Ludwig van Beethoven
La
familia de Beethoven vivía bajo condiciones modestas. Su abuelo paterno,
llamado también Ludwig, (Malinas, 1712-1773), era descendiente de una familia
de campesinos y granjeros originarios de Brabante, en la región de Flandes
(Bélgica), que se trasladaron a Bonn en el siglo XVIII. La partícula “van” de
su nombre, contrario a lo que pudiera creerse, no posee orígenes nobles,
mientras que Beethoven probablemente pudo haberse derivado de Bettenhoven (Fr.:
Bettincourt), una localidad de Lieja, aunque otra hipótesis apunta a que el
apellido proviene de Beeth (que en flamenco quiere decir «remolacha») y Hoven,
que es el plural de Hof («granja»). De esta forma, «Beethoven» vendría a significar
«granjas de remolachas».
En
marzo de 1733 su abuelo emigró a Bonn, en donde trabajó como director y maestro
de capilla de la orquesta del príncipe elector de Colonia. El 17 de septiembre
de ese mismo año contrajo matrimonio con Maria Josepha Poll, cuyos testigos
fueron el organista Gilles van den Aeden y Johann Riechler. Tuvieron tres
hijos: Maria Bernarda Ludovica (bautizada el 28 de agosto de 1734, muerta el 17
de octubre de 1735), Marcus Josephus (bautizado el 25 de abril de 1736, muerto
poco después en una fecha indeterminada) y Johann, de cuyo nacimiento o bautismo
no se conserva registro; se supone que nació a finales de 1739 o comienzos de
1740. El tercero fue el único que sobrevivió a la infancia y fue el padre de
Beethoven. Johann fue músico y tenor de la corte electoral.
El
12 de noviembre de 1767 se casó en la iglesia de San Remigio en Bonn con Maria
Magdalena Keverich (19 de diciembre de 1746-17 de julio de 1787), una joven
viuda e hija de un cocinero de Tréveris. Por ese motivo, el matrimonio de sus
padres contó con la oposición de su abuelo, que por aquel entonces ya era el
prestigioso maestro de capilla de la corte y consideraba a la joven de una
clase social inferior a la de su hijo, lo cual no era cierto ya que en su
familia había concejales e incluso senadores.
El
matrimonio se trasladó al n.º 515 de la Bonngasse y dos años después, en 1769,
nació su primer hijo, bautizado como Ludwig Maria van Beethoven. Sin embargo,
apenas seis días después de su bautizo, el niño falleció. El 17 de diciembre de
1770 fue bautizado su segundo hijo, en la iglesia de San Remigio de Bonn, con
el nombre de «Ludovicus van Beethoven» (Ludwig van Beethoven) según se describe
en el acta de bautismo. Su fecha de nacimiento, generalmente aceptada como el
16 de diciembre de 1770, no cuenta con documentación histórica que pueda
respaldarla. Maria Magdalena tuvo aún cinco hijos más, de los que solo
sobrevivieron dos: Kaspar Anton Karl van Beethoven, bautizado el 8 de abril de
1774, y Nikolaus Johann van Beethoven, bautizado el 2 de octubre de 1776. Los
biógrafos no tienen claras las fechas de nacimiento exactas de ninguno de los
hijos de Maria Magdalena Keverich.
Primeros
años de vida
El
padre de Beethoven estaba muy gratamente impresionado por el hecho de que
Wolfgang Amadeus Mozart diese conciertos a los siete años y quería que su hijo
siguiera sus pasos. Con la intención de hacer de Ludwig un nuevo niño prodigio,
comenzó a enseñarle piano, órgano y clarinete a temprana edad. Sin embargo,
el estudio musical coartó el desarrollo afectivo del joven, que apenas se
relacionaba con otros niños. En mitad de la noche, Ludwig era sacado de la
cama y era obligado a tocar el piano para los conocidos de Johann, a quienes
quería impresionar; esto causaba que estuviera cansado en la escuela. Era
habitual que dejara de asistir a clases y se quedara en casa para practicar
música.
El
padre era alcohólico, lo que supuso que perdiera el puesto de director de la
orquesta de Bonn —puesto heredado del abuelo Ludwig—, y la madre estaba
frecuentemente enferma. Aunque la relación con Johann era distante, Ludwig
amaba mucho a su madre, a la que denominaba su «mejor amiga».
