Henri Matisse
Nació
en una pequeña localidad al norte de Francia, en el seno de una familia
dedicada al comercio, específicamente de droguería y semillas. En 1887, se
trasladó a París para estudiar leyes, al tiempo que trabaja como administrativo
en la corte de Le Cateau-Cambrésis.
Comenzó
a pintar en 1889, cuando convaleciente de una apendicitis su madre le llevó
elementos para pintar. Dijo de este momento de su vida que descubrió «una
especie de paraíso». Y a partir de entonces decidió convertirse en artista
plástico, a pesar de que esto decepcionó profundamente a su padre. En París
asistió a cursos en la Académie Julian y en 1892 ingresó en la École des
Beaux-Arts, donde recibió clases en el taller del pintor simbolista Gustave
Moreau, y donde coincidió con Rouault, Camoin y Marquet, además de relacionarse
también con el artista Dufy, discípulo de Pierre Bonnard.
Al
comienzo de su trayectoria artística, practicó el dibujo del natural en un
estilo más bien tradicional, como se aprecia en El tejedor bretón, y realizó
copias en el Louvre. Más adelante pasó a pintar luminosos paisajes de Córcega y
de la Costa Azul, dejándose llevar por los aires impresionistas de la época, y
practicó esporádicamente el divisionismo. En esta etapa tuvo como discípulo y
gran amigo al pintor japonés Yoshio Aoyama (el cual ha dejado en la historia
del arte el término de «azul Aoyama»).
Como
estudiante de arte, su pintor más admirado fue Chardin, realizando copias de
las cuatro piezas del Louvre.
El
31 de agosto de 1894 nació su hija Marguerite, cuya madre, Caroline Joblaud,
había sido una de sus modelos. El 8 de enero de 1898, Matisse se casó con
Amélie Parayre, con quien tuvo dos hijos, Jean en 1899 y Pierre en 1900,
nacidos en Toulouse, donde los Matisse vivían cerca de los padres de Amélie.
Los Matisse criaron a los tres niños.
En
1896 expuso cuatro lienzos en la Société Nationale des Beaux Arts con notable
éxito. Muchas de las pinturas entre 1898 y 1901 recurren al divisionismo,
técnica que adopta después de leer un escrito de Paul Signac, "D'Eugène
Delacroix au Néo-impressionisme".
Con
el comienzo del siglo, lideró junto con André Derain un grupo conocido como
fovismo. Un movimiento efímero que celebró tres exposiciones. La primera de
ellas fue en el Salón de otoño de 1905.
La
primera muestra individual la realizó en la galería Ambroise Vollard en 1904,
año en el que pinta su trabajo divisionista más importante, Luxe, Calme et
Volupté, con poco éxito. El uso del color se había hecho más pronunciado, por
influencias de Signac y Henri Edmond Cross. En 1905, los artistas del fovismo
exponen en el Salon d'Automne. Las pinturas expresan emoción con colores
salvajes y disonantes. El crítico de arte Louis Vauxcelles dijo: «Donatello au
milieu des fauves!» (‘Donatello entre bestias salvajes’), refiriéndose a una
escultura de tipo renacentista que estaba en el salón donde se celebraba la
exposición.
Mostró
Ventana abierta, Collioure (La fenêtre ouverte) (óleo de 55,3 cm x 46 cm; 1905)
y Mujer con sombrero (Femme au chapeau) (óleo de 79,4 cm × 59,7 cm; 1905). La
muestra en general y el material de Matisse en particular resultaron un
escándalo para la época y fueron objeto de una crítica muy agresiva.
En
algunas de sus figuras pintadas hacia fin de siglo está presente la influencia
de Cézanne, pero a partir de 1907 su estilo se hizo más definido y pintó a la
manera fauve: supresión de detalles y tendencia a la simplificación, con lo que
obtuvo cuadros impregnados de paz y armonía, como Lujo, calma y voluptuosidad o
El marinero de la gorra. Mediante zonas de color diferenciadas, tradujo la
forma de los objetos y el espacio existente entre ellos, además de introducir
arabescos y crear un ritmo característico en sus cuadros, como en Las alfombras
rojas. Su uso del color fue de una gran sensualidad, aunque siempre muy
controlada por una metódica organización estructural. Como él mismo declaró:
«Sueño con un arte de equilibrio, de tranquilidad, sin tema que inquiete o preocupe,
algo así como un lenitivo, un calmante cerebral parecido a un buen sillón».
