Bernard Shaw
Dramaturgo y periodista
irlandés. Perteneciente a una familia de la burguesía protestante irlandesa,
George Bernard Shaw empezó a trabajar a los dieciséis años, por lo que terminó
su formación de forma autodidacta. Cuando sus padres se separaron fue a vivir a
Londres con sus hermanas y su madre, que era profesora de música (1876). En los
años siguientes trabajó como periodista y crítico teatral y de música para
diversos periódicos, al tiempo que publicaba novelas por entregas, si bien sin
éxito; sus ingresos eran muy parcos, por lo que vivió en una relativa penuria.
Tras entrar en contacto
con la obra de Marx, se hizo socialista (1884) y pasó a formar parte de la
Sociedad Fabiana, contraria al empleo de métodos revolucionarios para la
transformación de la sociedad. El marxismo se convirtió a partir de entonces en
el principal referente de la brillante y ácida crítica social, lo mismo de sus
artículos que de sus obras literarias. En 1898 contrajo matrimonio con la
irlandesa Charlotte Payne-Towshend, que procedía de una familia adinerada.
Sus trabajos como
crítico teatral en el Saturday Review le dieron cierto renombre, gracias a sus
críticas a los modos y las ideas del teatro victoriano, y a su defensa del
teatro de Ibsen; su capacidad como crítico musical se puso así mismo de relieve
a través de sus elogiosos análisis de Wagner.
Por esta época orientó
su producción literaria hacia el teatro, género en el que encontraría la mejor
fórmula para desarrollar sus intenciones críticas y didácticas, y también el
que le reportaría sus mayores éxitos. Su primera obra para la escena, Casas de
viudos (1892), reflejaba claramente el influjo de Ibsen; en ella resulta
evidente la intención didáctica que guiaría toda la obra de George Bernard Shaw
(cuyas piezas constituyen siempre, en cierto sentido, «dramas de ideas») y su
finalidad crítica frente a las hipocresías y las injusticias sociales.
Lo mismo sucede con La
profesión de la señora Warren (1894), donde el mundo de la prostitución le
brinda la ocasión para su crítica al capitalismo; a pesar del tema y la
intención de ambas obras, el tratamiento no adopta en ningún momento un tono
trágico, sino que la trama y las ideas se aderezan con un humor ácido e
incisivo, que será característico de su extensa obra dramática, y gracias al
cual logró atraer a sus piezas a un amplio público, en su mayor parte
procedente de las mismas clases medias que constituían el objeto de sus
críticas.
En 1905 expuso en Hombre
y superhombre su teoría de la humanidad como estadio más avanzado de la
evolución de la «fuerza vital» hacia formas más espirituales. Divulgador de las
ideas de pensadores como Nietzsche o Henri Bergson, su teatro tenía más éxito
en el continente que en su propio país, donde no logró el reconocimiento
público hasta la representación de La isla de John Bull (1904).
A menudo se considera
que la mejor comedia de Shaw es Pigmalión, cuya intención didáctica era
inicialmente popularizar la fonética, pero que se convierte en una aguda
crítica del sistema de clases inglés a través del experimento del protagonista,
Henry Higgins, quien pretende hacer pasar a una florista por una dama, para lo
cual le enseña dicción y, naturalmente, «buenas maneras».
La agudeza de los
diálogos y el realismo que domina la mayor parte de las obras de Shaw le dieron
una gran popularidad, por lo que al final de su vida se había convertido,
paradójicamente, en toda una institución del incorformismo y de la
extravagancia. Tras la vertiente humorística de sus obras, sin embargo, aflora
siempre una conciencia crítica y pesimista, que sirvió a su vez durante largo
tiempo como conciencia de sus contemporáneos.
Fuente: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/shaw.htm
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