El
26 de marzo de 1778, cuando tenía siete años, Beethoven realizó su primera
actuación en público en Colonia. Su padre afirmó que la edad de Ludwig era de
seis años, para destacar, de esta manera, la precocidad de su hijo; por ello,
siempre se creyó que Beethoven era más joven de lo que era en realidad. Debido
a que el talento musical y pedagógico de su padre era limitado, Ludwig comenzó
a recibir clases de otros profesores. Sus avances fueron significativos, sobre
todo en la interpretación del órgano y la composición, guiado por músicos
experimentados como Christian Gottlob Neefe. Neefe fue un profesor muy
importante e influyente en su instrucción y supo valorar inmediatamente el
nivel excepcional de Ludwig. Además de transmitirle conocimientos musicales,
Neefe dio a conocer a Beethoven las obras de los pensadores más importantes,
tanto antiguos como contemporáneos.
En
1782, cuando contaba once años de edad, Beethoven publicó su primera composición,
titulada Nueve variaciones sobre una marcha de Ernst Christoph Dressler (WoO
63). Un año después, Neefe escribió en la Revista de Música acerca de su
alumno: «Si continúa así, como ha comenzado, se convertirá seguramente en un
segundo Wolfgang Amadeus Mozart». En junio del siguiente año, Ludwig fue
contratado como intérprete de viola en la orquesta de la corte del príncipe
elector de Colonia Maximiliano Francisco, por recomendación de Neefe. Este
puesto le permitió frecuentar la música de los viejos maestros de capilla,
además de facilitarle la entrada en nuevos círculos sociales, en los que se
encontraban algunos de los que serían amigos suyos durante toda su vida, como
la familia Ries, los von Breuning (en cuya casa conoció a los clásicos y aprendió
a amar la poesía y la literatura) o el doctor Franz Gerhard Wegeler (con quien
años más tarde se volvería a encontrar en Viena).
El
primer viaje a Viena
Beethoven
encontró una vía de escape de la presión familiar en 1787 cuando, con 16 años,
marchó a la capital austriaca apoyado por su mecenas, el conde Ferdinand von
Waldstein, quien sufragó los gastos del viaje y, lo más importante, lo convenció
de sus posibilidades de éxito. Parece que durante este viaje a Viena tuvo lugar
un fugaz encuentro con Mozart. En relación con este encuentro, solo existen
textos de discutible autenticidad. De cualquier modo, la leyenda dice que
Mozart habría dicho: «Recuerden su nombre, este joven hará hablar al mundo».
Al
poco tiempo, su madre enfermó gravemente de tuberculosis y su padre le pidió
por carta que regresara a Bonn inmediatamente. La madre murió el 17 de julio de
1787. Tras este hecho, su padre entró en una depresión y su alcoholismo se
agravó, llegando a ser detenido y encarcelado por este hecho. Después de esto,
el joven Ludwig tuvo que responsabilizarse de sus jóvenes hermanos y se vio
obligado a mantenerlos, tocando el violín en una orquesta y dando clases de
piano durante cinco años, mientras que su padre seguía preso. Su padre falleció
finalmente el 18 de diciembre de 1792.
De
aprendiz a maestro
En
1792 el príncipe elector de Bonn volvió a financiarle un viaje a Viena, ciudad
en la que permaneció el resto de su vida componiendo, tratando de alcanzar un
reconocimiento social a su persona por medio del arte y sufriendo un mal
particularmente terrible para él: la sordera. Allí, Beethoven recibió clases de
composición con Joseph Haydn, de contrapunto con Johann Georg Albrechtsberger y
Johann Baptist Schenk y de lírica con Antonio Salieri.
Durante
este período tuvo varios duelos musicales con otros pianistas. El primero fue
en 1792 ―con 21 años de edad―, durante un viaje con la orquesta de la corte, en
el cual tocó con Franz Sterkel, ejecutando obras de dicho compositor. En 1800
tuvo lugar el famoso duelo en el palacio de Lobkowitz, en el que el pianista y
compositor Daniel Steibelt lo retó a que tocasen juntos. En dicha ocasión,
Beethoven tomó partituras de una obra de este, modificándolas al mismo tiempo
que las iba tocando, con tanta gracia que Steibelt declaró que no volvería a
Viena mientras Beethoven viviera allí y abandonó la ciudad, radicándose en
París.
