Olympe de Gouges
Nació en una familia burguesa de
Montauban. Su padre era carnicero y su madre hija de un negociante de telas. Se casó en 1765 con un hombre mayor, quedando al
cabo de un tiempo viuda y con un hijo, Pierre Aubry. Muy decepcionada por el
matrimonio en general, que calificó de "tumba de la confianza y del
amor", se negó a volver a casarse. A principios de 1770, se trasladó a
París donde se preocupó de que su hijo recibiera una muy buena educación.
Llevaba una existencia burguesa, y frecuentaba los salones literarios parisinos
donde conoció a la élite intelectual del siglo de oro francés. En 1774, su
nombre figuraba en el Almanaque de París, el "Quién es quién" de la
época. Emprendió entonces una carrera literaria al igual que su padrino, el
poeta Jean-Jacques Lefranc de Pompignan. Empezó a firmar con el nombre de
Marie-Olympe u Olympe, segundo nombre de su madre, añadiendo la preposición
«de» a su apellido oficial Gouze.
Escribió varias obras de teatro y montó
una compañía teatral itinerante que recorría la región de París, sin que sus
ingresos le permitieran mantenerse. Pero rápidamente sus obras empezaron a ser
representadas en teatros de toda Francia. Su obra más conocida, La esclavitud
de los negros (L’esclavage des noirs), fue publicada en 1792, pero fue inscrita
en el repertorio de la Comédie-Française en 1785 bajo el título de Zamore y
Mirza, o el feliz naufragio (Zamore et Mirza, ou l’heureux naufrage). Esta obra
atrevida pretendía llamar la atención sobre la condición de los esclavos
negros, pero Olympe tuvo que enfrentarse con la desaprobación de los actores de
la Comédie Française. Esta dependía económicamente de la Corte de Versalles
donde muchas familias nobles se habían enriquecido con la trata de esclavos.
Por otro lado, el comercio con las colonias de ultramar representaba entonces
el 50% del comercio exterior del país. Olympe fue encarcelada en la Bastilla
por medio de una lettre de cachet, pero fue liberada al poco tiempo gracias a
la intervención de sus amigos.
Con la Revolución, su obra pudo por fin
ser representada en la Comédie Française. A pesar de las presiones y amenazas
del lobby colonial, todavía muy influyente, Olympe de Gouges mantuvo una
intensa actividad a favor de la abolición de la esclavitud. En 1788 publicó el
ensayo Réflexions sur les hommes nègres (Reflexiones sobre los hombres negros)
que le abrió las puertas del "Club des amis des noirs" (Club de los
amigos de los negros) del que fue miembro. En 1790 escribió otra obra sobre el
mismo tema, Le marché des Noirs (El mercado de los negros). Los principales
dirigentes del movimiento abolicionista, el abate Grégoire y el diputado
girondino Brissot, dejaron constancia en sus escritos de la admiración que
sentían por Olympe de Gouges.
En 1788, el Periódico general de Francia
publicó dos de sus folletos políticos, tratando uno de ellos de su proyecto de
impuesto patriótico que desarrollará más tarde en su famosa Carta al pueblo
(Lettre au Peuple). El segundo dibujaba un amplio programa de reformas
sociales. Estos escritos fueron seguidos de folletos que dirigía periódicamente
a los representantes de las tres primeras legislaturas de la Revolución, a los
clubes patrióticos y a diversas personalidades como Mirabeau, La Fayette y
Necker a los que admiraba. Se calcula que fueron cerca de 30 panfletos. Fundó
varias sociedades fraternas para ambos sexos.
En 1791 escribió su famosa Declaración de
los Derechos de la Mujer y la Ciudadana que comenzaba con las siguientes
palabras:
Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una
mujer te hace esta pregunta.
En la línea de Montesquieu, defendió la
separación de poderes. Apoyó en un principio la monarquía constitucional, pero
se adhirió rápidamente a la causa republicana y se opuso a la condena a muerte
de Luis XVI en 1793. Tomó partido por los girondinos y advirtió sobre los
riesgos de dictadura criticando duramente la política de Robespierre y Marat.