Otro de sus rasgos peculiares es la sensación de bidimensionalidad de cuadros
como La habitación roja (o Armonía en rojo) o Naturaleza muerta con berenjenas,
en los que la ilusión de profundidad queda anulada mediante el uso de la misma
intensidad cromática en elementos que aparecen en primer o en último plano
(Taller en rojo).
En
1910 viajó a España; en Madrid visitó el Museo del Prado y su estancia en
Granada y Sevilla contribuyó a acercarle a la estética oriental.
En
1912 y 1913 viajó a Marruecos, donde la luz le inspiró cuadros sobre paisajes
mediterráneos de gran colorido, como Los marroquíes. Actualmente, la habitación
que ocupó Matisse en estos viajes en el Hotel Villa de France, de Tánger, puede
ser visitada y rentada.
Hacia
1916 se inició un periodo en el que se percibe la influencia del movimiento
cubista, de creciente importancia, que se traduce en un concepto más geométrico
de las formas y una simplificación aún mayor, como en El pintor y su modelo.
Hacia
1917 se instaló en Niza, conoció a Renoir, y su estilo se hizo más sutil.
Produjo en este periodo algunas de sus obras más célebres, como Ventana en Niza
y la serie de las Odaliscas, donde queda claramente plasmado el gusto de
Matisse por la ornamentación y el uso de arabescos. En los años siguientes
viajó por Europa y Tahití, donde concibió la obra en gran formato La danza.
Hacia
la década de 1940, el colorido de sus telas se tornó más atrevido, como en La
blusa rumana y en el Gran interior rojo, antecedentes de los gouaches que
realizó a finales de los años 1940, en los que cortaba y pegaba papeles
coloreados. Es famosa en esta técnica su serie Jazz, de 1943-1946.
En
1950 decoró la capilla del Rosario de las dominicas de Vence, la obra que mejor
expone su tendencia simplificadora hacia formas más planas. En 1951, a través
de su amistad con Monique Bourgeois, -una artista que en 1944 decidió hacerse
monja dominica- Matisse le prometió que se ocuparía de realizar una capilla de
tejado azul y blanco coronada con una cruz de hierro forjado. Además de la
capilla, realizó un Vía Crucis -realizado en un único conjunto, compuestas de
siluetas en negro-, y se ocupó del mobiliario, las vestimentas litúrgicas, una
figura de santo Domingo, un fresco de la Virgen y el Niño, las vidrieras.
Realizó
así mismo un gran número de dibujos a pluma e ilustraciones para escritores
como Mallarmé y Joyce. En cuanto a sus grabados, el número de piezas alcanza
las quinientas, entre litografías, aguafuertes y xilografías. También esculpió
en bronce y colaboró escribiendo artículos para distintas revistas
especializadas.
En
1963 se abrió en Niza el Museo Matisse, que reúne una parte de su obra.
Obra
A
diferencia de la variedad que es posible encontrar en la obra de algunos de sus
contemporáneos como Picasso, la búsqueda de Matisse se centró en el equilibrio
entre color y forma. Esto se puede ver desde el primer cuadro que le abre
camino en la escena artística, Lujo, calma y voluptuosidad de 1904, el cual
está rodeado de simplicidad y frescura, al mismo tiempo que denota una
reflexión profunda.
En
1908, en su escrito Notas de un pintor (Notes d'un peintre) Matisse subraya su
interés en el color al decir que hay que proteger su intensidad a través del
orden. Años más tarde, habla de una "belleza" propia de los colores
la cual se debe preservar; es un asunto, dice, de construcción y de
organización que busque mantener la "bella frescura de los colores"
intacta.
Ce qui conte le plus dans la
couleur, ce sont des rapports. Grâce à eux, et à eux seuls, un dessin peut être
intensément coloré, sans qu'il soit besoin d'y mettre de la couleur. (Lo que es
más importante con el color son las relaciones. Gracias a ellas, y solo a
ellas, un dibujo puede tener un color intenso sin necesidad de que haya color).
El
fovismo y el color
Como
todos los artistas que se identifican con este movimiento, Matisse busca
liberar al color de la referencia a los objetos, logrando así su máxima
expresividad. Su obra durante este breve periodo (1905-1907) se caracteriza así
por enfrentar tonos puros para así resaltar los planos. Al igual que el resto
de los miembros del fovismo, el paisaje y el retrato son los géneros más
abordados, como puede constatarse en sus obras Vista de Collioure (Vue de
Collioure) (1905), Mujer con sombrero (1905) o La gitana (La Gitane) (1906).
