la relación del papa
con Federico III de Sajonia y por el nuevo emperador Carlos V quien, viendo la
actitud papal hacia él y la posición de la Dieta, encontró contraindicado
apoyar las medidas contra Lutero. Este fue a Worms diciendo que "Iría allí
aunque hubiese tantos demonios como tejas en los tejados".
Lutero
en la Dieta de Worms.
El
emperador Carlos V inauguró la Dieta imperial de Worms el 22 de enero de 1521.
Lutero fue llamado a renunciar o reafirmar su doctrina y le fue otorgado un
salvoconducto para garantizar su seguridad.
Lutero
se presentó ante la Dieta el 16 de abril. Johann Eck, un asistente del
arzobispo de Tréveris, presentó a Lutero una mesa llena de copias de sus
escritos. Le preguntó a Lutero si los libros eran suyos y si todavía creía en
lo que esas obras enseñaban. Lutero pidió un tiempo para pensar su respuesta,
el cual le fue concedido. Lutero oró, consultó con sus amigos y mediadores y se
presentó ante la Dieta al día siguiente. Cuando se trató el asunto en la Dieta,
el consejero Eck le pidió a Lutero que respondiera explícitamente:
"Lutero, ¿rechaza sus libros y los errores que en ellos se
contiene?", a lo que Lutero respondió: «Que se me convenza mediante
testimonios de la Escritura y claros argumentos de la razón —porque no le creo
ni al papa ni a los concilios, ya que está demostrado que a menudo han errado,
contradiciéndose a sí mismos— por los textos de la Sagrada Escritura que he
citado, estoy sometido a mi conciencia y ligado a la palabra de Dios. Por eso
no puedo ni quiero retractarme de nada, porque hacer algo en contra de la
conciencia no es seguro ni saludable». De acuerdo con la tradición, Lutero
entonces dijo estas palabras: «¡No puedo hacer otra cosa; esta es mi postura!
¡Que Dios me ayude!».
El
emperador redactó el Edicto de Worms el 25 de mayo de 1521, declarando a Martín
Lutero prófugo y hereje, y prohibiendo sus obras.
Exilio
en el castillo de Wartburg
La
desaparición de Lutero durante el viaje de regreso de Wittenberg fue planeada.
Federico el Sabio dispuso que una escolta enmascarada a caballo capturase a
Lutero y lo llevase al castillo de Wartburg en Eisenach, donde permaneció cerca
de un año. Le creció una amplia y brillante barba, tomó el atuendo de un
caballero y se asignó el pseudónimo de Junker Jörg (Caballero Jorge). Durante
este periodo de estadía forzada, Lutero trabajó a paso firme en la traducción
del Nuevo Testamento.
La
estancia de Lutero en Wartburg fue el comienzo de un periodo constructivo de su
carrera como reformador. En su «desierto» o «Patmos» de Wartburg (como le
llamaba en sus cartas), empezó a traducir la Biblia, imprimiéndose el Nuevo
Testamento en septiembre de 1522. Además de otros escritos, preparó la primera
parte de su guía para párrocos y su Von der Beichte (Sobre la confesión), en la
que niega la obligación de la confesión y admite la validez de las confesiones
privadas voluntarias. También escribió en contra del arzobispo Albrecht, a
quien obligó a desistir de reiniciar la venta de indulgencias.
Matrimonio
y familia de Martín Lutero
El
8 de abril de 1523, Lutero le escribe a Wenceslaus: "Ayer recibí a nueve
monjas de su cautiverio en el convento de Nimbschen". Lutero había
decidido ayudar a escapar a doce monjas del monasterio cisterciense en
Nimbschen, cerca de Grimma en Sajonia, sacándolas del convento dentro de
barriles. Tres de ellas se marcharon con sus parientes, mientras que las otras
nueve fueron llevadas a Wittenberg. En este último grupo se encontraba Catalina
de Bora. Entre mayo y junio de 1523 se pensó que la mujer se casaría con un
estudiante de la Universidad de Wittenberg, Jerome Baumgartner, aunque
probablemente su familia se lo negó. El Dr. Caspar Glatz era el siguiente
pretendiente, pero Catalina no sentía "ni deseo ni amor" por él. Se
supo que se quería casar con Lutero o con Nicolás von Amsdorf. Lutero sentía
que no era un buen marido, ya que había sido excomulgado por el papa y era
perseguido por el Emperador. En mayo o a principios de junio de 1525 se conoció
en el círculo íntimo de Lutero su intención de casarse con Catalina. Para
evitar cualquier objeción por parte de sus amigos, actuó rápidamente: en la
mañana del martes 13 de junio de 1525 se casó legalmente con Catalina, a quien
afectuosamente llamaba "Katy". Ella se mudó a la casa de su marido,
el antiguo monasterio agustino en Wittenberg, y comenzaron a vivir en familia.