Denunció también la creación del Comité de Salvación Pública.
Su defensa de los girondinos, después de
que estos fueran eliminados de la escena política en junio de 1793, le valió
ser detenida en agosto de 1793 bajo la acusación de ser la autora de un
panfleto a favor de estos. Enferma por culpa de una herida que se había
infectado, fue transferida a una enfermería carcelaria. Para que su detención
le fuera más soportable, empeñó sus joyas en el monte de piedad consiguiendo
así que se la trasladara a una pensión burguesa donde se recluía a los
detenidos enfermos de la alta sociedad. Olympe de Gouges reclamó sin descanso
que se la juzgara para poder defenderse de las acusaciones que pesaban sobre
ella, y evitar así el expeditivo tribunal revolucionario. Con este fin, compuso
dos panfletos que logró sacar de su lugar de reclusión y que tuvieron una
amplia difusión, "Olympe de Gouges en el Tribunal revolucionario" y
"Una patriota perseguida". Fueron sus últimos textos.
La autora fue duramente criticada por sus
contemporáneos, nadie se lo puso fácil. A pesar de su pensamiento moderado y
girondino, fue tachada en numerosas ocasiones de “fanática”, “insensata” o
incluso “vendida del gobierno”. Algunos decían que no sabía ni leer ni
escribir. Los autores del “Pequeño almanaque de las grandes mujeres” dudaban de
su capacidad para componer en 24 horas un escrito de cualquier asunto, y
Lairtullier define su vida literaria como “una serie de disgustos y
contratiempos, mezclados con cortísimos instantes de gloria.
Olympe pasó un período de tres meses en
la cárcel de Saint-Germain des Près, donde enfermó y resistió en muy malas
condiciones. Incluso presa continuó su actividad política, emitiendo folletos
al exterior. Tras ello, la transladaron a la Conciergerie el día de su juicio,
donde ni siquiera tuvo un abogado.
Ahí es donde fue condenada a subir al
cadalso por pretender ser “hombre de Estado”, atentar contra la República y
renegar de su propio sexo.
[1] Á. SIRVENT RAMOS (2009), 198.
El 2 de noviembre de 1793, 48 horas
después de que fueran ejecutados sus amigos girondinos, Olympe fue llevada ante
el tribunal revolucionario sin poder disponer de abogado. Se defendió con valor
e inteligencia en un juicio sumario que la condenó a muerte por haber defendido
un estado federado, de acuerdo con los principios girondinos. Fue guillotinada
al día siguiente, el 3 de noviembre de 1793. Según la declaración de un inspector de
la policía y el periódico
contrarrevolucionario Le Journal del editor Perlet, Olympe de Gouges subió al
cadalso con valor y dignidad, aunque el hijo del verdugo, Henri Sanson, y otros
testimonios que recogió el historiador Jules Michelet afirman lo contrario.
El único hijo de Olympe de Gouges, Pierre
Aubry, renegó de ella públicamente poco después de su ejecución, por temor a
ser detenido.
El pensamiento de
Olympe de Gouges
Sus trabajos fueron profundamente
revolucionarios. Defendió la igualdad entre el hombre y la mujer en todos los
aspectos de la vida pública y privada, incluyendo la igualdad con el hombre en
el derecho a voto, en el acceso al trabajo público, a hablar en público de
temas políticos, a acceder a la vida política, a poseer y controlar
propiedades, a formar parte del ejército; incluso a la igualdad fiscal así como
el derecho a la educación y a la igualdad de poder en el ámbito familiar y
eclesiástico. Olympe de Gouges escribió:
Si la mujer puede subir al cadalso,
también se le debería reconocer el derecho de poder subir a la Tribuna.
Se dirigió a la reina María Antonieta
para que protegiera "su sexo", que decía desgraciado, y redactó la
Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, calcada sobre la
Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, en la cual afirmaba
la igualdad de los derechos de ambos sexos.