Con
veinticuatro años publicó su primera obra importante: tres tríos para piano,
violín y violonchelo (Opus 1), y el año siguiente, en 1795, realizó su primer
concierto público en Viena como compositor profesional, en el que interpretó
sus propias obras. Ese mismo año le propuso matrimonio a Magdalena Willman,
pero esta se negó. Posteriormente, realizó una gira por Praga, Dresde, Leipzig,
Berlín y Budapest. En 1796 publicó tres sonatas para piano (Opus 2). La corte,
la nobleza y la Iglesia vienesas acogieron la música de Beethoven y se
convirtieron en mecenas y protectores del joven músico. Eran frecuentes las
disputas entre estos estamentos y el compositor, debido al carácter fuerte e
impulsivo del músico, pero este hecho le hizo granjearse un gran respeto en la
ciudad. Entre sus mecenas se encontraban personalidades como el príncipe Karl
von Lichnowsky y el barón Gottfried van Swieten. Por esa época se desligó de
Haydn, con el que no coincidía musicalmente pero a quien, a pesar de esto,
dedicó los tres tríos.
En
1800, Beethoven organizó un nuevo concierto en Viena en el que realizó la
presentación de su Primera sinfonía. Su actividad musical iba en aumento y
también impartió clases de piano entre las jóvenes aristócratas, con las que
mantuvo romances esporádicos. Al año siguiente, Beethoven se confesó preocupado
por su creciente sordera a su amigo Wegeler. En Heiligenstadt, el año
siguiente, escribió el conocido Testamento de Heiligenstadt, en el que expresa
su desesperación y disgusto ante la injusticia de que un músico pudiera
volverse sordo, algo que no podía concebir ni soportar. Incluso llegó a
plantearse el suicidio, pero la música y su fuerte convicción de que podía
hacer una gran aportación al género hicieron que siguiera adelante. En dicho
testamento escribió que sabía que todavía tenía mucha música por descubrir,
explorar y concretar.
Su
música inicial, fresca y ligera, cambió para convertirse en épica y turbulenta,
acorde con los tiempos revolucionarios que vivía Europa. Eran años en que las
potencias monárquicas europeas se habían aliado para derrotar a la Francia
revolucionaria. En una deslumbrante campaña en el norte de Italia, en la que el
ejército austríaco fue derrotado, adquirió notoriedad Napoleón Bonaparte, que
se convirtió en un ídolo entre los sectores progresistas. De esta época son la
Sonata para piano n.º 8, llamada Patética, y la Sonata para piano n.º 14,
llamada Claro de luna. Su Tercera sinfonía, llamada La Heroica (traducción de
la denominación en italiano Eroica), estaba escrita en un principio en «memoria
de un gran hombre», Napoleón, que era visto en ese momento como un liberador de
su pueblo. Cuando se declaró a sí mismo emperador, Beethoven se enfureció y
borró violentamente el nombre de Napoleón de la primera página de la partitura.
La Heroica se estrenó finalmente el 7 de abril de 1805.
Muy
pronto, Beethoven dejó de necesitar los conciertos y recitales en los salones
de la corte para sobrevivir. Los editores se disputaban sus obras; además, la
aristocracia austriaca, quizás avergonzada por la muerte de Wolfgang Amadeus
Mozart en la pobreza, le asignó una pensión anual. Debido a la pérdida de sus
capacidades auditivas, se entregó a una febril actividad creadora, y, a la par,
sufrió penalidades personales producidas por dos desengaños amorosos. No llegó
a casarse nunca, pero se le atribuyen varios romances, sobre todo entre damas
de la nobleza. Antonie von Birkenstock, casada con el banquero alemán Franz Brentano,
fue uno de los grandes amores de su vida.