Los Lutero tuvieron tres hijos y tres hijas:
Biblia
de Lutero de 1534
Cuando
Lutero tradujo la Biblia al idioma alemán, la mayoría de la sociedad era
analfabeta. La Iglesia tenía el depósito del conocimiento, sus miembros eran
estudiosos y educados, en contraste con la sociedad analfabeta que adquiría sus
conocimientos a través de la transmisión oral, la memorización y la repetición
de los textos bíblicos. Lutero hizo posible el acceso a la Biblia en alemán
apoyado en el uso de la imprenta, facilitando la propagación del
protestantismo, aunque no fue el primero que imprimió la Biblia en alemán, la
cual tradujo de un manuscrito sagrado a la lengua materna de esa nación. De
esta forma escindió la Iglesia católica del pueblo alemán, y precursó la
reforma protestante, que ocurrió gracias a la impresión de la Biblia que Lutero
había traducido. La intención de Lutero era que el pueblo tuviera acceso
directo a la fuente en lengua vernácula sin la necesidad de conocimientos de
latín, haciendo posible la interpretación libre de los textos sagrados. La
traducción de la Biblia la inició durante su estancia en el castillo de
Wartburg en 1521. La Biblia oficial de ese entonces era la Vulgata Latina,
traducida del hebreo, arameo y griego al latín por San Jerónimo. Lutero deseaba
traducirla del hebreo, arameo y griego directamente al alemán, con la intención
de hacerla accesible al pueblo. Inicialmente solo incluyó el Nuevo Testamento,
ya que los textos originales del Antiguo Testamento no estaban escritos en
latín o en griego. El Antiguo Testamento estaba escrito en hebreo y arameo
(idiomas que carecen de vocales en el sistema escrito; compuesto por letras
consonantes). Lutero utilizó una edición griega del Nuevo Testamento que
originalmente fue editada por Erasmo, texto que más tarde fue llamado Textus
Receptus. Durante el proceso de traducción, Lutero visitó pueblos y mercados
cercanos con la intención de investigar el dialecto común de la lengua alemana.
Escuchaba a las personas hablar, para así poder transcribir en lenguaje
coloquial. En efecto, incorpora "elementos sintácticos y estilísticos
cultos, pero sin perder la vena expresiva popular"
La traducción
se publicó
en septiembre de 1522, lo que causó
gran conmoción
en la Iglesia católica.
Lutero le dedicó
la Biblia alemana a Federico El Sabio, a quien estimaba grandemente.
Lutero
tenía una mala percepción de los libros de Ester, Hebreos, Santiago, Judas y
del Apocalipsis. Llamaba a la epístola de Santiago una "epístola de
paja", encontrando que era muy poco lo que apuntaba a Cristo y su obra
salvadora. También tenía duras palabras para el Apocalipsis, del que decía que
no podía "de ninguna forma detectar que el Espíritu Santo lo haya
producido". Creía
tener razones al cuestionar la apostolicidad de estos libros, debido a que la
iglesia primitiva los catalogaba como antilegomena, lo que significaba que no
eran aceptados sin reservas, al contrario que los canónicos. Aun así Lutero no
los eliminó de su edición de las Escrituras. Lutero incluyó como apócrifos
aquellos pasajes que, encontrándose en la Septuaginta griega, no lo estaban en
los textos masoréticos disponibles en aquel entonces.