La
influencia marroquí
A
pesar de tratarse de un periodo de tan solo un año en el que el artista realiza
dos viajes a Marruecos, esta etapa es considerada como fundamental en el
desarrollo de Matisse, tanto por la producción resultante así como por la
influencia continua que significó en su obra. Su importancia es tal que ha sido
motivo de estudios y exposiciones como la titulada Matisse in Morocco: The
Paintings and Drawings 1912-1913, exhibida entre junio y septiembre de1990 en el
Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), siendo resultado del trabajo entre
esta institución, la Galerìa Nacional de Arte de Washington, D.C., el Museo
Pushkin de Moscú y el Museo Hermitage de San Petersburgo (entonces Leningrado).
El
país y las condiciones privilegiadas en las que trabaja contrastan con las que
había acostumbrado hasta el momento el artista, lo que resulta en alrededor de
20 cuadros, además de diversos bosquejos y dibujos. A pesar de que sus otros
viajes al extranjero le permiten apreciar espacios y tipos de luz diferentes
que enriquecen su práctica en general, las estancias en Marruecos son
importantes por la cantidad y ambición de la obra que produce.
El
primero de estos viajes sucede de enero a febrero de 1912, el segundo de octubre
de 1912 a febrero de 1913. Durante el primero, permanece confinado en su cuarto
del hotel Villa de France, en Tánger, debido a una intensa lluvia que dura un
mes. El resultado de este primer periodo marroquí merece atención por ser una
condensación de las sensaciones de un artista extraordinario, cuya búsqueda
estética es resultado de un descubrimiento personal.
“En
Tánger trabajé siempre con la mirada puesta en el mismo objetivo, es decir, en
el fondo, la búsqueda de mí mismo a través de motivos diversos” (Jack Cowart,
“Carnets de croquis et dessins marocains de Matisse : la recherche de soi-même
à travers des motifs divers”, p. 101).
Previo
a Marruecos, Matisse ya había viajado a Argelia en 1906, durante una etapa de
transición de su obra. Gracias a este viaje y su investigación de otras
tradiciones artísticas como la egipcia, la griega, la asiática, la precolombina
y la africana, desde 1907, Apollinaire subrayaba la combinación de todas éstas
junto con las evidentes raíces europeas en el trabajo de Matisse. Sin embargo,
hasta antes de su estancia en Marruecos, el interés de Matisse en el arte dicho
“primitivo” se centraba en su espíritu y no en su estilo.
Como
se puede suponer, las obras producidas en Marruecos muestran escenas y
elementos de este país del Magreb como La palma (La palme) (1912) (cuyo título
original era Mañana de marzo en Tánger), Zorah en amarillo (Zorah en jaune)
(1912), La marroquí (La Marocaine) (1912-1913) o Puerta de la alcazaba (Porte
de la Casbah) (1912-1913). Sin embargo, pintó también un par de cuadros que
capturan imágenes posibles en cualquier otro lugar, como las dos naturalezas
muertas Cesta de naranjas (Corbeile d’oranges) (1912) y El florero de iris (Le
Vase d’iris) (1912), primera obra hecha durante su primer viaje. La disposición
de este cuadro, con sus flores delante de un espejo, hecho probablemente cuando
la lluvia confinó al artista a su habitación de hotel, anuncia obras similares
de naturalezas muertas frente a espejos como las que haría más tarde en Niza.
Un
acierto de Matisse en los cuadros que realizó de escenas exteriores de
Marruecos es la forma en que recrea la luz a partir de capas de veladura de
pigmentos finos, transparentes y translúcidos. Uno de los mejores ejemplos de
lo anterior puede ser observado en Sobre la terraza (Sur la terrasse)
(1912-1913). En esta obra Zorah, la modelo favorita del artista en ese viaje,
está sentada sobre la terraza del burdel donde trabajaba. La luz entra por la
derecha y la línea del cielo en el borde superior contrasta con las zonas de
luz y sombra del interior, el cual es de una gran variedad de tonalidades de
azul que rodean a la modelo, sonriente y totalmente vestida, con un velo que le
cubre el cabello.
Luego
de las dos estancias marroquíes, la experiencia acompaña a Matisse y a su obra
de una u otra forma por el resto de su vida. Su influencia se ve, por ejemplo,
en el trabajo de collage en papel que realiza al final de su vida. Por ejemplo,
es posible ver una presencia de Marruecos en la Zulma, collage de 1950 que hace
pensar en su modelo Zorah.