Entre
1804 y 1807, estuvo enamorado de la joven y bella condesa Josephine Brunswick,
viuda de Joseph Graf Deym. Su amor era correspondido por parte de la condesa,
pero este no pudo concretarse debido a las rígidas restricciones sociales de la
época y a la estricta separación entre la nobleza y el vulgo, por lo que la
relación cesó. Durante este período, Beethoven había terminado Leonore, su
única ópera. Compuso hasta cuatro oberturas diferentes y finalmente cambió el
nombre de dicha ópera a Fidelio, en contra de sus deseos. El 20 de noviembre de
1805 fue la fecha de la primera representación, que tuvo poca afluencia de
público, ya que esa misma semana las tropas de Napoleón habían entrado por
primera vez en Viena. En los años siguientes, Beethoven incrementó su actividad
creadora y compuso muchas obras, entre ellas la Quinta sinfonía, la Sexta
sinfonía o Sinfonía Pastoral, la Obertura Coriolano y la bagatela para piano
Para Elisa.
Sus
apariciones en público eran cada vez más infrecuentes. El 22 de diciembre de
1808 Beethoven dio uno de sus últimos conciertos en vivo, en una larga jornada
que incluyó el estreno de la Fantasía para piano, orquesta y coro Op. 80, las
sinfonías Quinta y Sexta, el Concierto para piano n.º 4 Op. 58, el aria Ah
perfido! y tres movimientos de la Misa en do mayor Op. 86. Tuvo como alumno al
archiduque Johann Joseph Rainer Rudolph, hermano del emperador, y eventualmente
se convirtió también en su más grande benefactor. En 1809 Beethoven no estaba
conforme con su situación en Viena, especialmente bajo el aspecto económico.
Entonces se planteó la invitación de Jerónimo Bonaparte, para dejar Viena y
trasladarse a Wesfalia. Su vieja amiga la condesa Anna Marie Erdödy logró
convencer a Beethoven para que se mantuviera en Viena con la ayuda de sus más
ricos admiradores, entre los que se encontraban el archiduque Rudolf, el
príncipe Lobkowitz y el príncipe Kinsky, que ofrecieron a Beethoven una pensión
anual de 4000 florines, lo que le permitió vivir sin preocupaciones económicas.
La única condición que le pusieron fue no abandonar la ciudad de Viena,
condición aceptada por el compositor. Dicha pensión lo convirtió en el primer
artista y compositor independiente de la historia, ya que anteriormente la
mayoría de los músicos y compositores (Haydn y Mozart incluidos) eran
sirvientes en las casas de la aristocracia, formando parte de su personal
doméstico y componiendo e interpretando según sus amos les pedían. En cambio,
las condiciones del arreglo al que llegó Beethoven con sus benefactores daban
libertad al compositor de componer lo que él quisiera, y cuando él quisiera.
En
1812, Beethoven se trasladó al balneario de Teplitz (Teplice) y durante su
estancia escribió la carta a su «Amada inmortal», que provocó multitud de
especulaciones sobre su destinataria aunque nunca se ha podido averiguar con
exactitud. En 1977, el musicólogo estadounidense Maynard Solomon afirmó que la
carta iba dirigida a Antonie Brentano, la esposa de un mercader de Fráncfort
del Meno y madre de cuatro hijos. Debido a su sentido ético y su miedo al
matrimonio, Beethoven abandonó esta relación, a pesar de los conflictos emocionales
que le causó. En julio de ese año, Bettina von Arnim organizó un encuentro
entre el compositor y Johann Wolfgang von Goethe. Más tarde, la condesa publicó
su correspondencia con Goethe y en una de sus cartas al conde Hermann von
Pückler-Muskau relató cierto suceso que al parecer habría ocurrido en dicho
balneario ese mismo verano, cuando Beethoven y Goethe se encontraron por
primera vez. Ambos paseaban por la alameda del balneario y de pronto apareció
frente a ellos la emperatriz María Luisa de Austria-Este con su familia y la
corte. Goethe, al verlos, se hizo a un lado y se quitó el sombrero. En cambio,
el compositor se lo caló todavía más y siguió su camino sin reducir el paso,
haciendo que los nobles se hicieran a un lado para saludar. Cuando estuvieron a
cierta distancia se detuvo para esperar a Goethe y decirle lo que pensaba de su
comportamiento «de lacayo».