Debe
puntualizarse que la Biblia de Lutero incluye el texto íntegro de 14 de estos
documentos: la Oración de Manasés, Tobías, Judit, el Resto de Ester, Sabiduría,
Eclesiástico, Baruc, la Oración de Azarías, el Cántico de los Tres Jóvenes, la
Historia de Susana, la Historia de Bel, la Historia del Dragón, 1 Macabeos y 2
Macabeos. Así suelen usarla desde entonces la iglesia luterana, y los
anabaptistas (congregados en granjas comunitarias rurales). Si bien, siglos más
tarde, se hicieron ediciones desprovistas de ellos en demanda de grupos
protestantes tardíos, así como ediciones católicas conservando los libros. Aquí
se ven los textos íntegros de esta Biblia.
La
primera traducción completa al alemán, inclusive el Antiguo Testamento, se
publicó en 1534 en seis tomos y fue producto del esfuerzo común de Lutero,
Johannes Bugenhagen, Justus Jonas, Caspar Creuziger, Philipp Melanchthon,
Matthäus Aurogallus y George Rörer. Lutero continuó refinando su traducción
durante el resto de su vida, trabajo que fue tomado como referencia para la
edición de 1546, el año de su muerte. Como se ha mencionado anteriormente, el
trabajo de traducción de Lutero ayudó a estandarizar el alemán del Sacro
Imperio —lo que facilitaría la unificación de la nación alemana en el siglo
XIX— y es considerado como uno de los pilares de la literatura alemana. También
tenía 117 grabados o ilustraciones del pintor y grabador Lucas Cranach el
Viejo, amigo de Lutero, y fue impresa en Wittenberg en 1534.
Martín
Lutero en su Comentario sobre San Juan reconoció que habían recibido la Biblia
por medio de la Iglesia católica: «Estamos obligados a reconocer a los papistas
que son ellos los que tienen la Palabra de Dios, que la hemos recibido de
ellos, y que sin ellos no tendríamos ningún conocimiento de esta».
En
mayo de 1525 tuvo lugar en Wittenberg la primera ordenación evangélica. Lutero
había rechazado la visión católica de la ordenación como un sacramento. Un
servicio de ordenación, con la imposición de manos junto con una oración en un
servicio congregacional solemne, era considerado suficiente.
Para
suplir la falta de altas autoridades eclesiásticas debida a que muy pocos
obispos adoptaron la doctrina reformadora en tierras alemanas, Lutero sostuvo a
partir de 1525 que las autoridades seculares deberían tomar parte en la
administración de la iglesia. Estas tareas no eran necesariamente exclusivas de
las autoridades seculares, y Lutero hubiera preferido que recayeran en manos de
un episcopado evangélico. Declaró en 1542 que los príncipes evangélicos solo
serían "obispos de urgencia" y preconizó que los poderes
eclesiásticos pudieran ser ostentados por congregaciones cristianas,
si bien decidió
esperar el curso de los acontecimientos y ver qué
hacían
los párrocos
y estudiosos para que descubrieran por sí
mismos cuáles
eran las personas apropiadas. Los resultados de su viaje a Sajonia (1527-29) le
hicieron ver que los párrocos y estudiosos no estaban preparados para tal
responsabilidad, siendo necesario que se mantuvieran las estructuras
eclesiásticas tal y como fueran diseñadas al principio de la Reforma.
La
naturaleza de la eucaristía se convirtió en un tema importante en la vida de
Lutero. Rechazaba la doctrina católica de la transubstanciación, pero mantenía
la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo bajo el pan y vino de misa.
Apoyaba el significado literal de las palabras "Este es mi cuerpo",
"Esta es mi sangre". Sintetizó sus creencias sobre el tema en su
Catecismo Menor al escribir: "¿Qué es el Sacramento del Altar? Es el
verdadero cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo en el pan y el vino,
entregado a nosotros cristianos para comer y beber, instituido por Cristo
mismo". Rehusando definir el misterio de la Eucaristía con conceptos como
la consubstanciación, Lutero utilizó la analogía patrística de la doctrina de
la Unión Personal de dos naturalezas en Jesucristo para ilustrar su doctrina
eucarística "por analogía del hierro puesto en el fuego donde ambos, fuego
y hierro, unidos en el hierro al rojo vivo, se mantienen a pesar de todo sin
cambio", un concepto que él llamó "Unión Sacramental".