Durante
los primeros años de su vida en Niza, la influencia marroquí es quizá mucho más
clara y explícita a través de odaliscas y sus vestidos exóticos delante de
decorados evidentemente marroquíes. Ejemplos de lo anterior lo tenemos en los
cuadros Almuerzo oriental (Déjeuner oriental) (1917) y Odalisca y taburete (Odalisque
et Tabouret) (1928).
Collage:
última etapa creativa
Matisse
pasó los últimos años de su vida produciendo desde una silla. En 1941, tras un
cáncer de colon y una serie de operaciones quirúrgicas, la fragilidad general
que experimenta lo obliga a pasar sus días con el apoyo de una silla de ruedas,
desde donde se las ingenia para continuar con lo que llamaba "pintura con
tijeras". Se tratan así de collages (también referidos como cut-outs en
inglés o gouaches découpées en francés) hechos con recortes de hojas de papel
blanco pintadas con gouache. Sobre todo, en las obras de grandes dimensiones,
Matisse daba las instrucciones sobre los colores a utilizar por sus asistentes
-al frente de los cuales estaba Lydia Delectorskaya-, para luego él mismo
recortarlos y dejar que su equipo los pegara con alfileres al soporte final.
Además
del colorido de las piezas, que contrasta con el contexto internacional de la
Segunda Guerra y la situación personal del artista, los temas representados en
los collages son igualmente joviales. Alrededor de la escena o personaje(s)
central(es), destacan muchas veces figuras dinámicas e igualmente coloridas que
recuerdan formas de la naturaleza como corales, algas marinas o estrellas. Uno
de los mejores ejemplos de esta etapa es Jazz, libro ilustrado con tema
circense que realiza en pleno conflicto bélico pero publicado hasta 1947.
Matisse
en los museos del mundo
La
obra de Matisse está repartida en distintas colecciones públicas y privadas
alrededor del mundo, principalmente en el museo que lleva su nombre.
Museo
Matisse
Fundado
en 1963 y catalogado como museo nacional, este recinto ubicado en Niza alberga
la colección del artista; donada por sus herederos al gobierno de esta ciudad
de la Costa Azul francesa.
Museo
Matisse en Niza
Además
de las obras de Matisse, posee más de 130 objetos que pertenecían a su taller
como mobiliario, textiles, utensilios diversos. En cuanto a la obra de arte
realizada por Matisse, el museo cuenta con 31 pinturas, 236 dbujos, 218
grabados, 38 collages al gouache, 57 esculturas y 14 libros ilustrados que dan
cuenta de todos sus periodos de producción. En 2012, la familia del artista
hizo una donación adicional de 400 fragmentos de papel pintados al gouache que
nunca fueron utilizados por Matisse.
El
fondo correspondiente a la escultura es el más grande de un museo en Europa y
contiene casi todas las obras hechas con esta técnica por el artista.
Cuenta
también con un fondo de fotografías que captan a Matisse en distintos momentos
de su vida y realizadas por fotógrafos de renombre como Herni Cartier-Bresson.
Museo
Hermitage
Algunos
de sus principales trabajos pertenecen al acervo del Hermitage, en San
Petersburgo, Rusia, incluido La danza (1910), uno de sus obras más emblemáticas
y reconocibles. Este recinto también alberga cuadros de la estancia del artista
en Marruecos, pintados entre 1912 y 1913, así como retratos del periodo de 1909
a 1913, y algunos realizados en las décadas de 1920, 1930 y 1940.
Centro
Pompidou de París
La
colección del Museo Nacional de Arte Moderno de Francia que alberga el Centro
Pompidou incluye obra de las principales etapas de producción de Matisse. En
total, se tratan de 245 piezas entre dibujos, esculturas, grabados y pinturas.
Cinco de estas piezas fueron adquiridas en 2001 y correspondían a la colección de
Marie Matisse (1914-1999), viuda de Jean Matisse, hijo mayor del artista.
Museo
de Arte Moderno de NY (MoMA)
El
MoMA alberga cerca de 20 obras de Matisse, entre pintura, dibujos, grabados, esculturas
y cerámicas pintadas.
Museo
Guggenheim (NY)
El
Museo Solomon R. Guggenheim de Nueva York tiene obras de Matisse como parte de
su colección Sergei Shchukin, célebre coleccionista ruso que se convirtió en
uno de los principales mecenas de Matisse.
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