Karl Landsteiner
Landsteiner nació en
Viena el 14 de junio de 1868, hijo único de una familia austriaca de origen
judío. Su padre Leopold Landsteiner, fue un conocido periodista y editor, que
murió cuando Karl tenía seis años. Su madre se llamaba Fanny Hess.
Estudió medicina en
Viena entre 1885 y 1891, año en el que se graduó. Desde el principio se
interesó por los estudios de química, gracias a la influencia de Ernst Ludwig
(1842-1915). Con el fin de mejorar su formación en este campo pasó un largo
periodo de tiempo en Alemania y Suiza en los laboratorios de Arthur Rudolf
Hantzsch (1857-1935), en Zúrich; Hermann Emil Fischer (1852-1919), en Wurzburg;
y con Eugen von Bamberger (1858-1921) en Múnich. Durante estos años publicó
varios trabajos.
Landsteiner, de origen
judío, se convirtió al catolicismo en 1890,
en 1916 contrajo matrimonio con Leopoldine Helene Wlasto, de origen griego y fe
ortodoxa, quien se convirtió, también, a la fe de su esposo.
En 1917 nació
su hijo Ernst Karl.
Carrera
académica
Realizó su licenciatura
y doctorado en medicina en su ciudad natal. Al terminar sus estudios, trabajó
en los Laboratorios de Química Médica de Zúrich. En la Universidad de Viena
ocupó la cátedra de anatomía patológica. De 1908 a 1920, se encargó de la
preparación de las disecaciones en el Wilhelminenspital de Viena, y en 1911
prestó juramento como profesor asociado de Anatomía Patológica.
En ese lapso descubrió
–en cooperación con Erwin Popper– el carácter infeccioso de la poliomielitis,
aislando en 1908 el poliovirus. En reconocimiento a este descubrimiento
revolucionario, que constituyó la base para la lucha contra la polio,
ingresó
póstumamente en el Polio
Hall of Fame de Warm Springs (Georgia), en enero de 1957.
Karl enseñaba por
entonces anatomía patológica en la Universidad de Viena. Uno de sus campos de
investigación fue la genética de la sangre humana, que comparó con la de los
simios. Observó que, al mezclar la
sangre de dos personas, en ocasiones los glóbulos rojos se
aglutinaban formando grumos visibles. Analizó la sangre de un total de 22
personas, incluyendo la suya y la de cinco colaboradores de su laboratorio.
Para ello, primero separaba el suero de la sangre total, después lavaba los
glóbulos rojos y los sumergía en una solución de suero salino fisiológico.
Finalmente, ensayaba cada suero con los diferentes glóbulos rojos obtenidos y
tabulaba los resultados. Llegó así a descubrir tres tipos distintos de
hematíes, denominados A, B y O, que generaban reacciones de aglutinación. Estos
hallazgos los realizó en Viena hacia 1901.
Dos años más tarde, dos
discípulos suyos, Alfredo de Castello y Adriano Sturli, analizaron 155 muestras
(de 121 pacientes y 34 controles sanos) y descubrieron un cuarto grupo, al que
llamaron AB.
La sangre humana posee
de forma natural unas moléculas conocidas como anticuerpos, capaces de
reaccionar con otras moléculas de los glóbulos rojos llamadas antígenos o
aglutinógenos, produciendo como resultado de la interacción antígeno-anticuerpo
su aglutinación. Estos anticuerpos o isoaglutininas (que no existen en el tipo
AB) son las responsables de la incompatibilidad de las transfusiones sanguíneas
si no se selecciona o se tipa (como se dice técnicamente en el argot del
laboratorio) la sangre a transfundir del donante. En 1911, Ottenberg acuñó el
término de “donante universal” para el grupo O, por carecer de antígenos en los
eritrocitos. En 1908, Epstein y Ottenberg sugieren que los grupos sanguíneos
son hereditarios. En 1910, E. von Dungern y L. Hirszfeld descubrieron que la herencia
de estos grupos sanguíneos sigue las leyes de Mendel, con un patrón dominante
para los tipos A y B.