Los
mismos príncipes habían suscrito los Artículos de Schwabach, respaldados por
Lutero como una condición para la alianza con él. Las bases de Lutero en
materia de doctrina eucarística partían del entendimiento simple y directo de
las palabras de Cristo, si bien daba importancia al sacrificio corporal de
Cristo y al hecho de ofrecer ese mismo cuerpo a los comulgantes en la
Eucaristía. Cuando Zuinglio excluyó la posibilidad de la presencia real por la
incapacidad de la naturaleza humana de Cristo para bilocarse o estar en otra
parte que no fuera un lugar concreto, Lutero reafirmó la integridad de la unión
hipostática: Cristo no está dividido y dondequiera que esté es Dios, incluso
como hombre. Lutero citaba como evidencia los tres modos de la presencia según
Guillermo de Ockham: "local, circunscrita" (estando en un lugar a la
vez, ocupando espacio y teniendo peso), "definitiva" (desligado del
espacio pero estando donde se precise) y "repletiva" (llenando todos
los espacios a la vez) para introducir la probabilidad de que el cuerpo y la
sangre de Cristo estén realmente presentes en la Eucaristía.
Lutero
sostuvo que la sola recepción de la comunión es inútil sin fe. Insistió en que
los impíos e incluso las bestias que toman y beben los elementos consagrados,
comen y beben la sangre y el cuerpo de Cristo, pero el beber y comer "indignamente"
les sería juzgado (1ª Corintios 11:29). Aunque no compartía la visión de que la
Eucaristía fuese solo una simple conmemoración, reconoció la existencia de una
dimensión conmemorativa. En cuanto al efecto del sacramento en los creyentes,
recordaba con fervor las palabras "fue entregado por todos vosotros",
poniendo así énfasis en la expiación y en el perdón mediante la muerte de
Jesucristo.
Los
Catecismos Menor y Mayor
Federico
III pidió a Lutero en 1528 que visitara las iglesias locales para determinar la
calidad de la educación cristiana que recibía el campesinado. Lutero escribió
en el prefacio del Catecismo Menor, "¡Piedad! ¡Buen Dios! ¡Qué miseria tan
abundante he observado! La gente común, especialmente en las villas, no tiene
conocimiento de ninguna doctrina cristiana, y muchos pastores unidos son
incapaces e incompetentes para enseñar". Como respuesta, Lutero preparó
los Catecismos Menor y Mayor. Se trata de materiales de instrucción y devoción
que Lutero consideraba como los fundamentos de la fe cristiana, entre los que
se encontraban los Diez Mandamientos, el Credo apostólico, el Padrenuestro,
bautismo, confesión
y absolución,
la eucaristía
y oraciones. El Catecismo Menor iba dirigido a la gente sencilla, mientras que
el Mayor a los pastores.
La
Dieta de Augsburgo y la cuestión de la resistencia civil
La
aparición de un enemigo común a todo el Sacro Imperio (el ejército turco)
cambió el escenario político: ahora Carlos V buscaba la unidad para poder hacer
frente a la nueva amenaza, para lo cual se convocó en 1530 la Dieta de
Augsburgo, con el fin de aclarar de forma definitiva la relación del Imperio
con el protestantismo. Lutero, prófugo del Imperio, permanecía a salvo en
Coburgo, inspirando desde allí el discurso de Melanchthon ante el Emperador. Si
bien Martín Lutero se abstuvo de mantener una actitud autoritaria, no le agradó
la delicadeza y la cautela de Melanchthon, porque este no llegó a plantear
cambios doctrinales, salvo el de la abolición del papado. El Emperador, forzado
por la guerra contra los turcos y contra la Liga de Esmalcalda (un ejército
organizado por los príncipes en defensa del protestantismo), consiguió asegurar
la unidad mediante la Paz de Núremberg de 1532, que retrasaba la solución
definitiva del problema hasta que se celebrara un Concilio General. Desde la
Dieta de Espira (1529), el problema se había transformado en algo de suma
importancia. La cuestión radicaba en que la Dieta de Espira había decidido en
1526 que de ninguna manera aceptaría la imposición del Edicto de Worms, que
permitía matar a Lutero sin miedo a sanciones. Esa misma Dieta consagraba la
tolerancia religiosa bajo el lema Cuius regio, eius religio (es decir, A cada
región la religión de su Señor). Nuevamente en la Dieta de Espira de 1529, y
ante la intención de los católicos de anular la tolerancia adoptada en 1526,
los reformistas emitieron una airada queja de protesta, motivo por el cual se
les llama desde entonces "protestantes". Ahora la Paz de Núremberg
establecía la aceptación de los reformistas en el seno del Imperio. Esta
situación se vio forzada por la situación política del momento, ya que si el
Emperador se oponía a la paz, los príncipes se verían legitimados para realizar
o apoyar una resistencia armada contra Carlos V, cuyo poder empezaba a estar
seriamente amenazado por los turcos.