Según
Elisabeth von Arnim, el mismo Beethoven le habría contado esta anécdota. Sin embargo,
su veracidad es muy discutida y hoy existe un cierto acuerdo en considerarla,
si no por completo al menos en buena parte, invento de Elisabeth. En su carta a
von Pückler-Muskau, le pregunta si le gusta la historia, Kannst du sie
brauchen? («¿Puedes utilizarla?»). Von Arnim, sin embargo, decidió utilizarla
ella misma, y en 1839 publicó en la revista Athenäum una carta, supuestamente
de Beethoven, en la que este contaba la anécdota. El original de esta carta no
apareció nunca; solo la copia y algunos detalles (como la fecha) indican que
Beethoven no la escribió nunca, o al menos no tal como fue transcrita.
Independientemente de su autenticidad, el incidente encantó a la sociedad
vienesa, que lo creyó verdadero durante mucho tiempo.
Beethoven
había entablado contacto con el inventor Johann Mäzel, que le construyó varios
instrumentos para ayudarlo con sus dificultades auditivas, como cornetas
acústicas o un sistema para escuchar el piano. Su obra orquestal La victoria de
Wellington fue compuesta en 1813 para ser interpretada con un panarmónico, otro
de los inventos de Mäzel. Esta obra era un homenaje a la victoria sobre los
ejércitos napoleónicos en la batalla de Vitoria por parte del duque de
Wellington y alcanzó gran popularidad, además de volver verdaderamente famoso
al compositor, lo que le procuró grandes ingresos. Sin embargo, él mismo la
calificó como «basura» (algo que no dijo de ninguna otra obra suya) y hoy está
completamente olvidada. El invento de Mäzel que más impresionó al compositor
fue el metrónomo, y escribió cartas de recomendación a editores y comenzó a
realizar anotaciones en las partituras con los tiempos del metrónomo para que
sus obras se interpretaran al tempo que él había concebido. En esa época
comenzaron los problemas económicos del compositor, ya que uno de sus mecenas,
el príncipe Lobkowitz, sufrió una quiebra económica y el príncipe Kinsky
falleció al caerse de su caballo, tras de lo cual sus herederos decidieron no
pagar las obligaciones financieras que el príncipe había contraído con el
músico.
En
1814, acabó las Séptima y Octava sinfonías y reformó la ópera Fidelio, que fue
un gran éxito, tanto de afluencia de público como económico, al igual que el
resto de conciertos que realizó en esa época. Ese mismo año tuvo lugar el
Congreso de Viena, que reunió en la ciudad a numerosos mandatarios que decidían
el futuro de Europa después de la derrota de Napoleón. Este fue uno de los
momentos de gloria de Beethoven, ya que fue invitado en muchas ocasiones a
participar en los múltiples conciertos que se dieron en las celebraciones y fue
recibido con admiración y reconocimiento.
Algunas
fuentes apuntan a que el último concierto público de Beethoven tuvo lugar el 11
de abril de ese mismo año (1814) y consistió en el estreno del Trío op. 97,
junto al violinista Ignaz Schuppanzigh y el violonchelista Joseph Lincke.
Tras
la muerte de su hermano Kaspar Karl el 15 de noviembre de 1815, tomó la
decisión de acoger a su sobrino Karl, de nueve años de edad, en contra de la
voluntad de su cuñada. En los años comprendidos entre 1815 y 1820, dedicó gran
parte de sus energías y su tiempo a la batalla legal para ganar la custodia de
su sobrino Karl. Este esfuerzo le supuso dejar prácticamente de componer (lo
que no le impidió escribir seis ciclos de Lieder y la sonata Hammerklavier). En
el testamento del hermano se le establecía a él como tutor de Karl, pero en el
lecho de muerte, a petición de la cuñada, se estableció una tutoría conjunta.
Ludwig, quien aborrecía a su cuñada, tuvo que llevar su causa ante la justicia.
Los tribunales ordinarios no lo conocían y le costaba hacer valer sus
influencias, aunque finalmente ganó el caso, y desde entonces se dedicó a la
formación musical de Karl con falsas esperanzas, ya que el chico no tenía dotes
musicales. Uno de los profesores con los que contó su sobrino fue Carl Czerny,
que posteriormente fue profesor de Franz Liszt y antes había sido alumno del
propio Beethoven. Además, la relación con su hijo adoptivo no era excelente;
constantemente tenía que encontrarle nuevos tutores, ya que tenía conflictos
con ellos, y este escapaba con su madre y peleaba constantemente con el tío. La
preocupación por el dinero, que acompañó a Beethoven desde los días de la
infancia en que tuvo que proveer para la familia, lo ocupó en este periodo como
nunca. Los editores no confiaban en él, pues no cumplía sus promesas de
exclusividad y pedía constantemente más dinero por sus obras. Según su
biógrafo, Emil Ludwig, de este periodo no hay ni una sola carta en la que no se
traten, al menos tangencialmente, problemas de dinero.