Asimismo realizó planteamientos sobre la
supresión del matrimonio y la instauración del divorcio, la idea de un contrato
anual renovable firmado entre concubinos y militó por el reconocimiento paterno
de los niños nacidos fuera de matrimonio.
Fue también una precursora de la
protección de la infancia y a los desfavorecidos, al concebir en grandes
líneas, un sistema de protección materno-infantil (creación de maternidades) y
recomendar la creación de talleres nacionales para los parados y de hogares
para mendigos.
Vínculos con la
masonería
También estuvo vinculada con logias
masónicas; entre ellas, la Logia de las Nueve Hermanas, creada por su amigo
Michel de Cubières.
Sin duda, la obra de carácter
político-social que tuvo más repercusión dentro de la sociedad francesa y la
que va a influir posteriormente sobre otras autoras que abogan por una igualdad
entre el hombre y la mujer es La Declaración de los derechos de la mujer y la
ciudadana. Con esta declaración, Olympe de Gouges pretendía buscar la libertad,
la igualdad y el derecho a votación por parte de las mujeres, ya que éste era
un derecho que tenían exclusivamente los hombres desde hacía años y que las
mujeres no poseían.
Esta obra podemos situarla en el marco
cronológico de la Francia del siglo XVIII, es decir, la obra fue elaborada en
plena Revolución francesa, en donde dentro de la sociedad francesa se podían
percibir grandes diferencias entre hombres y mujeres. Este pensamiento se debe,
en parte, a la influencia que tuvo el pensamiento rousseauniano sobre la
población francesa. El propio Rousseau consideraba que los roles genéricos
estaban determinados por las relaciones naturales. Principalmente, el autor
considera que el papel de la mujer dentro de la sociedad era el de agradar al
hombre, por tanto, el único lugar que le atribuye a la mujer dentro de la
sociedad francesa era en su casa y, dentro de ésta, su marido ejercería un
dominio sobre la mujer. En resumen, considera que el papel principal de la mujer
es cuidar el hogar y a sus hijos, actuando así en una posición sumisa frente a
su marido. Por último, hay que añadir que Rousseau consideraba a la mujer como
un camino de perdición para los hombres por ser una fuente de tentaciones y
vicios.
El pensamiento de Rosseau acerca de la
mujer lo vemos reforzado en el libro La Ilustración olvidada y en La
reivindicación de la mujer de Olympe de Gouges a Flora Tristán en donde se usa
una fuente directa de la época: la Enciclopedia. En ella, se puede ver los
mismos pensamientos de Rousseau y el apoyo a éstos, además se añade la idea de
que el hombre casado tiene la autoridad de su mujer e hijos debido a que posee
una mayor fuerza física y una mayor inteligencia. Por lo tanto, la mujer solo
debería de preocuparse por su aspecto físico, es decir, por su belleza, por
mostrar sus sentimientos y por ser una mujer refinada.
La Declaración de los derechos de la
mujer y la ciudadana fue publicada en el año 1791 con el objetivo de que fuese
decretada por la Asamblea Nacional Constituyente.
Olympe de Gouges redactó una adaptación
de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano cambiando en
muchos casos la palabra hombre por mujer, y en otros artículos resaltando el
predominio del hombre sobre la mujer.
I - La mujer nace libre y permanece igual
al hombre en derechos. Las distinciones sociales solo pueden estar fundadas en
la utilidad común.
II - El objetivo de toda asociación
política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles de la
Mujer y del Hombre; estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad
y, sobre todo, la resistencia a la opresión.
III - El principio de toda soberanía
reside esencialmente en la Nación que no es más que la reunión de la Mujer y el
Hombre: ningún cuerpo, ningún individuo, puede ejercer autoridad que no emane
de ellos.
IV - La libertad y la justicia consisten
en devolver todo lo que pertenece a los otros; así, el ejercicio de los
derechos naturales de la mujer solo tiene por límites la tiranía perpetua que
el hombre le opone; estos límites deben ser corregidos por las leyes de la
naturaleza y de la razón.