Este
contexto político tuvo su dimensión teológica en la llamada cuestión de la
desobediencia civil. Hasta ese instante Lutero sostenía que de ningún modo
desobedecería al Emperador, incluso si su decisión era equivocada. De esa
manera se opuso a cualquier alianza entre los príncipes, ya fuera ofensiva o
defensiva. Martín Lutero mantuvo esta actitud incluso ante la Liga de
Esmalcalda. Pero su posición fue cambiando poco a poco al escuchar la opinión
de juristas que aseguraban que, en los casos de notoria injusticia pública, las
propias leyes imperiales otorgaban derecho de resistencia. Fue en 1531 cuando
aceptó la posibilidad de adoptar la desobediencia civil en su escrito Warnung
an die lieben Deutschen (1531), siempre y cuando se efectuara "por las
causas correctas". Más tarde, en cartas escritas en 1539, se retractaría
de tales afirmaciones.
Con
relación a esta participación de Lutero en la vida política se ha dicho
que, si suele afirmarse que Maquiavelo y los humanistas buscaron emancipar a la
política
de la teología,
Lutero y los primeros reformadores pretendieron emancipar a la teología
de la política,
despolitizando la religión.
Sin embargo, es precisamente por ello que Lutero quedaría convertido
"forzosa y paradójicamente" en un pensador político pues:
Ello
ha supuesto una reafirmación del poder estatal en la que la clave reside en que
la autoridad secular no se inmiscuya en los dominios del alma («al alma no debe
ni puede mandarla nadie»), del mismo modo que la autoridad religiosa no debe
inmiscuirse en las leyes civiles (las del «cuerpo y los bienes»).
Lutero
y los judíos
Las
opiniones de Lutero sobre los judíos han sido descritas como antisemitismo
racial por unos o religioso por otros. En otros casos como
antijudaísmo.
En
los inicios de su carrera pensaba que los judíos no habían creído en Jesús a
causa de los errores de los cristianos y de la proclamación de lo que para él
era un evangelio impuro. Sugería que responderían favorablemente al mensaje
evangélico si se les presentaba de la forma adecuada. Cuando descubrió que no
era así, atacó con furia a los judíos.
En
su Von den Juden und ihren Lügen (Sobre los judíos y sus mentiras), publicado
en 1543, escribió que debían realizarse contra los judíos acciones como quemar
las sinagogas, destruir sus libros de oración, prohibir predicar a los rabinos,
«aplastar y destruir» sus casas, incautarse de sus propiedades, confiscar su
dinero y obligar a esos "gusanos venenosos" a realizar trabajos
forzados o expulsarlos «para siempre». Según la opinión del Dr. Robert Michael,
parece que Lutero también aprobaba el asesinato de judíos.
Como
sea el caso, lo cierto es que en ese libelo solicita a los estados alemanes que
actúen tomando como referencia estos puntos: "¿Qué debemos hacer, nosotros
cristianos, con los judíos, esta gente rechazada y condenada? Dado que viven
con nosotros, no osamos tolerar su conducta ahora que estamos al tanto de sus
mentiras, sus injurias y sus blasfemias… En primer lugar, debemos prender fuego
a sus sinagogas o escuelas y enterrar y tapar con suciedad todo lo que no
prendamos fuego, para que ningún hombre vuelva a ver de ellos piedra o ceniza.