Después
de 1815, Napoleón fue definitivamente derrotado y el canciller austriaco
Klemens von Metternich instauró un régimen policial para impedir rebrotes
revolucionarios. Beethoven fue una voz crítica del régimen. En esa época, su
nombre era muy respetado en el Imperio y en Europa Occidental, sobre todo en
Inglaterra, en parte gracias al éxito de La victoria de Wellington. Pero el
ascenso de Gioachino Rossini y la ópera italiana, que Beethoven consideraba
poco seria, lo colocó en segundo plano.
En
1816, realizó el primer esbozo de la Novena sinfonía y dos años más tarde su
antiguo alumno y benefactor, el archiduque Rudolf, fue nombrado cardenal,
motivo por el cual Beethoven comenzó a componer la Misa en re, aunque no estuvo
terminada antes de la ceremonia de entronización. En 1822, Beethoven tuvo un
encuentro con Rossini en Viena, ciudad en la que este estaba cosechando grandes
éxitos. Debido a las dificultades con el idioma y la sordera de Beethoven, el
encuentro fue breve.
Beethoven
pasó los últimos años de su vida casi totalmente aislado por la sordera,
relacionándose solamente con algunos de sus amigos a través de los «cuadernos
de conversación», que le sirvieron como medio de comunicación. Su último gran
éxito fue la Novena sinfonía, terminada en 1823. En los tres años finales, se
dedicó a componer cuartetos de cuerda y la Missa Solemnis. El 13 de abril de
ese año conoció a Franz Liszt, que entonces tenía once años, durante un
concierto del compositor húngaro y lo felicitó por su interpretación. Años más
tarde, Liszt transcribió todas las sinfonías de Beethoven para piano y fue un
destacado intérprete de su obra. El estreno de la Novena sinfonía tuvo lugar el
7 de mayo de 1824 y fue un rotundo éxito a pesar de las dificultades técnicas
que entrañaba la obra. Este éxito no se tradujo en una ganancia financiera y
los problemas económicos continuaron acuciando al compositor, que, aunque tenía
el dinero que estaba ahorrando, no lo podía utilizar ya que estaba destinado como
herencia para su sobrino.
La
salud del maestro decayó inexorablemente durante su estancia en la casa de su
hermano en Gneixendorf, a pesar de los cuidados de su familia. Su hermano
Nikolaus Johann recordaba: «Al almuerzo comía únicamente huevos pasados por
agua, pero después bebía más vino, y así a menudo padecía diarrea, de modo que
se le agrandó cada vez más el vientre, y durante mucho tiempo lo llevó
vendado». Tenía edemas en los pies y se quejaba continuamente de sed, dolores
de vientre y pérdida de apetito. En esa época, comenzó la composición de la
Décima sinfonía.
El
1 de diciembre de 1826, Beethoven y Karl volvieron a Viena. La premura de la
decisión determinó que carecieran de un transporte adecuado y solamente
pudieron conseguir un viejo carromato descubierto. El viaje resulta
catastrófico para una persona en el estado en que se encontraba Beethoven,
quien llevaba ropa de verano y se vio obligado a pasar la noche en una taberna
de la aldea, donde la habitación no tenía calefacción ni persianas que lo
protegieran del frío. Hacia la medianoche sufrió un escalofrío febril y comenzó
una tos seca acompañada de sed intensa y fuertes dolores en los costados.
Estando así, el maestro bebió grandes cantidades de agua helada que solo
agravaron su condición. Sin embargo, logró recuperarse de su crisis gracias a
la atención del doctor Wawruch y consiguió llegar a la capital. El 20 de
diciembre, se le extrajeron fluidos abdominales. Karl permaneció durante todo
el mes a su lado hasta su incorporación, en enero, a su regimiento. El joven se
había reconciliado totalmente con su tío tras el lamentable episodio del
suicidio: «Mi querido padre: vivo satisfecho y solo me pesa verme separado de
ti».