V - Las leyes de la naturaleza y de la
razón prohíben todas las acciones perjudiciales para la Sociedad: todo lo que
no esté prohibido por estas leyes, prudentes y divinas, no puede ser impedido y
nadie puede ser obligado a hacer lo que ellas no ordenan.
VI - La ley debe ser la expresión de la
voluntad general; todas las Ciudadanas y Ciudadanos deben participar en su
formación personalmente o por medio de sus representantes. Debe ser la misma
para todos; todas las ciudadanas y todos los ciudadanos, por ser iguales a sus
ojos, deben ser igualmente admisibles a todas las dignidades, puestos y empleos
públicos, según sus capacidades y sin más distinción que la de sus virtudes y
sus talentos.
VII - Ninguna mujer se halla eximida de
ser acusada, detenida y encarcelada en los casos determinados por la Ley. Las
mujeres obedecen como los hombres a esta Ley rigurosa.
VIII - La Ley solo debe establecer penas
estrictas y evidentemente necesarias y nadie puede ser castigado más que en
virtud de una Ley establecida y promulgada anteriormente al delito y legalmente
aplicada a las mujeres.
IX - Sobre toda mujer que haya sido
declarada culpable caerá todo el rigor de la Ley.
X - Nadie debe ser molestado por sus
opiniones incluso fundamentales; si la mujer tiene el derecho de subir al
cadalso, debe tener también igualmente el de subir a la Tribuna con tal que sus
manifestaciones no alteren el orden público establecido por la Ley.
XI - La libre comunicación de los
pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciosos de la
mujer, puesto que esta libertad asegura la legitimidad de los padres con
relación a los hijos. Toda ciudadana puede, pues, decir libremente, soy madre
de un hijo que os pertenece, sin que un prejuicio bárbaro la fuerce a disimular
la verdad; con la salvedad de responder por el abuso de esta libertad en los
casos determinados por la Ley.
XII - La garantía de los derechos de la
mujer y de la ciudadana implica una utilidad mayor; esta garantía debe ser
instituida para ventaja de todos y no para utilidad particular de aquellas a
quienes es confiada.
XIII - Para el mantenimiento de la fuerza
pública y para los gastos de administración, las contribuciones de la mujer y
del hombre son las mismas; ella participa en todas las prestaciones personales,
en todas las tareas penosas, por lo tanto, debe participar en la distribución
de los puestos, empleos, cargos, dignidades y otras actividades.
XIV - Las Ciudadanas y Ciudadanos tienen
el derecho de comprobar, por sí mismos o por medio de sus representantes, la
necesidad de la contribución pública. Las Ciudadanas únicamente pueden
aprobarla si se admite un reparto igual, no solo en la fortuna sino también en
la administración pública, y si determinan la cuota, la base tributaria, la
recaudación y la duración del impuesto.
XV - La masa de las mujeres, agrupada con
la de los hombres para la contribución, tiene el derecho de pedir cuentas de su
administración a todo agente público.
XVI - Toda sociedad en la que la garantía
de los derechos no esté asegurada, ni la separación de los poderes determinada,
no tiene constitución; la constitución es nula si la mayoría de los individuos
que componen la Nación no ha cooperado en su redacción. En este artículo,
Olympe de Gouges justifica la necesidad de que las mujeres participen en la
elaboración de las leyes porque considera que la Constitución no sirve de nada si
gran parte de la Nación no participa en la elaboración de la misma.
XVII - Las propiedades pertenecen a todos
los sexos reunidos o separados; son, para cada uno, un derecho inviolable y
sagrado; nadie puede ser privado de ella como verdadero patrimonio de la
naturaleza a no ser que la necesidad pública, legalmente constatada, lo exija
de manera evidente y bajo la condición de una justa y previa indemnización.