Esto ha de hacerse en honor a nuestro Señor y a la cristiandad, de modo que
Dios vea que nosotros somos cristianos y que no aprobamos ni toleramos a
sabiendas tales mentiras, maldiciones y blasfemias a su Hijo y a sus
cristianos… En segundo lugar, también aconsejo que sus casas sean arrasadas y
destruidas. Porque en ellas persiguen los mismos fines que en sus sinagogas… En
tercer lugar, aconsejo que sus libros de plegarias (sidurim) y escritos
talmúdicos, por medio de los cuales se enseñan la idolatría, las mentiras,
maldiciones y blasfemias, les sean quitados… En cuarto lugar, aconsejo que de
ahora en adelante se les prohíba a los rabinos enseñar sobre el dolor de la
pérdida de la vida o extremidad… En quinto lugar, que la protección en los
caminos sea abolida completamente para los judíos. No tienen nada que hacer en
las afueras de las ciudades dado que no son señores, funcionarios,
comerciantes, ni nada por el estilo… En sexto lugar, aconsejo que se les prohíba
la usura, y que se les quite todo el dinero y todas las riquezas en plata y
oro, y que luego todo esto sea guardado en lugar seguro... En séptimo lugar,
recomiendo poner o un mayal o un hacha o una azada o una pala o una rueca o un
huso en las manos de judíos y judías jóvenes y fuertes y dejar que coman el pan
con el sudor de su rostro, como se le impuso a los hijos de Adán."
Estas
palabras duras como son, han hecho que muchos eruditos reconsideren la obra de
Lutero bajo una nueva perspectiva, por ejemplo, el historiador británico Paul
Johnson, declaró que el libelo "Sobre los judíos y sus mentiras" fue
el «Primer trabajo del antisemitismo moderno y un paso gigantesco en el camino
hacia el Holocausto». De igual manera, los historiadores del nazismo no pueden
dejar de señalar que cuatro siglos después de haber sido escritos tales
ensayos, los nazis los citaron para justificar la llamada Solución Final.
Incluso, algunos estudiosos como Simon y Schuster han atribuido el Shoa u
Holocausto directamente al antijudaísmo de Lutero.
En cambio, otros investigadores, como Uwe Siemon-Netto refutan ese punto de
vista como una distorsión
histórica.
Ciertamente,
el tema puede estar sujeto a debate; sobre todo, por el enorme peso histórico y
religioso que la obra de Lutero posee. Sin embargo, es innegable que para los
filósofos del nazismo las ideas del reformador allanaron el camino para la
creación de los campos de exterminio. La recomendación luterana de una “áspera
misericordia” o scharfe Barmherzigkeit, que en términos llanos significó
“intolerancia absoluta” como "medida profiláctica" contra el judío
fue tomada por los nazis como una apología para su visión del mundo. Durante el
juicio de Núremberg, el general de la SA, Gauleiter de Franconia y Editor del
periódico Der Stürmer, Julius Streicher defendió su causa cuando se le
cuestionó por el antisemitismo de sus artículos, diciendo: “Publicaciones antisemitas
han existido en Alemania durante siglos. Por ejemplo, un libro que yo tenía, y
a la postre confiscado, fue escrito por el Dr. Martín Lutero. Si este libro
hubiera sido tomado en consideración por la fiscalía, seguramente hoy el Dr.
Martín Lutero estaría en mi lugar en el banquillo de los acusados. En este
libro, “Los judíos y Sus Mentiras”, el Dr. Martín Lutero describe a los judíos
como hijos de víbora y recomienda prender fuego a sus sinagogas y destruirlos.”
La fiscalía
difícilmente
pudo rebatir tales pruebas.
Desde
la década de 1980, algunos organismos de la Iglesia Luterana han denunciado
formalmente los escritos antisemitas de Lutero. En noviembre de 1998, en el 60º
aniversario de la Kristallnacht o la "Noche de los Cristales Rotos" la
Iglesia Luterana de Baviera emitió el siguiente comunicado: "Es imperativo
para la Iglesia Luterana, la cual ella misma está en deuda con la obra y
tradición de Martín Lutero, tomar seriamente sus pronunciamientos antijudíos,
reconocer su influencia teológica, y reflexionar sobre sus consecuencias para
así distanciarse de cada expresión de antijudaísmo dentro de la teología
luterana".