Casi
en la miseria, a pesar de tener una gran fortuna en acciones financieras,
escribió a sus amigos en Londres para pedir algún dinero. La respuesta llegó de
inmediato, junto con cien libras esterlinas prestadas incondicionalmente.
Cuando se difundió en Viena el estado terminal de Beethoven, todos sus antiguos
amigos que aún vivían acudieron a su domicilio de la Schwarzspanierhaus para
expresarle sus deseos de una pronta recuperación, aunque en realidad su
propósito era despedirse del envejecido compositor.
A
pesar de los cuidados de su médico y el cariño de sus amigos, la maltrecha
salud del músico, que había padecido problemas hepáticos durante toda su vida,
empeoró. Esos últimos días le acompañaron Franz Schubert, quien en realidad no
se atrevió a visitar al maestro, pero un amigo de ambos le mostró al moribundo
las partituras de sus lieder, que Beethoven tuvo oportunidad de admirar y se le
atribuye la frase: «Es verdad que en este Schubert se encuentra una chispa
divina», recordando el comentario que sobre él hiciera Mozart y haciendo el
cumplido que no hiciera a ningún otro músico.15 El 20 de marzo escribió:
«Estoy seguro de que me iré muy pronto». Y el día 23, entre los estertores del
moribundo, algunas fuentes indican que exclamó: «Aplaudid amigos, comedia
finita est» («La comedia ha terminado»), un final típico de la comedia del
arte, aunque en 1860 Anselm Hüttenbrenner negó que Beethoven hubiera
pronunciado tales palabras.16 Esa misma tarde, tomó la pluma para designar a
su sobrino Karl legatario de todos sus bienes.
Fallecimiento
El
29 de marzo de 1827 se ofició el funeral de Beethoven, al que acudieron más de
20 000 personas.
Tres
días después de su fallecimiento, el 29 de marzo, tuvo lugar el funeral. Se
celebró en la iglesia de la Santa Trinidad, distante un par de manzanas del
domicilio de Beethoven, y en él se interpretó el Réquiem en re menor de
Wolfgang Amadeus Mozart. Al mismo asistieron más de 20 000 personas, entre las
que se encontraba Schubert, gran admirador suyo. El actor Heinrich Anschütz
leyó la oración fúnebre, que fue escrita por el poeta Franz Grillparzer, a las
puertas del cementerio de Währing, ahora Schubert Park.
En
su escritorio de trabajo se encontró el Testamento de Heiligenstadt, redactado
en 1802, en donde explica a sus hermanos el porqué de su profunda amargura.
También se encontró la mencionada desgarradora carta de amor dirigida a su
«Amada inmortal», a la que llama «mi ángel, mi todo, mi mismo yo».
Visión
general
Beethoven
compuso obras en una amplia variedad de géneros y para una amplia gama de
combinaciones de instrumentos musicales. Sus obras para orquesta sinfónica
incluyen nueve sinfonías (la Novena sinfonía incluye un coro) y alrededor de
una docena de piezas de música «ocasional». Compuso nueve conciertos para uno o
más instrumentos solistas y orquesta, así como cuatro obras cortas que incluyen
a solistas acompañados de orquesta. Fidelio es la única ópera que escribió y
entre sus obras vocales con acompañamiento orquestal se incluyen dos misas y
una serie de obras cortas.
Compuso
un amplio repertorio de obras para piano, entre ellas treinta y dos sonatas para
piano y numerosas obras cortas, incluidos los arreglos (para piano solo o dúo
de piano), de algunas de sus otras obras. Las obras en las que usa el piano
como instrumento de acompañamiento incluyen diez sonatas para violín, cinco
sonatas para violonchelo y una sonata para corno francés, así como numerosos
lieder.
La
cantidad de música de cámara que produjo Beethoven fue notable. Además de los
dieciséis cuartetos de cuerda, escribió cinco obras para quinteto de cuerda,
siete para trío con piano, cinco para trío de cuerda y más de una docena de
obras para gran variedad de combinaciones de instrumentos de viento.
Fuente:
https://es.wikipedia.org/wiki/Ludwig_van_Beethoven
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