Tras permanecer en La
Haya tres años, en 1922 se trasladó a Nueva York para trabajar en el
Rockefeller Institute for Medical Research, en calidad de médico investigador.
En 1927, inmunizando
conejos junto a Philip Levine, Landsteiner descubrió tres antígenos más (M, N y
P) similares a los de los grupos A y B. Pero, a diferencia de estos, su
presencia en los hematíes no supone la existencia en la sangre humana normal de
aglutininas naturales.
En 1940, junto con
Alexander Salomon Wiener, descubrió otro antígeno en los hematíes al que
bautizó como factor Rh, por haberse hallado en el suero de conejos inmunizados
con sangre procedente de un mono de la India, el macaco Rhesus (Macaca
mulatta).
Descubrió el Grupo
sanguíneo#Herencia del factor Rh. Un niño que tiene el factor Rh, es decir, es
Rh+, puede inmunizar a su madre Rh- durante la gestación. Esta desarrolla
anticuerpos específicos anti-Rh que pueden, en su segundo embarazo, atravesar
la placenta y producir el aborto o una enfermedad hemolítica en el recién
nacido que cursa con ictericia, la temible eritroblastosis fetal. Más tarde,
Ronald A. Fisher describió otros sistemas de antígenos eritrocitarios y hoy en
día se conocen un total de hasta 42 antígenos distintos en los glóbulos rojos
humanos.
Gracias a sus trabajos
pioneros en inmunohematología se estableció la compatibilidad sanguínea entre
las distintas sangres de los seres humanos.
El descubrimiento de los
grupos sanguíneos por Karl Landsteiner, del que se cumplió el primer centenario
en 2016, facilitó la labor de la justicia al permitir los análisis periciales
en casos de litigio de paternidad y, lo que es más importante, hizo posible las
transfusiones sanguíneas seguras basadas en criterios científicos, evitando los
temibles accidentes postransfusionales (hemólisis o destrucción de los glóbulos
rojos y lesiones renales) por falta de compatibilidad sanguínea.
El checo Jan Janský
descubrió simultáneamente los grupos sanguíneos humanos en 1907. En la época,
el descubrimiento pasó casi desapercibido, pero en 1921 una comisión médica
reconoció su importancia. Su clasificación usaba numerales romanos, a saber:
grupos I, II, III y IV. Esta nomenclatura
se utilizó en los países de Europa Oriental y en la antigua Unión Soviética.
Legado
Ø Las
primeras transfusiones con los criterios de compatibilidad de Landsteiner se
realizaron en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York en 1907, realizadas por el
cirujano Reuben Ottenberg.
Ø En
Buenos Aires (Argentina), el 9 de noviembre de 1914, E. Merlo, a la sazón
administrador académico de la Clínica Médica de la Universidad de Buenos Aires,
realizó con éxito la primera transfusión indirecta en un ser humano utilizando
el método del Dr. Luis Agote. El donante fue R. Mosquera, un portero del
establecimiento.
Ø En
1916, en el mencionado hospital Monte Sinaí, el cirujano Richard Lewisohn
utilizó con éxito el anticoagulante citrato sódico para conservar las muestras
refrigeradas durante dos o tres semanas, lo que abrió la posibilidad de
almacenar la sangre en bancos. Las transfusiones con este método salvarían
miles de vidas durante la Primera Guerra Mundial.
Ø Desde
entonces, numerosos investigadores como Alexis Carrel, George Washington Crile,
y Lester J. Unger pusieron a punto nuevas técnicas para optimizar la
transfusión sanguínea.
Ø En
1930, las aportaciones de Landsteiner obtuvieron reconocimiento internacional
de la comunidad científica, cuando fue galardonado por la Academia Sueca con el
Premio Nobel de Medicina y Fisiología.
Ø La
fecha Día Mundial del Donante de Sangre es conmemora el nacimiento de Karl
Landsteiner.
Eponimia
Ø El
cráter lunar Landsteiner lleva este nombre en su memoria.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Karl_Landsteiner
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