Lutero
con respecto a la brujería y magia
Lutero
compartía el carácter medieval de rechazar todos los signos que le pudieran
parecer indicios de brujería, considerándola a esta antagónica al cristianismo.
Es por ello que los practicantes de hechicería eran perseguidos tanto en los
territorios católicos como en los protestantes. Se dice que Lutero compartía
algunas de las supersticiones sobre la brujería que eran comunes en su tiempo,
por ejemplo, la creencia de que las brujas, con la ayuda del demonio, podían
robar leche simplemente al pensar en una vaca. En su Catecismo Menor
Lutero enseña
que la brujería
era un pecado contra el segundo mandamiento.
Otros
escritos de Lutero
El
número de libros atribuidos a Martín Lutero es bastante alto. Sin embargo,
algunos estudiosos de Lutero creen que muchas de tales obras fueron al menos
esbozadas por algunos de sus amigos, como Melanchthon. La fama de Lutero les
daba una audiencia potencial mayor que la que hubieran obtenido de ser
publicados bajo los nombres de sus verdaderos autores.
La
más completa colección de los voluminosos escritos de Lutero es Weimar Ausgabe
(Edición de Weimar), que consta de 101 volúmenes infolio, aunque solo una
fracción de estos escritos ha sido traducida.
Algunos
de sus libros explican cómo se establecieron las epístolas con su canonicidad,
hermenéutica, exégesis y exposición, y muestran cómo se integran los libros de
la Biblia entre sí. Destacan entre ellos los escritos sobre la Epístola a los
Gálatas, en los cuales se compara a sí mismo al Apóstol Pablo en su defensa del
Evangelio (por ejemplo, el comentario en Lutero y la Epístola a los Gálatas).
Lutero
también escribió sobre la administración civil y eclesiástica y sobre el hogar
cristiano.
El
estilo literario de Lutero era polémico, en parte porque cuando le apasionaba
un tema llegaba a insultar a sus oponentes. Al igual que otros reformadores era
muy intolerante con otras creencias y con los puntos de vista opuestos al suyo
y esto puede haber exacerbado la Reforma protestante en Alemania.
Su
preocupación por la amenaza otomana va a plasmarse en su Vom Kriege wider die
Türken (1529) donde identifica a los turcos con la visión de las cuatro bestias
del libro de Daniel.
Muerte
El
último viaje de Lutero a Mansfeld lo realizó debido a su preocupación por las
familias de sus hermanos y hermanas, quienes continuaban en la mina de cobre de
Hans Lutero, amenazada por las intenciones del Conde Albrecht de Mansfeld de
controlar esa industria para su beneficio personal.
La controversia involucró
a los cuatro condes de Mansfeld: Albrecht, Philip, John George y Gerhard. Lutero
viajó
dos veces hacia fines del 1545 con el objetivo de participar en las negociaciones
para llegar a un acuerdo. Fue necesaria una
tercera visita a principios de 1546 para completarlas. El 23 de enero, Lutero
dejó Wittenberg acompañado por sus tres hijos. Las negociaciones concluyeron
con éxito el 17 de febrero. Pasadas las 8 de la noche, Lutero sufrió dolores en
el pecho. Al irse a la cama oró diciendo: «En tus manos encomiendo mi espíritu;
me has redimido, oh Señor, fiel Dios». A la una de la madrugada despertó con un
agudo dolor de pecho y fue envuelto con toallas calientes.
Sabiendo
que su muerte era inminente, le agradeció a Dios por haberle revelado a su
Hijo, en quien él había creído. Sus compañeros Justus Jonás y Michael Coelius
gritaron: «Reverendo padre, ¿está listo para morir confiando en su Señor
Jesucristo y confesando la doctrina que enseñó en su nombre?». Un distintivo
«sí» fue la respuesta de Lutero. Murió a las 2:45 del 18 de febrero de 1546 en
Eisleben, la ciudad donde nació. Fue enterrado en la iglesia del Palacio de
Wittenberg, cerca del púlpito.
Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Mart%C3%ADn_Lutero
Comentarios
Publicar un comentario