En la parte final de La Declaración de
los derechos de la mujer y la ciudadana, concretamente en el epílogo, Olympe de
Gouges lleva a cabo una reflexión y un llamamiento en el que pide que las
mujeres despierten y defiendan sus derechos, ya que les fueron arrebatados por
los hombres. También dice que la revolución ha sido en vano, puesto que continúan
con las mismas diferenciaciones, y afirma que las únicas personas que se han
beneficiado con dicha revolución han sido los hombres, puesto que fueron
ayudados por las mujeres en dicho proceso, pero cuando las mujeres necesitaron
de su ayuda éstos no se la dieron, por lo que es necesario que las mujeres se
impongan y luchen por sus propios derechos, ya que nadie lo va a hacer por
ellas.
Legado
En vida, Olympe de Gouges tuvo que
enfrentarse con la misoginia habitual de la época, y fue desacreditada por la
incomprensión de sus ideas por parte de muchos de sus contemporáneos. Su obra
cayó en el olvido, mientras el desconocimiento y mala interpretación de sus
escritos contribuyó a convertirla en objeto de desprecio y burla a lo largo del
siglo XIX, donde gran parte de la intelectualidad francesa rechazaba
frontalmente la idea de que una mujer hubiera sido ideóloga revolucionaria. Se
dijo de Olympe de Gouges que apenas sabía leer y escribir, se sospechó de la
autoría de sus obras y se dudó de su capacidad intelectual hasta llegar a
cuestionar sus facultades mentales.
Hubo que esperar hasta el final de la
Segunda Guerra Mundial, para que Olympe de Gouges saliera del terreno de la
caricatura y la anécdota pseudo histórica, y se convirtiera en una de las
grandes figuras humanistas de Francia al final del siglo XVIII. Fue objeto de
estudio en Estados Unidos, Alemania y Japón. En Francia, después de la
publicación en 1981 de su biografía por Olivier Blanc, que investigó su vida a
partir de documentos originales de la época, los actos del bicentenario de la
Revolución francesa en 1989 rindieron homenaje a la obra de Olympe de Gouges.
Desde entonces, se han representado varias de sus obras de teatro y sus
escritos fueron reeditados.
En 1989, a propuesta de la historiadora
Catherine Marand-Fouquet, varias peticiones fueron dirigidas al entonces
presidente de la República Jacques Chirac para que el nombre de Olympe de
Gouges figurase en el Panteón de París. El presidente, asesorado por el
historiador Alain Decaux, descartó la idea.
Varios municipios franceses han querido rendir homenaje a Olympe de
Gouges, dando su nombre a colegios, institutos, plazas y calles. En Montauban,
su ciudad natal, el teatro municipal lleva su nombre desde 2006. En el distrito
XI de París, una sala de espectáculos situada en el emplazamiento de la antigua
cárcel de mujeres de La Roquette también lleva su nombre. El 8 de marzo de
2007, una sala del Hotel de Beauvau, sede del Ministerio del Interior francés,
le ha sido dedicada.
El 19 de septiembre de 2005 se estrenó en
el Teatro Empire de Buenos Aires Olimpia de Gouges o la pasión de existir, obra
de Margarita Borja y Diana Raznovich, por el Instituto
Universitario de Investigación Feminista y de Género de la Universidad
Jaume I de Castellón.
En julio de 2017, el Gobierno del
Principado de Andorra creó los Premios Olympe de Gouges, que reconocen los
esfuerzos de personas físicas y jurídicas por la igualdad de género en el
ámbito laboral.
La historiadora Florence Gauthier,
experta en Revolución francesa, cuestiona la imagen de Olympe de Gouges desde
la lectura de Joan Scott. Critica Gauthier, que Olympe se está convirtiendo en
un mito que confunde su figura histórica y su contexto. Según Gauthier, Olympe
defendía posiciones girondinas de forma activa, tales como el sufragio
censitario y una "aristocracia de los ricos" en oposición a la
democracia, de hecho se oponía a la extensión de los derechos a los esclavos de
las colonias, para los cuales defendía una "suavización" de sus
condiciones. Así mismo, defiende que la democracia de los jacobinos no excluía
a las mujeres, que estas "votaban en las asambleas aldeanas y urbanas en
la Edad Media" y que "numerosas mujeres eran cabezas de familia y participaban
por derecho en las elecciones de las asambleas primarias del Tercer
Estado".
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